Cómo hacer un manejo más eficiente de la cadena de suministros en el negocio de las cerezas
En la medida que el negocio se hace más estrecho, producto de la caída de los precios de venta y el aumento de los costos, resulta fundamental buscar fórmulas para que los procesos resulten más eficientes.
Rolando Araos Millar
Casi el 90% de las cerezas chilenas tienen como destino China.
Crédito: El Mercurio.
*Este artículo fue escrito a partir de la presentación "Puntos críticos en la cadena de suministro de cerezas y propuestas de solución", realizada por Ricardo Oyarzún en el marco del VII Seminario Internacional del Cerezo 2018, organizado por la consultora PEC.
La última temporada fue especial para los productores de cerezas. Y es que pese a que se alcanzó una cifra récord de exportación —186.911 toneladas, es decir, 49% más que en la campaña 2016-2017— los precios de comercialización fueron menores a los esperados.
Este panorama llevó a que los retornos a productor cayeran. Así, por ejemplo, el retorno FOB promedio por kilo de fruta pasó de US$ 7,13 en la temporada 2016-2017 a US$ 5,69 en la última. Si a esta cifra se le resta la comisión de mercado —correspondiente al 8%, que se va a la exportadora— y los US$ 2 correspondientes a los materiales de embalaje, se tendrá que los cereceros recibieron una cifra cercana a US$ 3,23 por kilo de fruta este año, o sea, US$ 1,36 menos que la campaña pasada.
Por lo mismo, si se asume que cada productor tuvo un rendimiento cercano a las 8 toneladas por hectárea (en un huerto donde se realizaron todos los manejos necesarios), se tendrá que cada cerecero perdió, en promedio, US$ 10.000 por hectárea entre una temporada y otra.
“Esta baja en el retorno por kilo se debe a una importante pérdida en la calidad y la condición de la fruta durante el proceso de exportación. Esto, a su vez, terminó mermando el precio final en los mercados a los que llegó, donde China es, por lejos, el principal”, asegura Ricardo Oyarzún, ingeniero agrónomo y socio fundador de la consultora agrícola Oyarzún Bueno.
Ante este panorama, donde el negocio se hace más estrecho, el experto sostiene que es importante que los productores hagan esfuerzos para lograr que los distintos procesos sean más eficientes. Para ello, dice, será fundamental que estén preocupados no sólo de lo que ocurre en el huerto, sino de lo que pasa en el empaque, el frigorífico, el barco y el puerto de destino.
Evitando la desvalorización
Según Ricardo Oyarzún, existen cuatro eslabones que resultan fundamentales para mantener un buen retorno y evitar la desvalorización de la producción:
- Variedad: La elección de la variedad a cultivar sólo puede realizarse antes de instalar el huerto. Por lo mismo, es vital tener un diseño de la plantación adecuado, que permita estar preparado ante cualquier eventualidad. Para ello, se requieren análisis en función del clima, suelo y los recursos disponibles.
“Por ejemplo, muchos dicen que la variedad Regina se vende mejor que Lapins, pero la primera tiene restricciones climáticas, problemas al no ser autofértil. Entonces, es fundamental tener la precaución de hacer un buen diseño de la plantación. Después nos preocuparemos de los sistemas de conducción, las densidades y los sistemas de riego, entre otras cosas”, dice Oyarzún.
Así, al haber variedades con mayor demanda que otras, será natural que el precio FOB sufra una variación.
- Calibre: Depende de la genética y la combinación de la variedad con el portainjerto. Esto último, a su vez, dependerá de la poda, raleo y otros factores.
“Lo que no está en discusión es la relación directamente proporcional entre el calibre y el precio. A mayor tamaño, mejor será su valorización. En caso contrario, se irá devaluando”, advierte Ricardo Oyarzún.
Esto se debe a que en el mercado asiático, los calibres grandes se venden mucho mejor y de forma más fácil que los pequeños.
- Vía de transporte: Este eslabón es el que más afecta a ETA (Estimated Time of Arrival), también conocido como “fecha estimada de llegada”.
Para acortar los tiempos, es plausible gestionar un embalaje rápido que se realice dentro de las primeras 48 horas transcurridas desde la cosecha.
“A esas alturas ya debe estar decidido si el viaje será aéreo o marítimo, considerando que no todas las variedades aguantan bien el viaje aéreo. Si no se puede, hay que analizar la opción del Ship Express y la disponibilidad de espacio”, aconseja Ricardo Oyarzún.
En ese sentido, advierte que ASOEX y Fedefruta no sólo debieran centrarse en gestionar mayor disponibilidad de barcos rápidos, sino también presionar para que existan más opciones para el transporte aéreo.
“Una mayor disponibilidad de espacio aéreo cambia las cosas. Si yo cosecho hoy, embalo al otro día y parto en avión, estoy en 5 días en el mercado. Si cosecho hoy, embalo en doce días y me voy en barco, llego en 50 días al mercado. La misma fruta, con otra calidad y condición, en otra semana”, especifica Ricardo Oyarzún.
- Calidad y condición: En este eslabón participa la cadena completa y resultan fundamentales aspectos como proveer al huerto una buena luminosidad, establecer una buena relación hoja-fruto, y llevar a cabo una buena poda, raleo y manejo del agua y suelo.
El tiempo de espera entre la cosecha y la planta también es de importancia. Según Oyarzún, “hemos escuchado por 20 años que la fruta no puede esperar más de 2 horas o 3 horas en el huerto una vez cosechada, pero lo seguimos hacemos”.
Después importará lo que ocurra dentro de la planta de embalaje. Allí, la cadena de frío y los tiempos de espera serán vitales.
“Todos estos tiempos de espera deben ser minimizados y mi propuesta es tener una mejor comunicación entre los participantes de la cadena y un mayor conocimiento de la misma por parte de los productores, packing, exportadores y los clientes, en este caso, China”, sostiene Ricardo Oyarzún.
Respecto de la llegada a destino, específicamente a China, para el experto es importante ver los tres o cuatro canales de distribución que se tienen disponibles (donde el más importante es el mayorista de Guangzhou) y analizar cuáles cuentan con mejor infraestructura. Esto considerando que este año fue particularmente complicado, debido a que los mercados estaban saturados de fruta.
Aprovechando los buenos precios
Una de las constantes críticas que se le hace a la exportación de cereza chilena es que se concentra en los meses de diciembre y enero, siendo que existen mayores y mejores oportunidades durante la temporada.
Oyarzún, por ejemplo, destaca la buena opción que significa apostar por la fruta temprana o tardía, lo que implica, de todos modos, buscar nuevas zonas de plantación y variedades.
Siguiendo la misma línea, advierte que productor debe ser precavido al utilizar pallets mixtos, sobre todo si su cargamento lo dirige al mercado mayorista de Guangzhou. Y es si una transportadora, por ejemplo, embarca 100 pallets mixtos —correspondiente a 18 mil cajas— a ese mercado, donde el 20% es de calibre XL (FOB US$ 22 por caja) y el 80% es Jumbo (FOB US$ 28 por caja), debería generar US$ 483.000. El problema, dice, es que el pallet mixto se pagará al precio del calibre más barato, llevando a que las 18 mil cajas se vendan a US$ 22. Así, en total, se perderán, al menos, US$ 88.000.
“Lo que el productor puede hacer para evitar crear pallets mixtos, es aumentar los volúmenes de cereza del mismo calibre en los procesos. Así la población frutal será más consistente, por lo que sólo se generarán pallets puros y los mixtos serán minoritarios”, asegura.
Otra técnica o recomendación es hacer pallets más chicos. Así, por ejemplo, en vez de poner 184 cajas por cada pallet, se pueden acomodar sólo 160.
“La otra opción es buscar distintos canales de distribución, que no castiguen el precio. Hay clientes que te dicen que no les afecta el pallet mixto y pagan lo que corresponde, pero eso es gestión comercial y el responsable es el exportador”, concluye Oyarzún.
