Efecto de las heladas en frutales
Entre las especies frutales que se cultivan en Chile, hay algunas que son más sensibles que otras a estos fenómenos climáticos. A continuación, un grupo de expertos analiza la realidad que viven en Chile los paltos, cítricos, carozos, uva de mesa, nogales y arándanos.
Luis Muñoz G.
A menudo, las heladas que más afectan a los frutales
son aquellas que se producen entre agosto y
octubre. Crédito. El Mercurio
Pese a que para conocer la real dimensión de los daños provocados por una helada se debe esperar algunas semanas, hasta que la planta salga del shock provocado por el estrés climático, sí se sabe que existen especies más sensibles que otras a estos fenómenos.
Entre las menos tolerantes destacan aquellas que originalmente se desarrollan en lugares tropicales o subtropicales, como los paltos y los cítricos. Sin embargo, más allá de su origen, todos los frutales tienen un límite de tolerancia a las bajas temperaturas, por lo que pueden verse afectados en mayor o menor medida a ellas.
Lo importante es saber que el nivel de daño que se registre en cada caso, dependerá del estado fenológico en el que se encuentren los tejidos de la planta al momento de que ocurra la helada.
“En Chile, en la mayoría de los casos, identificamos como episodios críticos, aquellos que ocurren entre fines de agosto y mediados de octubre. En esta etapa los tejidos más sensibles a las bajas temperaturas son los tiernos, mientras que los más delicados son las partes florales. Los frutitos en sus primeros estadio de desarrollo también son tremendamente sensibles”, explica Gamalier Lemus, especialista en fruticultura y subdirector de I+D del Inia Rayentué.
En el caso de las heladas invernales, lo más común es que la gran mayoría de las especies puedan tolerarlas sin mayores problemas, aunque existen algunas excepciones.
“Los manzanos, por ejemplo, pueden resistir -12°C o -15°C, debido a que en estado de receso invernal tienen una alta tolerancia a las bajas temperaturas, a diferencia del palto, que se puede ver dañado con -3°C o -4°C, en pleno invierno”, indica Gamalier Lemus.
Un aspecto importante a considerar, más allá de la fecha de ocurrencia, es que los eventos de heladas, por lo general, nunca vienen solos, sino que llegan en bloque, uno detrás de otro, lo que en la práctica genera que el efecto sea más dañino.
“Es bien distinto que te toque un evento de helada, que varios seguidos. Eso termina por generar un tremendo costo económico para el productor en lo que respecta al control del evento. Si este no cuenta con herramientas de este tipo significará la aniquilación de la planta”, dice Gonzalo Vargas, asesor experto en cítricos y paltos.
Una mirada a las especies más sensibles
En ese contexto, resulta fundamental saber cómo reaccionan a las heladas algunas de las especies más importantes de Chile. A continuación, un grupo de destacados expertos hace un completo análisis al respecto.
La palta Hass es tremendamente sensible a las bajas
temperaturas. Crédito: El Mercurio
1- Paltos:
Tal como ha quedado de manifiesto anteriormente, el palto es una de las especies más sensible a las heladas. De hecho, los eventos producidos en los últimos años han generado que el sector haya tenido que aprender a convivir con estos fenómenos y tomar los cuidados para evitar sus efectos.
Y es que de acuerdo a los expertos hay un hecho innegable: desde el 2007 en adelante, con la llegada de La Niña, el clima cambió en la principal zona productora de paltas del país. Así, por ejemplo, los planos desde Ovalle bajo hasta Peumo, que gozaban de heladas suaves y cortas, hoy sufren de eventos polares, donde herramientas como los ventiladores son ineficaces.
Por lo mismo, son muchos los productores que han decidido en los últimos años arrancar aquellas hectáreas que se encontraban en zonas de peligro. De hecho, en la actualidad, es muy poca la superficie de paltos que se encuentra expuesta.
“Si un productor tiene por estos días miedo por lo que una helada le pueda hacer a su huerto, es un claro indicio de que está mal ubicado”, dice Gonzalo Vargas.
La helada en el palto
Cabe destacar que el palto se divide en tres razas, cuyos orígenes geográficos son diversos. Así, se entiende que las caídas térmicas por debajo de 0°C son toleradas de distinta forma, dependiendo de las características genéticas de cada una. La variedad Bacon, por ejemplo, puede tolerar temperaturas cercanas a -5°C, a diferencia de lo que ocurre con Hass, que con esa temperatura resultaría tremendamente dañada.
Los expertos estiman que, en promedio, con temperaturas cercanas a -2°C los paltos verán dañadas sus hojas y sus partes leñosas jóvenes. De igual forma, los frutos pueden verse afectados de manera directa, al morir, y también indirecta, a través de la caída por necrosis del tejido vascular del péndulo.
Gonzalo Vargas recuerda que en las heladas primaverales de 2013, los paltos vieron afectada su cuaja, lo que generó tremendos daños. Y es que, en la práctica, esta especie a veces no demuestra su daño en la yema, sino que lo hace evidente después, en la floración, la cual en esos casos resulta muy débil. Esto, a su vez, desemboca en una mala cuaja. En otras palabras, el frío termina estresando gravemente a la planta.
El camino a seguir
Una de las recomendaciones más importantes que Gonzalo Vargas le hace a los productores de paltos para enfrentar las heladas, además de las ya conocidas y que se extienden para cualquier especie, es aplicar aminoácidos vía riego y foliar. Y es que cuando estas sustancias se aplican en altas concentraciones, en otoño e invierno, las hojas de las plantas maduran y endurecen, aumentando su resistencia a estos fenómenos.
Por su parte, indica que los huertos que trabajan con MultiEje en rotación, tienen mejor chance de salvar follaje en el transcurso de una helada, a diferencia de los que no se encuentran podados y están emboscados.
“Así también, si el productor se encuentra en una zona con riesgo de heladas, no debe podar en otoño, ya que el centro del follaje quedaría más expuesto. En zonas frías se debe podar temprano para así tener tiempo para brotar, formar cargadores y finalmente madurar antes del próximo invierno”, agrega.
El asesor comenta que una vez ocurrida la helada lo mejor será que los productores esperen que la planta brote, con el fin de que sea ella la que defina cuál es su daño. Una vez que ocurra esta situación, es decir, en octubre-noviembre, se debe llevar a cabo una poda hasta llegar al material sano.
Entre los cítricos, los limones aparecen como la
especie menos tolerante a las heladas.
Crédito. El Mercurio
2-Cítricos:
A diferencia de lo que ocurre con los paltos, la superficie de cítricos no se encuentra tan protegida de las heladas, debido a que los productores aún no toman real consciencia y continúan desarrollando proyectos en zonas frías. De hecho, en la actualidad aún es común ver plantaciones de cítricos en zonas bajas, lo que en rigor las deja muy expuestas a este tipo de fenómenos climáticos. Así, las heladas graves afectan notoriamente la producción nacional de cítricos y cada vez menos a la de paltos.
De todas maneras, se debe mencionar que hay especies que son menos resistentes que otras. Así, la línea de tolerancia está encabezada por los pomelos y naranjos y termina en los limoneros, que aparecen como los más sensibles a estos fenómenos. De hecho, quienes conocen ese mercado en particular dicen que cuando ocurre un evento de helada, la producción de limones de verano-otoño en el país baja notoriamente, disparando los precios.
Las mandarinas tardías, como la W.Murcott, y las naranjas de media estación y tardías, también se encuentran bastante expuestas a las heladas, por lo que a juicio de Gonzalo Vargas deberían ser plantadas en lugares que se encuentren libres de estos fenómenos, como laderas y cerros. Por el contrario, las variedades tempranas como Clementinas Oronules, Orogrande y Clemenules de media estación, además de las naranjas Fukumoto, al ser cosechadas antes de las heladas de julio-agosto, evitan daños en su producción, debido a que están sin carga.
Recomendaciones
Con el fin de disminuir los daños por frío, Gonzalo Vargas recomienda en el caso de los limoneros que sean manejados hacia el ciclo temprano, lo que implica terminar la cosecha el 15 de junio y, por ende, entrar al invierno sin fruta. Y es que los huertos que manejan el ciclo tardío, es decir, parten sus cosechas a fines del otoño y concentran su producción en junio, julio, agosto y septiembre, son susceptibles a dañar su fruta y debilitar el árbol.
“Al terminar la cosecha temprano, las plantas descansan, se recuperan y vuelven a florecer en agosto-septiembre”, explica el asesor.
En naranjos y mandarinos, en tanto, la floración no puede ser modificada, por lo que los trabajos dependerán, en gran medida, del clima que exista en el lugar de plantación.
Vargas comenta además que los huertos que estimulan la brotación tardía y entran muy suculentos al invierno, se hielan hasta con 0°C. Sin embargo, si el material madura en otoño y cuenta con un ritmo de fertilización acorde, una disminución del agua a fines de abril y mayo y la utilización de reguladores de crecimiento para maduración, logrará ser mucho más tolerante a los daños por frío.
“Esto ocurre sólo porque existen menos brotes suculentos, lo que disminuye la producción de giberelinas tardías”, dice el asesor.
Finalmente, el asesor comenta que para proteger el árbol y la producción de un evento polar la única herramienta realmente eficaz es el control con agua, a través de la utilización de microaspersores de alto caudal, los cuales deben comenzar a funcionar antes de que la temperatura llegue a 0°C y mantenerse hasta que el evento se haya levantado.
En las heladas de 2013, los cerezos fueron una de las
especies más dañadas. Crédito: El Mercurio
3-Carozos:
Dentro de los frutales de hoja caduca, los carozos son probablemente los más sensibles a las heladas. Si bien se defienden muy bien del frío durante el receso invernal —pueden tolerar hasta -20°C cuando están sin hojas— una vez que este se termina pierden esta característica. De hecho, en primavera, cuando comienza la brotación, su sensibilidad al frío aumenta de manera radical.
“Mientras más temprano se produzca la floración de un frutal de carozo, mayor será el riesgo de que una helada pueda generar daño, incluso aquellas que son de -1°C o 2ºC”, asegura Carlos Sotomayor, profesor de fruticultura de la Facultad de Agronomía e Ingeniería Forestal de la Pontificia Universidad Católica de Chile.
El estado fenológico más sensible en estos frutales es el de fruto pequeño, recién formado. Por lo mismo, se cree que heladas de -1°C a -3ºC, de sólo media hora de duración, podrían generar la caída de la fruta o daños que la hacen descartable.
Lo importante es tener consciencia de que así como las heladas pueden tener un efecto dramático en la planta completa (caída de la fruta pequeña y/o quemadura de los brotes y flores) también pueden generar daños parciales en flores, frutos recién cuajados y brotes, entre otros.
“Pero con estos fenómenos no sólo se afecta la planta, sino que a la vez de ve afectada la contratación de mano de obra (por menor raleo y cosecha) y la situación financiera de los productores ante un evento poco predecible y de escasa solución una vez ocurrido”, indica Sotomayor.
Las heladas ocurridas en septiembre de 2013, por ejemplo, tuvieron efectos devastadores en los carozos de la zona central, perjudicando a pequeños agricultores y también a grandes empresas frutícolas.
En aquella ocasión, de acuerdo con información de Fedefruta, los frutales de carozo más afectados fueron los nectarinos, duraznos, ciruelos, cerezas y almendros, que vieron comprometida entre el 35% y 61% de su superficie en la zona central.
La floración y los manejos poshelada
Es importante tener en cuenta que entre los carozos, el primer frutal en florecer y brotar es el almendro (puede ser considerado un frutal de carozo para estos efectos), que lo hace a fines de julio o en agosto, según la ubicación geográfica que tenga el huerto.
“Por lo mismo, es el más sensible de todos”, asegura Carlos Sotomayor.
Luego florecen los ciruelos japoneses (agosto), que también son sensibles al daño, y posteriormente los durazneros y nectarinos (agosto-septiembre), los cuales por ser un poco más tardíos podrían eventualmente evitar las heladas de julio-agosto. No obstante, su sensibilidad al frío extremo también es alta.
Los cerezos, por su parte, florecen y brotan un poco más tarde que los frutales anteriores —a fines de septiembre y octubre, excepto cuando se usa cianamida—, por lo que eluden de cierta forma las heladas tempranas de primavera.
Una vez producidos los daños en un huerto, los que pueden ser de diferente magnitud, debería procurarse salvar aquella fruta o brotes que estén en mejores condiciones. En ese contexto, el mejor camino será hacer un raleo de frutos muy selectivo, además de reducir las fertilizaciones nitrogenadas, ya que la planta con menos o ninguna fruta procurará crecer vegetativamente en exceso (chupones, sierpes, etc.). Esto, según los especialistas, podría perjudicar la formación de nueva madera frutal para la siguiente temporada.
Carlos Sotomayor también recomienda considerar realizar una poda de los brotes o madera afectada, para promover la aparición de nuevos brotes bien orientados en la copa, los cuales fructificarán el año siguiente.
“En todo caso, el productor tiene que considerar que la producción de la próxima temporada (paradojalmente, si no se repiten las heladas), debería ser muy buena. Por lo tanto, el próximo año se debe realizar un manejo óptimo, en lo que se refiere a polinización, fertilización, riego, control de plagas y enfermedades, poda y raleo, entre otras cosas, para aprovechar todo el potencial que dispondrá la planta”, explica el académico.
En invierno, la uva de mesa es capaz de soportar muy bajas
temperaturas. Sin embargo, esta capacidad comienza a
desaparecer una vez que llega la primavera.
Crédito: El Mercurio
4-Uva de mesa
Los productores de uva de mesa aún recuerdan con horror los efectos dejados por las heladas de septiembre de 2013, las cuales generaron una merma importante en la producción de esa temporada y provocaron daños profundos en buena parte de las plantas.
Las vides se pueden ver expuestas a tres tipos de estrés: hídrico, UV (radiación) o térmico, ya sea por altas o bajas temperaturas. En el caso de las heladas, la gravedad del asunto radica en que el agua contenida al interior de las células se congela, aumentando su volumen a tal punto que las rompe y las deshidrata.
La uva de mesa es una especie que en la época invernal entra en receso, por lo que mientras las yemas se encuentren en estado dormante serán muy resistentes a las heladas. De hecho, son capaces de soportar temperaturas de entre -10°C y -18°C.
“Para entrar en receso, la vid acumula muchos carbohidratos en su vacuola lo que le da resistencia a esta contingencia. Así, como liga el agua libre, que es la susceptible a congelarse, puede soportar muy bien las bajas temperaturas”, explica Carolina Cruz, presidenta de Uvanova.
Así, en invierno es muy poco probable que la uva de mesa pueda sufrir algún daño de importancia a causa de las heladas invernales. Quizás, dice Carolina Cruz, la única forma de que esto se dé es que se produzcan temperaturas tremendamente bajas de más de -18°C, lo que en la zona de producción de Chile es prácticamente imposible.
“A diferencia de lo que ocurre en nuestro país, en China sí se dan esas temperaturas, por lo que muchas de las parras se encuentran enterradas, lo que les permite pasar el invierno”, comenta.
El efecto en la planta
El factor principal que determina el daño de una helada en los parrones no es su intensidad, sino su duración.
“Se puede tener heladas donde la temperatura baja a -4°C, pero que duran media hora, lo que no generará grandes daños. En cambio, si hay una helada de -1°C que se prolonga por muchas horas, tal como ocurrió en 2013, los tejidos de las plantas se verán dañados de forma severa”, comenta Cruz.
Otro aspecto importante es el estado fenológico de la planta al momento de la helada. Así, si el fenómeno se da en invierno, los efectos serán limitados, ya que las yemas dormantes son muy resistentes. Al contrario, si sucede en primavera, lo más probable es que se encuentre expuesto el brote. Si este ocurre aún más entrada la primavera, lo que se encontrará a la deriva será el racimo, por lo que la sensibilidad de la planta será aún más alta.
“Si una yema dormante aguanta hasta -15°C, una yema algodonosa podría sufrir daño con -3°C. Un brote en punta verde, en tanto, podría ver efectos negativos a -0.5°C”, comenta Carolina Cruz.
En uva de mesa se ven dos tipos de daños producto de las heladas: uno visible, donde el productor podrá ver que la hoja o el brote se ha quemado; y otro invisible, que se hace evidente recién cuando la brotación comienza a ser errática.
Respecto a las variedades, hay algunas más sensibles que otras. Las variedades de alta fertilidad, por ejemplo, son capaces, en caso de que parte de la yema se queme, de emitir brotes de yemas secundarias, el que puede traer fruta. Sin embargo, en variedades que no son tan fértiles, como Superior y Thompson Seedless, la yema secundaria no necesariamente generará un segundo brote, por lo que la producción se verá tremendamente perjudicada.
“En general, las uvas blancas tienen mayor sensibilidad que las rojas”, dice Carolina Cruz.
De igual forma, las plantas nuevas —las recién plantadas— serán mucho más susceptibles a las heladas que las plantas en periodo de adultez, que ya han generado capas de ritidomo, el cual le va confiriendo resistencia.
Manejos culturales
“Las heladas de 2013 nos enseñaron muchísimas cosas. Entre las más importantes, se encuentra el realizar algunas medidas culturales”, dice Carolina Cruz.
Tradicionalmente, la poda se realiza en julio. Sin embargo, lo ideal sería retrasarla hasta fines de agosto o comienzos de septiembre, de manera que la brotación se retarde. La presidenta de Uvanova dice que la experiencia ha demostrado que la brotación se puede atrasar hasta en 15 días.
“Históricamente, estas heladas primaverales suceden a más tardar a mediados de septiembre. De hecho, la de 2013 fue el 17 de septiembre. En ese caso, los que podaron tarde se desfasaron, lo que les permitió que la helada se topara con una planta que se encontraba en un estado en el que podía soportar de mejor forma la temperatura”, explica Cruz.
De igual forma, se debería promover una buena lignificación en el huerto. Esta situación está muy relacionada con lo que ocurrió hace algunas semanas, cuando en pleno otoño se podía llegar a temperaturas de 30°C-31°C en la zona central. Esto provocó que buena parte de las plantas estuviera vegetando más de lo normal. De hecho, muchos parrones aún se encuentran verdes y con crecimiento.
Esto, sin duda, aparece como un tremendo peligro para los parrones, sobre todo si se considera que nos aproximamos a toda máquina hacia las bajas temperaturas de mayo, en donde a menudo se ve mucho tejido verde sin lignificar.
Por lo mismo, una alternativa para promover una buena lignificación en otoños calurosos es apelar al uso de reguladores de crecimiento, como el etileno. Una opción es aplicar Ethrel en dosis de más de dos litros, lo que de acuerdo a Carolina Cruz es de gran ayuda para que la planta sienta ese estímulo necesario para comenzar a prepararse para el invierno.
“Es importante tener en cuenta que estas aplicaciones deben realizarse entre marzo y no más allá del 15 de abril”, dice la experta.
Manejos después del la helada
La tareas que se puedan realizar después de ocurrida una helada dependerán del daño que haya sufrido la planta, lo que a su vez estará directamente relacionado con el estado fenológico de la parra al momento de sucedido el fenómeno.
Y es que las heladas no sólo afectan a la planta durante el año en que se producen, sino que también pueden generar efectos en las temporadas posteriores. Y es que se ha visto que muchas veces después de estos episodios pueden aparecer hongos de la madera —potencial de producción para el otro año— en las plantas.
“Por lo mismo, los cuidados siempre se deben prolongar a las temporadas siguientes, con el fin de monitorear cuál es el estado de la madera. Lo mejor es considerar al menos dos años después de que se provocan las heladas”, señala Carolina Cruz.
Otro consejo tremendamente importante es no sobre reaccionar después de una helada.
“Antes de decidir cualquier cosa es importante esperar que la planta ajuste su metabolismo, sin estresarla de más”, asegura la presidenta de Uvanova.
Los distintos manejos deben decidirse en virtud de la reacción que tenga la planta. Sin embargo, la mayoría de estas acciones se relacionan con apoyarla a través de la aplicación de aminoácidos, reguladores de crecimiento y otros.
Brotes de cv Serr afectados por las heladas de 2013
en la Región del Maule. Crédito: Jean Paul Joublan
5-Nogales:
El nogal es menos sensible a las heladas que otras especie frutales, desde el punto de vista fenológico aunque no fisiológico. La gran ventaja es que las etapas sensibles de su desarrollo primaveral ocurren más tarde en la temporada que en otros frutales menos tolerantes, como las vides, los carozos —ciruelos y cerezos— y otros considerados frutales de nuez como los almendros. Esto implica que tienen menos posibilidades que brotes tiernos (poco lignificados de inicios de temporada), flores y frutos recién cuajados se enfrenten a un episodio de helada. La fecha de brotación, dependerá, en gran medida, de las características de la variedad y obviamente estará influida por las condiciones climáticas.
El cultivar Serr, por ejemplo, es una variedad de brotación temprana, por lo que teóricamente, dependiendo de su ubicación geográfica y edafoclimática, tiene mayores probabilidades de quedar expuesta a una helada que uno más tardío, como pueden ser Chandler, Tulare, Lara o Fernor.
Un aspecto que no se debe olvidar y que conlleva riesgos importantes es que, por la naturaleza de las zonas de cultivo, en Chile es normal que el manejo productivo de los nociductores apunten a suplir las horas de frío o sincronizar los periodos fenológicos, a través del uso de cianamida hidrogenada, con lo que la brotación se tiende a adelantar.
“Esto aumenta el riesgo y puede provocar efectos más intensos como los provocados por las heladas de 2013, que afectaron alrededor del 40%-60% de la producción de Serr, especialmente desde Linares al norte”, indica Jean Paul Joublan, asesor experto en nogales.
Sin embargo, primaveras con bajas temperaturas también pueden provocar abortos de frutos en estados relativamente avanzados, tal como ha ocurrido en Chandler. La temporada 2014 y parte de la 2015, por ejemplo, ocurrió una caída muy importante de frutos. En el Cuadro 1 se puede apreciar que el efecto de la cianamida hidrogenada en aborto por estrés por bajas temperaturas fluctuó entre 19% y 37%, es decir, una cifra mayor que la detectada en aquellas plantas no tratadas con este fitorregulador. Esto debido a que al producirse una brotación más temprana, el material se vio expuesto a menores temperaturas.
Evaluación de aborto de frutos en Cv Chandler de distintas edades, primavera 2015. VIII Región. |
Tratamiento Evaluaciones |
Sin Cianamida 9° Hoja |
Sin Cianamida 8° Hoja |
Sin Cianamida 5° Hoja |
Con Cianamida 9° Hoja |
Sin Cianamida 8° Hoja |
Cuaja (%) |
56 |
61 |
68 |
40 |
36 |
Aborto por exceso de polen (PFA) (%) |
6 |
5 |
5 |
13 |
8 |
Aborto por falta de polen y estrés (%) |
38 |
34 |
27 |
28 |
19 |
Aborto por estrés por bajas temperaturas (%) |
- |
- |
- |
19 |
37 |
Fuente: Jean Paul Joublan y Nicole Cattan, 2016. |
El cultivar Chandler, en tanto, es una variedad relativamente tardía en su brotación —alrededor de 13 a 20 días más que Serr—, lo que disminuye el riesgo e implica una menor propensión a verse afectada por las heladas. Algo similar ocurre con otras variedades más tardías que también tienen una presencia aunque muy menor en el país como Fernor, (cultivar INRA, Francia), la cual brota casi un mes después que Serr.
Una especie fuera de lo común
En ese contexto, un aspecto relevante es la resiliencia de la especie. Y es que el nogal tiene dos y hasta tres yemas en cada nudo o axila foliar, por lo que si al brotar en la primera se ve afectado por una helada, brotará una segunda y eventualmente una tercera yema.
“Es importante destacar que muchas veces es la primera yema solamente la que es frutal. Puede ser que la segunda no tenga o tenga muy poca fruta. Lo mismo ocurre con la tercera. Sin embargo, nos hemos dado cuenta que en algunas variedades como Chandler, la segunda yema sí presenta inducción floral”, explica Jean Paul Joublan.
El problema, en esos casos, es que al momento de ocurrir la segunda brotación de flores femeninas ya no existen flores masculinas, debido a que los amentos de los polinizantes ya presentaron la dehiscencia natural, es decir, se cayeron. Algo similar ocurre con los amentos de las especies polinizadoras —forma en que tradicionalmente se polinizan los árboles de la zona sur—. Una opción para enfrentar esa situación es apostar por realizar una polinización asistida, cuyo grado de éxito es variable.
Más recomendaciones
Cabe destacar que el nogal es naturalmente un árbol de una altura considerable, pero que al aumentar su fructificación a través del mejoramiento genético ha visto reducido su tamaño. En ese sentido, eventualmente un productor “podría formarlo más alto”, con el fin de disminuir los riesgos de que la especie se pueda ver expuesta a los efectos de una helada radiativa, que es la más común en la época de primavera.
Otra forma de disminuir los riesgos que generan las heladas es plantando los nogales en laderas, al igual que los paltos. Y es que como se sabe, en estos lugares normalmente el aire frío al ser más pesado drena hacia zonas más bajas, por lo que es menos probable que se produzcan este tipo de fenómenos.
Tan importante como la ubicación del huerto, es que este cuente con un buen diseño, de manera que pueda existir un buen drenaje del aire frío que circule durante una helada, especialmente en los valles, que es donde estos fenómenos ocurren con mayor normalidad.
Paralelo a ello, Jean Paul Joublan recomienda que la primera poda después del establecimiento del huerto sea más alta de lo normal (entre 1,20-1,40 metros). En ese contexto, es importante contar con plantas de calidad, que tengan las condiciones mínimas para soportar sin problemas este tipo de manejos.
Por estos días, además, el experto y su equipo se encuentran trabajando en validar ciertas aplicaciones que pretenden desfasar o retrasar la brotación de la planta.
“Con esto disminuirán las posibilidades de que esta se vea enfrentada a una helada, por lo que variedades como Serr reducirán sus requerimientos de AVG oRe Tain® en su lucha por bajar los índices de aborto floral. Esto, además, le permitirá al productor generar un ahorro importante para su bolsillo de entre US$ 500 y US$ 600 por hectárea”, explica.
Una alternativa para enfrentar las heladas en arándanos
son los macro túneles. Crédito: Integrity S.A.
6-Arándanos:
Pese a que es menos sensible que otras especies, el arándano de igual forma puede sufrir los efectos de las heladas. De hecho, la superficie de la zona centro-sur del país normalmente se ve enfrentada a este tipo de fenómenos. Por lo mismo, muchos de los productores cuentan con algún tipo de cobertura —como túneles—, equipos de control de heladas e incluso acumuladores de agua para realizar los riegos antiheladas.
Por tratarse de un arbusto de baja altura —si se compara con un cerezo, manzano o vid— el arándano suele ser afectado por las heladas de radiación, que son las más frecuentes en la agricultura. De igual forma, las variedades de floración tardía tienen menor probabilidad de sufrir daño debido a su fenología, la cual escapa a la común ocurrencia del fenómeno climático.
Así, a partir de enero, cuando se empiezan a acortar las horas de luz y sumatorias térmicas, las plantas, por medio de múltiples sensores, empiezan a protegerse, lignificando sus tejidos. Cuando la influencia del clima induce una mayor concentración de inhibidores de crecimiento que promotores del mismo, se produce la caída de las hojas. En el caso del arándano a esas alturas sus tejidos están muy protegidos, por lo que puede soportar temperaturas bajísimas, cercanas a los -30ºC. Así, una helada en invierno es poco probable que le produzca un daño a la parte aérea de la planta.
Situación diferente es lo que ocurre durante la floración y cuaja de frutos del arándano, etapa que coincide con los meses de septiembre-octubre, que es cuando ocurren las heladas de primavera.
“Es en esta etapa en que el arándano muestra mayor sensibilidad a las heladas”, dice Walter Lobos, director del Departamento de Producción Agropecuaria de la Universidad de La Frontera.
El académico agrega que, de hecho, los diferentes sistemas de control de heladas en esta especie intentan impedir que las temperaturas bajen de -1,5ºC, pues es a partir de ahí que se considera que las plantas pueden verse expuestas a daños más graves.
Es importante tener en cuenta que en los arándanos, a diferencia de otros frutales, la evaluación del daño debe hacerse entre una semana y 10 días después del evento. No hay que olvidar que esta especie florece de forma escalonada, por lo que el nivel del daño dependerá de la cantidad de flores que existan en un momento determinado.
“Así, la idea de la evaluación es ver si la flor se cae o si el fruto salió dañado. Pero también hay que estar atento a la cosecha, pues algunos frutos pueden salir débiles”, dice Julia Pinto, gerente técnico del Comité de Arándanos.
Enfrentando el daño
En muchos huertos se intenta prevenir el efecto dañino de las heladas o al menos disminuir su intensidad con variados métodos. Lo concreto es que cuando el fenómeno climático ocurre y no se ha logrado prevenir, el daño se producirá sí o sí, aunque su nivel dependerá de la intensidad y duración del fenómeno. Por lo anterior, no hay una receta única.
“En la mayoría de los casos, una vez ocurrido el daño, se intenta aportar bioestimulantes que contengan compuestos metabólicos intermedios (Aa, CHO y otros), con el fin de ahorrarle a la planta energía en su elaboración y lograr así una rápida recuperación. Sin embargo, cuando la pérdida productiva es muy alta o total, a veces se hace necesario hacer poda para intentar una nueva brotación, pensando en la temporada siguiente”, explica Walter Lobos.