Santiago de Chile.   Dom 11-05-2025
22:08

Puesto de cancha

Los futbolistas y entrenadores retirados de años a esta parte y ya de manera acelerada, coparon los programas de conversación y las transmisiones de los partidos en los canales deportivos, incluido el chileno, donde la tendencia es que los periodistas van para minoría.
Foto: David Velásquez
Antonio Martínez10 de mayo, 2025
Hay excepciones, pero en los partidos de las copas Libertadores y Sudamericana, la norma es un relator y un comentarista que es un exfutbolista, donde el periodista asume el rol del puesto de cancha, una asignación que en el organigrama de la transmisión es el hombre o la mujer de trinchera, carne de cañón y un rango menor en comparación a los dos primeros que ocupan la caseta por lo alto o un estudio cómodo, donde lo habitual es servirles té, café y si hay suerte algo para el diente.

Al de abajo y de pie, pegado a las bancas y sosteniendo el micrófono, lo habitual es preguntarle por la temperatura y si llevó abrigo o parka, y cómo está el frío o la llovizna o el viento, según usted, y usted, hombre o mujer puesto de cancha, quizás periodista universitario y titulado, responde lo que a nadie le interesa.

Los futbolistas y entrenadores retirados de años a esta parte y ya de manera acelerada, coparon los programas de conversación y las transmisiones de los partidos en los canales deportivos, incluido el chileno, donde la tendencia es que los periodistas van para minoría.

Las empresas prefieren rostros del fútbol, y los famosos cuentan con un ingreso extra porque además son rostrosde las casas de apuestas que patrocinan el fútbol y su canal TNT Sports. Es normal que el rostro que participa de un programa o transmisión sea también rostro de la empresa que auspicia dichos espacios.

No hay problema, su conocimiento y flexibilidad partió cuando conocieron los clubes por dentro y fueron empleados en el terreno de juego —jugador o entrenador— y en ocasiones la relación se extendió a la parte administrativa como gerente, asesor o consejero.

Eso explica que mantengan su red de contactos con los futbolistas y técnicos en activo, conservan sus teléfonos, la amistad que nació en el oficio y siguen vigentes los códigos de silencio, complicidad y camaradería. También la red de contactos con los pasivos que los llaman en pleno programa para un saludo o porque sí. Así que son leales con la familia del fútbol, con justa razón, porque en ese mundo han vivido y progresado.

En otras épocas los programas separaban roles para no contaminar la información ni mezclar intereses.

Era un intento por purificar la calidad de las opiniones con el fin de darle sustento y credibilidad a la información.

Y para eso era esencial la independencia de las fuentes de agua, amistad, dinero, auspicios y especies.

Sobre todos estos asuntos había marco teórico y valórico, un bien social que preservar y hasta ramo de ética periodística.

De seguro que lo anterior, oficio y presencia del periodista en los canales deportivos, despierta el mismo interés que la novela medieval “Vida del pícaro Guzmán de Alfarache”.

En esta retirada lenta, pero segura, el epílogo se escribe en los bordes y no hay más ubicación que los puestos de cancha.
Antonio Martínez

es periodista y crítico de cine; fue editor de Cultura de “La Época”, jefe de redacción de “Hoy” y director editorial de Alfaguara. Fue corresponsal, desde España, de “Estadio”, y columnista de “Don Balón”. Autor de “Soy de Everton, y de Viña del Mar” (2016), y junto a Ascanio Cavallo, de “Cien años claves del Cine” (1995) y “Chile en el cine” (2012).

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