Control biológico y preventivo, las estratégicas para enfrentar la Phytophthora
Según una investigación de la Universidad Católica de Valparaíso, el patógeno produce pérdidas productivas en torno al 12%. El exceso de agua y el uso mayoritario del patrón más susceptible a la enfermedad son las principales causas.
Florencia Polanco
Planta afectada por Phytophthora.
Crédito: Escuela de Agronomía de la PUCV.
La infección por Phytophthora es uno de los problemas que más pérdidas genera en el sector productor de nueces. Según los resultados de la primera parte de una investigación realizada por Sebastián Sáa, Ximena Besoaín y la estudiante de magíster, Jannett Guajardo, de la Escuela de Agronomía de la Universidad Católica de Valparaíso (UCV), el promedio de mermas llega casi al 12%.
El estudio, apoyado por Chilenuts y FIA, se enfocó en las regiones de Coquimbo, Valparaíso, Metropolitana, O’Higgins y del Maule, zona donde se concentra la mayor parte de la superficie de nogales del país. Allí se analizaron 45 huertos, de los cuales el 93% presentó sintomatología asociada al patógeno.
Jean Paul Joublan, asesor experto en nogales, complementa que desde la Región del Maule hacia el sur, donde la materia orgánica es de 3% a 10%, la incidencia de la enfermedad es mucho menor. “Sin embargo, los suelos arenosos con bajo contenido de materia orgánica en esta zona, incluso con riego por goteo, presentan huertos con mayor incidencia”, dice.
Las especies del género Phytophthora están presentes en el suelo, y pertenecen al reino Chromista, no al Fungi. De hecho, existen más de 14 especies reportadas a nivel mundial, aunque en Chile se han detectado tres: cinnamomi, citrophthora y cactorum.
“P. cinnamomi está en todas las regiones. La magnitud del problema es importante. La de Valparaíso es la región más afectada, seguida de la del Maule y O’Higgins, donde influye el factor climático, pues son zonas lluviosas, que además tienen suelos con un drenaje más lento”, explica Sebastián Sáa.
Para impedir el desarrollo de Phytophthora resulta fundamental el control del agua con el fin de evitar anegamientos y saturación por varios días, pues esta es su principal causa. A esto se suma que el portainjerto más usado en Chile (Nogal Ingles o J. regia) es el más susceptible a la enfermedad.
Aunque no son los únicos factores. “El aumento de la humedad y un rango amplio de temperaturas entre 5°C y 30°C en el suelo también pueden incidir en la severidad de la infección, debido a la generación de heridas en las raíces, que son una puerta de entrada para este patógeno”, explica Rodrigo Herrera, ingeniero agrónomo, fitopatólogo y asesor privado.
Herrera agrega que la presencia de nemátodos, así como un excesivo uso de fertilizantes nitrogenados, igualmente favorece la infección y desarrollo de la enfermedad. Lo más problemático, es que una vez infectada la planta el daño es irreversible, por lo que la única alternativa será aprender a controlar el patógeno con el fin de que no afecte de forma importante a la producción.
Desde el debilitamiento hasta la muerte del árbol
Para detectar si un huerto está siendo afectado por este patógeno, hay que verificar los síntomas, los cuales se muestran en diferentes zonas de la planta. Por ejemplo, en su parte aérea se evidencia un decaimiento de esta, escaso crecimiento estacional, menor vigor, hojas pequeñas, follaje amarillento, clorótico y caída prematura de las hojas, sobre todo de las terminales del brote en árboles severamente afectados.
“Pueden desarrollarse en una o varias temporadas. Hay ataques severos, que matan al árbol en pocas semanas y otros leves, que debilitan la planta por 3 o 4 años, hasta su muerte. Si el árbol está en producción también se ve afectado el calibre de las nueces”, detalla Herrera.
No obstante, dice que los síntomas distintivos se ven más en la corona y raíces, pues en la parte aérea pueden confundirse con otras enfermedades. Y, en general, la podredumbre de las raíces se limita a las adventicias y secundarias, aunque puede verse comprometida la raíz principal.
Control biológico, lo más reciente
Para impedir el desarrollo de Phytophthora es fundamental realizar un adecuado manejo del agua de riego en el suelo y seleccionar sitios con buen drenaje interno, o mejorarlos si son deficientes. La plantación en camellones, en esa línea, facilita el control de la humedad del suelo.
Pero si la enfermedad ya está instalada en el huerto, el control mediante SAR (resistencia sistémica) y control biológico aparece como la opción más efectiva y estable, según Jean Paul Joublan.
Este método —el más nuevo— consiste en repoblar con flora benéfica, principalmente Trichoderma spp (Trichodefence, Trichonativa), utilizando productos desarrollados y seleccionados en Chile. Paralelamente, se deben llevar a cabo aplicaciones foliares y radiculares de Fosfito de Potasio 40-20 de forma preventiva y permanente.
“Esto se debe realizar cuidando de no exceder los límites máximos de residuos (Ahora LMR:75 ppm de Fosetil para Unión Europea). Existe un producto con fitoalexinas que posee una concentración mucho más baja de Fosfito (Fitoalexin), que permite disminuirlos”, detalla Joublan.
El asesor también recomienda realizar, de forma paralela, una aplicación anual de materia orgánica, como guano de gallina descompuesta, ácidos húmicos, té de compost, humus de lombriz o similares.
Controlar las malezas, eliminar árboles infectados —ya que son el reservorio y la fuente del inóculo—, evitar la generación de heridas en los árboles, principalmente a nivel de cuello, reducir cualquier tipo de estrés biótico y abiótico, y desinfectar las herramientas durante los procedimientos de curación de cancros, aparecen como las labores claves a realizar.
“Al ser un habitante del suelo, se disemina mediante esporas móviles o zoosporas infecciosas que pueden estar en las herramientas, por lo que se recomienda desinfectarlas si estuvieron en contacto con plantas enfermas o si estas tuvieron síntomas similares, para así evitar la diseminación dentro y entre predios”, especifica Herrera.
La detección precoz de la infección y la aplicación oportuna de fungicida también es determinante para un control efectivo. En el caso de un proyecto en formación, lo ideal será realizar una fumigación del suelo antes de la plantación. Esto permitirá bajar la densidad del inóculo inicial.
De todos modos, Herrera advierte que esta acción no proporciona protección duradera. De hecho, dice que puede reducir o eliminar las micorrizas, que son hongos benéficos que crecen asociados a las raíces y son indispensables para el normal crecimiento de algunos árboles.
El control químico, especialmente el uso de fosfitos, también es una alternativa viable. “Y como alternativa no química, se ha demostrado antagonismo microbiano sobre el crecimiento de Phytophthora spp, empleando biocontroladores, como la bacteria Enterobacter aerogenes, o los hongos Trichoderma spp, Paecilomyces spp y Gliocladium spp”, sostiene Herrera.
Árbol con Phytophthora sin tratamiento.
Crédito: Paula González.
En busca de una mayor prevención
Para Francisco García-Huidobro, no hay tratamientos que sean realmente efectivos para el control de la enfermedad. “Las alternativas que hay son eficientes cuando la enfermedad está recién comenzando, pero si esta está avanzada no hay solución”, dice.
Por eso afirma, al igual que el resto de los expertos, que uno de los cambios más necesarios para enfrentar esta problemática es reforzar el control preventivo, mediante el uso de patrones resistentes o tolerantes a la enfermedad, sobre todo si la plantación se ubica en suelos con problemas de infiltración o drenaje.
“Tenemos disponibles Paradox Vlach y Paradox VX211, los cuales son tolerantes. Próximamente estará disponible el Paradox RX1, que es resistente”, detalla.
Jean Paul Joublan añade que también es importante reducir los riesgos de presencia de Armillaria mellea, sobre todo en huertos con residuos de raíces de matorrales, plantas forestales, frutales menores y vides principalmente.
“Plantas con este problema son más débiles y sensibles a Phytophthora. El control de Armillaria se puede realizar sembrando gramíneas, para cortar los ciclos de la enfermedad, aplicar control biológico antes de la plantación y mejorar el crecimiento radicular”, indica.