Calidad y rendimiento de pulpa: En busca de la ecuación perfecta
En momentos en que los precios de las nueces han tendido a bajar en los mercados internacionales, aumentar la calidad de lo producido, manteniendo volúmenes interesantes, se ha convertido en una verdadera necesidad para un sector que se niega a perder competitividad.
Luis Muñoz G.
Serr es la variedad más establecida en la
Región de Coquimbo. Crédito: Giovanni Lobos.
La última temporada estuvo marcada, en gran medida, por la caída de los precios de las nueces, los cuales pasaron de un promedio de US$ 3.5 por kilo en 2015 a oscilar entre US$ 2.2 y US$ 2.7 por kilo este año. Una situación, que a juicio de los expertos, debería mantenerse a lo largo del tiempo, en la medida que la producción de Chile y del resto del mundo siga aumentando.
Esta situación, a juicio de los expertos, podría generar que el negocio se vea algo resentido, por lo que instan a los productores a redefinir su visión respecto a la actividad, especialmente en lo que se refiere a la búsqueda del equilibrio entre volumen de producción y calidad.
Esto, en la práctica, no significa olvidarse del volumen, sino más bien relevar la importancia de la calidad de la fruta obtenida, en un escenario en que será esta la que finalmente permitirá obtener mejores precios.
El atractivo de la producción chilena
Para lo expertos, la calidad de la nuez chilena es superior a la que se produce en otras zonas del mundo como California, debido a que en nuestro país se conjugan una serie de factores relevantes. Uno de ellos es el hecho de que la cosecha se lleva a cabo normalmente con buenas temperaturas, baja humedad relativa y sin la presencia de lluvias, a excepción de lo ocurrido la temporada pasada.
“En la zona norte, por ejemplo, el secado de la nuez se realiza sólo con la temperatura ambiental y bajo sombra, debido a que la temperatura es más alta que en la zona central y existe una baja humedad relativa, Así, la nuez se logra secar en 2 a 3 días luego de la cosecha, lo que permite lograr nueces con colores muy claros”, explica Giovanni Lobos, investigador de INIA Intihuasi.
Otro factor que diferencia a la producción nacional de la californiana es el partido. Y es que en Chile la mayoría de las nueces son partidas a mano, lo que permite lograr hasta un 90% de nuez mariposa, cifra mucho mayor al 49% que logra Estados Unidos a través del proceso mecanizado.
Cabe destacar que al partir la nuez con máquina, esta termina muy friccionada, con daños, lo que a su vez genera que la oxidación de sus aceites se produzca más rápido. Así, en la práctica, la fruta terminará oscureciéndose en un menor tiempo. Situación diferente a la que vivirá la nuez partida a mano, que es capaz de mantener su claridad por más tiempo.
En busca de la nuez perfecta
Pero más allá de las generalidades, ¿cuáles son los aspectos que más valora el mercado en la nuez? De acuerdo a Giovanni Lobos, existen dos factores tremendamente valorados por el mercado: el calibre y el color.
El especialista comenta que los calibres exportables normalmente oscilan entre los 28 mm y 36 mm, aunque los más demandados son los que se mueven desde 34-36 mm hacia arriba. En todo caso, el alto precio que se pueda pagar por estas nueces dependerá de que el color de estas se ajusten a lo que requiere el mercado, es decir, fruta muy clara, que ojalá alcance la categoría de Extra Light.
“La combinación de ambos factores es fundamental, ya que es un mal negocio cosechar nueces de muy buen calibre pero oscuras. Estas sólo servirán para un mercado internacional menos exigente o el mercado local”, explica.
El calibre es tremendamente importante para acreditar la calidad en la nuez. Crédito: Giovanni Lobos.
Países como China, por ejemplo, exigen únicamente nueces Extra Claras o Extra Light. Por lo mismo, tomando en cuenta la facilidad que tiene nuestro país para producir fruta de esta calidad, el gigante asiático puede llegar a transformarse en un mercado potencialmente atractivo para Chile.
Es importante tener en cuenta que parte importante del color de nuez que se obtenga en la cosecha dependerá de la variedad que se utilice. La Chandler, por ejemplo, es por genética la que produce nueces más claras. Por lo mismo, es en la actualidad la más plantada en Chile.
“Chandler tiene un rendimiento de nueces Extra Light y Light que se mueve entre 90% y 100%, mientras que la variedad Serr, que es la más establecida en la Región de Coquimbo, sólo tiene un rendimiento que oscila entre 70% y 85%”, indica Giovanni Lobos.
Más allá de la variedad, existen otras herramientas que permiten ayudar a la planta a obtener nueces más claras. Una de ellas es el Ethephon (Revise aquí el artículo “Ethephon, un aliado para la producción de nueces Extra Light”), un regulador de crecimiento que de a poco se ha convertido en una alternativa interesante para los productores de nueces, especialmente para los de la zona norte.
Tareas complementarias
Pero parte importante de la calidad de las nueces también se consigue al realizar algunas labores generales a lo largo de la temporada.
La fertilización de precosecha (antigua poscosecha), por ejemplo, incide directamente en la en el calibre de la nuez, ya que permite adsorber los nutrientes y almacenarlos en las estructuras de reserva de la planta, yemas, madera y sistema radicular, con el objetivo de cumplir los requerimientos al momento de la brotación.
La época en que se debe realizar esta fertilización coincide con el segundo peak de crecimiento radicular (finales febrero a marzo). Durante el receso los nutrientes aportados serán almacenados en órganos como raíces, madera y yemas y permitirán a la planta generar una brotación, floración y cuaja en la temporada siguiente.
Cabe destacar que el aporte de nutrientes que se realiza durante este periodo corresponde al 30% de la fertilización total de la temporada. En ella se adicionan nutrientes como nitrógeno, fósforo y potasio, cada uno de los cuales cumple una función esencial en la planta.
El nitrógeno, por ejemplo, incide directamente durante la floración y la cuaja, por lo cual debe estar presente en altas concentraciones en dardos y yemas. Una baja concentración de este elemento incidirá directamente en que se produzca una menor concentración de ARN, una baja síntesis proteica, una menor división celular, lo que a su vez desembocará en que los frutos sean de bajo calibre.
“El fruto cuajado requiere de altas concentraciones de nitrógeno a diferencia del fruto antes de cosecha. Además, la floración y cuaja son simultáneas con el crecimiento vegetativo, que es donde se genera la mayor competencia por nitrógeno, fósforo y potasio”, explica Giovanni Lobos.
Otros factores que también pueden incidir en la calidad de la nuez y el rendimiento de pulpa son los desórdenes que pueden presentar las variedades en sus floraciones. Durante la temporada 2015/2016, por ejemplo, se generó un desorden principalmente en las flores pistiladas, debido a que esta etapa fue más larga de lo normal, producto de una primavera con temperaturas bajas.
“Esto, en la práctica, generó desuniformidad en la apertura y cuaja de flores, lo que trajo consigo que se dieran calibres desuniformes y un llenado de pulpa más bajo en aquellos más tardíos”, asegura el investigador del INIA.
Pero eso no es todo: estos factores también se pueden ver afectados por el déficit hídrico al que puedan estar sometidas las plantas. De hecho, se estima que los daños severos se producen normalmente cuando estas han sufrido de déficit hídrico durante cuatro temporadas seguidas. La etapa de mayor sensibilidad a esta situación en el nogal se extiende desde la cuaja al endurecimiento de cáscara, es decir, desde finales de octubre a mediados de diciembre.
“En esta etapa la oferta hídrica es mayor, por lo que es importante partir la temporada con el suelo cargado de agua. Esto permite abastecer a la planta en los primeros estados de desarrollo”, asegura Lobos.
Durante la etapa de llenado de la nuez, que se extiende desde inicios de enero a mediados de febrero, puede reducirse el agua hasta en un 25% sin llegar a afectar el llenado y el color de la nuez. Esto, eso sí, ocurre sólo con la variedad Serr, que tolera de mejor forma el déficit hídrico. Chandler, en cambio, es más sensible a la escasez hídrica, por lo que si es sometida a esta situación podría producir nueces más livianas y con puntas deshidratadas (chupadas).
Es importante tener en cuenta que el nogal es un especie que demanda entre 8.000 y 12.000 m3/ha por año, dependiendo de la ubicación de la plantación. De hecho, son aquellos huertos más cercanos a la costa los que tienen menores requerimientos hídricos. En el caso de Limarí y Choapa, provincias de la Región de Coquimbo que en los últimos años han estado fuertemente sometidas a la sequía, los mayores requerimientos hídricos de los nogales llegan a 10.000 m3/ha, recurso que durante las temporadas 2013 y 2014 sólo pudo ser cubierto en un 40%-60%. Esto llevó a que se generaran bajos calibres y menores producciones y crecimientos vegetativos, aunque no se vio afectado el color de la fruta.
“Nosotros como INIA Intihuasi, ejecutamos un proyecto evaluando la respuesta del nogal al déficit hídrico en Limarí y Choapa, reduciendo entre un 15% y 35% de los requerimientos de la planta. Las evaluaciones se realizaron durante 3 temporadas desde el 2013 al 2016 y la calidad y productividad de la nuez no se vio afectada. Los ensayos se realizaron en la variedad Serr en huertos en producción”, advierte Giovanni Lobos.
Caída del rendimiento de pulpa
La temporada pasada estuvo marcada por una caída en los rendimientos –entre 5% y 7%– de pulpa de la nuez en buena parte de la zona productiva del país.
Cabe destacar que, en general, el rendimiento de pulpa o pepa en la variedad Serr es de 57%, llegando a un peso de 13 gr, mientras que en la variedad Chandler este ronda, en promedio, el 48%, llegando a un peso de 14 gr.