La poda de producción es una de las tareas más importantes dentro del manejo de la uva de mesa, debido a que incide de forma directa en el rendimiento de la planta y en la calidad final de los frutos.
Daniela San Martín.
Poda tradicional de elemento largo o guyot.
Lo primero es aclarar el concepto de poda, el cual se define como la eliminación de partes vivas de la planta para que haya una influencia sobre ciertos fenómenos fisiológicos deseados.
En el caso de la poda invernal, independiente del frutal, esta debe realizarse cuando la planta entra en completo receso y debe considerar el hábito de fructificación, ya que este será el principal patrón que indicará la forma de poda.
“La vid fructifica en los sarmientos y es de tipo basal, es decir, fructificará desde la primera yema en adelante. Con la poda se logra controlar la movilización de nutrientes y energía, en función de la cantidad de fruta que va a tener”, indica Iván Muñoz., fruticultor, experto en uva de mesa y transferencista del INIA.
La poda invernal, de acuerdo al especialista, tradicionalmente se realiza en busca de los siguientes objetivos:
1. Regular producción: Se busca regular la producción de fruta, con el fin de mantener el equilibrio entre el crecimiento reproductivo y el vegetativo, es decir, entre la producción y el crecimiento. Esto se debe principalmente a que ambos factores de crecimiento actúan como antagonistas, vale decir, cuando la energía se concentra en la producción, el crecimiento vegetativo cesa, y viceversa.
2. Búsqueda de luz: Darle una forma a la planta para que exista el máximo de penetración de luz hacia el interior es de suma importancia, ya que de este factor dependerá que haya una buena inducción floral, y a su vez exista una buena producción todos los años.
3. Sistema de conducción: Mantener el tamaño de la planta de acuerdo al sistema de conducción que se tenga y entregar un adecuado soporte, ya que se debe considerar que la vid es una planta de hábito rastrero.
Para la vid existen dos tipos de poda invernal: la poda larga y la corta. La primera, está orientada a variedades como la Thompson Seedless, Superior y Crimson Seedless, que tienen algunos problemas de fertilidad y que normalmente requieren un número mayor de yemas para alcanzar el nivel productivo deseado. En estas variedades se deben dejar entre 7 y 10 yemas por cargador. La poda corta, en tanto, se dirige a variedades como Red Globe o Flame Seedless, que presentan una alta fertilidad de la yema, por lo que se deben dejar 2 o 3 yemas por cargador.
La poda larga
Este tipo de poda se enfoca en dejar un cargador con 7-10 yemas, y un pitón. El cargador, o sarmiento más largo, es el que producirá fruta dentro de la temporada, en cambio, el sarmiento más corto o pitón, entregará el material de cambio para la próxima temporada. Es importante que cada productor analice la cantidad de yemas que dejará por cargador, según su realidad y apunte a un menor número.
“Mientras más yemas dejas en un cargador, más dispareja es la brotación de ellas”, agrega Muñoz.
La poda corta
Poda corta o de cordón de pitones.
De acuerdo a los especialistas, esta poda debe realizarse solamente en variedades que tienen hábito de fructificación basal marcado, como son la gran mayoría de las variedades, excepto sultanina y superior, que tienen algo de fructificación basal aunque este aspecto no se manifiesta tanto como en otras variedades. Por lo general, este tipo de poda apunta a variedades con una alta fertilidad de la yema, dejando una menor cantidad de ellas por cargador.
“Este sistema de poda va trabajando con pitones de 2 o máximo 3 yemas, bien visibles. Se forma desde un comienzo”, indica Muñoz.
Cabe destacar que una de las ventajas de este sistema es que permite distribuir la producción en los pitones y, además, es muy fácil de realizar.
“En lo personal siempre recomiendo este tipo de poda corta, ya que es mucho más fácil de realizar y, además, consigue penetración de luz. Se debe saber que una sultanina o superior no debe podarse así, ya que perderá producción. Sin embargo una flame, que fructifica en yemas basales sí puede ser podada de esa forma”, afirma Muñoz.
Aspectos preliminares
Las labores de poda de invierno pueden variar año a año. Esto dependerá del volumen de producción requerida. Para establecer el número de cargadores y yemas que se deben dejar, lo primero es conocer la fertilidad de estos elementos. Esta información se puede recopilar a través de un análisis de yemas, con el que se realizará una estimación del porcentaje de fructificación (racimos) que tendrá el parronal durante la temporada. El estudio se realizará en base a muestras de cargadores de distintos sectores del huerto, las que serán enviadas a un laboratorio agrícola.
Otro aspecto importante para definir la intensidad de la poda será el marco de plantación en el que se encuentra establecido el parrón.
“Ahora la tendencia es que exista una mayor densidad de plantación, por lo que el número de cargadores y yemas por parra va a ser menor”, comenta Carolina Cruz, ingeniera agrónoma y asesora privada especialista en uva de mesa.
Cuándo podar
La poda debe realizarse cuando la planta esté en receso, es decir, cuando la madera se encuentre completamente lignificada y sin hojas.
“Se puede notar en el color de la madera. Un brote tierno en crecimiento, por ejemplo, es verde. Cuando eso madura, a medida que disminuye la temperatura, se va lignificando desde la base hacia el ápice, por lo que se pone de color café”, explica Muñoz.
Este receso suele iniciarse entre mayo y julio, dependiendo de las condiciones climáticas y la estacionalidad de las variedades, aunque en las zonas que presentan mayor riesgo de heladas debería realizarse a comienzos de la primavera. “Incluso se puede podar a mediados o fines de agosto, así se atrasa la brotación y se disminuye el riesgo de un posible daño por helada”, indica Muñoz.
Es importante recordar también que la poda se relaciona con en el momento de la brotación. Así, mientras más tarde ocurra, más se retrasará la floración, pudiendo posponerla hasta en 15 días.
En el valle de Copiapó, por ejemplo, este trabajo se inicia durante las primeras semanas de mayo, debido a que el riesgo de heladas primaverales es muy bajo y la floración ocurre antes que en otras zonas del país.
Sin embargo, en las zonas altas de esa ciudad —de la localidad de Los Loros hacia arriba— y las regiones del centro sur, donde existen mayores posibilidades de heladas, la poda debe ser retrasada.
Cabe destacar que la lignificación demora más en plantas muy vigorosas, especialmente en aquellas que han sido fertilizadas fuertemente con nitrógeno. Esto se debe principalmente a que la planta requerirá más tiempo para detener su crecimiento, por lo que disminuirá su capacidad de acumulación de reservas. “El vigor está muy relacionado con los nutrientes. Se debe recordar que la vid es el frutal que menos nitrógeno necesita. De hecho, con sólo 40-60 unidades cubre sus requerimientos y alcanza este equilibrio, por lo que la planta comienza a lignificar adecuadamente. No obstante, por lo general, se ven fertilizaciones nitrogenadas de 90 unidades, lo que rompe el equilibrio y no permite que la planta entre en su receso a tiempo”, agrega Muñoz.
Respecto de las variedades, es importante saber que el periodo de poda variará dependiendo de la época de cosecha de la fruta. Así, las variedades tempranas como Perlette y Flame Seedless se podarán primero, dentro del mes de mayo. Las más tardías como Thompson Seedless, Red Globe y Crimson Seedless, en cambio, deberán esperar hasta mediados de junio o julio.
Pre y post poda
Antes de iniciar la poda es importante verificar que los sarmientos (futuros cargadores) hayan alcanzado la maduración y no estén verdes, ya que de lo contrario se quemarán con la primera helada.
Así también, se debe procurar que la mano de obra encargada de llevar a cabo esta labor tenga experiencia en este tipo de huertos, ya que es responsabilidad de los operarios que los cargadores tengan un vigor homogéneo y estén bien expuestos a la luz, y que las yemas sean frutales.
De acuerdo a los expertos, después de la poda se deben ejecutar tres acciones, además del clásico pintado de los cortes: el ordenamiento de ramas, la limpieza de corteza y la amarra.
“En el caso del pintado, es importante recordar que los cortes deben ser pintados dentro de las próximas 24 horas, luego del corte, idealmente cortar y pintar y que este corte quede completamente cubierto con la pasta para que cumpla su función”, Indica Muñoz.
El ordenamiento de las ramas busca una mejor aireación de la planta y una mayor exposición del follaje al sol. En el caso de la limpieza de la corteza, esta labor consiste en eliminar las partes dañadas de la corteza con el fin de disminuir el riesgo de enfermedades. La amarra, en tanto, busca sujetar las ramas al cable guía, con el fin de posicionar los cargadores en forma plana y distribuirlos de manera uniforme. Esto permitirá que no queden uno sobre otro y evitará que los racimos se topen posteriormente.
El follaje: el protagonista
“Todo el proceso de generar nutrientes, fotoasimilado, crecimiento, azúcar y el buen término de bayas depende de un follaje funcional”, asegura Carolina Cruz.
Para esto se debe tener una canopia en equilibrio, es decir, una cantidad de hojas que permita abastecer a todos los racimos. Estas deben ser sanas –sin pestes ni plagas– y verdes, no amarillentas, puesto que el follaje debe estar fotosintetizando activamente con el fin de generar racimos bien terminados en color y nutrientes. En promedio se requieren diez a doce hojas funcionales por racimo, aunque esto varía según la variedad.
Definir las expectativas de rendimiento
El rendimiento del huerto dependerá del objetivo. “Hemos visto que cada vez que se carga mucho una variedad, se pone en riesgo la condición y calidad de arribo a destino de la fruta”, señala la experta.
Por ejemplo, un huerto de Crimson Seedless podría producir 5.000 cajas/ha pero esa fruta tendría problemas de color, según explica Cruz. Una Thompson Seedless tiene la capacidad de dar 4.000 caja/ha, pero le costaría madurar y la piel podría ser muy delgada. “Los que trabajamos en fruta nos hemos tenido que ir acotando a niveles productivos que nos permitan cumplir con los requerimientos de los mercados de destino. Nuestras uvas tienen que viajar mucho para llegar a ellos, por lo que la exigencia es altísima”, sentencia.
El potencial productivo también dependerá de si las variedades son tempranas o tardías. Las tempranas como Flame Seedless y Perlette presentan menores niveles productivos (2.000 – 2.500 cajas/ha) que las tardías como Red Globe y Crimson Seedless, que presentan un potencial más elevado (3.000 – 3.500 cajas/ha).
Errores típicos
El error más común durante la poda es que los operarios no sigan las pautas recomendadas. Esto puede derivar en una dispersión en el número de yemas, debido a que los trabajadores, por lo general, no se preocupan de dejar el número adecuado de yemas por cargador.
Otro error es generar doble piso, es decir, dejar dos o más cargadores sobrepuestos, lo que puede crear una sombra que perjudique la producción.
En aquellos años en que la brotación ha sido dispar, la poda tiende a “irse a la punta”. Esto quiere decir que los cargadores se alejan del eje central de la parra. Para evitar esta situación, los podadores deben dejar sólo las yemas más cercanas al eje, debido a que estos brotes serán más vigorosos.