Recomendaciones para realizar un adecuado manejo de los cítricos en poscosecha
Estas especies son tremendamente sensibles a sufrir problemas una vez cosechadas. Por lo mismo, los expertos recomiendan estar atento a los síntomas que muestren las frutas y realizar un profundo análisis antes de elegir los tratamientos que se aplicarán.
Luis Muñoz y Andrea Tapia
Los cítricos son, en general, especies muy susceptibles a
sufrir problemas durante la poscosecha.
Crédito: El Mercurio
La poscosecha es un proceso sumamente relevante para el sector productor de cítricos, debido a que estas especies son altamente propensas a sufrir diversas enfermedades, las cuales eventualmente pueden explotar una vez que son cosechadas.
El detonante de esta situación no es otro que el clima y sus particularidades en cada una de las zonas productivas. Pese a que 2015 no ha sido un año problemático desde ese punto de vista, debido a que el invierno fue más bien seco, sí ha ocurrido en años anteriores, especialmente cuando existen altas precipitaciones y abundantes heladas, que la fruta se vea expuesta a problemas en la piel y a nivel interno y otras enfermedades.
Si bien los expertos coinciden en que la actualidad climática, marcada por una fuerte presencia de lluvias primaverales en la zona central, no debería tener mayores efectos sobre la producción de cítricos de la próxima temporada, no descartan que de prolongarse estas condiciones por los próximos meses, la floración y la cuaja de fruta puede verse afectada.
“Esto, además, podría generar la aparición de enfermedades fungosas, como botrytis, las cuales harán evidente su sintomatología y dejarán huellas por largo tiempo en el fruto”, indica Rodrigo Díaz, gerente general de Techpro y especialista en la poscosecha de cítricos.
Es más, el especialista explica que el actual panorama, en la práctica, ha derivado en que exista una mayor carga de microorganismos a nivel de campo, lo que se evidencia en una alta presencia de residentes sobre la madera, las hojas y los frutos de los árboles. Así, en el momento en que comiencen las próximas cosechas de cualquier cítrico, el riesgo de que este fenómeno sea más intenso aumentará, al igual que las posibilidades de que se generen las condiciones adecuadas para tener una temporada con problemas en poscosecha.
Las enfermedades más comunes
La mayoría de las enfermedades que afectan a los cítricos se producen por heridas o cortes en la fruta o cuando se rompe su cáscara, ya sea en la cosecha, durante el transporte o en el empaque. El problema es que esos daños en la piel repercuten tanto en rechazos en los mercados de destino como en una baja del volumen producido, afectando finalmente el bolsillo del productor.
“Pequeños daños en la fruta pueden producir hongos y causar su putrefacción. Por lo tanto, debemos hablar sobre cómo prevenir y evitar el ingreso de estas enfermedades. En California debemos apuntar a tener tolerancia cero en cualquier putrefacción de la fruta para llegar a mercados de larga distancia, por lo tanto nuestra situación es muy similar a la de ustedes”, comenta James E. Adaskaveg, PhD. y M.Sc Plant Pathology de la U. de California – Riverside.
Los principales padecimientos que afectan a los cítricos californianos y que están presentes también en Chile son el Penicilum azul y verde (Penicillium decays), la Pudrición ácida de los cítricos (sour rot), la Pudrición parda (brown rot), la Alternaria rot y la Botrytis (Gray mold). Sus características y tratamientos difieren en cada caso.
-Penicilium: Se trata de mohos azules y verdes, los cuales forman parte de las enfermedades más importantes a nivel mundial y en Chile. Se originan durante la cosecha y la poscosecha y se requiere de una herida para producir su infección.
El control se debe llevar a cabo con productos que posean como materia activa el Imazalil, que es un fungicida de poscosecha. Se debe aplicar mezclado con ceras y soluciones acuosas en caliente, en el momento en que las frutas se encuentran en las líneas de embalaje. También existen moléculas que se han venido usando últimamente con efectividad, pero no reemplazan el tratamiento anterior. Una se llama fludioxonilo y la otra pirimetanil.
Ambas moléculas se pueden mezclar, cada una por separado, primeramente con Imazalil. Éstas, además de solucionar los mohos anteriormente mencionados, actúan contra la botrytis, por lo que son de doble propósito. Las dosis a usar dependerán del nivel de infestación del hongo, el año climático, y la estrategia global de poscosecha seguida por el exportador, según explica Rodrigo Díaz.
-Pudrición ácida de los cítricos: “Esta enfermedad es producida por Galactomyces (Geotrichum) citri-aurantii., que es un hongo que se expresa en poscosecha producto de infecciones que se producen durante la cosecha. El inóculo se encuentra presente en el suelo, en las cajas de cosecha o en los bins”, agrega Juan Pablo Zoffoli, académico de la Universidad Católica y doctor en Ciencias de la Agricultura.
Lamentablemente se trata de un hongo que en Chile no tiene posibilidades de ser combatido mediante tratamientos efectivos.
“Esta enfermedad está presente en el territorio local, pero no tenemos cómo atacarla en poscosecha. Existen moléculas contra este hongo en otros países, pero en Chile aún no hay productos registrados, por lo tanto sólo nos queda seguir tratamientos de limpieza a nivel de empaque para no propagar la enfermedad”, comenta Díaz.
Los tratamientos incluyen las líneas donde circula la fruta y las líneas de embalaje debido a que los hongos proliferan a causas de la higiene deficiente, que hace que haya una mayor cantidad de microorganismos, lo que, a su vez, empeora cuando se tiene frutas propensas a enfermedades.
-Pudrición parda de los cítricos: Se trata de un hongo del género de la phytophthora y se presenta comúnmente en limones y naranjas, en especial después de una lluvia. El inóculo se encuentra en el suelo y coloniza el fruto por salpicado de lluvia. La infección inicial se produce en el huerto antes o durante la cosecha.
Actualmente tampoco existen materias activas para su control en poscosecha, por lo tanto, lo más adecuado es aplicar un efectivo manejo cultural a nivel de campo durante la precosecha y en la aplicación de productos específicos en precosecha.
“No existen fungicidas autorizados para poscosecha. Todo es prevención y aplicación a nivel de campo. Se suele propagar con intensidad una vez ocurridas las lluvias y tiene la particularidad de darse en condiciones secas, especialmente en el norte. Si logras detectarla a nivel de empaque, se descarta, aunque demora tiempo en mostrar síntomas. Por lo tanto, se detecta en los arribos. Puede producir rechazo en los mercados de destino, pero en Chile esto no se da tanto, ya que existe un buen manejo a nivel de campo. La incidencia no es fuerte en cuanto al impacto comercial como si lo es Penicillium”, indica Rodrigo Díaz.
-Alternaria rot: Es un hongo que si bien está presente en el país, no genera un gran impacto comercial.
“Se da con frecuencia en algunos cítricos, especialmente naranjas y mandarinas, pero no hay formas químicas efectivas para su control en poscosecha. Actualmente no es de importancia comercial”, dice Rodrigo Díaz.
-Botrytis: Este hongo ataca a más de 200 especies de frutales pero en cítricos su incidencia es menor. Se trata de un problema que comúnmente se hace evidente en poscosecha, pero cuya infección ocurre antes de la cosecha.
“Actualmente aparece en niveles relativamente bajos y no tiene un impacto comercial importante como sí ocurre en otros cultivos. Sin perjuicio de ello, tener estas dos moléculas (fludioxonilo y pirimetanil) permite cubrir eventuales infecciones por este organismo”, asegura Rodrigo Díaz.
Los desórdenes fisiológicos
Para entender las enfermedades también es importante tener en cuenta los desórdenes fisiológicos que se producen en los cítricos, como naranjas, limones y mandarinas. Éstos varían significativamente dependiendo de la fruta.
A juicio de los expertos las problemáticas de mayor impacto son las siguientes:
-Peteca: Se trata del desorden que tiene mayor impacto comercial en limones. Las causas del porqué se produce se desconocen, aunque se cree que tiene mayor incidencia en fruta que proviene de lugares donde existen condiciones de baja humedad y temperatura durante la cosecha.
El problema se incrementa cuando la fruta proviene de inviernos muy lluviosos y cuando la fruta se almacena a 3°C y no a 7°C.
-Descomposición o colapso celular: Es especialmente sensible en naranjas. Se puede expresar externamente en el extremo peduncular (stem end ring breakdown), en la epidermis del fruto o alrededor del pedúnculo, donde desarrolla una tonalidad oscura durante el almacenaje.
Esta enfermedad se asocia a una deshidratación que comienza en el huerto. El maltrato de la fruta por sobre el cepillado incrementa el problema. El colapso puede ocurrir también en el extremo estilar.
-Granulación: Se da especialmente en naranjas. Corresponde a la falta de jugo en la fruta, debido al estado gel en que se encuentra el agua. Normalmente se da cuando la cosecha se realiza en condiciones de sobre madurez y cuando la fruta se almacena a temperatura de 15°C o por tiempos prolongados (30 días) a 5°C.
-Creasing: Aunque se da en todos los cítricos, aparece con mayor frecuencia en mandarinas, especialmente en las que se cosechan sobre maduras. Consiste en un desorden que consta del desprendimiento de la cáscara de la pulpa por efecto del envejecimiento del albedo (tejido blanco) y el agrietamiento con sobre crecimiento del flavedo (cáscara).
“Tal como dice su título, produce un resquebrajamiento de la parte blanca del albedo que se manifiesta externamente como si hubiera canales o depresiones lineales, que quedan como estrías sobre la piel”, comenta Díaz.
-Oleocelosis: Aunque es considerado un daño mecánico, este problema se puede expresar en cualquier especie de cítrico. No obstante, es más importante en limones y naranjas. Se trata de síntomas, donde se incluyen manchas aceitosas en la piel del fruto, producto de la ruptura de las glándulas con aceite. Los daños mecánicos que se producen durante la cosecha y procesamiento es la principal causa de este desorden, que se expresa en los primeros 7 días de almacenaje.
-Daños por frío: Se da en todos los cítricos. Existen diversos síntomas asociados al enfriamiento cuando los cítricos se almacenan a temperaturas sobre el punto del congelamiento pero bajo la temperatura óptima. En ese punto, Zoffoli recalca que “la temperatura óptima de almacenaje varía entre 5 y 7°C, en el caso de los cítricos”.
Los síntomas de estos frutos se manifiestan en depresiones o punteaduras en la cáscara, pardeamiento del albedo en limones, membranosis o manchas pardas en las membranas carpelares del fruto.
“Como podemos ver, los desórdenes son desencadenados por la condición de madurez en combinación con las condiciones climáticas específicas que producen síntomas diversos en función del tejido del fruto dañado, como flavedo, albedo, membrana o pulpa (...). Las enfermedades de los cítricos se inician por infecciones que ocurren en precosecha (pudrición ácida y parda) y otras por infecciones directamente durante el procesamiento en poscosecha (Pudrición azul y verde)”, comenta Zoffoli.
-Piel de zebra: Se da con mayor frecuencia en zonas de estrés y es típico en mandarinas.
“Si tomas la piel tiene zonas más sensibles. Se trata del oscurecimiento de zonas de la piel sobre los gajos. Las células son sometidas a alta presión (pulpa presiona contra la cáscara) por lo que la piel se daña fácilmente”, explica Rodrigo Díaz.
Los nuevos tratamientos
Entre los principales desafíos que enfrenta el sector se encuentra la necesidad de llegar a destino con una fruta sana y que sobre todo cumpla con los estándares requeridos por los cada vez más exigentes mercados internacionales.
“Tenemos que como industria preocuparnos de reducir la carga o cantidad de moléculas que estamos utilizando en nuestros procesos, para lo cual tenemos que hacer un uso más racional, equilibrado y en menores concentraciones”, dice Rodrigo Díaz.
En ese contexto, un tema que no pasa desapercibido entre los productores y exportadores de cítricos es ser capaces de aplicar tratamientos que dejen menos residuos en la fruta. Por lo mismo, las investigaciones más recientes están enfocadas en desarrollar nuevos productos, basados en moléculas naturales y biológicas.
Según Rodrigo Díaz, en Chile existen al menos un par de productos que tienen un potencial tremendo y que cuando estén listos se transformarán sin dudas en herramientas sumamente útiles.
En Europa, en tanto, la situación es bastante similar. De hecho, la gran mayoría de las iniciativas que se están desarrollando por estos días tienen un nivel de eficacia similar al que se logra con los productos de síntesis.
“Creo que a esos productos debería apuntar la industria. Y es que no hay que olvidar que hay muchas empresas que les venden fruta directamente a supermercados que tienen sus propios requerimientos, los cuales en algunos casos son más estrictos que los de la propia Unión Europea”, explica.
No obstante, hay que tener cuidado. Rodrigo Díaz pone en el tapete una situación que muchas veces no es tomada en cuenta por las autoridades. Y es que el aumento de los requerimientos, especialmente por parte de los supermercados, ha llevado a que en el sector se realicen aplicaciones con dosis cada vez más bajas, lo que en la práctica está llevando a que los microorganismos se acostumbren y generen problemas de resistencia. Esto a la vez, llevará a que se deban aplicar nuevas moléculas o utilizar otros tratamientos, aumentando la complejidad del problema.
Paralelo al desarrollo de nuevas alternativas, también se está trabajando en otras estrategias. Una de ellas apunta a mejorar la aplicación de ciertos fungicidas de síntesis, lo que a la fecha ha dado muy buenos resultados. De hecho, hoy estos productos pueden ser aplicados en agua caliente, para lo cual se hace un tratamiento que contempla una adaptación de las líneas. Esto, en la práctica, permite localizar los fungicidas de mejor manera y aumentar su efectividad.
“Este es un tema que en la industria chilena se ha venido trabajando con fuerza desde 2003 a la fecha”, indica Díaz.
Despertar la conciencia
Otro de los desafíos del sector apunta a solucionar una situación común a la hora de llevar a cabo los tratamientos y que se relaciona con la falta de conciencia de un número importante de empresas respecto de realizar un seguimiento de los residuos sobre la fruta.
Uno de los desafíos de la industria es, en el futuro, aplicar
tratamientos que dejen menos residuos en la fruta.
Crédito: El Mercurio
“Esto, en la práctica, significa que muchos sacan fotografías cada dos o tres semanas, en consecuencia que se debería hacer todos los días. Es decir, falta mejorar la frecuencia y la forma en que se hacen los muestreos, con el fin de hacer un uso más racional y efectivo de los fungicidas”, explica Rodrigo Díaz.
Una de las razones para explicar esta situación es el alto precio de los muestreos de materias activas, cuyo costo puede oscilar entre US$ 70 y US$ 80 por analito, es decir, por materia activa analizada.
“Imagínese que en una cera pueden ir dos materias activas. Si a esto le agregamos que muchas empresas no tienen ningún tipo de acuerdo con los laboratorios, el valor final de cada análisis será mucho mayor”, asegura.
Desde la industria, aseguran que analizar los residuos presentes en la fruta es como tener un seguro, especialmente cuando ocurre algún problema relacionado con este asunto en los mercados de destino. Y es que un incidente de este tipo podría ir desde que se pierda el material de un contenedor hasta poner en entredicho a toda una industria, tal como ocurrió el año 2000, cuando en limones chilenos con dirección a Japón se detectaron altos niveles de Imazalil.
“Ese episodio terminó por destapar una realidad y que se relacionaba con que muy pocas empresas tomaban muestras de residuos. Sin embargo, a partir de eso se tomaron cartas en el asunto”, comenta Rodrigo Díaz.
Si bien en el último tiempo se han registrado sólo problemas esporádicos, no se ha llegado a una situación similar a la vivida en el 2000.
“Lo normal es que haya un par de contenedores involucrados, pero que en ningún caso habla de una situación generalizada. Son casos puntuales de operación dentro de una empacadora, donde puede haber un error o algo así”, dice Rodrigo Díaz.
Consideraciones durante el control
Juan Pablo Zoffoli explica que la estrategia de manejo para el control de enfermedades de poscosecha se debe traducir en una identificación del momento de la infección y en la verificación de las condiciones para que esto ocurra, desde el punto de vista del patógeno y el hospedero.
Entre las prácticas de control de las enfermedades que se originan en poscosecha se encuentra evitar el desarrollo de daños durante la cosecha. Durante la manipulación de la poscosecha esto es especialmente válido para las enfermedades que necesitan heridas para penetrar.
Las enfermedades de poscosecha se deben reforzar con prácticas de limpieza, uso de reguladores de crecimiento, sanitización del agua, productos que protejan la herida que se genera en la cosecha y fungicidas. En precosecha se debe reforzar con prácticas que reduzcan el exceso de crecimiento, balance nutricional y la aplicación de fungicidas.
“La estrategia de manejo para reducir el desarrollo de enfermedades de poscosecha para limones se resume en la eliminación de frutos con síntomas de pudriciones, lavado en agua clorada y detergente, lavado con soda (carbonato de sodio) en agua caliente y enjuague con agua sin recircular la aplicación de fungicida. El lavado con soda se puede sustituir por bórax o bicarbonato de sodio. El uso de fungicidas está orientado a evitar el desarrollo de Penicillium principalmente, aunque es fundamental evitar el desarrollo de cepas resistentes a través de la alternancia de fungicidas con diferente modo de acción”, explica Zoffoli.