Ya entrando en el último mes del año, es preciso hacer un resumen de la clase de activo y destacar el desempeño de los papeles en USD de emisores latinoamericanos y la resiliencia demostrada por las compañías para salir a flote en medio de una crisis global.
Partimos el 2020 con niveles de spread, o tasa extra que se les exige a los títulos de la región en relación a un bono del Tesoro estadounidense, cercano a los 352 puntos base en promedio, más bien parecido al promedio de esos 10 años, siendo el spread más bajo desde el marcado a inicios de febrero de 2018 (cercano a 222 puntos base). Todo hacía presagiar que la tendencia sería estable, dado el comportamiento de enero y la primera mitad de febrero, pero en un abrir y cerrar de ojos llegó el primer caso de Covid a la región y todo se derrumbó.
Los casos de Covid comenzaron a aumentar y los spreads a subir, sembrando el pánico entre los inversionistas. A medida que aumentaban los spreads, el rendimiento del bono del tesoro a 10 años caía en picada, salía la plata de los mercados emergentes para entrar al activo de refugio, se sumaba, además, la baja en la tasa de política monetaria de USA generando así la tormenta perfecta para llegar a niveles muy altos (883 puntos base el 23 de marzo), aunque por debajo de los niveles de la crisis subprime (930 puntos base en diciembre de 2008). Los países entraron en cuarentena y las compañías tuvieron que cerrar las operaciones, cayó la demanda, algunos sectores incluso entraron de default (aerolíneas), lo que se tradujo en rentabilidad negativa para la Renta Fija Latinoamericana (-19,85% desde enero al 23 de marzo, según el JBCDLA Index).
Sin embargo, las corporaciones a nivel regional se pudieron adaptar al nuevo escenario.
Si bien el segundo trimestre del año presentó resultados corporativos muy ajustados, en el tercer trimestre la mayoría de las compañías mostró signos de resiliencia y sorprendió con los resultados. En algunos casos esa sorpresa positiva se vio acompañada de mejoras en la clasificación de riesgo. Así, los spreads de la región comenzaron a bajar, al 27 de noviembre marcamos 387 puntos, sólo 38 de diferencia con el promedio de enero 2020 y los flujos hacia la región volvieron, acumulando una rentabilidad de 5,17% en el año (YTD).
En este escenario, el mercado primario se mantuvo activo, superando las nuevas emisiones esperadas para el 2020 casi tres meses antes del cierre del año: había que aprovechar de refinanciarse a tasas cercanas a cero, lo que, junto con la alta liquidez, pavimentaron el camino a la rentabilidad obtenida.
Con todo, estamos positivos en la región de cara al 2021. Es un hecho que las tasas se mantendrán bajas, los países necesitan reactivar sus economías y tratarán de velar por mantener la inflación controlada. Las tasas de default deberían disminuir, no se esperan los niveles de 2020 y la mayoría de los deterioros esperados estarían en Argentina. A pesar de la apreciación de los papeles latinoamericanos durante este año, la región sigue ofreciendo una YTW atractiva (Yield to Worst, o rendimiento más bajo posible), mayor que otros mercados emergentes.
El foco para 2021 debería estar en emisiones High Yield, si bien podríamos ver presiones en algunas clasificaciones soberanas por el aumento del gasto fiscal y mayor endeudamiento para sortear de manera exitosa la crisis del Covid, en términos corporativos no esperamos una correlación frente a un deterioro del soberano. Buscar alternativas de entrada entre la BB- y la BB+ nos parece una buena estrategia de cara a los primeros meses de 2021.