Los pros y contras de la micropropagación
La técnica in vitro ha permitido aumentar el número de plantas en el mercado. Sin embargo, es un método más costoso que el tradicional y está asociado a variedades con propiedad intelectual, y en consecuencia, con royalty, las cuales por estos días no son demasiado populares en Chile..
Florencia Polanco
Micropropagación realizada en laboratorio. Crédito: Vivero Sur.
Hace unos diez años, cuando se inició la plantación masiva del avellano europeo en el país, los productores contaban con muy pocos proveedores de plantas, los cuales propagaban su material utilizando plantas madres. El problema de esa técnica, que es conocida como la tradicional, era que muchas veces se obtenía un esqueje enraizado de una temporada con pocas aptitudes para desarrollar un huerto de calidad, lo que a la larga terminaba por perjudicar al productor.
Hoy, en cierta medida, esa situación ha tendido a variar gracias al desarrollo del negocio. En ese contexto, quizás el hito más importante es que el número de proveedores de plantas ha aumentado de manera considerable en el último tiempo, aunque en el sector sostienen que no es suficiente. De hecho, las plantas para la próxima temporada, en gran medida, se encuentran agotadas.
En el caso de los sistemas de propagación también se han registrado avances, aunque estos han sido mucho menos explosivos. De hecho, pese a que han surgido nuevas alternativas que buscan solucionar los problemas de disponibilidad de plantas y de uniformidad del huerto, hoy el método tradicional sigue siendo, por lejos, el más utilizado por los viveros en Chile (el 80% de las plantas se propaga de esta forma).
Las nuevas alternativas
En Chile, las técnicas de propagación más recientes se relacionan con la micropropagación, entre las que destacan la que se realiza in vitro y la de enraizamiento de estaquilla, aunque respecto a esta última no existe total certeza sobre su aplicación y efectividad (Vea el recuadro “El enraizamiento de estaquilla”).
La micropropagación in vitro, en cambio, está bastante más probada. De hecho, hoy el vivero Nefuen, del grupo Hijuelas, la promueve. De todas maneras, esta técnica, al igual que el resto de las alternativas, posee ventajas y desventajas.
Camillo Scocco, gerente general de AgriChile del grupo Ferrero, explica que una de las principales ventajas de esta técnica es que permite producir hasta 15 mil plantas en un solo día. A esto se agrega que permite saber con claridad la ascendencia de la planta y, con ello información importante para la creación de los nuevos elementos.
“En estos momentos de fuerte desarrollo del cultivo, cualquier sistema que aumente la disponibilidad de plantas resulta un aporte importante para el crecimiento del sector, ya sea mediante mecanismos que introduzcan nuevas variedades o mejorando las existentes”, destaca.
¿Cómo ocurre la propagación tradicional?
A modo general, la propagación del avellano europeo se realiza por medio de plantas autoenraizadas, provenientes de sierpes de huerto o acodos y puede hacerse a partir de cepadas madres en trinchera o cabeza. También se pueden obtener plantas del propio huerto, aunque esto puede afectar la precocidad productiva.
De todas maneras, es importante tener en cuenta que para que este sistema resulte es imprescindible llevar a cabo un absoluto control de identificación del material generado, debido a que un error podría significar miles de plantas de variedades equivocadas.
Uno de los problemas que a menudo se destaca de esta técnica es que es bastante más cara que la tradicional, pues exige contar con infraestructura y equipos profesionales especializados.
Además, requiere de especial cuidado, ya que al haber un manejo de material genético se podrían presentar problemas durante el proceso, como dificultad en la obtención de cultivos a partir de explantes provenientes de árboles adultos, sobre todo por emisión de compuestos fenólicos; contaminación; vitrecencia de tejidos; baja tasa de proliferación; excesiva producción de callo y bajo porcentaje de enraizamiento en algunos materiales.
Otro detalle, según advierte Pablo Grau, investigador del INIA, es que se trata de un método que actualmente sólo se utiliza para la propagación de variedades americanas con propiedad intelectual, como Yamhill, Jefferson o Tonda Pacifica, las cuales por el momento tienen una presencia bastante menor en Chile.
De hecho, en Estados Unidos esta técnica se comenzó a utilizar de forma masiva en los últimos años, luego de que los huertos de Oregon —estado donde se concentra el 98% de la producción de avellanas del país norteamericano— se vieran fuertemente afectados por el hongo endémico Annisograma anómala, conocido como Eastern Filbert Blight (EFB). En Chile, en cambio, las enfermedades y plagas que afectan a la especie, en la actualidad, no constituyen una limitante de gravedad que justifique la utilización de variedades resistentes/tolerantes. Además, según Grau, los agricultores chilenos siguen prefiriendo las variedades italianas, como Tonda di Giffoni, por sobre las americanas, debido principalmente al diferencial del precio recibido por los productores.
Quizás uno de los aspectos más importantes para entender el porqué los viveros prefieren el método tradicional por sobre la micropropagación in vitro, es que la planta obtenida por este método logra tener una producción al segundo año después de plantada. La originada por el otro mecanismo, en cambio, requiere de un año más para alcanzar un volumen similar. Esto, a juicio de los expertos, se debe a la diferencia de tamaño que existe entre las plantas al momento de la plantación.
“Creo que la micropropagación in vitro es un mecanismo que a nivel masivo no se justifica, pues el método tradicional funciona bastante bien. Si las cosas se hacen correctamente, al segundo año las plantas pueden producir hasta 600 kilos por hectárea”, señala Grau.
Planta de avellano con buenas raíces. Crédito: Pablo Grau.
Otras recomendaciones
Si bien por una parte están las innovaciones tecnológicas, según el investigador del INIA, también hay aspectos básicos, pero que a la larga resultan claves en la obtención de un buen resultado en la tarea de seguir aumentado la superficie de avellanos europeos y que esta cumpla con altos estándares de calidad requeridos.
El primero es realizar una adecuada planificación del huerto en todos los aspectos, especialmente los que se relacionan con la elección del lugar, potrero, variedad y forma de preparación de suelo.
Respecto a la preparación de los suelos, el trabajo de subsolado aparece como fundamental, a pesar de que las raíces del avellano europeo sean poco profundas —entre 0,4 a 1,2m—. Por lo mismo, el control de malezas resulta absolutamente fundamental.
Respecto a la condición que deben tener las plantas para ser plantadas, se recomienda que estas tengan dos años de edad, una altura de entre 1.20 y 1.40 metros y hayan recibido la poda de formación.
“Cuando partió el avellano en Chile, todos los productores, que no eran fruticultores sino que productores de cultivos tradicionales, forestales o ganaderos, plantaban plantas de un año. El problema es que una planta más joven tiene menos capacidad de competir, y como los productores no sabían que había que tener el suelo limpio y preparado, llegaban y realizaban la plantación, perdiendo competitividad”, explica Pablo Grau.
Finalmente, el experto recomienda a los productores que antes de embarcarse en un proyecto, como puede ser el establecimiento de un huerto de avellanos europeos, consulten con especialistas y otros productores sobre las condiciones de la localidad elegida y el perfil de los potenciales proveedores de plantas.
“La idea es que se informen sobre la calidad de las plantas y conozcan las buenas y malas experiencias que hayan tenido los demás en este tema”, indica.
El enraizamiento de estaquilla
Para llevar a cabo el microestaquillado o enraizamiento de estaquilla se utilizan estacas herbáceas, semiherbáceas y semileñosas, bajo un sistema de neblinas con temperaturas en la base de las estacas de 21°C. Estas son tratadas con ácido indolbutírico o ácido naftalén acético, con lo que se obtiene un porcentaje de enraizamiento cercano al 80%.
No obstante, existen problemas para conseguir el establecimiento definitivo de las estacas en terreno, lo que también podría influir en su poca masividad.