Santiago de Chile.   Vie 09-05-2025
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A 30 años del tercer lugar de la Sub 17 en Japón: la Roja que hizo madrugar a todo Chile

Un equipo inolvidable. Un grupo de niños que asomaba como la generación del recambio tras la sanción del Maracaná. Un cuento que comenzó meses antes, en Colombia, y que fue sumando capítulos con amistosos a estadio lleno y una inédita medalla en la Copa del Mundo. Leonardo Véliz, Sebastián Rozental y Manuel Neira, tres protagonistas de la película, recuerdan el proceso que marcó una época en el fútbol chileno. "Fuimos los verdaderos campeones", coinciden.
Raúl Neira10 de septiembre, 2023
Tuluá, palabra mágica.

En el municipio colombiano ubicado en la región central del departamento del Valle del Cauca, a 400 kilómetros de Bogotá, comenzó a forjarse la templanza y el espíritu de un grupo de niños que pasó a la eternidad.

Es enero de 1993.

“El hotel de concentración para el Sudamericano quedaba al lado de un colegio de niñas. Y el ‘Pollo’ Véliz se volvió loco, nos sacó de ahí, porque si bien íbamos a competir, igual era una distracción. Entonces nos llevaron al medio de la nada, a una hacienda. Dormíamos hasta de seis en una pieza. El dirigente Andrés Alvarado se fue a quedar con nosotros, y cocinaba con el preparador físico Óscar Solinas: desayuno, almuerzo y comida”, recuerda Sebastián Rozental, capitán del equipo.

Dice Manuel Neira: “Ahí creamos una pequeña familia, porque cada uno hacía su cama, había que poner la mesa, ayudar al utilero a lavar la ropa, al ‘profe’ Solinas a lavar la loza… Cuando estábamos aburridos sacábamos cocos de los árboles o jugábamos cartas. La mejor decisión fue sacarnos del hotel, porque en la hacienda desayunábamos, almorzábamos y comíamos fútbol”.

Son recuerdos maravillosos. Ser el menor y el goleador me hace sentir un orgullo tremendo. Era un lindo grupo humano, éramos como hermanos. Esa campaña nos abrió las puertas para llegar donde llegamos, independiente de que las lesiones influyeron en la vida de muchos Manuel Neira delantero de la Sub 17 de 1993

La Roja terminó en segundo lugar y sacó pasajes al Mundial de Japón que se disputaría entre agosto y septiembre. “En Colombia nació el hambre por querer ganar algo. Eliminamos al Brasil de Ronaldo, le íbamos ganando 2-0 a Argentina y nos pedían que nos dejáramos empatar para que ellos también clasificaran… Igual terminamos 2-2, cuando Rozental se puso al arco tras la expulsión de Ariel Salas. Yo sali goleador con Ronaldo”, agrega Neira, el más pequeño de la generación.

Leonardo Véliz, el estratega y padre de la Sub 17, ofrece otro punto de partida. “Esta selección se empezó a gestar con la Dirección Técnica Nacional, a la que se le da poca importancia, liderada por Arturo Salah en la selección adulta, Manuel Pellegrini en la Sub 20 y yo. Era un verdadero proceso y terminamos clasificando a dos Mundiales Sub 17 y a uno Sub 20”, recuerda.

Y dispara: “El proceso lo abortaron los dirigentes. Ya estaba Ricardo Abumohor en la ANFP, y uno de los gestores de que todo se acabara fue Darío Calderón. Nunca más hubo un proceso de esa naturaleza. Ahora contrataron a Nicolás Córdova y espero que pueda hacerlo, pero no creo en la liviandad de estos dirigentes que soportaron a Francis Cagigao que se llevó US$ 800 mil y no dejó nada”.

“¿Cómo arrancó esto? Hay una frase que me la dijo un amigo medio filósofo: la complejidad sistémica del proceso, cómo seleccioné esos jugadores. Seleccioné jugadores inteligentes, con una formación multidisciplinaria: había mayoritariamente de Colo Colo y la UC con una formación más avanzada que otros jugadores. Héctor Tapia era goleador y lo retrasé como volante mixto; René Martinez, de la U, era goleador y lo mismo. Me daban fuerza, fortaleza, actitud e inteligencia. Elegí jugadores que podían entregarme condiciones sin miedo escénico. Tenían un alto capital cultural que venía heredado de buenas familias, buena alimentación, educación, buen entorno. Dion Valle era tronco, pero escuchaba las noticias, era culto, entendía las instrucciones, las cumplía, tenía fortaleza física. Y me encontré con Manuel Neira, al que le costaba patear penales”.

—¿Por qué?

“Había tenido una infancia económica difícil; el psicólogo Sergio Villarroel me dijo que la mayoría de jugadores que nacen en esa condición y les corresponde decidir les pesa todo lo que han vivido… Rozental es otro caso. ¿Por qué fue capitán? Cabro humilde, condición socioeconómica superior a todos, hablaba inglés, se hacía respetar. Dante Poli lo mismo, otro estrato”.

Elegidos los jugadores, el Mundial estaba en juego. “Vi el sorteo con mucho temor, porque no sabía nada de China, no tenía idea de Túnez y tampoco de Polonia. La embajada me mandó un video de Túnez que duraba medio minuto… Llegué a Japón con un desconocimiento total de los rivales. Pasamos la fase de grupos después de empatar con los chinos (2-2), ganarle a Túnez (2-0) y empatar con Polonia (3-3). En los cuartos de final nos tocó Checoslovaquia. Y nuevamente no tenía idea. A Fernando Carvallo, técnico de la UC que andaba viendo a sus jugadores, le dije ‘tómate un tren bala y tráeme un informe’. Me lo trajo. Y por eso opté por una línea de tres con laterales volantes”.

—Le ganaron a los checos 4-1, pero Ghana los borró en semifinales.

“Sabíamos el tema de la edad. Fui a un curso el año 1992 cuando se disputaban los Juegos Olímpicos de Barcelona. Y jugaba Samuel Kuffour en Ghana; sacando cuentas estuvo en los juegos con 14 o 15 años, porque para el Mundial de Japón tenía 16... A esas edad los años de diferencia se notan: la potencia y fuerza desequilibra por respecto al jugador más talentoso. Terminamos perdiendo 3 a 0”.

El “Pollo” va todavía más allá: “Nosotros fuimos los verdaderos campeones. Lo de la edad fue por intereses de Joseph Blatter para ganar votos del continente africano, entonces les permitía jugar con futbolistas mayores de la edad permitida. Los italianos también se quejaron por la edad burda de los africanos. Ahora eso no se puede”.

Neira piensa igual: “Pudimos hacer sido campeones del mundo, pero no había una fiscalización a los equipos africanos. Decían que fuimos campeones de los blancos, aunque suene feo”.

Superada la frustración ante Ghana, la pelea por el tercer lugar era Polonia, un conocido de la etapa inicial. “Antes de ese partido, y debido al tifón que afectó a Japón, la FIFA nos propuso que la medalla de bronce se entregara a los dos equipos. Polonia aceptó; nosotros no. Nos reunimos los 18 jugadores y en forma unánime acordamos que había que ganar en la cancha… Éramos un equipo que siempre daba vuelta los resultados: pasó con China, con Polonia y en el partido por el tercer lugar con la jugada de Dante Poli en el último minuto. Ahí empatamos 1 a 1 y ganamos en definición a penales”, recuerda Rozental.


—¿Cómo fue liderar, en su rol de capitán, a esa Sub 17?

“Un desafío lindo. A esa edad se da un liderazgo con inmadurez, con las típicas locuras de niños. Es imposible que nos pidieran comportarnos como adultos. Teníamos un entrenador espectacular, un preparador físico de otro planeta, y ellos nos entregaban las herramientas. Recuerdo los amistosos que jugamos antes del Mundial, una gran gestión de la ANFP; era increíble jugar en el Santa Laura, en vivo para Canal 13, a estadios lleno. Eso nos ayudó mucho. A todos nos afectó el tema de la fama, algunos tuvimos más suerte en el sentido de no mandarse tantas embarradas. Porque los 18 nos mandamos una… Pero la familia y el cuerpo técnico fueron súper importantes en aterrizarnos. Poli era alegría y alegría, Frank Lobos el talentoso, Neira el más chico, goleador, regalón de todos. Éramos bien unidos, fue un muy buen lote. Yo compartí pieza con Poli; estaba pegada a la de Pablo Herceg y Tapia”.

Entretenciones había pocas: cartas e improvisadas pichangas en los pasillos del hotel japonés que terminaban cuando el cuerpo técnico ponía orden. “Al principio el cambio de hora nos complicó, porque cuando había que dormir estábamos despiertos, entonces nos poníamos a jugar… Era increíble lo que vivimos en ese Mundial, pues vivimos el fútbol profesional a los 15 o 16 años: canchas espectaculares, ropa de mejor calidad que en el Sudamericano, pelotas buenas, otro mundo”, cita Rozental.

“Esa selección fue mirada como el futuro de Chile pensando en el Mundial de Francia 1998 y día a día se fue incrementando esa idolatría; era parte de la sociedad en que vivíamos: estábamos castigados por la FIFA, entonces eran la esperanza de todos… Pero siempre tocamos ese tema de la fama, de no creer que ya alcanzaron todo, del elogio exagerado. Había que poner los pies en la tierra. Creyeron mucho en mis palabras”, remata el entrenador.


Treinta años después, y aunque parezca increíble, los medallistas de bronce solo se han juntado una vez: cuando Esteban Mancilla se retiró del fútbol. “Tenemos un grupo de WhatsApp, pero nunca pasa nada. Por eso, aprovechando la fecha, es que estamos pensando en realizar un documental. Hablamos con el ‘profe’ quien tiene imágenes inéditas”, cuenta Neira.

“El ‘Pollo’ Véliz tiene material increíble. Son horas y horas, porque andaba siempre con una cámara de video, desde el Sudamericano. “Sería un golazo poder hacerlo, para poder mostrar todo lo que vivimos, suma Rozental.

El técnico aludido está feliz con la idea, aunque por su cuenta tomó la iniciativa pues publicará el libro “‘Volver a la Sub 17’, emulando a Violeta Parra con la canción ‘Volver a los 17’. Quiero dejar bien claro el proceso, cómo se hizo, por qué se realizó, bajo qué parámetros y por qué se logró lo que logramos… Cuento que una vez fuimos con Colo Colo a Rosario con la plata justa; en un determinado momento se le dijo a los jugadores ‘tenemos que perder, porque no hay más plata para mantener la delegación”. Se la dijo Luis Muñoz, coordinador histórico del club, porque yo me había tenido que venir a Santiago a terminar el curso de entrenador… Era la realidad de nuestro fútbol”.

Raúl Neira

es redactor de Deportes El Mercurio y especializado en fútbol. Con más de 25 años de carrera, cubrió la Copa Confederaciones de Rusia 2017, la Copa América de Chile 2015, copas Libertadores, sorteos y partidos clasificatorios a la Copa del Mundo.

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