Gino Barducci, hincha de Audax y del fútbol: “Empecé a ir al estadio en 1937”
Caso único: la liga profesional comenzó en 1933 y él va al estadio desde sus albores. “Vi tres de los cuatro títulos del Audax, los de 1946, 1948, y 1957”, confiesa en un relato que recorre cracks, estadios y clubes que ya no están. Hasta conserva una reliquia: un maletín de madera en que los futbolistas de antes llevaban sus botines. “Me lo regaló un back del Badminton”, reveló.

Gino Barducci tiene en sus manos una rareza, un ejemplar de 1932 de la revista Stadio dedicada a la gira de 10 meses de Audax Italiano a Europa, con escalas para jugar amistosos en Perú, Costa Rica, México, Cuba y Canadá. “Esta revista no es para nada conocida. Me la trajo un amigo que la encontró en Valparaíso”, dice sentado en su casa de La Reina, en Santiago.
“¿Sabía usted quién fue el primer chileno que jugó en Italia?”, pregunta. “Felix Corte en 1919-1920. Pero de él acá no hay calle ni plaza con su nombre. Era un valdiviano que se fue a defender a Italia en la Primera Guerra Mundial. Le falsificaron la edad para sacarlo de Chile, porque era menor de edad, viajó y se quedó allá, jugó en Livorno hasta la final de la Copa Italia contra el Inter, perdiendo 3-2. Después volvió a Chile y jugó en el Audax desde 1923”, ilustra.
Barducci nació el 7 de enero de 1929, tiene 94 años y cuenta historias por montones. “Sáquenme provecho”, aconseja el acérrimo hincha de los ‘tanos’ hojeando su libro “Audax Italiano 1910-1960” en que, meticuloso, recorre con recortes de prensa —en diarios ya desaparecidos— la historia del club itálico y del fútbol chileno.
—¿Cuantos títulos de Audax vio?
“Estuve presente en tres de los cuatro campeonatos oficiales, 1946, 1948 y 1957. Me faltó el de 1936. También vi el título del torneo de preparación en 1941. El del ’46 fue en el Estadio Nacional, vencimos a Green Cross. El del ‘48 ganamos mirando para atrás, el último partido fue contra Everton en el estadio El Tranque de Viña. Y el del ‘57 fue especial para mí. Ese año hubo una pandemia de influenza asiática que dejó muchos enfermos y mucha mortandad. Pero yo trabajaba en el laboratorio Pfizer y tenía un buen cargo, le regalé al club una caja de 100 frascos de sigmamicina, un antibiótico de amplio espectro. Ningún futbolista del Audax se enfermó y el equipo salió campeón”.
—O sea usted ayudó a sacar campeón al Audax.
“Jejej, bueno, si usted lo presenta así… salimos campeones, pero no me quiero apropiar del logro, porque había muy buenos jugadores, partiendo por Chirinos al arco, Yori, Carrasco, Tello. Ese fue el año que la Católica salió último y se salvó del descenso cuando denunció que San Luis de Quillota, que había salido tercero, le había falsificado la firma a un refuerzo argentino de apellido Negri, lo que era cierto. A San Luis le quitaron como 20 puntos. Pasó que la UC, en acuerdo de caballeros, había quedado en no denunciar y denunció igual. Ese título del Audax, además, se dio justo después de un escándalo de la selección chilena en el Sudamericano de Lima del 56, en que fueron castigados a perpetuidad Escuti, Cubillos y Cortés. Se portaron pésimo, no obedecían al DT, fingían lesiones, hasta los acusaron de unas cosas que desaparecieron. Un escándalo”.
—¿A qué edad vio su primer partido?
“Tenía 8 años. Fue en Santa Laura, en 1937”.
—O sea usted vio casi los 90 años del fútbol profesional en Chile.
“Fútbol profesional no, remunerado sí. Profesional no era porque todos los jugadores trabajaban en otra cosa. Eran otros tiempos. Y desde entonces había incentivos en dinero. El Audax con sus mecenas ofrecía el doble a sus jugadores”.
—¿Cómo llegó a ese primer partido?
“Vivíamos en Peñablanca, cerca de Villa Alemana. Era una zona alejada en que la Cordillera de la Costa solo dejaba escuchar radios argentinas. Por el pueblo pasaba el tren expreso y varios niños íbamos a esperar a la estación a un jugador del Audax, eso para nosotros era como ver a un astronauta. Se bajaba con el tren andando y desde el andén hasta que llegaba a su solar lo tapábamos a preguntas de cómo fue el partido, quién ganó, quién hizo el gol, si le pegaron muchas patadas y todo eso. Ese jugador era Carlos Giudice, ¡gran capitán del Audax! Tenía un genio espantoso sí, pero nos dijo que nos llevaría a ver fútbol a Santiago. Antes de eso, en 1936, había ido a un partido en Valparaíso entre La Cruz y Quilpué, pero los hinchas iban con sacos de piedras a la cancha y tuvimos que arrancar. Bueno, hasta que Giudice nos lleva a ver la final de la Copa Recesión de 1937, que era una especie de Copa Chile. Fue el 18 de septiembre y ganó Audax 4-0 a Unión Española. Giudice se fue a festejar y nos olvidó en el estadio por horas, hasta que se acordó y nos fue a buscar, jaja. El Santa Laura de entonces no tenía todas las galerías, detrás de un arco había un frontón de tenis. El griterío que había en ese estadio”.
—Usted vio desaparecer equipos y estadios.
“El que más me gustaba era el estadio de Carabineros, donde se jugó el primer partido con luz artificial. En 1945 lo clausuraron por peligro de derrumbe por unos tablones podridos, se cayeron unos muchachos que hacían equilibrio en la galería y lo cerraron y demolieron. Después lo compró Colo Colo y era impresionante cómo la gente humilde caminaba desde La Vega llevando materiales, maderas y sacos de cemento para ayudar a su equipo a levantar un estadio, pero al final nunca construyeron el estadio ahí. En fin, en el viejo estadio de Carabineros jugaban casi todos los equipos de Santiago. Hoy algunos recuerdan con nostalgia las jornadas dobles de los ’80, pero en los ’40 había hasta cuatro partidos el sábado y cuatro el domingo ahí y en Santa Laura. Debe ser record. Uno pagaba su entrada y estaba todo el día en el estadio. Igual de niño uno se las ingeniaba para entrar sin pagar”.
—¿Cómo lo hacía?
“Esperábamos a los jugadores fuera del estadio, en la calle, pues en esos años llegaban caminando o en tranvías, porque los primeros futbolistas con automóvil recién se empezaron a ver después de la Segunda Guerra Mundial. Y bueno, los esperábamos afuera del estadio y les ofrecíamos llevar su maletín en que llevaban los zapatos y así entrabamos gratis al lado de ellos. Era un maletín de madera, aún conservo uno que me regaló el jugador Cecilio Ramírez, un back del club Badminton de los años ‘40. De estadios antiguos me acuerdo también del de Magallanes, que estaba donde hoy está la escuela de Medicina de la Universidad de Chile. Había otro estadio en Vicuña Mackenna con avenida Matta. Y bueno, también fui bien chico a ver un partido de la selección a Buenos Aires, en La Bombonera”.
—Cuente.
“Yo era ahijado del tesorero de la Asociación Central. Y a fines de 1936 y comienzos de 1937 fuimos a Buenos Aires al Sudamericano. Viajamos en tren desde la estación Mapocho a Mendoza, entre las 8 de la mañana y las 12 de la noche, se esperaba una hora, y luego de Mendoza a Buenos Aires en 18 horas más de viaje. Así se viajaba antes. Ya en La Bombonera inauguraban la luz artificial y se enfrentaban Chile contra Brasil. Era tan mala la iluminación que no se veía nada, jaja, ni siquiera pintaron la pelota blanca para poder verla, así que nos enterábamos que había goles por los gritos de los jugadores. Esa noche Brasil jugó con la camiseta de Boca y ganó 6-4. Días antes también vi un Chile-Argentina en el estado Gasómetro, para la inauguración del torneo. El ‘Chico’ Ojeda se perdió dos goles para Chile y después los compañeros pensaban que se suicidaría de depresión. Ganó Argentina con autogol de ‘Cotrotro’ Córdova, quien desvió el disparo de Varallo. Le echaban tallas que hizo a propósito el autogol para salir en el resumen del partido del diario.”
—¿El argentino José Manuel Moreno fue el mejor jugador extranjero que pasó por Chile?
“Era extraordinario y se decía que la UC pagó más de un millón de dólares para traerlo. Un saco de plata. Y el ‘Charro’ la sacó campeón en 1949. De los mejores jugadores que ví en el campeonato nacional. El ‘Muñeco’ (Roberto) Coll en Palestino fue otro. Vi grandes jugadores, como el ‘Gringo’ Jorge Robledo que vino desde Newcastle y se echaba el equipo de Colo Colo al hombro, al ‘Superclase’ Mario Moreno no lo frenaba nadie, y a Roberto Zárate que era un wing izquierdo del Audax que jugó en River, Banfield y la selección argentina: ¿sabe que la gente esperaba que se sorteara el lado para sentarse por donde corría Zárate y verlo más de cerca? Antes jugó su hermano Juan, goleador del desaparecido Green Cross. Otros fueron Atilio Cremaschi, René Meléndez, el ‘Cholo’ Balbuena. En Chile jugó Montuori por la Católica, un goleador que fue seleccionado italiano. En fin, tantos. De los chilenos, Jorge Toro era muy bueno, muy técnico. Oscar Fabbiani ya en los ’70. Pero como soy audino, nombro a Juan Alcántara, Hugo Giorgi, el ‘Huaso’ Romo o Carlos Atlagich, el jugador que más fuerte pateaba la pelota en Chile. También estaba Apolonides Vera, en 1947, wing izquierdo de Santiago National, hacía goles imposibles y fue goleador de ese año. No puedo dejar de nombrar a Carlos Reinoso, ‘Pata Bendita’ Castro, ‘Cuá Cuá’ Hormazábal era más completo que ‘Chamaco’ Valdés incluso, pero desordenado”.
—Vio al Ballet Azul, Colo Colo 73, Colo Colo 91...
“Estuve en Avellaneda cuando al ‘Gringo’ Nef lo metieron con pelota y todo al arco. Colo Colo ‘73 era un equipo muy bien engranado, pero no tanto como el Colo Colo de Jozic, que era fuera de serie, la mayor revolución táctica desde Platko. Del Ballet Azul de la U se habla mucho de Leonel Sánchez, pero el puntero derecho era mejor, Pedro Araya, quien se fue a México”.
—¿Grandes farreros?
“Raúl Toro (Julio), de Santiago Morning, y Ascanio Cortés, pintoso y engominado, le decían ‘El Garrafa’ y llegó a jugar en River Plate. Ambos eran muy muy buenos”.
—¿Un caso poco conocido?
“El de Fermín Lecea, un vasco que jugó muy veterano y nunca reveló la edad. Era un jugador de Wanderers en 1944, año en que fue aceptado en la liga nacional ju to a Everton. Un paréntesis: los títulos que sumó Wanderers no los considero válidos, si no, Rangers también debería sumar varios de sus títulos regionales. Bueno, Lecea era grande, un back que jugó en Independiente de Avellaneda del legendario Antonio Sastre, y acá no lo dejaron continuar jugando porque era un peligro para la juventud pues decían que era muy recio (N de la R: antes de ser futbolista, Sastre fue campeón de boxeo)”.
—¿Un gran escándalo?
“En 1951, última fecha. Ganaba Santiago Morning 3-1 a Unión Española, ¡faltaban pocos minutos y al ‘Turco’ Sabaj le hacen tres goles que los atajaba hasta un niño! Ganó Unión 4-3, todo muy sospechoso, y accedió a la final contra Audax en la que dirigentes de Unión llegaron con un regalo para los árbitros: talonarios de ganadores de un caballo… cobran un penal, pero era off side previo y el linesman hasta tenía la bandera arriba, expulsarpn a Anselmo Yori… ganó Unión 1-0. Después, en 1960, hubo un escándalo que le llamaron el ‘partido del soborno’ y castigaron a dos dirigentes de Audax por eso. Pasó que había cuatro equipos con riesgo de descender, Audax, Magallanes, San Luis, Rangers. Trajeron árbitros argentinos, todo muy misterioso. Audax necesitaba ganar y jugaba con Santiago Morning, y ganó en el minuto 42 del segundo tiempo con gol de Ramiro Cortés. Fue un partidazo igual, porque los de Santiago Morning no querían que los llamaron vendidos: hubo una de roscas, cabezas vendadas, puñetes… ojalá se hubiese filmado. Nos quedamos mudos de tanto gritar con el gol a última hora”.
—Usted vio cambiar el fútbol.
“El primero en cambiarlo fue Platko, campeón invicto con Colo Colo ‘41. Me gustaba más el fútbol de antes, se jugaba con cinco delanteros, había más oportunidades de gol, los equipos siempre miraban el arco rival, en las áreas había muchas situaciones de peligro, había más espectáculo, uno veía jugadores encaradores siempre, les gustaba lucirse eludiendo rivales, rara vez no había goles. Una vez, en 1945, en el estadio de la Católica de calle Independencia, que ya no existe, Audax le hizo 9 goles al ‘Sapo’ Livingstone, buenísimo arquero y garabatero también. Con ese score inesperado, la prensa tituló: ‘La UC inaugura su estadio con una novena’. Sobre grandes goleadas, fíjese que la ‘Chancha’ Avilés le hizo 9 goles a Magallanes en 1932, debe ser récord mundial. La ‘Chancha’ fue después campeón con Audax en 1936, el único título de mi club que no vi”.

Antonio Valencia
es redactor de Deportes El Mercurio.