El dato es demoledor: los últimos seis monarcas del fútbol chileno fueron adiestrados por entrenadores extranjeros. Bajo ese prisma no es descabellada la nueva escena del 2022, donde ya están asegurados nueve técnicos foráneos en un total de 15 equipos confirmados en Primera.

Siete nacieron en Argentina: Gustavo Quinteros (Colo Colo), Patricio Graff (Coquimbo Unido), Francisco Meneghini (Everton), Mariano Soso (O’Higgins), Gustavo Costas (Palestino), Martín Anselmi (Unión La Calera) y Cristian Paulucci (Universidad Católica). A ellos se suman el venezolano Juan Tolisano (Antofagasta) y el colombiano Santiago Escobar (Universidad de Chile).

La preferencia viene arraigada en los últimos años: la temporada 2021 anotó en la largada a nueve forasteros en 17 instituciones participantes, 11 en 2020 (18 clubes), nueve en 2019 (16) y una decena en 2018 (16).

“Hay que reconocer que vienen algunos muy capaces, muy buenos. Es una tendencia histórica, incluso el primer seleccionador del país fue extranjero también. Es una realidad que los DT chilenos vamos quedando rezagados en oportunidades, no se respetan trayectorias y quedamos subordinados a lo que deciden los clubes y los representantes, pero tampoco se trata de reclamar contra los extranjeros, me tocó serlo por largo tiempo en Francia. Pero por otro lado varios no habrían llegado nunca”, reflexiona el técnico Roberto Álamos, hijo del mítico “Zorro”.

“Es que cada país defiende lo que forma, acá está el INAF, que está ligado a la Federación. Me tocó estar ahí hasta 2011 y ahí se me pidió opinión sobre una normativa para regular la llegada de entrenadores de afuera: propuse un requisito de haber dirigido tres años en Primera, pero después no sé qué pasó y eso lo sacaron. Los únicos que se eximían de un examen eran los campeones del mundo o de la Copa Libertadores, en esos tiempos (Hugo) Tocalli o el ‘Tolo’ Gallego. Eso sirve para evitar que llegue gente sin pergaminos, como sucede mucho, los ponen, les va mal y los vuelven a poner en otro club”.

La predisposición a elegir coaches de otras latitudes está expandida por la región. El campeonato ecuatoriano 2022 tendrá 11 entrenadores extranjeros de un total de 16 cupos, mientras en Perú está la misma cantidad para 18 puestos de trabajo. En ambos casos el DT campeón de 2021 vino de fuera: el portugués Renato Paiva y el argentino Carlos Bustos, respectivamente. En la máxima categoría de Bolivia la mitad de los clubes siguieron el mismo camino (ocho de 16), con dos chilenos en vitrina: Rodrigo Venegas (Blooming) y Sebastián Ñúñez (Real Potosí). Para 2022 el primero sigue, mientras que Miguel Ponce se suma a Jorge Wilstermann, con lo que la cifra llega a nueve.

El resto de la región es más recatado. El Brasileirao 2021 culminó con cuatro allegados (en 20 clubes), dos de ellos con pasado en Chile: Juan Pablo Vojvoda (Fortaleza) y Gustavo Florentín (Sport). En 2022 serán seis. En Colombia también serán seis de 20, incluyendo al chileno Manuel Suárez en el Cortuluá. Paraguay también se tienta con el mercado internacional y para 2022 se anuncian cinco foráneos de 12. En Venezuela, solo dos.

El certamen uruguayo arrancó con dos foráneos (de 16) y lo cerró solo con locales, los que permanecerán en 2022. En Argentina (26 participantes) solo queda el uruguayo Gustavo Munúa (Unión), después de que Alexander Medina cambiara Talleres de Córdoba por el Inter de Porto Alegre.

“Me sorprende que tantos clubes opten por técnicos extranjeros, cómo saben que son buenos entrenadores, porque al final del día pasan muchos que no dan resultado, los despiden y vuelven a traer otro extranjero. En nuestro caso elegimos un DT nacional (César Bravo) por los resultados que logró en 2021, además tenemos la garantía que conoce el mercado chileno y eso reduce el margen de error. No tenemos oficina técnica en el club, por eso nos apoyamos mucho en el conocimiento del DT”, dice Luis Baquedano, gerente de Unión Española.

“¿Si es más caro un chileno o un foráneo? Es bien relativo, pero por lógica es más barato un técnico nacional, el que viene de afuera además del salario hay que adicionar pago de casa y algún otro ítem, se encarece (…) En su momento trajimos a (Martín) Palermo, pero él tenía un prestigio, lo que tampoco te asegura resultados. Después, seguimos con nacional: ‘Nano’ Díaz, Ronald Fuentes, Jorge Pellicer, toda gente de fútbol, que nos daba garantías. Me inclino por el entrenador chileno, conoce la industria local”, añade la autoridad del club hispano.

“Esta tendencia de priorizar técnicos extranjeros por sobre nacionales se ha dado bastante en el último tiempo. Me ha tocado entrevistar y contratar entrenadores foráneos y chilenos, pero no se puede etiquetar cuál es mejor. Tiene que ver más con la individualidad y también con la voluntad de trabajar junto a una contraparte del club, ya sea una dirección deportiva u oficina técnica. Capaz que incide que el fútbol afuera está más valorizado. El fútbol argentino o uruguayo, llegan a instancias superiores al nuestro y eso hace proyectar que si traes a DT de esos medios a este ecosistema pueden impactar de forma positiva. Y además hay precedentes: la Copa Libertadores de 1991 fue con Jozic, el tetracampeonato de Colo Colo con Borghi, la Sudamericana de la U con Sampaoli, el peak de rendimiento de la selección con Bielsa y Sampaoli, todos extranjeros, eso también pesa en la toma de decisiones”, analiza Roberto Kettlun, con oficio en la dirección deportiva.

“El mercado está globalizado”, apostilla Miguel Ángel Arrué, chileno que dirigió por 34 años en el exterior (Perú, México y Ecuador). “Los técnicos no elegimos dónde y a quién dirigir, es una lucha que va de la mano de lo que piensen los dirigentes, no hay secretos: cuando se cruza la oportunidad y el talento hace click. Me gustaría que se diera más oportunidad a los compatriotas, hay unos muy buenos que no tienen ni chances en proyectos de menores, eso duele, pero al mismo tiempo sería inconsecuente, porque llevo mucho tiempo trabajando fuera. ¿Qué hacer? Perfeccionarse, estar actualizado y cuando llegue la oportunidad sacar resultados, nada más”, esboza el iquiqueño.