La tarde del jueves 14, mientras revisábamos la jornada eliminatoria con los colegas de TNT Sports Eduardo Figueroa, Ángel Romero y Tomás Argandoña, nos hicimos una pregunta que contextualiza el presente de la selección nacional. ¿Cuántos integrantes de la nómina de Eduardo Berizzo hubieran estado en la lista colombiana? Los cuatro coincidimos en Alexis Sánchez, Erick Pulgar (peleando el puesto con Jefferson Lerma), Gabriel Arias y Ben Brereton, como suplente de Luis Díaz.

El mismo ejercicio hicimos con Uruguay e idéntico resultado. La diferencia entre Chile y el pelotón de primera línea del fútbol sudamericano, que integran Argentina, Brasil, Uruguay, Colombia y Ecuador, hoy es sideral. El español Félix Sánchez se las tiene que arreglar sin el lesionado zaguero Piero Hincapié y Ecuador no se resiente. En Chile cuesta conformar la suplencia.

Por eso llama la atención el severo cuestionamiento a Berizzo, al que sólo se le observan las estadísticas, sin apreciar el juego. Chile fue superado en Montevideo, es posible que el planteo ofreciera alguna fisura o pecado de optimismo, pero la diferencia de jerarquía con los orientales era evidente. Salvo un milagro, se perdía igual.

Ante Colombia, la expresión de la Roja es de lo mejor que se apreció desde la pandemia a partir de la envergadura del rival.Los problemas de finiquito permanecen. Chile tuvo cinco opciones claras frente al meta Camilo Vargas y un gol anulado; Colombia no llegó nunca. Brayan Cortés descolgó un par de centros. Mérito del conjunto nacional que se impuso en el trámite a un adversario que lo superaba con largueza desde lo individual. Despuéshubo que apelar a la banca y se extravió la pelota, pero el rival no dañaba.

Hay que mantener la tranquilidad, aunque la dictadura implacable de los puntos nos avisa que si frente a Perú y Venezuela no se suma un mínimo de cuatro unidades el destino de Eduardo Berizzo está casi sellado. Hay interesados en que le vaya mal, para meter a su reemplazante, los mismos que armaron la operación en marzo, cuando se jugó el amistoso con Paraguay.

Desde la ANFP nos advirtieron esa vez que no había plan B y que estaban enterados de movimientos externos para generar el ambiente que sacara al técnico. El escenario sería imposible de manejar, en un medio que aún cree que el equipo es el mismo del ciclo que concluyó con la eliminación a Rusia 2018.

Hoy no se dispone de esa pelota filuda de Gonzalo Jara, de la irrupción de Mauricio Isla en la derecha, de los piques y centros de Jean Beausejour, del pase y pausa de Jorge Valdivia, de la continuidad de Matías Fernández, de la electricidad de Eduardo Vargas y tampoco hay un bombero como Esteban Paredes.

Chile está en un proceso de construcción con otros atributos: la batalla en la mitad de la cancha y la intensidad para correr y presionar, porque sus argumentos corren por otros carriles. Se sumó a Matías Catalán y Rodrigo Echeverría y aguardamos que alguno de losque fueron al fútbol argentino en este segundo semestre dé el saltopara pelear una camiseta.

Mientras esperamos el desenlace de octubre, veremos la definición del Ascenso y si Cobresal da el golpe, coronando una campaña extraordinaria de Gustavo Huerta.