Cuando Lucas Acevedo mandó el cabezazo al fondo de las redes muy cerca del pitazo final, en Coquimbo todos se tomaron la cabeza. A esa altura, era el empate de Palestino, que dejaba a los “piratas” pegados en la parte baja de la tabla en el debut de Juan José Ribera como entrenador, tras las expediciones de Germán Corengia y el interino Rafael Celedón.

Sin embargo, un par de centímetros marcaron la diferencia. El VAR anuló el tanto del zaguero tricolor y el marcador definitivo fue 1-0, con gol del zurdo Mathías Pinto (que le dedicó el tanto a su hermano Diego, fallecido hace cinco meses), que le permite despegar del fondo de la tabla y sumar un triunfo después de cuatro derrotas consecutivas.

Fue el primer partido de Ribera después de casi nueve meses sin trabajo, luego de ser cesado en Audax Italiano tras una campaña en la que puso a los verdes en la Copa Sudamericana. “Duele mucho, en especial después de todo lo que hicimos. Recibimos un equipo casi descendido, jugamos una final de Copa Chile y clasificamos a un torneo internacional. Nos dolió a todos en el cuerpo técnico, pero me la banqué y ahora quiero hacer lo mejor posible acá en Coquimbo”, admitió el “Coto”.

En la cancha, el técnico se propuso corregir las falencias defensivas que el cuadro aurinegro había mostrado en toda la temporada y planteó un esquema totalmente distinto al 4-3-3 que impuso Corengia durante su período, con el fin de darle más seguridad a la zaga.

“Me acordé de un partido que dirigí a Audax contra Botafogo: planteamos dos líneas de cuatro para controlar al rival. Fue lo mismo que hicimos acá, trabajamos apenas tres días y después de una derrota amplia (4-1 ante la UC). Lo importante era adquirir solidez defensiva, pero hay varias cosas que tenemos que corregir”, reconoció el DT, que enfrentó el lance con cinco ausencias por lesión, incluyendo a Mauricio Pinilla.

La victoria, si bien lo deja apenas en el puesto 17º por diferencia de goles, sitúa a los coquimbanos en la misma línea que Colo Colo, O’Higgins y Universidad de Concepción, con ocho puntos, y con el impulso de seguir huyendo del fondo. “Habían ganado los rivales directos y eso nos obligaba a sumar. La tabla está mucho más apretada”, admitió Ribera.

Al final de la temporada tres equipos bajarán a Primera B: el colista anual y el de la tabla ponderada 2019-2020, además del perdedor de una definición entre los penúltimos de ambas clasificaciones.