Mike, Manu y Gus
En el mercado de pases y de compra y venta, una de las noticias destacadas del momento es el de una persona, un entrenador argentino, que se quiere ir de Universidad de Chile y del fútbol chileno, mandarse a cambiar a todo trance y hasta pagando si no le queda otra.
Cuando Azul Azul presentó en sociedad al flamante Gustavo Álvarez mediante una conferencia de prensa, tanto el presidente Michael Clark como el gerente deportivo Manuel Mayo, coincidieron en la calidad de Álvarez como persona, además de sus dotes como entrenador, que eran varias y todas relevantes, y ya el 2 de enero del presente año, antes que los demás, todos a la cancha para entrenar duro y parejo.
Lo escogieron por personalidad, modelos de juego y trayectoria. También por valentía, convicciones y determinación. Y lo eligieron entre nueve opciones, nada menos. En esa conferencia la unidad de propósitos llamaba a la camaradería, y Álvarez lo trataba de Mike, y hasta se puede especular con que el gerente era Manu, porque era la época de la miel y las hojuelas. Mike y Manu, en esos tiempos, coincidían y les entusiasmaba la calidad textual de Gus: tremenda persona.
En esa conferencia y después de las presentaciones y elogios, el entrenador argentino, con lucidez dio a conocer su impresión: “Un poco exagerado”.
Pasó el año y la gran persona decidió, dos fechas antes del término del campeonato, anunciar que lo mejor para Universidad de Chile era cambiar de director técnico por el bien de la institución. Existía un profundo desgaste en su interior porque los grandes beneficios económicos y los resultados deportivos no fueron de la mano y eso, ay, lo paga el DT y los jugadores.
En todo caso no estaba renunciando. Era otra la figura. Estaba manifestando en público lo que era saludable para el club y para él. Para no enfermarse y para no enfermar, ofrecía la salida de la figura saludable. Saludable, pero rara. No para Gus, pero sí para Mike y Manu, aunque digamos que los diminutivos y nombres cariñosos ya habían quedado en el pasado, una estación que en el fútbol pasa muy rápido.
Esa figura, ahora en el presente, es la que trata de resolver y descifrar Azul Azul con el representante del entrenador con contrato vigente hasta fines del 2026, por lo que es menester ponerse y hablar de los sucios dólares, desde un millón 200 mil hacia abajo, para quedar libre e ir en busca de los nuevos rumbos y la vida saludable.
En otros términos, en el mercado de pases y de compra y venta, una de las noticias destacadas del momento es el de una persona, un entrenador argentino, que se quiere ir de Universidad de Chile y del fútbol chileno, mandarse a cambiar a todo trance y hasta pagando si no le queda otra.
¿Dónde se irá? Eso no se sabe.
¿Qué es lo que sabe? Que ya pasó el tiempo de las tremendas personas.
Antonio Martínez
es periodista y crítico de cine; fue editor de Cultura de “La Época”, jefe de redacción de “Hoy” y director editorial de Alfaguara. Fue corresponsal, desde España, de “Estadio”, y columnista de “Don Balón”. Autor de “Soy de Everton, y de Viña del Mar” (2016), y junto a Ascanio Cavallo, de “Cien años claves del Cine” (1995) y “Chile en el cine” (2012).







