Martina Navratilova, leyenda del tenis: “Aún hay que luchar mucho para que la diversidad sexual no sea tabú en el deporte”
La exjugadora checo-estadounidense, una de las mejores tenistas de todos los tiempos y de las primeras atletas de elite en revelar su homosexualidad, se sincera con “El Mercurio” y repasa su bullada vida dentro y fuera de la cancha. “No me arrepiento de nada de lo que dije, pero sí me arrepiento de no haber sacado a mi familia de Checoslovaquia cuando me fui a Estados Unidos”, confiesa la zurda. Desde Guadalajara, ciudad donde se están disputando las finales de la WTA, la ganadora de 18 títulos de Grand Slam opina sobre la chilena Alexa Guarachi, presente en el torneo. “Es una luchadora y sus reflejos son fantásticos”, dice.
El 13 de diciembre de 1994, Martina Navratilova vino a Chile a jugar un partido de exhibición con la española Arantxa Sánchez Vicario, en el Court Central del Estadio Nacional. En la previa al duelo estelar, la tenista checo-estadounidense, considerada una de las mejores jugadoras de la historia, vio cómo su rival entraba en calor con un joven tenista local.
“Era un chico zurdo, muy talentoso, pero que tenía una actitud y personalidad muy fuerte. Un par de años después me enteré que ese chico era Marcelo Ríos. Bueno, tuve razón en mis dos observaciones, desafortunadamente jaja”, dice Navratilova a “El Mercurio” desde Guadalajara, donde sigue las finales de la WTA.
Por videollamada, la ganadora de 18 títulos de Grand Slam en individuales –quien sumó otros 31 trofeos grandes en dobles y 10 en dobles mixtos– sigue relatando sus días en Santiago. “Estuvimos dos o tres días. Fuimos a Buenos Aires también, y a Brasil. No vi mucho del país, la verdad. Solo me acuerdo del miedo que tuve de pasar por la Cordillera de los Andes. Miraba el Aconcagua y sentía que el piloto debía volar más alto. Estaba muy nerviosa. Las personas en Chile se portaron muy bien conmigo y el público fue muy entusiasta”, confiesa la exnúmero uno del mundo.
En calidad de embajadora de la WTA, Navratilova (65 años) analiza el torneo que se está jugando en México, y que tiene a una chilena en competencia: Alexa Guarachi, junto a la estadounidense Desirae Krawczyk, vencieron este domingo en la madrugada a la dupla compuesta por la canadiense Sharon Fichman y la local Giuliuna Olmos, por parciales de 0-6, 6-3 y 11-9.

Martina Navratilova es actualmente la tenista con mayor cantidad de títulos WTA en su poder: la jugadora sumó 167 coronas en su carrera. Foto: AP
“Hace mucho tiempo que las finales de la WTA no se jugaban en el continente y es muy emocionante. Esto motivará a muchos tenistas en Sudamérica, y ayudará a que el tenis crezca en la región. La altitud está marcando la diferencia. Algunas jugadoras nunca han jugado a este nivel de altura. La cancha está lenta, pero en el aire la pelota vuelta muy rápido. Veremos quién se adapta mejor y celebra acá en México”, señala la leyenda del tenis.
–¿Qué opina de Alexa Guarachi?
“He visto algunos partidos de ella. Es una luchadora dentro de la cancha. Es muy atlética y tiene buenos movimientos en la red. Sus reflejos son fantásticos. Juega muy bien. Hacen un gran equipo con Desirae Krawczyk. Se nota que está muy feliz solo por el hecho de estar acá. Está aprovechando su momento”.
–¿Qué consejo le daría?
“Debe seguir trabajando para escalar en el ranking, y recordar cuales son sus fortalezas y enfocarse en eso. La estrategia es muy importante en el dobles, saber dónde jugar la pelota y dónde pararse en la cancha. El dobles se trata de eso y debe tener esa comunicación con su pareja”.
La vida de Martina Navratilova es de película: cuando tenía 18 años, y mientras jugaba el US Open de 1975, pidió asilo al gobierno estadounidense buscando escapar de las penurias de la Checoslovaquia comunista. “A los gays se los enviaba a un asilo para enfermos mentales y las lesbianas no salían del armario”, dijo en aquel entonces.
–¿Qué tan difícil fue ese momento?
“Fue algo que cambió mi vida, y fue muy difícil tomar la decisión. Pero una vez que lo hice, fue bastante fácil. Hasta me ayudó en el tenis. No sentía la presión en la cancha, porque era algo menor para mí. Era solo un juego. Estaba viviendo una situación mucho más fuerte, que era estar lejos de mi familia. Sabía que no podía volver a Checoslovaquia a verlos. Eso me hizo más fuerte en la cancha. El tenis fue mi escape a todo lo que sentía”.

La tenista checo-estadounidense se encuentra en Guadalajara, como embajadora de las finales de la WTA. En la foto, posando con el trofeo de dobles junto a la chilena Alexa Guarachi y la estadounidense Desirae Krawczyk. Foto: WTA
¬Usted fue una de las primeras deportistas en declarar abiertamente su homosexualidad.
“Al llegar a Estados Unidos no dije nada. No podía, porque no me darían la ciudadanía estadounidense, pero una vez que la obtuve pude decir lo que sentía y fui libre. Lo cierto es que después de sufrir lo que viví en Checoslovaquia, decir que era homosexual fue bastante fácil. Claro, después entendí que había gente que no le gustaban los gays, y que mi vida podía ser un poco más complicada. Lo importante es que nadie me dijo que no podía jugar tenis”.
–En los 80, mientras jugaba, muchas veces el público la pifió en los estadios…
“Sí, y fue difícil. Yo no escuchaba, ni entendía muchas veces lo que los fanáticos me gritaban, hasta que después algunas personas me lo comentaban. Se burlaban y me decían sobrenombres por ser lesbiana. Fue deprimente y estresante. Creo que el hecho de ser lesbiana provocó que nunca tuviese el afecto de los fanáticos del tenis. Además, ganaba casi siempre, y eso también hacía que el público apoyara al más débil. No había nada que pudiese hacer al respecto, en todo caso. Yo soy quien soy, y nunca sentí que debía dar explicaciones. Fue triste saber que la gente me juzgara por eso”.
He querido ir a pasar tiempo a la Patagonia chilena. Me encantan los lugares donde no vive mucha gente. Sería increíble tener la oportunidad de ir..
–La homosexualidad en el deporte aún es un tema que se maneja con recelo.
“Sí, aunque obviamente las cosas han mejorado desde que yo jugaba tenis. Se sabe de muchos atletas que son homosexuales, pero aún es una complejidad en países machistas o en deportes machistas, como el fútbol americano, el hockey, el béisbol. Deportes colectivos. Al final todo depende de los dirigentes o de los entrenadores. Si a ellos no les gusta, no te dejarán jugar, y eso sigue pasando. A los compañeros de equipo no les interesa, y a los fanáticos tampoco. No es un mundo justo, y las personas homosexuales aún siguen teniendo una vida más difícil que alguien heterosexual. Aún tenemos mucho por luchar para que no siga siendo un tema tabú. Servirá que los deportistas se atrevan a decir lo que sienten, sobre todo mientras sigan siendo profesionales, y no cuando se retiran”.
–Usted ha luchado por los derechos de las minorías sexuales. ¿Qué la motivó a hacerlo?
“Siempre luché por los más indefensos. Por los niños que sufren de bullying en el colegio, por las minorías sexuales, etc. No sé por qué. Así soy, nada más. Tuvo que ver el hecho de haber salido de Checoslovaquia y tener la voz de hablar por mucha gente que no podía. No necesitaba demasiado para hacerlo, y no corría muchos riesgos. Sabía que no iba a perder mi trabajo por hablar, como a muchas personas les pasa si dicen lo que piensa sobre algún tema, como el medioambiente, o los derechos de los gays y las mujeres. Entiendo sus motivos para no hacerlo. Yo, dentro de todo, estaba a salvo, pese a que hablar tuvo como consecuencia menos apoyo del entorno del tenis. No me importó. El precio de la libertad no tiene cifras. A mi nunca me llamó la atención hacerme millonaria con el tenis, si no que hacer una diferencia para las personas con causas como estas”.

Navratilova fue la reina de Wimbledon y levantó nueve trofeos en el pasto londinense. La jugadora dominó el circuito y se retiró en el año 2006, cuando la tenista tenía 50 años. Impresionante.
–¿Cree que los atletas deben tener la responsabilidad de hablar sobre algunos temas?
“Creo que los deportistas hablan más que otras profesiones que también tienen notoriedad pública. Los atletas están haciendo la diferencia con sus fundaciones y acciones caritativas. Algunos son muy activos políticamente también. Me parece que la única responsabilidad que tenemos es hacer lo mejor que podamos, y ser justos. Si tienes la oportunidad de hablar, hazlo, sería genial. Y si no lo haces, está bien también”.
–Usted habló bastante. ¿Se arrepiente de algo?
“No me arrepiento de nada que haya dicho o hecho. Sí me arrepiento de dos cosas que no hice en mi vida: no haber sacado a mi familia de Checoslovaquia cuando me fui a Estados Unidos, y no haber tenido una entrenadora durante seis años al llegar a Norteamérica. Quizás hubiese empezado a ganar mucho antes”.
–Usted manifestó cierta negativa a que las mujeres transgéneros compitan en deportes femeninos. ¿Mantiene esos dichos?
“Pertenezco a un grupo que está analizando este tema (N. de la R: Women’s Sports Policy Group). Estamos tratando de encontrar una solución inclusiva para que las personas transgénero compitan con el género femenino, pero es un tema complicado, y estamos haciendo lo mejor posible para integrarlas, siempre con la misión de que haya justicia deportiva para todas”.
–¿Sigue habiendo mucho sexismo en el tenis femenino?
“No sé si sexismo, si no que es algo cultural. Falta una mejor representación de las mujeres en los puestos de poder. Si una mujer deportista falla en su primer intento, pierde las oportunidades con los auspiciadores, mientras que los hombres fallan una y otra vez y siguen teniendo marcas apoyándolos. Las mujeres son medidas con una vara diferente. Se ha avanzado en los premios de los torneos, y en algunos campeonatos las cifras para los ganadores son iguales para hombres y mujeres. Eso costó mucho conseguirlo, y no debió ser tan difícil. Pero, oye, estamos hablando de deportes. Aún hay países donde las mujeres tienen prohibido si quiera hacer ejercicio, o no pueden votar, o no pueden usar short y polera. Falta mucho por pelear”.
Me alegra que mi decisión de decir que era lesbiana haya ayudado a muchos niños y niñas a sentirse bien con su condición sexual, a decirlo, y tener a alguien a quien admirar..
–Tuvo duelos imperdibles ante Chris Evert. Antes estaba Margaret Court y Billie Jean King, y después Steffi Graf y Mónica Seles. ¿Pierde emoción el tenis femenino actual sin una rivalidad tan potente?
“No me parece. Serena Williams está marcando una época, y ahora tenemos talentos nuevos jugando en Guadalajara que darán que hablar en el futuro. Es verdad que el circuito se ha vuelto más democrático en ese sentido, y muchas tenistas han ganado títulos de Grand Slam en los últimos años. No pasa eso con los hombres, donde Nadal, Federer y Djokovic se han repartido los títulos. Claro que se necesitan superestrellas para llamar la atención, pero también es necesario un poco de suspenso. En la WTA no hay superestrellas como en el ATP, pero no tenemos idea quién va a ganar el torneo de maestros, y eso le da emoción al juego”.
–Muchos la consideran la mejor tenista de la historia. ¿Se siente la mejor?
“No, pero sé que estoy entre las mejores, junto a Serena Williams, Margaret Court, Billie Jean King, Steffi Graf, Mónica Seles. Pero es imposible comparar generaciones. No se puede hablar de que alguien fue la mejor de todas cuando viviste diferentes realidades en cuanto a la tecnología y a los conocimientos del deporte. Pero estoy feliz de pertenecer a ese grupo, sin dudas”.

Diego Aguirre Diez
es periodista de Deportes El Mercurio desde 2016, especialista en el área polideportiva, cubriendo tenis, golf, rugby, atletismo, básquetbol, entre otras disciplinas.