Después de haber remontado un crecimiento muy superior a la media latinoamericana en el 2018, la economía chilena se desplomó en el 2019 afectada por los disruptivos eventos sociales y se encamina a un crecimiento mediocre en el 2020, aún bajo el riesgo de caer en estancamiento.
2019 fue un año de contrastes en materia económica para el país andino: optimismo inicial y desilusión y descontento al final. En la primera mitad del año, la economía se había desacelerado después de la sobre-expansión registrada en el 2018: un proceso de moderación natural y deseable en una economía que corría un riesgo de sobrecalentamiento. Hacia el tercer trimestre, la economía había retomado su curso, funcionando a su velocidad crucero de alrededor de 3%. Esta recuperación de la senda de crecimiento estaba sustentada mayormente en la fuente sostenible de una expansión duradera: la inversión productiva. Así lo demuestran los datos duros de la economía ante el continuo mejoramiento del ambiente de negocios en el país.
Sin embargo, al inicio del cuarto trimestre el país se vio envuelto en un estallido social que, si bien había mostrado síntomas incipientes, tomó por sorpresa a mercados y autoridades ante el grado de violencia y destrucción reportado. Ello ocasionó no solo un rápido incremento del riesgo y deterioro de la confianza, sino también la destrucción física de infraestructura, además de la paralización de actividades productivas y la interrupción de algunos canales de distribución como el alimenticio, entre otros. El efecto negativo sobre la economía se dejó sentir en los resultados del mes de octubre, con un desplome de la actividad económica de -3,4% a tasa anual, después de haber crecido a una tasa superior a 3% en los tres meses anteriores.
La prolongación de las manifestaciones de descontento social, la intensidad de la violencia, aunada a la tímida respuesta de las autoridades, afectaron también a la economía en noviembre, cuando la actividad volvió a reportar una contracción anual de -3,3%. A pesar de que la actividad ha regresado a territorio positivo en términos mensuales, a tasa anual el mes de diciembre volverá a reportar una cifra negativa. Con ello, la economía habría terminado el año con una contracción anual de alrededor de -3% en el cuarto trimestre, promediando un crecimiento de solo 1% en todo 2019. Se desvanece, con ello, la ilusión de una economía de regreso a una senda de crecimiento sostenido y equilibrado.
A pesar de las medidas fiscales anunciadas por el gobierno tanto para revertir los incrementos de precios que detonaron la irrupción social como las acciones para apoyar la inversión perdida, la falta de confianza generada por los niveles de inseguridad y la persistencia de protestas mantendrán a la inversión privada reticente durante el 2020. Así, se espera que las medidas fiscales solo ayuden a la economía a reportar un crecimiento de entre 1% y 1,5% cuando mucho durante el presente año. Con ello, no solo se diluye la esperanza de una economía en trayectoria a mayores estándares de desarrollo, sino que incluso es esperable un retroceso en materia de bienestar social.
La paz y estabilidad social se ha trastocado en Chile y ello ha afectado la confianza. También puede empezar a minar la credibilidad en las instituciones, demandar una aplicación más efectiva de la ley, y en un caso extremo, sacudir al sistema político de la nación. El panorama más allá del 2020 dependerá, por ende, tanto de la habilidad del gobierno para restaurar la paz, como para implementar medidas que promuevan la inversión y políticas públicas que impliquen un mayor contenido social.