Recomendaciones para mejorar la polinización y cuaja en almendros
Hacer un adecuado trabajo con las colmenas de abejas y aplicar determinados reguladores de crecimiento en momentos determinados del año, ayudarán a que estos procesos se realicen con éxito.
Rolando Araos Millar
Las abejas cumplen un rol fundamental en la polinización
del almendro. Crédito: Depto. de Fruticultura y Enología de la PUC.
Asegurar una buena polinización y cuaja en los huertos de almendros resulta fundamental para lograr, al final de la temporada, un buen volumen y calidad de cosecha.
Si bien estos procesos, que se extienden entre agosto y septiembre, suelen depender de las condiciones climáticas de una temporada específica, pueden ser mejorados a partir de hacer una buen manejo de las colmenas en los campos y aplicar determinados productos, entre otros.
“El momento clave para comenzar con estas tareas es al inicio del proceso de apertura de las flores del almendro, lo que ocurrirá dentro de los próximos días”, asegura Carlos Sotomayor, académico de la Facultad de Agronomía e Ingeniería Forestal de la Pontificia Universidad Católica.
Trabajar con las colmenas
El almendro es una especie que requiere de las abejas para lograr una adecuada polinización, por lo que hacer un adecuado manejo de las colmenas será fundamental para obtener buenos resultados.
Gamalier Lemus, investigador del INIA Rayentué, asegura que esto se logra usando un mínimo de seis colmenas por hectárea, aunque si se utilizan más, las posibilidades de alcanzar una mejor polinización aumentarán.
De igual forma, sostiene que se debe hacer una mejor distribución de estas herramientas en el huerto —no deben quedar todas juntas—, con el fin de que las abejas puedan llegar a la mayor cantidad de árboles posibles. Esto, según el investigador, es especialmente importante en estos días, donde existe una gran escasez de estos insectos.
“Todo lo anterior, en todo caso, dependerá de que las temperaturas oscilen entre 15°C y 20°C, debido a que la flor del almendro dura de 48 a 72 horas antes de senescer. Por lo mismo, si la flor se abre y en ese lapso de tiempo la temperatura no es la óptima, es muy difícil que esta sea visitada por las abejas, disminuyendo la fructificación potencial”, complementa Gamalier Lemus.
Por lo mismo, advierte que es importante que las colmenas cuenten con un número abundante de abejas y que estas sean, en lo posible, jóvenes, sanas y estén protegidas del frío, el calor extremo y la deshidratación.
Según Gamalier Lemus, una alternativa para apoyar el trabajo de las abejas en el huerto es incorporar Bombus sp, un insecto polinizador que incluso bajo condiciones desfavorables es capaz de ayudar en este proceso.
Atención con los fungicidas
Carlos Sotomayor comenta que en el estudio que encabezó también se pudo acreditar que los fungicidas con los ingredientes Captan, Propiconazol y Tebuconazol impactaban negativamente en los procesos de polinización, cuaja y fructificación.
“En el caso de Cyprodinil, Miclobutanil e Iprodione, estos fueron mucho menos problemáticos para el almendro, independiente de la variedad, por lo que si el productor puede optar por estas alternativas, podría tener un mejor resultado productivo”, advierte.
Variedades polinizantes
Otro aspecto importante que se debe considerar en este proceso es que hay algunas variedades como nonpareil —la más plantada en Chile— que son autoincompatibles, es decir, necesitan de otras variedades para ser polinizadas.
En ese sentido, Lemus hace un llamado a todos los productores que trabajen con este tipo de variedades a mantener en sus huertos un porcentaje mínimo de 11% de variedades polinizantes.
“Esto, en la práctica, implica que cada variedad polinizante deberá estar rodeada por 8 plantas de la variedad principal”, afirma.
Es más, el investigador recomienda que en zonas de clima riesgoso, es decir, donde se puedan producir heladas, se aumente la presencia de variedades polinizadoras hasta 20%, especialmente si el objetivo del productor es exportar la fruta. Con esto, dice, las probabilidades de tener una buena polinización aumentan bastante.
Los reguladores de crecimiento
Por su parte, la cuaja, que corresponde a la fecundación de la flor, puede ser mejorada a través de la aplicación de determinadas fitohormonas o reguladores del crecimiento.
“Estas sustancias no solo permiten aumentar la cuaja frutal sino también sostenerla en el tiempo, especialmente en casos de inclemencias climáticas o algún tipo de desfase en los polinizantes”, explica Carlos Sotomayor.
Esta situación quedó de manifiesto en un estudio realizado por la Fundación para la Innovación Agraria (FIA), la Fundación Agro UC y la Facultad de Agronomía de la Pontificia Universidad Católica de Chile (PUC), donde se testearon durante tres temporadas diversos reguladores de crecimiento como NAA-800 (ácido naftalenacético), X-Cyte (kinetina), Ácido Giberélico (AG3), Splendor (Tidiazuron), Promalina (benciladenina + giberelinas), Point Tomatomone (auxinas + giberelinas) y Brassinolide (brasinoesteroide), y ReTain, los cuales fueron aplicados a través de aspersión sobre flores de las variedades nonpareil, carmel, y fritz.
Según Carlos Sotomayor, que fue coordinador del estudio, de los productos testeados hubo tres que mejoraron significativamente la cuaja frutal: Brassinolide (46%), Point Tomatomone (44%) y ReTain (42%).
Por otro lado, Splendor y el ácido giberélico mostraron resultados iguales al del testigo (36% y 37%, respectivamente). Los resultados de X Cyte y NAA-800, en tanto, fueron significativamente inferiores a los del testigo (30% y 29%, respectivamente).
“Estos resultados muestran la potencialidad del uso de algunos de estos reguladores para productores que pueden beneficiarse cuando las condiciones para la polinización se presentan adversas”, asegura Sotomayor, quien agrega que las dosis a aplicar deben ser decididas por un asesor experto.
Sotomayor agrega que si en condiciones ideales y sin intervenciones externas la cuaja suele llegar a 30%, realizando las aplicaciones de reguladores de crecimiento en el momento adecuado esta puede aumentar a 40%.
“Suponiendo que un huerto de 416 plantas produce 20 mil flores, de las que cuaja el 30%, la producción será de 2.500 kilos de pepas por hectárea. A un precio conservador de US$5 por kilo se podrían lograr ganancias de US$ 12.500 por hectárea. Bajo esa base, al lograr 40% de cuaja se podría eventualmente llegar a US$ 16.000 o US$ 17.000”, explica Sotomayor, aunque advierte que todo va a depender de las condiciones del predio y la variedad con la que se trabaje, entre otros factores.
Minerales para la floración
Otra alternativa para mejorar la cuaja frutal es realizar aplicaciones de boro, zinc y nitrato de potasio a inicios de floración, es decir, a principios de agosto.
“En nuestra experiencia ha sido muy efectivo entregar a la planta ácido bórico en dosis de 80 g/100 L, óxido de zinc 80 g/100 L ó Nitrato de Potasio 80 g/100L como aspersiones en floración. Especialmente recomendable es la combinación de ácido bórico 40 g + óxido de cinc 40 g/100 L de agua a inicios de la floración”, afirma Sotomayor.
De todas formas, el experto indica que estas aplicaciones no buscan corregir eventuales deficiencias, sino más bien favorecer la germinación del polen y el desarrollo de los tubos polínicos del polen y así asegurar el proceso de fecundación de los óvulos.
