En busca de la máxima rentabilidad
Si bien la rentabilidad de un huerto de arándanos estará dada principalmente por las variables de precio y cantidad, existen otros factores secundarios que también influyen en el resultado final. Conózcalos a continuación.
Luis Muñoz G.
Si bien los números actuales no son tan buenos como los registrados hace una década atrás, cuando se dio inicio al boom de los arándanos en Chile, éstos siguen resultando atractivos para un buen número de productores, que año a año se la juega por entrar a este negocio, que ve en el mercado en fresco su principal puntal de desarrollo.
Para los expertos, el actual panorama de estabilidad que vive el sector se ha transformado en el momento perfecto para comenzar a avanzar en el desafío que tiene por delante cualquier actividad económica que pretenda extender su existencia en el tiempo: ir al encuentro de la eficiencia.
La idea no es otra que este negocio mantenga niveles de rentabilidad que resulten atractivos para los productores. Y es que, a juicio de los expertos, las posibilidades de desarrollo que tiene por delante esta especie en algunos mercados del mundo son gigantes.
En ese contexto, siempre es importante saber cuáles son los aspectos que más influyen en la rentabilidad de un huerto de este tipo. Y es que el arándano posee ciertas características particulares que pueden resultar determinantes a la hora de llevar adelante el negocio.
Precio y cantidad: Las claves
La rentabilidad del negocio frutícola, en general, está cruzada por dos aspectos: precio y cantidad. El primero es un aspecto que en el caso del arándano estará dado especialmente por el mercado de destino.
Juan Pablo Subercaseaux, economista agrario y académico de la Universidad Católica, explica que, en general, el precio de esta fruta, al igual como ocurre con la cereza, se encuentra medianamente fijo, es decir, no varía demasiado en mercados como Estados Unidos y Europa, por lo que la única forma de incrementar esta variable será apostando por enviar la fruta a un mercado más lejano como China. “Esta situación involucra un mayor riesgo desde el punto de vista del viaje, ya que podría ocurrir que la fruta no llegue en buenas condiciones. Sin embargo, si todo sale bien traerá consigo una recompensa que se plasmará en el pago de un mayor precio”, asegura.
De hecho, Juan Pablo Subercaseaux es claro: “De todos los factores que afectan la rentabilidad de este negocio, creo que el precio es por lejos el más importante. Por lo mismo, si me dieran la posibilidad de controlar una variable, elegiría ésta”.
Otro porcentaje importante de la rentabilidad de un huerto de arándanos se lo lleva la cantidad de fruta que se logre producir. Un tema no menor y que en el caso del arándano se relaciona con una situación bastante delicada. Y es que, según el académico de la Universidad Católica, alrededor del 85% de las plantas de arándanos del país presentan problemas de calidad relacionados principalmente con el enrollamiento de las raíces, lo que, en rigor, les impedirá alcanzar su máximo potencial productivo.
Esta situación se habría comenzado a dar durante el boom del arándano, donde la venta de plantas se convirtió en un gran negocio. El problema, dice el experto, es que la mayoría del material que se vendió era de mala calidad, lo que terminó condenando a buena parte de la superficie del país a rendimientos mediocres.
“Es importante comprender que si se parte con una planta con problemas, jamás se lograrán los potenciales productivos. Es como pretender que un niño con tifus se convierta en atleta. Puede que sobreviva, pero no será jamás un atleta. Por lo mismo, si no se cuenta con las mejores plantas, lo mejor será no partir con el proyecto”, sentencia.
Lo concreto es que hoy, bajo las actuales condiciones de mercado, es importante que las plantas expresen todo su potencial de producción y logren volúmenes de al menos 15 toneladas por hectárea. “Si no se logran esas cantidades, no habrá negocio para fresco, ni para IQF”, asegura el académico de la Universidad Católica.
Tipo de cambio: Prohibido olvidar
Si bien no es tan importante como el precio o la cantidad, el tipo de cambio es un factor que de una u otra manera incidirá en la rentabilidad que pueda tener un huerto de arándanos. Y es que se debe tener en cuenta que los costos, especialmente el de la mano de obra, se encuentran en pesos, mientras que los ingresos están en dólares.
Esta situación quedará en evidencia cuando se lleve a cabo el ejercicio de separar los distintos escenarios, es decir, se establezca un tipo de cambio bajo, uno esperado y uno alto, y esto se pondere por la cantidad de kilos y, sobre todo, por los precios de venta. “Por ejemplo, si tienes un costo cercano a 3 dólares y se obtienen 3.5 dólares en la venta, las ganancias serán de 0.5 dólares. Sin embargo, si en la venta se obtienen 4.5 dólares, la ganancia llegará a 1.5 de la moneda norteamericana, es decir, se triplicará. En este caso si el precio de venta es bueno incrementará tremendamente la rentabilidad”, asegura Juan Pablo Subercaseaux.
Lo cierto es que hoy el sector frutero en general vive momentos dulces, gracias a que después de varios años el valor del tipo de cambio se encuentra empinado sobre los $600.
El camino a seguir
Tal como quedó de manifiesto anteriormente, las actuales condiciones del negocio han determinado que los productores deban ser más eficientes en la realización de las labores, especialmente en la cosecha. En ese contexto, será fundamental conseguir fruta de gran calibre que le facilite la tarea a los recolectores y que, además, pueda llegar en buen estado a mercados lejanos como China.
De igual forma, será sumamente importante que la fruta que se obtenga tenga una maduración homogénea, de modo que los cosecheros no tengan que realizar demasiadas pasadas para retirarla. “Hay casos en que el cosechero puede pasar siete u ocho veces por la misma planta. Esto, en rigor, significará que los costos en mano de obra se disparen”, asegura Subercaseaux.
Cabe destacar que un cosechero de arándanos saca, en promedio, 40 kilos de fruta al día. Por lo mismo un productor debería aspirar a doblar esa cantidad, lo que le permitiría reducir de manera importante los costos en ese ítem. “Lo ideal es que los cosecheros pasen dos o tres veces como máximo”, dice el economista agrario.
La única forma de lograr estos objetivos será utilizando las variedades adecuadas. ¿Cuáles son esas? De acuerdo a Juan Pablo Subercaseaux, existen varias alternativas viables como Legacy o Draper, que son capaces de aportar lo que requiere el negocio en la actualidad. “Por lo mismo, recomiendo evitar las variedades blue como los Blue Crop, Blue Gold o Elliot, debido a que no son capaces de ofrecer calidad, volumen ni una distribución homogénea que beneficie la cosecha”, comenta.
Arrancar sin miedo
A lo largo de su carrera como académico y agricultor, Juan Pablo Subercaseaux ha visto de todo. Una de las cosas que más le ha llamado la atención es que a los productores, a menudo, les cuesta muchísimo tomar la decisión de arrancar los cuarteles que no están rindiendo y que, en definitiva, les están haciendo perder dinero. “Yo creo que detrás de esta situación hay un tema sicológico, porque no es posible que ante la evidencia de que están perdiendo dinero persistan en su idea”, indica.
Por lo mismo, hace un llamado a los productores a no dejarse dominar por los sentimientos y pensar en frío. “Si los cuarteles tienen rendimientos dispares, es decir, uno rinde excelente y el contiguo no, hay que tomar medidas. No se deben manejar igual. Para tomar una decisión se pueden hacer cálculos y si se llega a la conclusión de que los números no dan, no queda más que arrancar”, asegura.
Una decisión de este tipo llevará innegablemente a que los productores sean más rentables, pues les permitirá concentrar los recursos como la mano de obra en aquellos cuarteles que evidencian mejores resultados. Es decir, una ganancia desde donde se le mire.