Los corsarios del “Chino” González, el ayudante que tenía la receta magistral
Pasó de colaborador de Fernando Díaz a tomar el mando principal y convenció a todos. “No vende humo”, le valoran. Dio una vuelta larguísima, empezando en la quinta categoría del fútbol chileno. Como jugador entendía el fútbol desde el músculo y el sacrificio, pero se hizo técnico cuando se fascinó de la estrategia. “En Tercera División ya nos metía análisis propio y del rival, un adelantado”, refrendan sus pupilos. Un año de catarsis: partió bajo sospecha y terminó convenciendo a partir del conocimiento y la mesura. “Puedo mirar a todo a la cara”, refrenda.
                            
                            Tomó aire y se quedó meditando. Necesitaba digerir el 2-2. La guerra parecía más dura de lo que le habían contado a Esteban González. Recién había terminado el choque entre Deportes Concepción y Ranco en el estadio La Unión, en el debut de la Tercera División B 2018, que marcó el regreso de los lilas a las competencias formales después del ostracismo, y el técnico novato, aturdido por un resultado muy injusto, entendió de golpe que la ruta venía empinada.
No decayó el “Chino”. Tragó saliva, apretó lo dientes y terminó ascendiendo como subcampeón tras el monarca Pilmahue. La Tercera División A 2019 fue igual de cruda y también logró el objetivo, tras conseguir en la liguilla el último boleto a la Segunda Profesional, aventajando a Limache (el campeón fue Linares)
“Estuve esos dos años con el profe. En Tercera ya nos metía análisis propio y del rival, un adelantado, muy metódico. Era todo lo contrario a eso que el fútbol le decimos ‘pichanga’, era súper exigente, pero también flexible. Armaba equipos ordenados, pero no nos encasillaba. Si algo no le gustaba iba de frente de inmediato. Uno decía ‘a la larga a este tipo le va a ir bien’”, revela Matt Lagos, exvolante lila.
El González jugador, un carrilero intenso, entendía el fútbol como músculo y esfuerzo desmedido, pero cuando trabajó bajo las órdenes de Mario Salas en Huachipato sus prioridades se reordenaron. “Ahí aprendí a jugar al fútbol, con 31 años”, dijo en estas páginas.
“Un deportista que jugaba al máximo siempre, muy serio; con Mario entendió lo conceptual, el tema defensivo, la marca zonal, el traspaso de marcas, ejercicios para distintas fases del juego, la distribución de cargas en la semana, estrategia, eso a varios jugadores les marcó la carrera. Uno lo ve al ‘Chino’ ahora y es un tipo que llama a la cordura, muy centrado, lo que logró en Coquimbo es un caso para aprender, debe haber un gran trabajo sistémico atrás”, dice el preparador físico Osvaldo Alegría, que acompañó a Salas en la usina.
Hasta ahí González estaba decidido a transformarse en PF y tenía los estudios en curso. Cambió la ruta y terminó en las aulas del INAF para tomar la pizarra.
Su último año lo jugó en O’Higgins, donde aprovechó se hacer una pasantía dirigiendo a niños junto a Miguel Pinto, su actual brazo derecho. “Lo fichamos con ‘Vitamina’ Sánchez, teníamos a Yerson Opazo, pero el DT nos insistió mucho con él; me encontré un persona muy inteligente, un chico muy centrado, no tan futbolista en eso del ego, puede ser porque estaba al final de su carrera. Como ser humano tenía un equilibrio que llamaba mucho la atención, no le tocó jugar mucho, pero tenía una cabeza distinta. Le interesaban las cosas, preguntaba, generaba buena vibra”, revela un ejecutivo que trabajó en el club rancagüino.
González llegó al club pirata en 2023 como ayudante de Fernando Díaz, que lo dirigió en Ñublense. Casi un año después el exarquero fue cesado y su colaborador decidió permanecer en el club. La relación se quebró para siempre. “Yo sé cómo llegué a Coquimbo y no tengo la necesidad de aclarar nada, en el fútbol nos conocemos todos, puedo mirar a todos a la cara”, dijo el “Chino” ante los cuestionamientos que asomaron.

Una victoria clave ante U. Católica en Santa Laura, cuando los piratas le pasaron por arriba al equipo de Daniel Garnero. Nicolás Johansen anotó en Independencia.          Foto: Photosport.
“En el fútbol nunca es bien visto que el ayudante se quede en el lugar del DT, pero esto es caso a caso, muchas veces los jugadores prefieren a alguien que conocen que a llegue un técnico nuevo. Lo claro es que González mejoró al equipo del ‘Nano’, que era muy ordenado defensivamente, eso lo mantuvo y le agregó variantes y volumen en ataque”, dice un conocedor del club filibustero.
“Lo que más valoro es que esto lo haga un entrenador chileno, hay que reconocer ese mérito. El ‘Chino’ tiene un liderazgo creíble, no vende humo, no se vuelve loco gritando el domingo, porque el trabajo lo hace en la semana, te da tranquilidad, como lo hacía Luis Garisto. Este Coquimbo está tocado, no hay cómo derribarlo, ni rivales ni arbitrajes, nada, te hace un gol en el minuto 90, un gol de planta (Bruno Cabrera a Colo Colo), les ganó a todos”, enseña Luis Fuentes, zaguero que participó en el subcampeonato de 1991.
“Había un presidente del club, Patricio Zepeda, que siempre decía: ‘para mi Coquimbo juega bien cuando gana’, así de simple. Es un club con estilo propio, directo y muy agresivo. José Sulantay decía ‘los rivales cuando pasen Los Vilos deben empezar a tiritar’. El Coquimbo 2025 es fiel a toda esa identidad. Este técnico (González) es sobrio, cuando declara habla de fútbol y lo más importante elige bien los jugadores, es un equipo muy buen armado; hace buenos cambios, siempre que hace una modificación mejora el equipo. Lo que logró este muchacho realmente es muy grande”, repasa Luis Venegas, preparador físico que entre 1977 y 2010 estuvo al menos una decena de temporadas en el puerto.
            
                Claudio Herrera De La Fuente
        es redactor de Deportes El Mercurio, especializado en fútbol y en atletismo de fondo, especialmente en maratón y pruebas de ultradistancia, con más de 20 años de experiencia en periodismo escrito.


                                




                                    