Los factores que inciden en los rendimientos de los huertos de avellanos europeos
Mientras en algunos huertos del país, se pueden encontrar productividades de 5 a 6 ton/ha, en otros esa cantidad con suerte llega a 1 ton/ha. Para los expertos, esta situación se relaciona con la presencia o ausencia de determinadas variables, las cuales al ser manejadas de manera correcta no deberían generar ningún problema.
Luis Muñoz G.
La temperatura de cuaja es relevante para la
productividad del árbol. Crédito: El Mercurio.
Los altos precios registrados a nivel internacional y las buenas condiciones climáticas y territoriales que presenta Chile han posicionado al avellano europeo en los últimos años como uno de los frutales con mayor potencial de desarrollo y más alta rentabilidad.
Pese a todo lo bueno que envuelve a este negocio, existe consenso entre los expertos que para que Chile dé un salto en su condición de gran país productor, se deben solucionar algunos asuntos que se relacionan con que muchos huertos en la actualidad se encuentran muy por debajo de su potencial productivo, lo que en la práctica le resta competitividad al negocio. Así, mientras en algunos huertos, se pueden encontrar rendimientos de 5 a 6 ton/ha, en otros esa cantidad con suerte llega a 1 ton/ha.
“Si asumimos que estamos haciendo todo bien, es decir, estamos realizando todos los factores agronómicos críticos de forma adecuada, no deberíamos tener un huerto que produzca menos de 3,5 a 4 ton/ha”, asegura Pablo Grau, fruticultor e investigador de INIA Quilamapu.
El factor principal
En ese contexto, para muchos expertos la baja productividad de los huertos se debe, en gran medida, a los problemas de polinización que se evidencian en muchas de las zonas de producción del país.
Y es que el avellano europeo (Corylus avellana) es una especie monoica, es decir, tiene flores femeninas y masculinas (amentos y glomérulos respectivamente) sobre el mismo pie, aunque es autoincompatible, por lo que requiere de polinizantes. Su polinización es anemófila y, por ende, sólo se produce a través del viento. Presenta además un sistema de incompatibilidad genética, el cual consiste en que cada variedad requiere polinizantes específicos que puedan funcionar como tales, aunque coincidan en el tiempo (emisión de polen por la flor masculina y período de recepción de estigma en la flor femenina). Más del 90% de las variedades manifiesta un comportamiento protándrico, lo que significa que los amentos (liberación de polen) maduran antes que las flores femeninas.
“Todas estas característica, además de las condiciones climáticas durante el desarrollo de los órganos reproductivos y la época en que se realiza la polinización (invierno), desembocan en que el avellano europeo se enfrente a determinados problemas de productividad”, indica Jean Paul Joublan, asesor experto en frutos secos.
Pablo Grau dice que también se debe considerar que las diferentes variedades y polinizantes de esta especie tienen requerimientos de horas frío diferencial, dependiendo de la variedad, por lo que el momento de inicio de floración (masculina, en el polinizante y femenina en la variedad principal) dependerá del régimen térmico en el período de otoño a invierno. Esto significa que para asegurar la fecundación debe existir una sincronía entre la liberación del polen por la flor masculina de un polinizante y la flor femenina de la variedad principal, la cual se denomina compatibilidad fenológica.
“En consecuencia, para lograr un elevado potencial de producción en esta especie se deben cumplir la compatibilidad genética y la fenológica. Por razones obvias, la ocurrencia de sólo un tipo de compatibilidad no genera un resultado positivo en la producción”, dice el investigador.
En ese sentido, resulta clave hacer un adecuado uso de las variedades polinizantes en una proporción de 10%. El problema, dicen los expertos, es que en muchos casos la liberación de polen de esas variedades no coincide con el periodo de receptividad de las flores femeninas. En otros casos no son compatibles genéticamente, por lo que al no haber polen disponible, los frutos terminan vanos, sin fecundación y, por ende, sin producción de fruto.
“Lamentablemente, en algunos casos los viveristas asumen que el comportamiento fenológico es similar en diferentes localidades, por lo que le entregan polinizantes equivocados a los productores. También existen numerosos casos en que los polinizantes no presentan siquiera compatibilidad genética con la variedad principal o en que no existe ninguna compatibilidad entre ambas”, explica Pablo Grau.
El investigador señala que no es poco frecuente encontrar huertos adultos en los que, de acuerdo al desarrollo de las plantas, se debería dar un rendimiento de al menos de 3 a 4 ton/ha, pero que en la realidad este no alcanza a los 300 kg/ha.
Por lo mismo, dice Pablo Grau, la recomendación para enfrentar esta situación es incluir en el huerto al menos tres variedades polinizantes, compatibles fenológica y genéticamente con la variedad principal. Esto, en la práctica, significa una más temprana, otra de media floración y una tercera más tardía, con el propósito de que, independiente del régimen térmico de la temporada, todas las flores femeninas tengan la seguridad de recibir polen.
Otra alternativa que a menudo se promueve en el sector para solucionar los problemas de polinización es utilizar la llamada polinización artificial o asistida, técnica que si bien ha mostrado resultados bastante positivos a la fecha, está lejos de ser infalible. De acuerdo a estándares europeos, entre 5% y 10% de frutos cuajados son suficientes para tener producciones normales. Sin embargo, a juicio de Jean Paul Joublan para nuestro país esto debiera ser superior si se quiere alcanzar producciones más altas.
El argumento de quienes promueven el uso de polinización asistida se basa en que el avellano europeo es una especie que florece durante los meses lluviosos de invierno, especialmente en las regiones de más al sur, lo que podría incidir negativamente en la producción como consecuencia de una menor presencia de polen en el ambiente.
Una visión distinta
Pero no todos están de acuerdo con esa visión. Gabriel Aguilar, responsable de la coordinación con los productores y de investigación y desarrollo de Agrichile descarta de plano que los eventuales problemas de polinización, ya sea de disponibilidad de polen o vuelo del mismo, estén relacionados con la baja productividad de un huerto de avellano europeo.
“Desde mi punto de vista, este es un ruido que se ha levantado, que no tiene ningún asidero científico. Son sólo hipótesis, nada más. Muchos hablan sin siquiera haber medido el vuelo del polen, a diferencia de nosotros”, asegura.
El experto comenta que algunos huertos del sur, a los cuales normalmente se les achacan problemas en la polinización, mostraron este año productividades tremendamente altas, superiores a los 5.000 kilos/ha, a partir de condiciones climáticas similares a las de años pasados, en los que los resultados fueron diametralmente distintos, por lo que a su juicio esta teoría no tiene asidero.
Por otra parte, dice, se da la situación de que los huertos que tienen mayores problemas de polinización, debido a la baja humedad relativa y alto calor en verano, como los de la zona de más al norte —Talca y Curicó—, son los que alcanzan mayores productividades.
“Si no es la polinización, ¿cómo se explica el aumento de la productividad? La respuesta es: en la temperatura de cuaja, que es a mi juicio uno de los más importantes factores que determina la productividad. Pero eso no es todo: en esto también influye la condición nutricional del huerto”, advierte Aguilar.
A su juicio, un huerto que se encuentra bien desde el punto de vista nutricional y que cuenta con 10% de polinizante no debería presentar problemas durante la polinización. Es más, comenta que Agrichile realiza a menudo análisis de viabilidad de polen, donde se mide la respiración de los granos, se hacen conteos y se manejan los porcentajes. De ellos, se ha podido concluir que los porcentajes varían dependiendo del estado fitopatológico de los amentos de las plantas, la condición de humedad del suelo o el vigor de las raíces y de la nutrición.
“Muchos dicen que la polinización es el problema, porque no hay viento o porque los polinizantes no son los correctos o no hay compatibilidad genética, entre otras cosas. Sin embargo, no consideran que a menudo hay otros factores de fondo que están haciendo que ese polen esté disponible y sea de buena calidad. Si bien puede haber algún huerto por ahí que tenga problemas de polinización, debido a que los productores no tomaron buenas decisiones acerca de qué polinizantes poner, a nivel general estimo que el problema no pasa por ahí”, explica.
Respecto a la opción de llevar a cabo una polinización asistida, el representante de Agrichile comenta que en uno de los campos de la compañía en Camarico, Región del Maule, el cual se encuentra en excelentes condiciones nutricionales y de manejo, se ha realizado este procedimiento por tres años, sin que a la fecha se haya logrado encontrar ningún resultado que relacione su puesta en marcha con un aumento importante del rendimiento del huerto.
“Cuando un huerto está mal manejado, tiene debilidades y, por ende, produce 1.000 kg/ha. Seguramente posee un problema de fondo que está afectando la producción de polen. Así, si haces una polinización asistida, probablemente se obtendrán buenos resultados, pero no hay que olvidarse que no se está trabajando sobre la condición estándar, sino sobre una condición particular y debilidad de otros factores agronómicos”, sostiene Gabriel Aguilar.
El factor de consenso
Otro de los aspectos al cual se le atribuye importancia en la productividad que pueda alcanzar un huerto de avellanos europeos —y en el que sí existe consenso entre los expertos— es la temperatura de cuaja que requiere un árbol para funcionar de manera adecuada.
Es importante tener en cuenta que el avellano europeo requiere una temperatura máxima media del mes en el cual se produce la fecundación, que en la zona de producción chilena va desde la segunda quincena de noviembre a fines de diciembre, de 19-21°C, lo que le permitirá tener una buena fecundación de óvulos y, por ende, una exitosa cuaja.
“Este sutil requerimiento muchas veces no se cumple, porque existen zonas donde se han presentado temperaturas menores durante los meses de noviembre y diciembre, que coinciden con la cuaja, por lo que finalmente no se logra una cuaja exitosa”, explica Grau.
En ese contexto, resulta fundamental que la zona de plantación de un huerto de avellanos europeos no se vea expuesta a las heladas en esos momentos.
“Así, por ejemplo, tal como ocurre con cualquier especie frutal, mientras más hacia la precordillera esté ubicado un huerto, existirán mayores opciones de que este se pueda ver afectado por heladas. Desde ese punto de vista, lo mejor sería instalar un huerto más cerca de la carretera”, dice Jean Paul Joublan.
“Nosotros hemos visto cuajas espectaculares con temperaturas medias de 16-17°C. Esto se puede dar, en la medida que no se produzcan eventos de heladas, es decir, que las temperaturas no lleguen bajo cero. Con una temperatura de -1°C por una hora, durante el periodo de cuaja, podríamos ver reducido el potencial de producción de la planta, ya que se ve afectado el tubo polínico”, complementa Gabriel Aguilar.
La última primavera dice el especialista fue particularmente positiva en ese tema, ya que no se produjeron heladas en esos momentos del año en la zona de producción. Este año, en cambio, la situación podría ser distinta en la medida que se confirme la ocurrencia de heladas primaverales.
“Sin embargo, las heladas que se han dado estos días no han generado mayores problemas, debido a que estamos en un periodo de brotación, donde aún no hay estructuras de ovarios y óvulos formados en las yemas, por lo tanto las estructuras sensibles todavía no están presentes”, indica el representante de Agrichile.
Jean Paul Joublan, por su parte, comenta que para disminuir los problemas que se originan por las bajas temperaturas de primavera (octubre – noviembre), él junto a su equipo está desarrollando algunas experiencias prácticas.
“La idea es retrasar la cuaja y que esta se produzca durante un periodo de 7 a 10 días más tarde con mayores temperaturas. Esto es como ‘trasladar’ el huerto hipotéticamente 200 a 300 km más al norte pero con las ventajas del sur”, agrega el asesor.
La importancia del suelo
Si bien el avellano europeo no es una especie que requiera de un suelo en particular, necesita de una condición específica: que este se encuentre bien drenado (se eviten las acumulaciones de aguas), lo que le permitirá a la planta crecer de manera correcta y, por ende, obtener mayores rendimientos.
“El sistema radicular del avellano europeo es absolutamente superficial, a diferencia de lo que ocurre con otras especies frutales que son pivotantes. Su crecimiento es lateral”, explica Pablo Grau.
Por lo mismo, se requiere una preparación suelta y mullida del suelo. Esto se traduce en la necesidad de tener un terreno de entre 80 cm y 1 m realmente aprovechable, es decir, bien trabajado. Para ello resulta fundamental subsolar o pasar una garra y preocuparse de lo que son los drenajes, de lo contrario se corre el peligro de que en algún momento esta zona se transformen en un lugar de plantas débiles o enfermizas.
“Al contrario, si las plantas están firmes y bien equilibradas, esto se traduce en huertos súper sanos en los que se requieren pocos manejos fitosanitarios para mantenerse bien”, añade Gabriel Aguilar.
En ese contexto, resulta fundamental llevar a cabo un diagnóstico de la factibilidad técnica del huerto antes de realizar la plantación. Esto se traduce en estudiar los campos; entender las cuencas hidrográficas, con el fin de saber dónde se debe sacar el agua; respetar y mejorar los cauces naturales; y profundizar los drenajes, entre otras cosas.
Los expertos indican que otra acción que se debería llevar a cabo es hacer calicatas para entender el movimiento del agua, y así saber si el suelo requiere de alguna habilitación especial.
Una buena alternativa para favorecer el drenaje lateral y propiciar la formación de raíces sanas es construir camellones.
“En ese sentido, es importante que se haga un buen camellón, pues me ha tocado ver que algunos productores hacen unos de 20 cm, los cuales después de la primera lluvia quedan inservibles. El camellón debe estar bien construido para que cumpla su función”, advierte Pablo Grau.
Cabe destacar que las características que tenga el suelo serán tremendamente determinantes a la hora de realizar alguna labor específica. Así, por ejemplo, un suelo sin problemas de drenaje, como podría ocurrir con una loma triguera de la Región de La Araucanía —trumao profundo, con un pie de arado de 30 cm—, sólo requeriría del paso de un cincel para soltar los primero 50-70 cm antes de la plantación.
“Desde ese punto de vista, decimos que requerimos de una preparación de suelo, no de una habilitación”, explica Gabriel Aguilar.
La situación debería ser distinta si se trata de un suelo arrocero, ubicado en la zona de Linares, el cual por lo general es arcilloso, denso y compactado. En este caso, dice el representante de Agrichile, el terreno debería verse sometido, antes de la preparación, a una habilitación, lo que en la práctica significa llevar a cabo algunos trabajos más específicos.
“Hay que considerar el uso de maquinaria excavadoras, limpiar los canales de desagüe, mullir y subsolar muy bien el suelo, para lo cual se requieren bulldozers, entre otras cosas. Lo importante es que en esto se requerirá alrededor de $1.000.000 por hectárea”, asegura Gabriel Aguilar.
Para Jean Paul Joublan los resultados que se obtengan dependerán, en gran medida, de la inversión que lleve a cabo el productor.
“Cuando se invierte poco, no se puede pretender tener resultados perfectos. Y es que en algunos casos habilitar un suelo puede costar hasta $1.500.000 por hectárea”, asegura.
Riego y fertilización: Dos aspectos trascendentales
El riego es uno de los factores más importantes a la hora de asegurar buenos rendimientos productivos en los huertos de avellanos europeos, especialmente en las zonas donde el agua es un recurso escaso.
En ese contexto, es importante tener en cuenta que una planta bien regada adquirirá una estabilidad fisiológica de excelencia, que en la práctica le permitirá aumentar su productividad.
Por lo mismo, Pablo Grau parte de una premisa: “Es imprescindible que en las zonas donde no hayan lluvias de verano, se instale riego tecnificado. De lo contrario, las producciones de fruta se verán muy comprometidas”.
El investigador advierte que con el diferencial de producción que se logrará al instalar un sistema de riego, la inversión se pagará en una o máximo dos temporadas, lo que a ojos de cualquier productor significa un tremendo negocio.
De hecho, Gabriel Aguilar asegura que le ve pocas posibilidades de éxito a un proyecto que no contemple un sistema de riego y esté ubicado desde Traiguén, en la Región de La Araucanía, al norte. En las zonas de más al sur, advierte, podría ser que las lluvias alcancen para saciar las necesidades del árbol en determinadas temporadas.
Por otra parte, los sistemas de riego tecnificado permiten manejar muy bien otro de los aspectos importantes para la productividad de un huerto de avellanos europeos: la fertilización. Y es que a través de esta herramienta se puede realizar el llamado fertirriego, mecanismo que ayuda a ser más eficiente en el uso de los recursos y proporcionarle a la planta de forma más directa todo lo que requiere.
Así, por ejemplo, la fertilización de poscosecha, una de las más importantes para un huerto de avellano europeo y que a menudo se realiza en febrero, marzo y abril, busca favorecer la fecundidad de las yemas de las flores que vendrán la temporada siguiente. Cabe destacar que al momento de llevar a cabo esta fertilización las máquinas se encuentran en el campo cosechando la fruta, por lo que en ese sentido si no se cuenta con riego tecnificado esta labor será tremendamente difícil de realizar.
Es importante tener en cuenta que la condición de los suelos ácidos y trumaos típicos del sur de Chile, harán que las plantas requieran fertilizaciones poderosas o muy bien manejadas, capaces de levantar algunos nutrientes fundamentales como fósforo, potasio, magnesio y calcio.
“Estos elementos son tremendamente fáciles de manejar a través de fertirriego, pero muy difíciles de proporcionar mediante una fertilización granular en coberteras, dependiendo sólo de la lluvia”, explica Gabriel Aguilar.
De todas maneras, los especialistas indican que es tremendamente necesario que los productores desarrollen análisis foliares cada año, con el fin de conocer a fondo los requerimientos de la planta.
Pese a todos los avances que se han realizado en el último tiempo, a juicio de Gabriel Aguilar, aún falta muchísimo para manejar a la perfección este aspecto en el avellano europeo.
“Falta entender bien los movimientos radiculares, determinar cuándo se logra la mayor eficiencia en la aplicación de un determinado elemento, saber adónde se está llegando con cada uno de ellos y si estos están logrando que la planta cuente con la cantidad necesaria, entre otras cosas”, asegura.
De hecho, comenta que por estos días Agrichile se encuentra trabajando fuerte en este tema.
“Estamos desarrollando curvas de extracción por los distintos tejidos del árbol, con el fin de saber cuánto del potasio que se aplica llega a la fruta, a la hoja, al brote, a la yema o a la raíz”, agrega.
De igual forma, indica, se están tratando de determinar indicadores de reserva para entender con qué nivel debe llegar la planta a invierno, y así la próxima brotación, que se efectúa desde las reservas, pueda tener un poder de cuaja bueno.
“Las yemas con baja nutrición, especialmente bajo nivel de almidón, tienen flores y óvulos con menos nivel de fertilidad que cuando se van a dormancia con una nutrición bien terminada”, dice Gabriel Aguilar.
Con estas experiencias, además, se pretende determinar cuánto afecta la última producción a esta nutrición, cómo se debe reaccionar en las fertilizaciones de poscosecha ante una alta producción, y cómo se debe hacer una adecuada mantención de las hojas sobre el huerto verde cuando se está cosechando.
Elegir un sistema de eje o multieje no debería
afectar la productividad. Crédito: Agrichile.
El factor poda
Otro de los temas importantes que influye en el nivel de productividad de un huerto de avellanos europeos a juicio de los expertos es la cantidad de luz que logre entrar al árbol, para lo cual realizar una buena poda resulta fundamental.
Cabe destacar que la inducción floral y la debilidad de los brotes están fuertemente relacionadas con la luz a la cual puedan acceder las plantas. Así, por ejemplo, aquellas muy emboscadas, cerradas o sombrías, cuyos brotes más débiles se encuentran más lejos del tronco, podrían debilitase y, por ende, quedar expuestas a enfermedades como Xanthomonas Arboricola.
“Todo esto redunda en que la productividad de esas ramas sea baja, debido a que la luz es insuficiente para inducir las yemas a que sean productivas. De hecho, muchas de esas hojas producen bajos niveles de fotosíntesis y eventualmente ni siquiera están aportando al objetivo final de la planta”, explica Gabriel Aguilar.
Es importante tener en cuenta que en la actualidad las podas en los huertos de avellano europeo se llevan a cabo de forma mecánica, con sierras hidráulicas, pero también de forma manual.
¿Monoeje o multieje?
A juicio de los especialistas, una de las decisiones más importantes a la hora de establecer un huerto de avellanos europeos, es determinar si las plantas tendrán un sistema de formación en monoeje o multieje.
Para Pablo Grau, por ejemplo, no existe motivo alguno para que una planta de esta especie se establezca en multieje, debido a que a su juicio el monoeje brinda mejores condiciones de desarrollo para el proyecto, especialmente en lo que se relaciona al manejo del huerto y la mecanización de las labores.
“En Estados Unidos, por ejemplo, casi el 100% de la superficie se encuentra plantada en monoeje y no se les pasa por la cabeza cambiar el sistema. El multieje implica que las labores sean complejas y se requiera de más personas para llevar a cabo las labores”, dice.
El investigador afirma que la única razón por la que le recomendaría a un productor usar el sistema de multieje es si se enfrentara a algún problema serio de viento. Y es que este elemento afecta de manera importante el crecimiento de las plantas. De hecho, existe evidencia que indica que una que se encuentra protegida del viento es capaz de crecer el doble o más que una que no lo está.
“Pero eso no es todo: una planta sometida a un viento de ese estilo podría doblarse, tal como ocurre en Australia y Nueva Zelanda”, advierte.
A diferencia de lo que cree Pablo Grau, Gabriel Aguilar dice que no ve grandes diferencias entre una formación y otra. De hecho, asegura que de acuerdo a su experiencia en ambos casos se pueden lograr producciones similares.
“Hoy los huertos más productivos que yo conozco están sobre multieje, aunque también conozco algunos huertos en monoeje que están bien manejados. Por lo mismo, yo no tengo ningunas aprensión en las variedades Barcelona y Tonda di Giffoni en desarrollar un sistema u otro”, asegura.
Respecto a cuál elegir, Aguilar comenta que esta decisión dependerá de la comodidad operacional del huerto.
Aguilar comenta que existen determinadas variedades, las cuales no se cultivan en Chile como Negret, Pauetet y Tonda Gentile delle Langhe, que son imposibles de ser llevadas en monoeje, debido a que no tienen el vigor con el que cuentan Barcelona y Tonda di Giffoni.
La presencia de patógenos puede comprometer
la productividad de la planta. Crédito: Agrichile.
La presencia de plagas y enfermedades
El avellano europeo, al igual como ocurre con otras especies como el arándano, es un botín sumamente atractivo para algunos insectos nativos del suelo, como Naupactus Xanthographus, Aegorhinus superciliosus y Aegorhinus nodipennis, entre otros, especialmente si la plantación se encuentra en la zona sur.
Por lo mismo, es importante tener en cuenta que la presencia de estos agentes puede perjudicar el buen funcionamiento de las plantas.
“Las larvas de estas especies, por ejemplo, se alimentan del sistema radicular de las plantas, lo que en la práctica incide negativamente en la productividad que se puedan obtener”, indica Pablo Grau.
De igual forma, Jean Paul Joublan dice que en la medida que el huerto esté ubicado más al sur, las opciones de que este se vea expuesto a diversas bacterias que puedan perjudicar su productividad aumentarán.
“Entre ellas, las que generan mayores daños son Xanthomonas Arboricola y Pseudomonas”, asegura.
Pero eso no es todo: en las zonas de más al sur, un huerto también podría verse expuesto a la acción de algunos hongos del suelo, como Phythophtora, los cuales debido a las condiciones de mayor humedad podrían estar más presentes a lo largo de la temporada.
A juicio de Pablo Grau una buena manera de mantener a raya estos riesgos es llevar cabo un correcto control de las malezas.
“Es muy importante tener la sobre hilera del huerto completamente libre de malezas, de lo contrario existirá un alto riesgo de que el tronco se vea cubierto y el sol no pueda llegar a él. Esto, a su vez, generará que se humedezca lo que posibilitará la entrada de algún hongo del suelo como Phythophtora”, indica Pablo Grau.
Enfocados en la variedad polinizante
A juicio de Jean Paul Joublan es importante tener en cuenta que en muchos casos las variedades principales y las polinizantes no han sido las más adecuadas o no se han adaptado muy bien a las condiciones y/o al manejo que se les da en Chile o en un huerto en particular. Tal es el caso de Tonda Romana (S10S20), TondaGentiledelleLanghe (S2S7 pero se expresa 7) y otras, que durante varios años fueron usadas como polinizantes para Tonda di Giffoni (S2S23), variedad favorita de la industria chocolatera, representada en Chile por Agrichile.
“Afortunadamente, luego de varios años de experimentos, fueron los productores y técnicos chilenos quienes evidenciaron que Barcelona (alelos S1S2, pero se expresa sólo el 1 en el polen), una variedad altamente vigorosa y productiva, tenía la capacidad de también polinizar a Tonda di Giffoni (alelos S2S23 por lo tanto compatible con S1) bajo determinadas condiciones”, expresa.
Más allá de este acierto, lo concreto para este experto es que algunos productores chilenos tienen problemas a la hora de elegir la variedad polinizante para su huerto. De hecho, indica la mayor parte de los huertos que le ha tocado ver entre las regiones del Maule y la del Biobío utiliza material o realiza un manejo inadecuado para el clima de la zona, lo que lleva a que se desencadenen distintos problemas como que, principalmente en febrero, los amentos de los polinizantes se caigan solos o cuando son tocados, debido a que la planta se encuentra muy estresada.
“Por lo mismo, nuestra estrategia como asesores ha apuntado a brindarle mayor dedicación a esas plantas genéticamente compatibles, con el fin de que no se estresen y puedan entregar, cuando llegue el momento de la polinización, amentos que sean viables. Esto es importante en una especie cuyos amentos, desde su diferenciación hasta la emisión de polen, se encuentran presentes en la planta por más de un año”, explica Jean Paul Joublan.
En ese contexto, es importante entender que lo más importante será que los productores cuenten con los polinizantes adecuados y que estos se encuentren en buena condición en el huerto. Cualquier otra medida que se tome si bien aportará, no resolverá el asunto de fondo. Así, la buena planificación del huerto aparece como una de las claves para el éxito del negocio.
Otro tema de importancia, especialmente para un huerto nuevo, es considerar la ubicación de las variedades polinizantes. En ese contexto, se debe considerar que una distancia mayor de 15 metros entre la variedad polinizante y la receptora, disminuirá de forma importante la cuaja de frutos. Así, por ejemplo, en algunas plantaciones en Chile se usan hileras completas de Barcelona (variedad polinizante) cada cuatro de la variedad principal (Giffoni).
“Obviamente la orientación principal que tenga el viento en invierno resultará importante si se considera que será este el que movilizará el polen. Así, se deben instalar al menos dos —idealmente tres o más— variedades polinizantes, las cuales deben ser intercaladas, incluso entre la Barcelona”, advierte Jean Paul Joublan.