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Cárcamo, el último sobreviviente de la Unión Española campeona del 51: “Le hice un gol de pecho al ‘Sapo’ Livingstone”

Tiene 92 años y una memoria prodigiosa. Fue campeón además con Palestino 55, de la mano del “Muñeco” Coll, “el mejor de mi tiempo, junto con Manuel ‘Colo Colo’ Muñoz y el ‘Charro’ Moreno de la UC”. También jugó en la U y vio los comienzos de Leonel. “De cabrito era bueno pa’ los combos”, cuenta. Del histórico portero de la UC y la Roja agrega: "Era un cachetón, un engreído".
Antonio Valencia26 de marzo, 2023
“Soy el único que va quedando del equipo de Unión Española campeón de 1951. Seré el último en llegar. También fui campeón en Palestino en 1955, pero ahí ni se acuerdan de mí”, dice Raúl Cárcamo, próximo a cumplir 93 años.

En su departamento de Santiago centro cuelga una portada suya en la Revista Estadio de 1951 y una formación de la U de 1954. “De ese equipo solo quedo yo y Braulio Musso. De Palestino 55, creo que no quedan. Una vez fui al negocio del ‘Tano’ Almeyda y me dijeron, ‘no, si ya murió’”.

—¿Cómo jugaba usted?

Cárcamo abre una carpeta y saca una Revista Estadio. Crónica de dos páginas de Pepe Nava con el título “Hormiguita Negra” y una bajada que dice: “Raúl Cárcamo desmiente, con su juego notable, la primera impresión de su físico precario”. Luego se lee: “La lluvia formó a este insider cachañero y escurridizo, maestro del taquito y la finta de cuerpo, amo y dominador del balón. Este insider-émbolo que llegó, vio y venció”.

Recuerda Cárcamo su infancia en Corral, oyendo por la radio fútbol argentino y tomando leche al pie de la vaca en un cerro. “Allá no llegaban radios chilenas, así que estaba la radio Splendid de Argentina. Me hice hincha de Independiente. Imaginaba las jugadas y me divertía solo con pelotas de trapo. Mi ídolo era Vicente de la Mata”, confiesa antes de recitar de memoria la formación del rojo de Avellaneda de fines de los años 30 con Antonio Sastre y Arsenio Erico.

También recita las alineaciones de cada equipo que integró: Unión Española (1951-1952), la U (53-54) y Palestino (55-56).

“Ya cuando tenía 18 años, Félix Caballero, que fue arquero de Colo Colo, me ve jugar y me lleva al Lord Cochrane de Concepción, el equipo más fuerte de la zona junto a Fernández Vial. Ese clásico repletaba el estadio. Era como un Colo Colo-la U, pero el Lord Cochrane era el equipo ‘pituco’. De ahí me quiso llevar Colo Colo y la Unión Española. No quise ir a Colo Colo, y yo era hincha de Colo Colo, porque mi primo, que también jugaba, me dijo que allí me iban a hacer la cama”.


Unión Española 1951. Raúl Cárcamo aparece agachado, segundo de derecha a izquierda, flanqueado por sus "compadres" Mario Lorca y Pedro Hugo López.

El promisorio jugador llegó a la capital solo y con 19 años, porque el club hispano se había desecho de dos refuerzos argentinos que no funcionaron. Su pase costó 180 mil pesos.

“Me alojaron en la sede de Unión, que estaba en Estado con la Alameda. Era un edificio como de cuatro pisos que tenía hasta salón de baile. Yo me iba a jugar al Santa Laura en unos trolebuses que salían de calle Nueva York”, recuerda el delantero incansable.

“Yo tenía una resistencia extraordinaria. Y era muy hábil con la pelota: hacía rabonas y en los partidos recorría como diez metros dominando la pelota. Aprendí a jugar solo al fútbol, nadie me enseñó. No sé, tenía facilidad”, describe.

“Llegué a Unión un miércoles, entrené el jueves y don Isidro Lángara, el técnico, me ve y ese mismo fin de semana debuto contra el Audax. No salí más. El equipo empezó a ganar desde que llegué, como en la fecha 8, y salimos campeones en la final contra el Audax, que era el mejor de la época, además de la UC”, recuerda.

—Lángara era español que fue pichichi tres veces España y fue seleccionado.

“El mejor técnico que tuve. Me corrigió cómo me amarraba los zapatos. ¡Y cómo le pegaba a la pelota! Él sacó campeón a ese equipo de Unión en que estaba Atilio Cremaschi, Hernán Fernández, Pedro Hugo López, Mario Lorca. Nos hacía entrenar subiendo las galerías del Santa Laura. También tuve al ‘Zorro’ Álamos en la U el 54, pero con él no pude jugar mucho, porque yo ya estaba trabajando en el banco y me costaba llegar. Puso a José Santos Arias”.


Cárcamo en la U de 1954 que dirigió Luis "Zorro" Álamos. Agachado, es el segundo de derecha a izquierda. al año siguiente fue transferido a Palestino, club donde ganó su segundo título en los 6 años que jugó en el fútbol profesional.


—Y en Palestino campeón el 55, ¿se acuerda del entrenador?

“Un húngaro o de esos lados”.

—Era serbio, Miodrag Stefanovic.

“¡Ese!, Stefanovic. No hablaba castellano, usaba un intérprete que también hablaba mal español. En ese equipo estaba el ‘Muñeco’ Roberto Coll, un argentino que era muy caballero, muy correcto y a calladito, ¡si no parecía argentino! Era un jugador que las hacía todas, extraordinario, pero extraordinario. Bueno, Coll nos juntaba antes de entrar a la cancha y nos decía: ya muchachos, juguemos nuestro fútbol, olviden las instrucciones del entrenador. Teníamos demasiados buenos jugadores. A diferencia de lo que vi en Unión, donde el mérito fue del DT, ese Palestino lo sacaron campeón los jugadores. Yo no era titular, pero cuando jugué (seis partidos en total desde el inicio), hasta marqué tres goles en el 9-3 sobre Ferrobadminton”.

—¿Cuáles fueron sus mejores goles?

“Una vez le hice un gol de chilena a Daniel Chirinos (Audax), al Everton le marqué con un tiro casi desde la mitad de la cancha y también controlé una pelota hincado de pecho: el estadio asombrado por la jugada que no habían visto nunca. Yo era diferente. Taquitos, rabonas. Ah, otra vez, tiene que haber sido en 1952, le hice un gol con el pecho al ‘Sapo’ Livingstone, que era cachetón, un engreído. Trataba mal a los compañeros y a los rivales. La Católica tenía un equipazo: jugaban el ‘Charro’ Moreno, Montuori que después jugó en la selección de Italia, también estaba Andrés Prieto”.

—El “Charro” Moreno, el mejor extranjero que pasó por Chile.

“Es que era extraordinario. Nunca me olvido de una jugada: Raimundo Infante no mandaba centros medidos, mandaba balazos, y desde fuera del área, habrán sido a uno 15 o 20 metros del arco, ¡¡veo al Charro elevarse, tremendo animal y mandar un cabezazo seco impresionante!!! Oiga, y sobre la misma veo volar a ‘Nano’ Fernández… noooo, otra cosa. Jugaba increíble. De lo mejor que vi, junto con Manuel ‘Colo Colo’ Muñoz, el tocopillano rápido y encarador, ¡hoy el jugador chileno no encara, no driblea! ¿quién driblea en Chile? Bueno, estaba también el ‘Muñeco’ Coll, diría que Coll fue hasta un poco mejor que Moreno, que llegó con sus años a Chile”.

—Y era bien bohemio el ‘Charro’, bueno para la noche.

“Claaaro… si yo no era el único, si los jugadores de fútbol farreaban de lo lindo. En la Unión había uno que se arrancaba y lo pillaron”.

—Su mejor año fue en Unión el 51.

“Si, porque el 52 fui un fracaso. Es que tenía suerte yo con las mujeres. Fíjese que el 52 nos fuimos de gira con Unión a Uruguay. Jugamos contra Peñarol y Nacional en el Centenario lleno y nos golearon. Pero estando allá se me acerca un dirigente del club Danubio a ofrecerme contrato. ¡Todavía me arrepiento! Ni siquiera escuché cuánto me ofrecían y le dije que yo me devolvía a Chile… tenía una polola en Santiago”.

—¿A la selección chilena pudo llegar?

“Me llamaron para una selección que iba a jugar un Panamericano en Santiago junto con Pedro Hugo López y Mario Lorca. Yo me juntaba mucho con ellos, y teníamos que llegar a las 7 de la tarde a la selección y ellos me decían ‘pa’ qué, lleguemos a las nueve’ y hasta ahí no más llegamos los tres. Luis Tirado nos sacó de la selección.”

—Por indisciplinado.

“Claro. Agaché la cabeza no más. Me tildaron de borracho, mentira, ¡si yo ni tomaba!, pero me juntaba mucho con Pedro Hugo López y Lorca, que tenían mala fama…”.

—En la U 1953-1954 conoció a Leonel Sánchez, ¿no?

“Claro, él estaba cabrito y ya era bueno para los combos. Era hijo de boxeador. Una vez en el sur contra Rangers escucho un alarido y veo a un rival tirado en el suelo con la cabeza ensangrentada y al lado estaba Leonel: le había pegado porque me dijo que le había querido pegar. Después, en el Mundial del 62, le aforró al italiano”.

—Jugó clásicos universitarios.

“Un espectáculo de las barras. Una vez jugamos tan de noche, ganamos 1-0 con autogol del ‘Chico’ Carvallo, que lloraba por ese autogol, que el partido terminó como a las tres y media de la mañana. El año 53 en la U tuve un año extraordinario, pero el 54 anduve como la mona”.

—¿Las mujeres de nuevo?

“No, yo no le daba la importancia que debía al fútbol. Si me retiré muy joven, tenía 26 años. Estaba cabreado porque entrenaba de martes a viernes, trabajaba en el Banco de Crédito e Inversiones, que el dueño era el presidente de Palestino y tenía una textil, jugaba el sábado por el banco y el domingo por Palestino. Me retiré y seguí trabajando en el banco. De hecho, ganaba más en el banco que en fútbol. Después llegué a ser gerente de las sucursales de Concepción, Iquique y Arica”.

—¿El jugador más rudo?

“Yo no le tenía miedo a nadie. Tenía personalidad. Pero me acuerdo en ese viaje a Uruguay me tocó por casualidad darle la mano a Schubert Gambetta… ese huevón no daba la mano, si casi me quiebra la mano. Hacía eso pa asustar desde el comienzo, y la cara que tenía, mejor ni mirarlo”.

—¿El mejor partido que vio?

“Un Colo Colo que le hizo seis goles al Santos de Pelé, y Mario Moreno le dio un baile al lateral. Fue en invierno. Pelé el mejor que todos, mejor que Maradona, que lo vi jugar por Argentinos Juniors contra Colo Colo, mejor que Messi. Mis tres mejores de la historia fueron Pelé, Messi y Vicente de la Mata, mi ídolo de infancia que nunca vi jugar y solo escuché por radio”.
Antonio Valencia

es redactor de Deportes El Mercurio.

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