La fruta objetivo: Las claves para lograr cerezas de buena calidad
Lograr frutos con buenas características de calibre, color, sabor y firmeza depende de una serie de factores, como la correcta elección de variedad y portainjerto y la realización de los manejos adecuados en el periodo de pre y poscosecha. Conozca más sobre este tema a continuación.
Claudia Fernández
La poda de producción apunta a regular la
carga de fruta. Crédito: El Mercurio
Obtener fruta de calidad —calibre, firmeza, color, sabor y condición de viaje— depende de varios factores. El primero, y en el que más errores se cometen, a juicio de los expertos, es la elección de la variedad y los portainjertos. Luego están los manejos de regulación de carga, riego y nutrición.
Por lo mismo, los especialistas son enfáticos en recomendar a los productores que se preocupen de todo el proceso productivo de su huerto y no sólo de algunas etapas específicas. Un claro ejemplo de ello es el énfasis que, a menudo, se le da al proceso que va desde la brotación hasta la cosecha, en desmedro de otras etapas tanto o más importantes como el cuidado de la planta en poscosecha, que es cuando comienza a definirse la calidad de la producción de la próxima temporada.
El correcto establecimiento del huerto
Nuestro país ha avanzado mucho en materia de producción de cerezas. Y es que no se debe olvidar que la fruta chilena viaja más tiempo que ninguna otra en el mundo, y aún así llega a destinos lejanos, como Asia, en la mayoría de los casos, con una excelente calidad. No obstante, todavía se cometen algunos errores básicos en etapas tremendamente determinantes como el establecimiento del huerto.
“La fruta se hace en el huerto, y de este sale la calidad”, asegura Óscar Aliaga, asesor experto en cerezos, quien destaca que la fruta objetivo resulta de una ecuación que integra la variedad, portainjerto, suelo, clima, riego y manejos.
En ese contexto, una de las principales tareas a la hora de establecer un huerto es elegir la variedad y el portainjerto más adecuado. Por lo mismo, resulta fundamental que los productores se asesoraran desde el desarrollo del proyecto en adelante, ya que una vez que el material se encuentra plantado no hay mucho espacio para mejorar.
Los expertos coinciden en que, en general, el nivel técnico y, por ende, el potencial productivo de los huertos en Chile es bueno, aunque indican que en muchos casos los productores cometen el error de ceder ante la ansiedad, lo que termina siendo tremendamente perjudicial para el proyecto.
Óscar Aliaga: "Hay una enorme demanda (por plantas) que los viveros no pueden suplir, y es ahí donde el apuro por plantar juega en contra, llevando a los productores a optar por variedades-portainjerto que no son las apropiadas para su terreno”.
“En lo que estamos cojos es en la oferta de plantas. Hay una enorme demanda que los viveros no pueden suplir, y es ahí donde el apuro por plantar juega en contra, llevando a los productores a optar por variedades-portainjerto que no son las apropiadas para su terreno”, comenta Óscar Aliaga.
La decisión sobre la variedad que se plantará debe basarse en las características edafoclimáticas propias de cada huerto. Así, zonificar bien las variedades, de acuerdo al objetivo de cada proyecto, resultará primordial.
Entre las variedades importantes que se utilizan en Chile, Óscar Aliaga destaca las siguientes:
- Santina: Es la mejor de las variedades tempranas. Posee buen calibre y condición de viaje. Se puede plantar sobre un portainjerto vigoroso como Colt o semivigorosos como Maxma 14 o Gisela 12.
- Bing: Ha sido la variedad más importante por su calidad de fruta y condición viajera. Debe ser ubicada en zonas con buena acumulación de frío invernal y sobre portainjertos semivigorosos como Maxma 14, Gisela 6 o 12.
- Lapins: Es una variedad auto fértil, de alto potencial de producción y calibre. Si su carga es bien regulada otorga fruta de muy buena calidad y asegura siempre un buen volumen de fruta. Es una variedad de media estación - tardía, ya que sale después de Bing. Posee un bajo requerimientos de frío invernal. Óscar Aliaga recomienda incluirla en todos los proyectos de cosecha temprana, media estación o tardia.
- Regina y Kordia: Son variedades para la zona central y sur. Regina posee una adaptación más amplia que Kordia. Esta última, en cambio, se recomienda para zonas con mayor acumulacion de frío invernal. Ambas producen fruta de muy buena calidad y condición viajera y deben ser puestas sobre portainjertos semivigorosos como Gisela 6 o 12 o Maxma 14. En la zona sur, en tanto, deben ponerse sobre Gisela 5.
El potasio es un elemento fundamental en la
fertilización de poscosecha del cerezo.
Crédito: El Mercurio
Regulación de la carga
De los manejos a los que es sometido un huerto de cerezas, el más importante a la hora de incidir en la calidad posterior de los frutos es la regulación de carga.
“A mayor carga o volumen, menor calibre, calidad y condición”, asegura Óscar Aliaga.
Entre los métodos para regular la carga se encuentran la poda y el raleo.
La primera poda, llamada de luz, se realiza en poscosecha (generalmente en enero) y su objetivo es propiciar el desarrollo de las yemas florales, ya que en este periodo se está produciendo la inducción y diferenciación de estas.
“Aquí te estás jugando la calidad de las flores del año siguiente. El cerezo es un árbol vigoroso, por lo que es importante abrirlo para que la luz penetre en la parte interior e inferior del árbol, sustentando la producción en la parte baja”, agrega Óscar Aliaga.
Carlos Tapia: “Las etapas fenológicas más importantes se pasan sin crecimiento radicular y en base a las reservas nutricionales del año anterior, porque el crecimiento de raíces de primavera nunca es antes de octubre, ya que la temperatura del suelo no alcanza a propiciarlo”.
La segunda poda o “poda de producción”, apunta a regular la carga de fruta. En cada rama se hace poda de recortes y despuntes. Se debe eliminar todo el material débil, dejando ramas con madera de buena calidad, vigor y en posiciones adecuadas (no colgante). La poda es la única herramienta de regulación de carga que fabrica hojas y nuevos brotes, fundamentales para lograr fruta de buena calidad.
“Cuanto mejor sea la relación hoja-fruta, más se maximiza el potencial productivo. Esto significa una mayor cantidad de kilos con calidad óptima”, dice Carlos Tapia, director técnico de Asesorías Avium y especialista en cerezas.
La “poda de producción”, en árboles vigorosos, se debe ejecutar en marzo-abril (en verde), mientras que en los huertos más débiles se debe llevar a cabo a la salida del invierno o en yema hinchada, con el fin de vigorizar.
La tercera es la “poda de renovación”.
“Las ramas no son eternas y aunque los dardos sí lo son, producen la mejor fruta a los 5 o 6 años, por lo que se recomienda cada año renovar ramas, rebajando un porcentaje de ellas sobre algún renuevo o dejando un taco para que salga un nuevo brote”, indica Óscar Aliaga.
Esta labor debe realizarse durante el invierno hasta inicio de flor, debido a que existe una mejor respuesta al rebrote.
El raleo, por su parte, es una medida adicional o complementaria a la poda, por lo que si se hace una buena poda de producción no debería ser necesario.
Existen varios tipos de raleo. El primero y el más efectivo es el de yemas, ya que se hace dentro del mismo dardo y de manera temprana (en agosto o en yema hinchada), por lo que hay menor desgaste del mismo. No obstante, es más riesgoso, debido a que como es temprano debe realizarse casi a ciegas.
Una segunda opción es ralear flores.
“Este raleo es más difícil, ya que se tiene cerca de una semana para hacerlo. Además, se debe dejar un porcentaje de flores, lo que es más inexacto, pues pueden haber entre 12 y 30 flores por dardo y 500 dardos en una planta”, argumenta Carlos Tapia.
El tercer tipo de raleo, el de frutos, es aún menos efectivo a juicio del director técnico de Avium, ya que el plazo teórico para hacerlo es 30 días después de plena flor, es decir, cuando la suerte ya está echada.
La nutrición
Como se mencionó antes, el estado de la planta en poscosecha repercute en la calidad de la siguiente producción. La razón es que durante este periodo se están desarrollando dos etapas fundamentales, la inducción y diferenciación floral, por lo que el árbol necesita cierta energía para cumplir adecuadamente con estas fases. Dependiendo de la variedad, la primera ocurre 60-70 días después de plena flor (diciembre), mientras que la segunda se da 100-110 días después de plena flor (enero).
“El cerezo es un árbol de corto periodo o ciclo productivo. Florece en septiembre y en 60 a 75 días, según la variedad, ya lo estás cosechando. Entonces no tienes mucha oportunidad en primavera para reaccionar con el tema de la nutrición”, señala Óscar Aliaga.
Las fertilizaciones en poscosecha constituyen las “reservas” de la planta, las que suplen la brotacion, floracion, cuaja y primeros estadios de crecimiento del fruto. Según los últimos reportes de ensayos realizados en Chile y el exterior, enero sería el mes de mayor eficiencia para almacenar reservas vía aplicaciones nitrogenadas de poscosecha.
“En este momento se aplica nitrógeno en suelo y foliar, algo de boro y magnesio para mantener el follaje activo. Los otros elementos como potasio, fósforo y zinc los ponemos después, en primavera”, explica Óscar Aliaga.
Por su parte, Carlos Tapia considera al potasio como un elemento fundamental para el cultivo en este periodo porque, además de mejorar el contenido de materia seca y el color de la fruta en sus aplicaciones primaverales, cumple una función osmótica y mantiene las estructuras atrayentes de agua súper activas.
A mayor carga o volumen de producción, menor
será el calibre, calidad y condición de la fruta.
Crédito: El Mercurio
Riego
El riego no se puede descuidar, en especial durante el periodo de poscosecha del cerezo, pues es en este instante cuando el árbol presenta su mayor tasa de crecimiento radicular. Asimismo, manejar mal el riego en esta etapa repercutirpa en el correcto desarrollo de la diferenciación floral y posterior cuaja.
“El estrés hídrico provoca un cierre de estomas, lo que lleva a que la planta se sobrecaliente. Esto frena la captación de CO2, por lo que no se generan azúcares para reserva y se desencadena una pésima diferenciación que termina por bajar el porcentaje de cuaja”, explica Carlos Tapia.
Durante el mes de enero se producen los mayores niveles de evapotranspiración, por lo que el requerimiento hídrico de las plantas aumenta. Así, no sería raro que fuera necesario regar incluso más que en primavera. En situaciones extremas, en las que el riego sea insuficiente porque la pérdida de agua es muy fuerte, el uso de bloqueadores solares ha demostrado efectividad en bajar la temperatura corporal de la planta, disminuyendo las probabilidades de estrés.
Regar bien va más allá de ajustar los volúmenes de agua, siendo necesario considerar también la distribución de ese recurso. Y es que desde mediados de enero a principios de marzo existen raíces en pleno crecimiento.
“Las etapas fenológicas más importantes se pasan sin crecimiento radicular y en base a las reservas nutricionales del año anterior, porque el crecimiento de raíces de primavera nunca es antes de octubre, ya que la temperatura del suelo no alcanza a propiciarlo”, argumenta Carlos Tapia.
Cabe destacar que el riego puede intensificarse en el verano, en el caso de que las plantas así lo requieran, propiciando el desarrollo radicular y las reservas nutricionales. Por lo mismo, se debe tener precaución con mantener muy activo el árbol hacia fines de marzo. Tapia recomienda poner como fecha límite para el riego el 31 de marzo, de modo de dar una señal a la planta de que se aproxima la dormancia.