Santiago de Chile.   Sáb 27-04-2024
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Aravena y Asfura

Orlando Aravena murió el jueves de la semana pasada, a los 86 años. Alfredo Asfura murió al día siguiente, también a los 86. Fallecieron en la misma semana. Habían estado juntos en la tarde negra del Maracaná.
Foto: El Mercurio
Edgardo Marín26 de marzo, 2024
En 1957 llamaba la atención una joven línea media de Magallanes. Joven en edad y nueva en Primera División. Juan Rojas (22) y Orlando Aravena (18) eran los “halves” magallánicos y debutaban en el primer equipo, haciendo olvidar pronto a los exitosos titulares del año anterior.

Aravena, iniciado en un club de la población Pedro Aguirre Cerda y llegado a los 15 años a Magallanes, había hecho carrera desde la primera infantil, pasando luego por la juvenil, la Cuarta Especial y la reserva antes de su estreno en la División de Honor. Carrera completa y varios puestos, como zaguero y alero. Pero “Pancho” Villegas, el entrenador argentino lleno de anécdotas, dijo seriamente ese año: “Aravena es half. Ya lo verán”.

Nunca dejaría de ser un medio de quite y apoyo, puesto que llegó a ocupar a La Serena al año siguiente y con el que llegaría a la selección nacional. Tuvo ambiciones siempre. Ya el año 57 cuando le preguntaron qué lugar le gustaría ocupar con los “carabeleros”, dijo sin dudar: “Campeón”. También quería más protagonismo en la cancha: “Me gusta ir arriba y probar al arco. No puedo evitarlo. La culpa es de los que me amarran atrás”.

Renato González, el legendario cronista conocido como “Míster Huifa”, lo caló temprano: “Tiene el rostro del muchacho pícaro Orlando Aravena. Se deja llevar más por los impulsos, es chispeante”. Siempre quiso más. En 1963, cuando llevaba varias temporadas en primer plano, le advirtió a otro periodista: “Voy a ser seleccionado nacional, no crea que el tren ya pasó para mí”.

Y llegó, en septiembre de 1964, y a pesar del 0-5 ante Argentina, el “Cabezón” impresionó como “recio, guerrero, con oficio de defensa e intuición de atacante”. Desde entonces su vida quedó enlazada con la camiseta nacional. En la cancha y más tarde desde la banca. Ahí estaba aquella infamante tarde del 3 de septiembre de 1989, cuando Roberto Rojas, el “Cóndor”, se hirió en una ceja y provocó la expulsión de Chile de un Mundial.

En la tribuna, esa misma tarde, estaba Alfredo Asfura, antiguo dirigente y funcionario de la Universidad Católica y de la Federación. Cuando el equipo chileno decidió abandonar la cancha, fue Asfura el que intentó impedir la salida de los jugadores capitaneados por Fernando Astengo, advirtiéndoles que la FIFA no perdonaría esa retirada. Gesticuló y gritó, pero no hubo caso. Los seleccionados y su capitán habían sido engañados por su arquero, que aún hoy sigue hablando de su participación en los hechos y tratando de disimular o eludir la responsabilidad de su demencial farsa.

Alfredo Asfura tenía razón aquella tarde y la tuvo muchas veces en su carrera de conocedor de los entresijos del fútbol mundial, indicando los caminos más convenientes para Chile en su diplomacia internacional.

Orlando Aravena murió el jueves de la semana pasada, a los 86 años. Alfredo Asfura murió al día siguiente, también a los 86.

Murieron en la misma semana. Habían estado juntos en la tarde negra del Maracaná.
Edgardo Marín

es periodista egresado de la Universidad Católica, donde estudió a la par de su trabajo periodístico. Ha sido reportero y comentarista en diarios, revistas, radios y canales de televisión, además de investigador y autor de libros de historia del fútbol. Premio Nacional de Periodismo de Deportes 1993.

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