Producción de almendras en setos, una alternativa para aumentar la rentabilidad
Este modelo, que en Chile se encuentra en proceso de evaluación, permitiría adelantar la entrada en producción de los huertos al segundo año, alcanzar volúmenes de cosecha de hasta los 3.000 kilos de pepa por hectárea y mecanizar las labores de poda y cosecha, entre otras cosas.
Luis Muñoz G.
Variedad guara sobre Rootpack 20. Crédito: Agromillora.
La necesidad de aumentar la rentabilidad del cultivo de las almendras ha llevado a que cada vez sean más los productores en el mundo dispuestos a usar algunos de los sistemas de producción de alta densidad o súper alta densidad, los cuales se caracterizan por hacer un uso más eficiente del espacio, aumentar la precocidad y el potencial productivo de los huertos.
En ese sentido, uno de los que más destaca en el mundo es la plantación en setos, un método desarrollado por la empresa Agromillora que transforma los huertos tradicionales de tres dimensiones —en sistema de vaso— en verdaderas murallas productivas, bidimensionales y de baja altura.
“Con este sistema se puede mejorar de manera importante la entrada de luz a los árboles, adelantar la primera cosecha a los 2 años y medio, alcanzar volúmenes productivos de hasta 3.000 kilos de pepa por hectárea, mecanizar labores como la poda y la cosecha y, con ello, bajar los costos de producción, entre otras cosas”, aseguró Alberto Obregón, delegado comercial de Agromillora Iberia, durante su participación en el VII Seminario de Almendras, organizado por la Universidad Católica.
La base genética
Este sistema, que en Chile está siendo probado hace pocos más de tres años entre las regiones del Maule y la de Los Ríos, contempla una densidad de plantación de 2.857 plantas por hectárea (3,5 x 1,0 metros), es decir, bastante más de las 500 plantas/ha que se usan habitualmente en los huertos tradicionales.
Para lograr este objetivo resulta fundamental usar una combinación variedad-portainjerto adecuada, que entregue árboles pequeños y estables.
En ese sentido, Alberto Obregón asegura que a la fecha el portainjerto que se ha adaptado mejor a este sistema en el mundo —incluyendo Chile— es el Rootpac 20, un patrón desarrollado por Agromillora y que destaca por ser uno de los menos vigorosos del mercado.
“Por su naturaleza genética —tiene ‘sangre’ de ciruelo— funciona muy bien en suelos pesados y problemáticos, donde suelen haber encharcamientos. Además, es moderadamente tolerante a asfixia y salinidad y moderadamente resistente a nemátodos”, destaca.
Obregón dice que también se pueden usar otras opciones de esta línea como Rootpac 40 o Rootpac R, aunque advierte que estas son más vigorosas que Rootpac 20, por lo que los resultados conseguidos en el huerto podrían ser distintos.
Si bien desde Agromillora explican que en teoría el sistema de producción en setos funciona con cualquier variedad, incluida nonpareil —la más requerida por los productores chilenos—, los mejores resultados se han dado con variedades españolas de poco vigor, autofértiles y de floración tardía.
“Con este sistema buscamos tener árboles pequeños, precoces, eficientes y productivos, lo que se ha logrado con las variedades españolas. La nonpareil, en cambio, hasta el momento no calza muy bien con este fin, debido a que es una variedad autoinfértil, por lo que necesita de dos polinizantes (fritz y carmel, entre otras) que tienen fechas de maduración distinta. Esto, en teoría, podría generar una dificultad logística de coordinación para conseguir máquinas cosechadoras”, afirma Mauricio Zúñiga, responsable técnico comercial de Agromillora Chile.
En Chile, por ejemplo, las evaluaciones del sistema se están llevando a cabo con variedades como guara, que ya es conocida por los productores; y otras más nuevas como soleta, isabelona, avijor y vialfas.
Hecho para la mecanización
De acuerdo a sus promotores, una de las principales ventajas que tiene el sistema de producción de almendras en setos es que facilita la mecanización de labores importantes para el huerto, y que en los métodos tradicionales suelen tener una alta demanda de mano de obra, como la poda, la cosecha y las aplicaciones fitosanitarias.
Una inversión de rápida recuperación
Según los cálculos realizados por Agromillora, la implementación del sistema de producción de almendras en setos en Chile requiere una inversión de entre US$ 14.000 y 15.000 por hectárea, la que puede ser recuperada en un plazo de cuatro años.
“Para lograr esto debemos tener un precio de venta de US$ 4 a 5 por kilo y lograr pisos de producción de 800 kg de pepa en el segundo año, 1500 kg en el tercero y 2000 en el cuarto, lo que es totalmente factible”, afirma Mauricio Zúñiga.
Esto se debe, en gran medida, a que las plantas son establecidas en marcos de plantación de 3,5x1 metros, lo que permite que exista una entre hilera amplia por la que pueden transitar las máquinas con comodidad.
“Además, este sistema, al tener setos de baja altura y eficientes, permitirá que las máquinas deban realizar menos pasadas, lo que a su vez llevará a que ahorren combustible y generen una mejor huella de carbono, entre otras cosas”, agrega Mauricio Zúñiga.
Así, por ejemplo, para realizar la poda, cuyo principal objetivo es mantener la forma de la planta —con una altura de entre 2,7 y 2,9 m y un ancho de entre 0,70 y 0,75 m—, en Agromillora recomiendan utilizar cualquier máquina podadora capaz de hacer cortes laterales y de topping (altura).
“Estas máquinas, además de hacer que esta tarea se realice de manera mucho más rápida, permite que los cortes sean perfectamente homogéneos, lo que ayuda a conseguir una alta densidad de yemas y ramificaciones. Esto, en la práctica, se traducirá en una mayor producción del huerto”, indica Alberto Obregón.
Respecto de la cosecha, en la empresa recomiendan usar una máquina cabalgante tipo viñatera o una doble propósito que también sirva para la recolección de almendras.
“De acuerdo a nuestra experiencia, estas máquinas son capaces de cubrir alrededor de 10 hectáreas al día,en un doble turno, lo que se traducirá en un gran ahorro de dinero para el productor”, afirma Mauricio Zúñiga.
¿Una alternativa para Chile?
Si bien Rodrigo Rivadeneira, asesor experto en el cultivo del almendro, valora el trabajo que está llevando a cabo Agromillora con este sistema, hace un llamado a tener tranquilidad, pues “a la fecha no hay un ensayo que se haya realizado en Chile, donde tengamos un huerto adulto que permita sacar conclusiones sobre su productividad y estabilidad en el tiempo”.
Es más, afirma que en términos concretos las producciones que se han logrado hasta ahora no alcanzan aún las 3 toneladas que se obtienen en Chile usando el sistema tradicional americano.
“Este sistema puede ser una gran oportunidad para el sector, pero para eso tiene que aumentar la productividad. Si bien un huerto con un rendimiento de 2.000 kg/ha puede ser negocio hoy, dejará de serlo en el futuro si se produce un ajuste en los precios”, advierte Rivadeneira.
El asesor destaca también el impacto que tendrá en las ganancias de los productores el hecho de que la producción con este sistema esté centrada en variedades españolas y no en nonpareil, que es la que tiene mejor cotización en el mercado.
“Hay que considerar que en Chile se busca la nonpareil, por lo que producir otra variedad si bien te puede abrir un mercado de nicho, como España, donde la industria de los turrones de almendra está súper desarrollada, te quita la opción de vender un commodity altamente valorado por todo el mundo”, explica.
Si bien Paulo Estrada, gerente de productores de Huertos del Valle, concuerda con esta idea, cree que esta situación puede ser compensada con los menores costos de producción que tiene este sistema respecto del tradicional.
“Si se gana menos dinero por la fruta producida, pero a la vez se gasta menos en la producción de esta, tenemos que el sistema puede llegar a ser rentable. Y al final, más allá de lo que produzca, lo que realmente le interesa al productor es cuánta plata tiene en el bolsillo”, asegura.
Es más, cree que el sistema que promueve Agromillora puede transformarse en una gran opción para aquellos productores que están fuera de la zona de producción tradicional de las almendras en Chile, que se extiende desde la Región de Coquimbo hasta la de O´Higgins.
“Si bien las variedades españolas que se están usando para este sistema tienen una calidad inferior a nonpareil, debido a que tienen cáscara dura, cuentan con características en términos de tolerancia a la sequía y de floración más tardía que las hacen una buena opción para zonas no tradicionales, como el secano costero o lugares del sur”, sostiene Paulo Estrada.
De todas maneras, el ejecutivo enfatiza en que antes de tomar cualquier decisión respecto de su implementación “resulta fundamental tener una validación en el campo”.
La poda, una tarea clave
Una de las tareas claves para darle sustentabilidad al sistema de producción de almendras en setos son las podas, las que a diferencia del modelo tradicional deben llevarse a cabo de forma periódica.
Las primeras, que son de formación, deben hacerse desde el primer año, con el fin de darle forma al seto y conseguir madera delgada y susceptible de generar la mayor cantidad de material vegetal que será donde se producirán las almendras.
“Estas podas, que deben realizarse de forma manual, contemplan cortes de altura que se realizan cada 30 cm y generan muchas ramificaciones; y cortes laterales que originan un pequeño seto que no tendrá mas de 30 cm de ancho. Todo esto dará origen a un esqueleto frutal que será el inicio de la formación de la muralla productiva”, explica Mauricio Zúñiga.
Así, en el caso de que la plantación se realice entre septiembre y octubre, se deberían llevar a cabo 3 podas manuales, durante noviembre-diciembre, enero-febrero y en marzo-abril.
Zúñiga comenta que a partir del segundo año, las podas de formación se pueden llevar a cabo con maquinaria.
“La idea es hacer cortes laterales y de topping (por arriba) para darle forma a los setos”, afirma.
Una vez que se realiza la primera cosecha, dos años y medio después de realizada la plantación, el productor tendrá que llevar a cabo periódicamente podas de mantención.
“Estas podas se hacen normalmente dos veces al año: la primera después de la cosecha, ojala en marzo, con el fin de que el seto vuelva a su forma original; y la segunda a fines de noviembre o inicios de diciembre, cuando la estructura nuevamente empiece a crecer”, advierte Mauricio Zúñiga.
El experto agrega que en este caso se debe llevar a cabo una poda fina, de no más de 10 a 15 cm por lado, con el fin de despuntar e incentivar el crecimiento interior con ramificaciones y mantener una estructura bien iluminada, que es una de las bases productivas de este sistema.