Demasiado seguros
Los movimientos defensivos de Verstappen fueron los esperables de un piloto aguerrido como es él, tan duro de superar como lo fueron en su momento Ayrton Senna, Michael Schumacher y últimamente Lewis Hamilton. No es casualidad que todos ellos sean múltiples campeones mundiales, es el estilo necesario para destacar al más alto nivel, no hay espacio para los buenos muchachos ni para los inocentes.
El comidillo de la semana ha sido el entrevero entre Max Verstappen y Lando Norris, que terminó dejándole en bandeja el Gran Premio de Austria al piloto de Mercedes George Russell.
Puede que las maniobras del campeón vigente hayan sido excesivas y de allí el vapuleo mediático que ha recibido, pero no es menos cierto que Norris mostró inocencia al pensar que con su ataque podría intimidarlo. Su error de apreciación y su impaciencia se magnifican tomando en cuenta que en ese momento estaba con mejores neumáticos, había calzado nuevos mientras que Verstappen se debía conformar con usados de varias vueltas, y el ritmo del McLaren era mejor con ese compuesto. El británico tiene un futuro promisorio, pero acá mostró que le falta frialdad para resolver una maniobra en la que estaba en juego el lugar más alto del podio.
Los movimientos defensivos de Verstappen fueron los esperables de un piloto aguerrido como es él, tan duro de superar como lo fueron en su momento Ayrton Senna, Michael Schumacher y últimamente Lewis Hamilton. No es casualidad que todos ellos sean múltiples campeones mundiales, es el estilo necesario para destacar al más alto nivel, no hay espacio para los buenos muchachos ni para los inocentes.
Ante el desparpajo con que hoy se chocan los pilotos de F-1,un aspecto a tener en cuenta tiene que ver con los notables avances alcanzados en las últimas décadas en los temas de seguridad. Los monocascos de carbono, las zonas de deformación por delante de los pies y en los costados, el notable HANS (soporte para cuello y cabeza, por sus siglas en inglés) y recientemente el halo por encima de la cabeza han hecho que la probabilidad de salir herido en un accidente sea prácticamente nula y por lo mismo no hay inhibición para empujar los límites y efectuar maniobras con exceso. Lejos quedaron los tiempos en que cualquier topón o despiste podía terminar en el hospital o, peor, podía ser fatal. Eso obligaba a tener un manejo más cuidadoso, respetando los espacios y con mayor estrés. Hoy los errores no duelen.
Una de las características más marcadas del automovilismo fue siempre el peligro implícito, era de los llamados deportes de alto riesgo por excelencia. Hoy por hoy, el cambio ha sido tan extremo que podríamos decir que se juega más la vida un chofer de taxi en Santiago que Valtteri Bottas arreando el piño en un Gran Premio de F-1.

Alejandro Schmauk
es ingeniero civil, consultor en movilidad, ex piloto de fórmula 4, 3 y 2 y campeón chileno de rally (1983 y 1991). Ha sido comentarista especializado en automovilismo en TVN, Chilevisión, El Mercurio y radio Biobío.