Las claves para establecer un sistema de riego en un huerto de arándanos
Para los expertos el riego por goteo es el sistema más adecuado para este cultivo, debido a que logra una mejor homogeneidad de la humedad en el terreno y permite implementar desde el principio un sistema de control de heladas.
Claudia Fernández
Una calicata en un huerto de arándanos. Crédito. Samuel Román.
La demanda hídrica del arándano dependerá, en gran medida, de la zona de cultivo, edad del huerto y densidad poblacional. El Dr. Juan Hirzel, ingeniero agrónomo, M.Sc., e investigador en fertilidad de suelos y nutrición de plantas de INIA Quilamapu, señala que la demanda de este cultivo puede fluctuar entre 6.000 y 10.000 m3/ha, con un valor modal cercano a 7.000 – 8.000 m3/ha.
Y es que en las zonas más lluviosas, como las del sur de Chile, la demanda hídrica a través del riego puede ser inferior a 4.000 m3/ha, ya que gran parte de la necesidad de agua está cubierta por las lluvias de primavera e inicios de otoño.
En tanto, para la zona central y norte del país, la necesidad hídrica mediante riego aumenta a cifras cercanas a los 6.000 m3/ha, debido a que existe una mayor tasa radiativa y, por tanto, una mayor evaporación, según señala Samuel Román, ingeniero agrónomo, master en ciencias y asesor agrícola.
El sistema apropiado
El sistema de riego adecuado para el arándano es el goteo, debido a que permite ajustarse a la localización de las raíces y controlar el volumen de agua en la zona superficial e intermedia del suelo. Por lo mismo, lo apropiado es disponer de una doble línea de goteros en cada hilera de plantación, con el fin de lograr una mayor distribución de la humedad (mayor zona húmeda) y evitar excesos de humedad en las zonas cercanas al gotero. Además, se debe disponer de un mínimo de 4 goteros por planta y un óptimo de 8. “El caudal de cada gotero debe fluctuar entre 2 y 4 Lt/hr en función del número de goteros por planta y de la textura dominante, aumentando el caudal del gotero en suelos de textura más fina (menor número de emisores) y reduciendo el caudal del gotero en suelos de textura más gruesa (mayor número de emisores)”, explica Juan Hirzel.
Samuel Román coincide en la necesidad de instalar una doble línea de goteros, con el fin de aportar mayor homogeneidad de humedad dentro del camellón y asegurar que todas las plantas tengan agua. Además, enfatiza que todo sistema de riego debe considerar desde un principio un sistema de control de heladas.
“El control de heladas es fundamental para poder defender los huertos, especialmente los de la zona sur de Chile, y debe ser incluido en la planificación inicial, ya que implica la instalación de una línea adicional, postes específicos para colocar los aspersores, un tipo de aspersor adecuado y volúmenes de agua distintos”, asegura Román.
Los eventos ocurridos en los últimos años han enseñado que no todos los aspersores sirven para controlar heladas y que se necesita de mucha agua cuando el episodio climático es fuerte o polar. Por lo mismo, no basta con un aspersor pequeño de poco volumen, se necesita importantes cantidades de agua, para lo cual se debe contar con un buen tranque y motores con la potencia necesaria, ya que al momento de la helada todo el campo tiene que estar con aspersión.
La calidad ante todo
La calidad del agua es un aspecto fundamental a considerar a la hora de establecer el riego, debido a que el arándano es una de las especies más susceptibles al exceso de sales.
“No hay que olvidar que esta especie proviene de zonas semi polares, donde probablemente las aguas son las más limpias del planeta. Son aguas de conductividad cercanas a cero, 0,1 milimhos o 0,2 milimhos”, explica Román.
El asesor añade que lo que se recomienda es usar aguas con un tope de 0,5 milimhos, ya que si contienen más se correrá el riesgo de que sean muy limitantes. Esto redundará en que se deba hacer un trabajo muy fino en el control de sales y en la selección de los fertilizantes que se aplicarán.
“Si el agua tiene más de 0,5 milimhos hay que evaluar bien el proyecto, analizar la necesidad de algún tipo de lavado de sales, ver cuáles son las sales que están presentes, pues todas se manejan de forma diferente. No se trata de llegar y ponerle más agua al suelo para lavarlo. Eso es un error tremendo. Hay que estar muy bien asesorado para no cometer errores. De lo contrario, se puede llegar a perder un huerto por la mala calidad del agua”, enfatiza el asesor.
Los proyectos instalados en zonas con aguas que tienen cerca de 1 milimhos son muy limitantes, debido a que los manejos de huerto, donde se incluyen tareas como la aplicación de fertilizantes, elevarán la conductividad del agua a un mínimo de 1,5 milimhos, es decir, una cifra crítica para muchas variedades de este frutal. De hecho, son muy pocas las que resisten esta condición.
Las aguas de la zona sur del país son muy aptas para el cultivo del arándano, pues poseen baja salinidad y son muy limpias. En tanto, el escenario más difícil para esta especie se da en el verano, en la zona que se extiende desde la Región del Maule hacia el norte, debido a la disminución de los caudales de los ríos de los valles transversales, que aumentan la concentración de sales en el agua.
La cantidad de riego
Para determinar cuánto regar se deben considerar algunos datos que entregan distintas herramientas.
Para el asesor Samuel Román lo primero es conocer la tasa de evapotranspiración semanal de la localidad donde se ubica el huerto, la cual se puede obtener desde www.agroclima.cl, un sitio web que pone a disposición de los usuarios datos provenientes desde una amplia red de estaciones meteorológicas de distintas zonas del país.
El segundo dato que se necesita es el Kc o volumen de biomasa que se encuentra presente semana a semana durante el ciclo. “Inicialmente, la biomasa total es pequeña porque la planta está recién brotando y tiene pocas hojitas. La escala va de 0 a 1, por lo que se dice que en primavera el Kc llega a alrededor de 0,3, es decir, 30% de la superficie total. Entrada la primavera y con brotes más desarrollados, se llega a un Kc de 0,6, o sea, 60% de la superficie, la cual se encuentra ocupada por follaje. Y en plenitud se habla normalmente de un Kc de 1 o 100%”, explica Samuel Román.
Finalmente, ese número Kc debe ser multiplicado por la tasa de evapotranspiración, lo que da como resultado la cantidad de agua que se debe aplicar. Por ejemplo, si la tasa de evapotranspiración es 5 mm/día y el Kc es de 0,8, se debe regar o reponer 4mm diarios (5x0,8 = 4).
“Este resultado es un presupuesto que luego se debe verificar con instrumentos de medición de humedad de suelo, entre los que se encuentran los tensiómetros, los medidores de humedad con sensores a distintas profundidades, sondas y hasta el nivel de calicatas”, indica el experto.
El fertirriego
Juan Hirzel, investigador del INIA Quilamapu, señala que los nutrientes aplicados mediante fertirriego son, por lo general, Nitrógeno, Fósforo, Potasio, Calcio, Magnesio y Azufre. En algunos casos, también se realizan aplicaciones puntuales de Zinc, Manganeso y Boro. “Los fertilizantes a emplear deben ser de reacción ácida, con preferencia de uso para los sulfatos (asociados a potasio, nitrógeno y magnesio), excepto el sulfato de calcio, cuya solubilidad es baja y puede generar obstrucción de goteros como se ha constatado en muchas situaciones. Para la aplicación de Calcio las mejores alternativas son los productos quelatados con compuestos orgánicos como los ácidos carboxílicos. Sin embargo, también se puede emplear el Nitrato de Calcio”, añade el experto.
El especialista del INIA Quilamapu señala además que la frecuencia de aplicación debe ser permanente durante el periodo de riego, cuidando de no mezclar en el estanque productos que sean incompatibles (no se debe mezclar sulfatos con calcio ó fosfatos con calcio. En algunos casos, tampoco fosfatos con zinc).
Nitrógeno: Se debe concentrar durante el periodo de crecimiento vegetativo y se debe suspender en el periodo que va desde los días previos a la cosecha hasta finales de ésta. En poscosecha se debe aplicar una pequeña fracción.
Potasio: Se debe concentrar principalmente durante el periodo de crecimiento de frutos, con énfasis en el periodo de cosecha.
Calcio: Se debe aplicar durante toda la temporada de riego, debido a que el arándano acumula calcio en las yemas frutales que serán productivas durante la siguiente temporada. De hecho, más del 60% del calcio presente en un fruto al momento de la cosecha proviene de las reservas de la yema frutal.