Densidad de plantación: ¿Hacia dónde apuntar?
Mientras un grupo de expertos, en la actualidad, recomienda apuntar a la alta densidad de plantación, lo que permitiría entre otras cosas obtener mayores producciones, otro cree que un huerto con menos de 2.000 plantas por hectárea tiene las capacidades para tener viabilidad comercial, si se toman algunos resguardos.
Daniela San Martín y Luis Muñoz
Manzanos rebajados en altura. Los primeros a 2,5
metros y los segundos a 3 metros. Crédito. José Antonio Yuri.
La rentabilidad de un negocio frutícola está relacionada, entre otras cosas, con la inversión inicial, la cual estará determinada, en gran medida, por la densidad de plantación escogida y los retornos capaces de percibir dentro de los primeros años.
La tendencia actual apunta hacia altas densidades de plantación (con al menos 2.500 o 3.000 árboles/ha, con una distancia de plantación de 3,5 a 3,8 metros entre hileras y 1 a 1,2 metros sobre la hilera de forma aproximada) sobre portainjertos enanizantes, combinación que normalmente es asociada a precocidad en la producción. Si bien estos portainjertos no se desarrollan con gran vigor, los más innovadores buscan alcanzar alturas cercanas a los 4 metros, con el fin de justificar y darle cabida a la mecanización de las labores.
El patrón más empleado para estos fines es el M9, el cual destaca por su carácter enanizante y porque permite una mayor precocidad. Además, representa una serie de ventajas para el manejo y el trabajo con plantas más chicas, lo que genera ventajas en las labores de manejo del huerto. Además, sirve para variedades de vigor mediano o alto.
Sistemas de conducción
En ese contexto, para algunos especialistas los nuevos sistemas de conducción deben apuntar a lograr altos volúmenes por hectáreas. Así, entre los más recomendados aparecen el Tall Spindle, el Doble eje y el Muro frutal.
- Tall Spindle: Posee un cono truncado, de 3.0 o 4.0 metros de altura, con diámetro basal de 1,2 metros y apical de 0,8 metros aproximadamente. Tiene ramas madres (20 a 30) en todas las direcciones, las que deben ser delgadas, cortas y muy frutales. Requiere distancias de plantación entre hileras de 3.0 a 3.5 metros y sobre hileras de 0.7 a 1.2 metros.
La simpatía de los productores por este sistema se debe a que se utiliza en huertos de alta densidad, entre 2.500 y 3 mil árboles/ha, —los tradicionales abarcan mil árboles/ha—, los que pueden ser mecanizados, reduciendo el número de jornadas de trabajo a la mitad (100 horas de jornadas hombre/año). Por lo mismo, Requiere muy buena estructura de soporte y el uso de portainjertos enanizantes.
“Es el sistema más adoptado en plantaciones nuevas en el noreste de Estados Unidos. También se ha plantado mucho en Washington los últimos cuatro años. Empresas grandes de esa zona como Stemilt y MacDougall ya lo están usando”, asegura Mario Miranda, académico del Departamento de Horticultura de la Universidad de Cornell.
Los rendimientos promedios que se manejan para este sistema de alta densidad varían entre 50 y 90 toneladas/ha de la zona. Para ello se deben utilizar portainjertos m9, que son los más enanizantes del mercado.
“Son huertos adultos que llegan a las productividades esperadas. Su éxito depende del uso de portainjertos enanizantes m9, densidades de 3 mil plantas/ha y la eliminación permanente de ramas. El árbol no tiene permanentes, sólo el tronco. Cuando las ramas son demasiado grandes, en vez de ser dobladas como en los sistemas tradicionales, deben ser eliminadas, por lo que se prescinde del uso de amarres. Éstos se usan sólo al momento de plantar”, explica Gabino Reginato, ingeniero agrónomo y académico de la Universidad de Chile.
Los costos de inversión de este sistema son altos y fluctúan entre US$ 25 mil y US$ 40 mil/ha, dependiendo del valor de las plantas. En este presupuesto no se considera el terreno.
Cuando se trabaja en alta densidad se aconseja plantar no más allá de la tercera hoja. De no hacerlo la plena producción se logrará recién al quinto año. “Si vamos a invertir cerca de US$ 45 mil es necesario que partamos con el pie derecho, haciendo una buena preparación inicial”, comenta Mauricio Frías, asesor privado y experto en manzanas.
- Doble eje o Bibaum: Es similar al Tall Spindle, aunque posee una menor cantidad de plantas/ha. Aquí, los ejes se ubican en el sentido de la hilera y se fijan a la estructura sólida que opera como soporte.
- Muro frutal: La planta se conduce a través de un sistema en espaldera, que llena el espacio sobre la hilera. La poda con barras largas perfila la planta en los costados, haciéndola ordenada, delgada y plana, favoreciendo la producción de toda la fruta muy cerca de la superficie del follaje. Las distancias de plantación entre hileras deben ser entre 3.0 y 3.3 metros, y sobre hileras de 0,8 a 1,5 metros, lo que da densidades de plantación de entre 2.020 y 4.160 árboles/ha.
Manzanos rebajados en altura. Los primeros a 2,5
metros y los segundos a 3 metros. Crédito. José Antonio Yuri.
La otra mirada
Para el Dr. José Antonio Yuri, ingeniero agrónomo y director del Centro de Pomáceas de la Universidad de Talca, la apuesta por la alta densidad implica un alto costo en plantas, lo que podría afectar la estabilización económica del huerto frutal. A esto se agrega que la utilización de portainjertos enanizantes podría aumentar el riesgo de daño por sol de la fruta, debido a la excesiva exposición a la radiación solar. “Si bien hoy la tendencia apunta a contar con árboles más altos para cosechar con plataformas, hay también intereses creados por quienes comercializan estos equipos, por lo que deben tomarse ciertas precauciones y, sobre todo, debe tenerse claridad de lo que se persigue”, asegura el especialista.
Por lo mismo, es enfático en señalar que no es necesario plantar más denso que 3,8 metros entre hilera y 1,4 metros sobre hilera, con lo que se obtendrán cerca de 2.000 plantas por hectárea. “Si la distancia es más estrecha, no habremos observado ningún beneficio comercial, y las curvas de producción en huertos de manzano no se beneficiarían a densidades mayores. Para mí, 2.000 plantas ya es alta densidad. Hablar de 3.000 ó más plantas por hectárea, es innecesario. Se pueden ahorrar 1.000 ó más plantas, lo que a US$ 6 cada una, significará un costo muy importante a considerar. Hay que entender que existe fruticultura comercial bajo las 2.000 plantas”, dice José Antonio Yuri.
Respecto a la precocidad a la que muchos apuestan con la hiper-alta densidad, el experto recalca que las curvas que se han desarrollado en base a los datos comerciales de diversos huertos, indican que no existe ganancia de precocidad, ni de acumulación de producción. Es más, cuando se superan las 2.500 plantas por hectárea, la productividad podría bajar. Con la rentabilidad también pasa por algo similar, ya que sólo un año off, producto de una helada o añerismo, bastaría para afectar severamente tan alta inversión. Al contrario, si la inversión es menor, un año malo no resultaría tan perjudicial.
Manejo de altura y carga
El manejo de la copa en manzanos (altura y ancho) ha ido apuntando hacia la mecanización de las labores, debido a la escasez de la mano de obra. Esta tendencia ha implicado que los frutales alcancen alturas de 3,8 metros, restringiendo aún más la eficiencia de la mano de obra. “Por cada peldaño que tiene que subir un trabajador, el costo aumenta exponencialmente, por lo que reducir la altura es un beneficio directo, desde el punto de vista comercial”, afirma Yuri.
La mano de obra, que comúnmente es utilizada para las labores de poda, raleo y cosecha, puede significar 70% de los costos de manejo de un huerto de manzanos. Por lo mismo, al contar con una menor altura, todas las labores se podrán realizar de forma más rápida y, por ende, aumentará la eficiencia del trabajador y disminuirán los costos de este ítem.
Si bien para muchos la reducción de altura y, por ende, la del volumen productivo podría afectar la carga frutal del árbol, en la práctica se ha determinado que esto no será así si el ajuste de la carga es manejado de forma adecuada.
Un estudio realizado por el Centro de Pomáceas durante 4 temporadas, iniciado en un huerto de Galaxy/MM111 en su cuarta hoja, evaluó el desempeño productivo de un huerto, para lo cual se redujo la altura de los árboles a 3 y 2,5 metros, y se mantuvo la carga frutal por hectárea. Así, se concentró la misma cantidad de fruta en un metro menos de altura. Luego de varios años, con un patrón vigoroso a una distancia de 4 metros x 2 metros, se le pudo exigir al árbol hasta 92 toneladas/ha, sin afectar significativamente la calidad ni producción de fruta de calibre grande.
De acuerdo a la experiencia del investigador, los fruticultores tienden a pensar que aumentando la producción, en este caso en un menor volumen de copa, el calibre de la fruta se verá fuertemente afectado. Sin embargo, lo concreto es que al pasar de 60 a 90 toneladas/ha lo que se verá afectado será la distribución del calibre, mientras que la cantidad de fruta grande a lo largo de 3 temporadas acumulativas se mantendrá. “Efectivamente, tanto en el árbol como en el bin, se observa mayor cantidad de fruta de calibre medio, pero aquella grande es posible de mantener”, dice José Antonio Yuri.
Así, por ejemplo, si con 60 toneladas la producción llegaba a 500 cajas de calibre grande (mayor a 100), con 90 toneladas se producirán las mismas 500 cajas de fruta grande, pero se aumentará significativamente aquella de calibre medio, obteniéndose así mayores ingresos por una mayor productividad y haciendo más eficiente la huella de agua y carbono del huerto.
Manzanos rebajados en altura. Los primeros a 2,5 metros
y los segundos a 3 metros. Crédito. José Antonio Yuri.
Manejo de la vigorosidad
Uno de los grandes problemas que se observan al comprimir de forma importante la copa, es el fuerte rebrote de los árboles, lo que ocurre debido al vigor de los patrones. Yuri asegura que aumentando la carga frutal es posible también controlar el vigor. Por lo mismo, se debe procurar alcanzar una alta producción de forma temprana en la vida del huerto, con el fin de que el árbol redistribuya sus asimilados hacia la producción de fruta y no de crecimiento vegetativo.
Para lograr lo anterior, es necesario ir llenando el árbol por piso productivo. Una vez formado el primer piso de la zona baja, éste debe ser cargado de forma rápida con fruta. Este proceso se debe repetir hasta llegar al tercer o cuarto nivel, según la altura que se busque. “Nuestros manejos apuntan a una alta producción, por sobre las 3.000 cajas embaladas de calidad por hectárea, y para ese objetivo hay que producir al menos 80 toneladas. Claro que para ello se requiere cierto coraje, descartar prejuicios propagados de forma masiva, y apoyarse en un raleo muy temprano y una fertilización estratégica, con alto aporte de potasio”, enfatiza José Antonio Yuri.
Un raleo muy temprano
En cuanto al raleo, el investigador explica que es necesario regular la carga durante la época de floración, a fin de alcanzar una alta carga sin afectar el calibre ni la inducción floral. Por ejemplo, si para un manzano se recomienda dejar entre 5 y 6 frutos por centímetro de tronco o rama (según estándares internacionales), al anticipar esta labor a la fecha de floración, se pueden dejar hasta 8 ó 9 frutos por cm2, e ir disminuyendo este número en una unidad por cada semana de retraso.
Fertilización enfocada en el potasio
En el Centro de Pomáceas se ha desarrollado una estrategia de fertilización muy afinada a las características de cada huerto. En cuanto al Potasio, el especialista es claro en señalar que este nutriente será la principal limitante en altas productividades, por lo que suministrarlo en la cantidad necesaria será indispensable. “Recomendamos, en forma estándar, 1,8 kilos de potasio por tonelada de fruta”, dice Yuri.
El experto, además, señala que la relación de 1,8 kg de Potasio por cada tonelada de fruta, debe ser considerando el elemento como tal (K) y no como K2O, pues este último posee una proporción mucho menor de Potasio.
Manejo del rebrote
Para el manejo del rebrote, los llamados chupones deben ser eliminados antes que las hojas devuelvan los nutrientes a la planta y empiece el receso. Por lo mismo, se recomienda llevar a cabo esta labor en febrero, pues en ese momento la planta está entrando al receso y no rebrotará. Si se efectúa antes, puede verse afectada la diferenciación floral. También es importante considerar una primera eliminación de estos brotes vigorosos, junto al ajuste manual de carga que se realizará en noviembre.