Feliz 2026
Los aficionados al fútbol saben que durante casi todo el nuevo año las cosas seguirán igual. Igual de malas, por lo menos hasta noviembre. Y después podrían ser incluso peores.
La noche de este miércoles, justo pasada la medianoche y no antes, porque anticiparse trae mala suerte, nos diremos “¡Feliz Año Nuevo!”, acompañado de un abrazo más o menos apretado según quien sea la abrazada o el abrazado. La inclusividad es particularmente apreciada en esta festividad.
Y así estaremos instalados de pleno derecho en 2026. Se dirá que “se ha cumplido el primer cuarto del siglo XXI”. Los más veteranos dirán “Y yo que me preguntaba si llegaría al año 2 mil”. Y no faltará el que recuerde, después de la champaña y el segundo colemono, que “antes era diferente, la gente se quería y uno se daba el abrazo con todo el mundo en la calle”. Era diferente porque, si lo haces hoy, el desconocido te puede responder con un disparo y la desconocida con una acusación de acoso.
Pero nada de eso les sucederá a los aficionados al fútbol. ¿Por qué? Porque ellos saben que durante casi todo el nuevo año las cosas seguirán igual. Igual de malas, por lo menos hasta noviembre. Y después podrían ser peores. Esto no es del gusto del autor de esta columna, ¡por favor!, es un hecho, pues recién en el mes 11 habrá elecciones en la ANFP y hasta entonces seguirá al mando Pablo Milad (eso es lo malo) y podría ser elegido su delfín, Jorge Yunge (que podría ser peor).
Durante casi todo el 2026 seguiremos hablando de “La Caldera de Quilín”, como la describe mi colega Hugo Marcone. Y no es que tradicionalmente haya sido una taza de leche. No, no, no. Siempre hubo de todo, con gente de gran estatura al frente, como Nicolás Abumohor y más tarde su hijo Ricardo, como Carlos Dittborn (cuando era la ACF). Gente importante. Y, en la otra cara de la medalla, gente como Sergio Jadue, quien respondió con diplomacia cuando en una entrevista presencial le pedí la renuncia durante un programa de radio. A Milad también se la he pedido, pero en esta columna. Debe ser por eso que nunca me contestó. Hay cosas que son de oftalmólogo y otras de otorrino. (O de dermatólogo, pues hay pieles muy gruesas).
En fin, todo indica que en el fútbol las cosas serán las mismas después de los abrazos de esta noche.
Es curioso, pero el mismo Milad había anunciado a mitad de año sus deseos de adelantar las elecciones para noviembre del año todavía en curso, “si los clubes se lo pedían”. Pero parece que ninguno se lo pidió, producto de la timidez o de la estupidez, y ahí seguirá estando hasta el siguiente noviembre.
No es Milad el culpable de lo que sucede y de lo que no sucede en el futbol chileno. Es de un Consejo de Presidentes que no responde a los intereses de la organización, sino a los de particulares involucrados en el negocio.
De todos modos, Feliz Año. Y el abrazo el 1 de enero.
Edgardo Marín
es periodista egresado de la Universidad Católica, donde estudió a la par de su trabajo periodístico. Ha sido reportero y comentarista en diarios, revistas, radios y canales de televisión, además de investigador y autor de libros de historia del fútbol. Premio Nacional de Periodismo de Deportes 1993.







