Crédito. El Mercurio

En la última década, las plantaciones de manzanos en Chile no sólo han crecido en volumen de producción, sino también en rendimiento por hectárea.

Según las últimas estadísticas de la Oficina de Estudios y Políticas Agrarias (Odepa), si en 2003 habían 35 mil hectáreas de manzanos, que producían 1 millón 150 mil toneladas de fruta, diez años después las cifras apuntan 2 mil hectáreas más, y una producción que ha ascendido a 1 millón 600 mil toneladas. 

Si bien entre las variedades preferidas por los productores sigue liderando la la variedad cv Baigent Brookfield®, una mutación de la Royal Gala que se caracteriza por sus atributos de coloración roja; también se han ido propagando nuevos clones de las especies commodities y varietales únicos, en respuesta a las cada vez mayores exigencias de los mercados.

Plantas de manzano comercializadas por variedad (Anuario de Viveros, 2014).

Dado que la coloración es un factor determinante para la comercialización de las manzanas, las innovaciones del último tiempo han apuntado especialmente a mejorar este parámetro de calidad. Y es que si hace una década las condiciones climáticas para que la fruta lograra una síntesis de color y maduración óptima se daban con normalidad, hoy el escenario es mucho más inestable. Lo anterior, se encuentra asociado a altas condiciones de estrés térmico durante el ciclo de crecimiento de los frutos.

Cabe mencionar que para que el proceso de coloración se desarrolle con éxito, se requiere que en la etapa final de maduración de los frutos, las condiciones térmicas garanticen la mayor cantidad posible de horas con temperaturas bajo los 10 grados, durante los 30 días previos a la cosecha.

El problema es que en varias zonas productoras, especialmente en las regiones del Maule y O'Higgins, las noches están siendo más cálidas de lo habitual y los días más calurosos. Lo anterior, se traduce en un alto índice de estrés, que perjudica el normal desarrollo de los pigmentos relacionados con síntesis de color.

Acumulación de frío pre cosecha (número de horas con temperatura bajo 10°C), por mes desde temporada 2007/08 a 2014/15.

"La genética se ha ido anteponiendo a las condiciones climáticas adversas, las que esta temporada se vieron acentuadas durante gran parte del ciclo de maduración de las distintas variedades (enero – abril). Incluso, algunas zonas de la región de O’Higgins presentaron déficit de condiciones favorables para síntesis de color en un 100%. En la región del Maule, en tanto, algunas zonas registraron un 60% menos de acumulación de horas con temperaturas inferiores a los 10°C. Lo complejo es que el alto nivel de estrés térmico genera dificultades a nivel fisiológico: por un lado mala coloración, pero también afecta la eficiencia en la absorción de nutrientes e incrementa la dilución de éstos", explica Valeria Lepe, gerente técnico del Centro de Pomáceas de la Universidad de Talca.

La experta agrega que aquellas oscilaciones de temperatura, que le provocan estrés a la planta, finalmente generan un “efecto dominó” en el proceso, que va en desmedro de la calidad de la fruta. “Al no presentarse las condiciones para lograr una efectiva síntesis de color, las cosechas se retrasan, mientras el resto de los indicadores de madurez sigue avanzando de forma acelerada”, dice Lepe.

De esta manera, las manzanas no alcanzan los estándares óptimos que pide el mercado, no sólo en términos de  color, sino también en términos de firmeza, degradación de almidón y viraje del color de fondo, lo que se traduce en un  potencial de guarda disminuido.

Grados día (base 10) acumulados durante las últimas temporadas.

Otro de los efectos que ha generado la variabilidad climática, es que se han potenciado zonas en las que se registran menores condiciones de estrés térmico, como es el caso de la Araucanía. De acuerdo a las cifras de Odepa, hoy la región concentra 2.476 hectáreas de manzanos plantadas, en las cuales 2.313 corresponden a variedades rojas y 163 a verdes, mayoritariamente como polinizantes.

Distribución de la superficie de manzanos por región.

“En la región del Maule existen proyectos interesantes en zonas precordilleranas a mayor altura sobre el nivel de mar, los que buscan que el ciclo primavera-verano sea menos estresante”, añade Lepe. Además, señala que los proyectos futuros irán en busca de condiciones microclimáticas más benignas.

Las variedades mejor posicionadas

Entre las variedades que están tomando vuelo para enfrentar este delicado escenario, y que poseen algunas distinciones respecto a la Brookfield®, se encuentran la cv Galaval® y cv Jugala®. Ambas están protegidas, pertenecen al grupo gala y son de origen francés.

En el caso de cv Galaval®, se trata de una mutación de un árbol completo de Galaxy, que posee una coloración lisa roja púrpura intenso, con estrías suaves. Una de sus características más atractivas es que es ideal para ser plantada en áreas de difícil eficiencia en la toma de color.

Pese a que las manzanas del grupo gala suelen ser de calibre medio, la Jugala® tiene la ventaja de producir frutos de mayor calibre. Se trata de una mutación de un árbol completo de Mitchgala, de color rojo carmín con estrías, y que además se puede cosechar hasta una semana antes que las otras.

“Esto es muy interesante desde el punto de vista operacional de un campo, porque se puede distribuir mejor la cosecha, y surge como una buena alternativa para zonas más bien frías, especialmente en el ciclo de primavera, pues temperaturas más bajas en dicho período afectan el potencial de calibre de la fruta”, detalla Luis Fernández, director ejecutivo de A.N.A. ® Chile, empresa experta en administración de variedades. 

Una que posee características similares en cuanto a cosecha adelantada es la Fiero, la más temprana del grupo Fuji. Se trata de una mutación de la Yakata Fuji, de color rojizo sobre fondo amarillo verdoso, cuya cosecha puede realizarse entre 4 y 6 semanas antes que los otros clones, normalmente entre la segunda y la tercera semana de marzo en Chile.

Dentro de este grupo destaca cv Fubrax, la cual posee cualidades interesantes en cuanto a la toma de color. Corresponde a una mutación protegida de la variedad Brak, de origen italiano, la que destaca por su alto porcentaje de color rojo rubí y marcadas estrías distribuidas uniformemente en el fruto.

Entre las Pink Lady®, se ha ido posicionando la variedad cv Rosy Glow®. Derivada de una mutación genética de la australiana Cripps Pink, se caracteriza por tomar un color rojo rosado más intenso que esta última.

“Logra un buen desarrollo de coloración de piel, incluso en situaciones de menor iluminación al interior de la copa. Esto permite minimizar el uso de JH en labores de deshoje previo a la cosecha o la instalación de coberturas reflectantes de suelo que ayuden a mejorar la iluminación en la parte baja de la copa. Su cosecha se realiza en menos pasadas, lo que permite un uso más eficiente de la mano de obra”, describe la gerente técnico del Centro de Pomáceas de la U. de Talca.

¿Cuándo renovar una plantación de manzanos?

En los últimos ocho años, el surgimiento de nuevas variedades mejoradas genéticamente ha sido constante. Esta situación, junto con el inestable escenario climático que enfrentan varias zonas productoras de este frutal, ha obligado a que los productores tengan que renovar sus hectáreas con más frecuencia que antes.

Tras estudiar ésta y otras variables, el Centro de Pomáceas ha identificado algunos parámetros que deberían analizarse al momento de tomar la decisión de renovación de una plantación de manzanos. Entre las variables que debería considerar un productor frutícola figuran las siguientes: huertos con una edad superior a 20 años, normalmente asociados a densidades de plantación inferiores a 1.000 árboles/ha y cultivares de bajo nivel de coloración; producciones por hectárea bajo las 45 ton/ha, con embalajes menores a 1.250 cajas/ha; y rentabilidades inferiores a 15%.

“Cuando hay un salto cualitativo en el desarrollo de nuevas variedades, las plantaciones antiguas van cayendo en la obsolescencia. Y es una situación complicada, porque el mercado reconoce los nuevos estándares de calidad. Antes los campos duraban lo que eran capaces de vivir las plantas (> 50 años) y su posterior arranque dependía de eso. Sin embargo, hoy el factor varietal está determinando la vida del huerto”, explica Luis Fernández.

A.N.A. ® Chile y el Centro de Pomáceas trabajan en un programa de mejoramiento genético que busca obtener variedades con bajos requerimientos de frío, adaptadas a las zonas cálidas de producción del manzano, con alta resistencia al estrés térmico y a los desórdenes fisiológicos asociados a esta condición, en las Regiones de O´Higgins y del Maule.

“Muchas variedades llegan de países muy fríos y acá no se adaptan. Además, en Chile hay una radiación UV muy alta, y muchos productores tienen que techar los huertos con malla o aplicar protectores solares a base de, por ejemplo,  caolina, para evitar que el fruto se queme”, puntualiza Lorena Pinto, product manager de A.N.A. ® Chile.

Apostar por los mercados de nicho

Casi el 95% de la superficie plantada con manzanos en Chile corresponde a variedades que pertenecen a un grupo de commodities, como las Gala, Fuji o Cripp’s Pink. El resto, son huertos de variedades únicas y que producen manzanas que se pueden comercializar bajo su propia marca distintiva, en mercados de nicho, tal como lo hacen países como Nueva Zelandia.

En el caso de Chile, advierte Fernández, estamos atrasados. “Hace falta que nuestro país se atreva a embarcarse en productos nuevos. Estamos muy enfocados en los grupos commodities, y aún falta hacer el esfuerzo para explorar las opciones de las varietales menores, que se pagan bien y tienen un soporte de parte de quienes las han desarrollado”, dice.

Algunas de esas variedades únicas que tienen potencial para Chile son la manzana Jazz® —una nueva y restringida variedad de origen neozelandés—, que tiene un fondo anaranjado amarillento, con tonos de rojo, y suele ser de tamaño pequeño o mediano; Envy®, que también pertenece al programa de Enza Fruit, Ambrosia® y Mairac® de origen suizo. Sin embargo, el recambio en el país suele darse con variedades como la Fuji o Gala, señala la product manager de A.N.A.® Chile. Y es que a su juicio, el productor ya conoce cómo se desarrollan y sabe que tienen mercado.

Una variedad que está mostrando una gran preferencia en los nuevos proyectos de plantación corresponde a las del tipo Cripp’s Pink, debido a su gran potencial productivo  (> 100 ton/ha) y en forma regular a través de los años, indica Valeria Lepe.

Otra variedad que de a poco se ha ido introduciendo en el mercado es (cv CIVG198) Modi®, la cual fue desarrollada por el programa de mejoramiento CIV, de Italia. Ésta también se encasilla entre las que desarrollan un alto nivel de coloración, incluso en zonas con períodos de precosecha cálidos. Además, es resistente a Venturia. Esto podría significar algunos beneficios en huertos destinados al mercado orgánico, por ejemplo.

“Es necesario ir plantando estas nuevas variedades, que aunque son más difíciles de introducir y requieren de un esfuerzo conjunto de agricultores y exportadores, tienen un mayor impacto económico”, asegura Pinto. Esto porque son modelos de negocio más cerrados, que cuentan con un nicho, lo que permite restringir los volúmenes. Agrega que como país es importante que “nos quitemos la etiqueta de ‘tradicionales’, con el fin de posicionarnos mejor frente a nuestros competidores del hemisferio sur”.

Respecto a los desafíos, Valeria Lepe comenta que existe un déficit de variedades que se cosechen en el tramo intermedio —primeras semanas de marzo—, nicho que antes estaba ocupado por Red Delicious. “Hay un proceso de búsqueda de variedades para  esa época; lo anterior, con la finalidad de permitir un uso constante de la mano de obra en el huerto y de este modo el cosechero tenga garantizado un amplio periodo de trabajo, con lo cual le resulte atractivo incorporarse en una faena de cosecha. Así, podría trabajar desde fines de enero hasta fines de abril o la primera quincena de mayo”, señala.