Las bases para aumentar el potencial productivo de los huertos
Conseguir buenos resultados en el largo plazo dependerá de varias variables, aunque la utilización de zunchos a partir del primer año es una de las más importantes.
Rodrigo Rivadeneira, asesor experto en almendros.
Rodrigo Rivadeneira, asesor y experto en almendros.
Crédito: Rodrigo Rivadeneira.
El mejor camino para aumentar la rentabilidad de los huertos de almendros del país no pasa por usar nuevos sistemas de producción sino más bien por mejorar el sistema americano tradicional que utilizamos en nuestros huertos.
En ese sentido, hacer las cosas bien desde el principio nos permitirá ahorrarnos una serie de problemas en el futuro, lo que es muy importante si pensamos que el objetivo de cualquier productor es tener un huerto productivo por mucho tiempo.
Así, en el caso de que se desee comenzar un proyecto desde cero, será importante que antes de establecer la plantación se realice un estudio climatológico, que nos muestre dónde estamos parados, y un mapeo de suelo, con el fin de definir las características físico-químicas, la capacidad de estanque y punto de infiltración de este, entre otras cosas.
Afortunadamente, en la actualidad existen diversas empresas que nos pueden ayudar —a un precio bastante razonable— a realizar este trabajo, lo que a la larga nos permitirá realizar un mejor diseño de riego, pues la idea no es regar todas las zonas del campo igual, ya que cada una de ellas tiene demandas y requerimientos distintos.
Preparación de suelo
Otro aspecto importante a considerar antes de establecer un huerto es llevar a cabo una adecuada preparación del suelo, a partir de las condiciones que presente el terreno. Esto, en la práctica, significa que el productor tendrá que usar la maquinaria más acorde al desafío que tenga que enfrentar.
Si bien a mí me gusta bastante el bulldozer, hay veces en que lo mejor, debido a los distintos perfiles del suelo y sus estructuras, es usar una garra que nos permita mezclar mejor las diferentes texturas. Pero más allá de lo que se use, lo importante es que al final del proceso tengamos un suelo permeable, disgregado y descompactado a la mayor profundidad posible (mínimo 1 metro). Todo esto, dependerá, por supuesto, de la profundidad efectiva que tenga el terreno.
Una vez finalizada esta parte del trabajo, el productor tiene que concentrarse en nivelar el campo, para lo cual debería usar maquinaria que permita, entre otras cosas, sacar las piedras y mejorar las imperfecciones que puedan complicar las labores y la cosecha a futuro. Una de las más baratas para ello es la motoniveladora. Nosotros, por ejemplo, lo máximo que hemos estado trabajando con ella es hasta 6 horas por hectárea, con resultados bastante buenos.
En lugares del huerto donde existan pocas piedras o estas sean más pequeñas, y donde las condiciones del suelo sean las ideales —ya que si hay mucha humedad se puede generar un efecto negativo— se puede pasar un rodillo compactador. Esto, de todas maneras, dependerá de la cantidad de materia orgánica que tenga el suelo, pues la idea es no volverlo a compactar con el paso de la máquina.
Diseño de riego
Los huertos de almendros necesitan precipitaciones de 1,7 a 2 mm por hora. Entregar más no se justifica, debido a que es bastante caro.
Partiendo de esa base, una buena alternativa es instalar goteros de 2 a 3 litros, a una distancia de entre 50 y 70 cm. Todo esto, por supuesto, dependerá de la capacidad de infiltración, textura y composición que tenga ese suelo.
Incluso en los últimos años junto a mi equipo hemos probado con bastante éxito llevar a cabo riegos diferenciados a partir de la variedad plantada. Así, por ejemplo, estamos regando la Nonpareil en distinto momento que los polinizantes, debido a que se trata de variedades distintas, con requerimientos de riego y fertilización diferentes.
Si bien muchos pueden pensar que esto es a la larga más caro, la verdad es que no es así, debido a que la bomba de riego usa el mismo caudal. Además, en rigor, se está regando la misma cantidad de hectáreas.
Usar el zuncho es fundamental para darle la forma adecuada
al árbol. Crédito: Rodrigo Rivadeneira.
Plantación y trabajos
Las plantaciones se deben hacer con plantas terminadas en vivero, de dos años, que tengan un buen vigor y buenas raíces.
En ese sentido, es importante que el productor vaya acompañando el proceso de crecimiento de las plantas en el vivero, con el fin de que pueda supervisar su desarrollo y sepa de manera oportuna si hay algún problema con ellas.
Una vez que la planta es establecida en el suelo, hay que trabajar en darle una forma de vaso semi cerrado, con el fin de incentivar los crecimientos laterales que es donde finalmente se colgará la fruta. Si el vaso se tiende a abrir es muy probable que nos llenemos de chupones improductivos, los cuales corresponden a crecimientos auxínicos.
Para ello hay que partir rebajando la planta a una altura de 120 cm. Paralelamente hay que apitonar levemente y sin dañar las yemas primarias que traen las plantas.
Durante el crecimiento de la primera hoja, hay que dejar un tronco despejado de entre 70 y 80 cm, para lo cual el material no debe ser cortado con tijeras sino que idealmente con una cortaplumas, lo que permitirá que la yema o el brote se afeite, sin peligro de que exista rebrote. Lo mismo ocurre con los sierpes. Este es un trabajo que se hace una sola vez, sin la necesidad de repasar.
Durante el primer año, a las plantas deberían crecerles alrededor de 8 a 10 ramas, las cuales no deben ser manipuladas en toda la temporada de verano, debido a que aquellas que queden como ejes centrales y vigorosos harán que las segundas ramas tomen un ángulo perfecto de 45° o menos.
Una vez llegado el invierno, el productor deberá someter la planta a una poda, pasando de 8 o 10 ramas a solo 5, las cuales estarán muy bien anguladas y —de acuerdo a su madurez— entregarán fruta al año siguiente.
Una de las claves para conseguir buenos resultados productivos en los años posteriores será usar a partir de esta etapa zunchos —amarras plásticas usadas tradicionalmente en los pallets— y evitar los coligues.
El zuncho solo agarrará las ramas madres, descartando todas las secundarias, las cuales con el peso de la fruta quedarán horizontales. En rigor, con esta herramienta iremos tejiendo los árboles e instalando la fruta.
A la primavera siguiente, el productor tendrá que volver a podar, ojalá con un chuchillo, procurando botar toda la fruta que quede sobre el zuncho. Hay que descargar el árbol, es decir, sacar los brotes internos que cierran la copa y, con ello, la fruta. Con esto generaremos un muy buen crecimiento vegetativo y vertical de ramas madres y laterales como cargadores.
Es importante que en esta etapa no se lleve a cabo ningún despunte, con el fin de que se produzca un buen crecimiento lateral, que es donde se colgará la fruta.
Terminada esta acción, el productor deberá instalar un segundo zuncho, a 1 o 1,5 metros de distancia del que se puso el invierno anterior. Esta labor habrá que repetirla al año siguiente.
Si hacemos bien este trabajo por todo este tiempo, el árbol no necesitará ser podado una vez más. Es más, a la tercera hoja ya podrá ser cosechado con máquina.
Si se sigue este camino, un almendro al séptimo año podría estar produciendo alrededor de 3.000 kg/ha, cifra que mantenemos en nuestros huertos.