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Desde las cenizas

La gran historia del deporte está en otra parte y no hay en Chile un lugar donde sostenerla, exhibirla y cuidarla.
Foto: Photosport
Antonio Martínez27 de mayo, 2023
El incendio de la casa de Leonel Sánchez se llevó paredes, living y estantes donde el jugador mantenía sus cosas: trofeos y recuerdos.

Quedaron cenizas y escombros que se sacan con carretilla; y su familia espera que una mano generosa y azul los apoye en una tragedia que se tragó lo material, pero no las vidas, que se recomponen.

En Chile las desgracias señalan lo que falta y alumbran eso tan terrible: la vasta dimensión del subdesarrollo. Solo después de terremotos, incendios e inundaciones, viene lo que no se hizo y se crea alguna institucionalidad distinta, eventualmente mejor.

¿Será un punto de partida lo ocurrido en mayo del 2023, cuando a Leonel se le quemó su casa familiar en la comuna Recoleta?

De seguro que no.

En otros países hay museos donde se conserva la historia y memoria del deporte, pero es un asunto de museografía y por lo tanto de búsqueda, restauración y exhibición, con técnicas específicas y cuidadas.

No son los trofeos de un club determinado ni el mercado de camisetas con marcas cambiantes que duran medio año.Y desde luego son instituciones alejadas de temas como el aniversario de Universidad de Chile y por qué no invitaron a tal y cual personaje a las ceremonias. Asuntos fútiles e inútiles, vinculados a la vanidad y tontería, cuestiones de historia egoísta y pequeña.

La gran historia del deporte está en otra parte y no hay en Chile un lugar donde sostenerla, exhibirla y cuidarla.

Si existiera, las viejas estrellas podrían dejar sin costo sus recuerdos, los con mejor fortuna, probablemente. Y a los que viven de forma precaria, el Estado podría comprarle sus personales tesoros. Para todo lo anterior, claro, se requiere evaluación y especialistas, idea y proyecto, también un edificio y un museo del deporte nacional.

¿Tendrán objetos y recuerdos Elías Figueroa, Caupolicán Peña, Ignacio Prieto, “Chita” Cruz o Sergio Navarro? ¿El “Pato” Cornejo o Iván Moreno? ¿José Sulantay y Nelson Acosta?

Un museo que aspire a ser equivalente al Bellas Artes o al de la Memoria. En lo nacional y en lo que pertenece a todos, eso ocurre con las selecciones, pero también cuando un equipo supera su barrio y domicilio: Ballet Azul, Colo Colo 73,Cobreloa de las dos finales o Panzers del 68. A veces nombres propios incorporados: el San Felipe del guatón Luis Santibáñez, el Palestino de Oscar Fabbiani o la UC de Gorosito y Acosta.

Cada equipo, en algún momento, fue nacional, y cada uno colocó su peldaño, para un museo ancho y generoso.

¿Será el Rangers de Rodolfo Begorre?

La Calera del “Mago” Saavedra.

Santiago National y su estrella Apolonides Vera.

Deportes La Serena y Carlitos Verdejo.

La historia está poblada con nombresdel pasado y son demasiados los ignorados, porque pasa el tiempo, se esfuman los cuentos, se va la memoria, vienen las cenizas y así son las cosas: no puede ser otra manera.

Para eso un museo, para protegerse de las llamas.
Antonio Martínez

es periodista y crítico de cine; fue editor de Cultura de “La Época”, jefe de redacción de “Hoy” y director editorial de Alfaguara. Fue corresponsal, desde España, de “Estadio”, y columnista de “Don Balón”. Autor de “Soy de Everton, y de Viña del Mar” (2016), y junto a Ascanio Cavallo, de “Cien años claves del Cine” (1995) y “Chile en el cine” (2012).

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