Producción de cerezas en zonas extremas: ¿Cuál es el verdadero potencial de estos proyectos?
Extasiados por la posibilidad de acceder a ventanas comerciales tempranas y tardías, cada vez son más los productores que deciden apostar por un proyecto de estas características. Conozca la historia de dos huertos ubicados en zonas poco tradicionales para el cultivo de cerezas. Realidades distintas con una misma motivación: alcanzar el éxito.
Luis Muñoz G.
Las cerezas que se producen en Chile
Chico son de las más tardías del mundo.
Crédito. El Mercurio
Darle el palo al gato o, en este caso, lograr precios mucho más altos que el promedio del mercado es el sueño de cualquier agricultor. De hecho, son muchos los que están dispuestos a conseguir este objetivo a cualquier costo, incluso si esto significa arriesgar todo el capital invertido.
En el rubro de las cerezas, por ejemplo, cada vez son más los productores que por estos días dejan de lado los lugares típicos de plantación y se arriesgan a desarrollar proyectos en zonas poco tradicionales para el cultivo de esta especie, como algunos valles de la Región de Valparaíso, por el norte, y localidades cercanas a Osorno y Valdivia, por el sur. Sin embargo, los casos que más llaman la atención en el sector son aquellos que corresponden a huertos ubicados en zonas como Ovalle, en la Región de Coquimbo; y Chile Chico, en la Región de Aysén, cuyo premio no es otro que acceder a ventanas tempranas o tardías del mercado.
Una situación que a la distancia parece perfecta, pero que en realidad supone una serie de riesgos que si no son bien manejados pueden llevar a que rápidamente este sueño, lleno de luces y riquezas, se transforme en una verdadera pesadilla.
La magia del sur
Si bien los primeros huertos comerciales de cerezas que se instalaron en la Región de Aysén datan de los primeros años de la década del 2000, los experimentos y pruebas se remontan a la última parte de los años 90, cuando investigadores del INIA se dieron cuenta que existían ciertos suelos con la capacidad de albergar cultivos mucho más rentables que los forrajeros que se producían hasta esa época.
Uno de los lugares que más llamó la atención de los científicos fue Chile Chico, localidad que hasta ese instante se caracterizaba por ser un importante polo para el desarrollo de la actividad ganadera regional. De hecho, sus buenas condiciones generales y ubicación en el mapa rápidamente la convirtieron en la zona favorita para producir las cerezas más tardías del país.
Sin embargo, el inicio fue lento. Sólo unos pocos se atrevieron a jugársela por esta apuesta distinta, entre ellos algunos capitales extranjeros y una que otra empresa frutícola de la zona central.
Hoy, el panorama ha cambiado de manera importante: Chile Chico cuenta con alrededor de 250 hectáreas (Ha) plantadas con cerezos y al menos cuatro empresas exportadoras que envían sus productos desde ese mismo lugar a diversos mercados del mundo.
Juan Pablo Subercaseaux: "(En estos proyectos) se genera un panorama que por una parte muestra altos precios pero con bajos rendimientos productivos, lo que en la práctica produce un resultado bastante mediocre. En definitiva, significa que hay que hacer un tremendo esfuerzo para obtener resultados similares a los que se logran en una zona tradicional”.
Uno de esos proyectos pertenece a Francisco Galleguillos, quien llegó a la zona en 2004 con la idea de establecer un lugar para el descanso familiar. Sin embargo, al ver las liquidaciones que recibían sus vecinos por exportar sus cerezas tardías se entusiasmó de inmediato con entrar al negocio. De hecho, al poco tiempo ya tenía su propio huerto.
“La principal motivación que tuve para entrar al negocio fue producir fruta tardía, en un lugar en el que pocos confiaban”, asegura.
Con 36 Has plantadas en la actualidad y con la idea de plantar 60 Ha más en los próximos años, reconoce que desarrollar este negocio en la zona no es fácil, aunque todos los sufrimientos se pasan al ver los precios que alcanza la fruta, los cuales pueden llegar fácilmente a US$ 7/kg, dependiendo de su calidad.
El brillo del norte
Algo similar ha ocurrido en la Región de Coquimbo, aunque en menor proporción. Y es que pese a las buenas experiencias que se han tenido con las cerezas en ese lugar, la superficie en la zona casi no ha variado, remitiéndose a sólo un par de decenas de Ha. Para Gamalier Lemus, subdirector de investigación y desarrollo del INIA Rayentué, esta situación se relaciona con lo lento que avanzan los procesos agrícolas en el país.
“El INIA terminó de trabajar en el proyecto que ayudó a determinar que era posible cultivar cerezas en la Región de Coquimbo en 2004. Sin embargo, fue recién en 2014 que un grupo, luego de tomar la información que se encontraba disponible y establecer un huerto, obtuvo la primera cosecha comercial”, comenta.
La empresa a la que se refiere Gamalier Lemus es Valle Arriba S.A., brazo agroindustrial del Grupo Esparta, la cual en la actualidad posee 25 Ha, ubicadas a pocos kilómetros de Ovalle. Sus cosechas tempranas que normalmente se producen la segunda parte de octubre —aunque en determinados años se pueden adelantar hasta incluso el 15 de ese mismo mes— han llevado a que sus primores accedan a valores que, de acuerdo a Horacio Guzmán, gerente agrícola del proyecto, pueden llegar a US$ 20 por kilo.
“Este gran precio, en todo caso, luego se promedia con el que se obtiene con el resto de la fruta. Lo importante es que al final, luego de sacar el promedio, el precio sigue siendo muy atractivo para nosotros”, sostiene.
La producción de cerezas en zonas extremas,
por lo general, presenta problemas de
productividad. Crédito. El Mercurio
Problemas de productividad
Pero no todo es miel sobre hojuelas para aquellos productores que se arriesgan a desarrollar este tipo de proyectos en zonas como Chile Chico y Ovalle. De hecho, la gran cantidad de inconvenientes ha llevado a que muchos hayan tenido que desistir en su idea de producir cerezas.
Una de las problemáticas más comunes en este tipo de proyectos es la baja productividad que se obtiene respecto a los huertos ubicados en zonas más tradicionales.
“Así, en general, se genera un panorama que por una parte muestra altos precios pero con bajos rendimientos productivos, lo que en la práctica produce un resultado bastante mediocre. En definitiva, significa que hay que hacer un tremendo esfuerzo para obtener resultados similares a los que se logran en una zona tradicional”, comenta Juan Pablo Subercaseaux, economista agrario y académico de la Universidad Católica.
Francisco Galleguillos: “La principal motivación que tuve para entrar al negocio fue producir fruta tardía, en un lugar en el que pocos confiaban”.
Si bien Francisco Galleguillos reconoce que en la zona de Chile Chico la productividad de los huertos es más baja respecto a las zonas donde normalmente se producen cerezas, dice que esta situación ha comenzado a mejorar con el tiempo, gracias al aprendizaje que se ha dado en los manejos.
“Antes los rendimientos oscilaban entre 5.000 y 6.000 kg/Ha. Hoy, en cambio, se pueden lograr más de 10.000 kg/Ha”, asegura.
Cabe destacar que en este proyecto se cultivan cerezas de las variedades Bing, Kordia, Lapins, Regina y Sweetheart, las cuales en primera instancia estaban mayoritariamente sobre portainjertos Mahaleb. Luego, con el tiempo, se empezaron a usar nuevos patrones de la línea Gisela.
De hecho, quienes conocen la zona comentan que la variedad que mejor se da en ese lugar, especialmente en lo que se refiere a condición de viaje y calibre, es Kordia, aunque en los últimos años también se han logrado buenos resultados con variedades autofértiles como Lapins y Sweetheart. Cabe destacar que estas últimas responden bien a heladas y propician una buena productividad, la cual puede llegar incluso a 15.000 kg/Ha.
En la zona norte, en tanto, la experiencia ha sido bastante similar, según reconoce Gamalier Lemus. De hecho, según sus registros, en general, en los huertos de la Región de Coquimbo se obtienen apenas 4 o 5 ton/Ha.
“Afortunadamente, el alto precio que se obtiene alcanza para compensar esa situación”, asegura Gamalier Lemus.
Horacio Guzmán: “No tengo claro a qué se debe el éxito que ha tenido el proyecto. Quizás se debe a que estamos cerca de la costa u otra razón. No lo sé. Lo cierto es que, sea lo que sea, hace que todo funcione de maravillas”.
Pese a las pobres cifras que entrega el experto del INIA, en Valle Arriba S.A., dicen que no se sienten identificados con ellas. Y es que, según comenta Horacio Guzmán, la situación de su huerto es bastante mejor al promedio. De hecho, comenta que en general llegan a producciones de 8.500-10.000 kg/Ha, aunque en años buenos —con mucho agua disponible— pueden superar los 12.000 kg/Ha.
“No tengo claro a qué se debe el éxito que ha tenido el proyecto. Quizás se debe a que estamos cerca de la costa u otra razón. No lo sé. Lo cierto es que, sea lo que sea, hace que todo funcione de maravillas”, comenta.
Cabe destacar que en este proyecto se producen mayoritariamente cerezas de la variedad Brooks, para lo cual se usa una variedad polinizante llamada Tulare. En el lugar donde se encuentra el proyecto existe una plantación antigua donde se usaban portainjertos Santa Lucía. Los sectores más nuevos, en tanto, poseen Cab 6.
Más allá de los resultados particulares, los expertos dicen que lo que se debe tener claro es que el cerezo es una especie de clima templado-frío, por lo que requiere un invierno en que se acumulen altas cantidades de horas-frío. Así, en regiones como las de Valparaíso y Coquimbo, esta situación a menudo genera que los volúmenes producidos sean tremendamente inferiores a los que se manejan en la zona de plantación tradicional.
“De hecho, en el último tiempo esta situación se ha enfrentado a través del mejoramiento genético, o sea buscando variedades que tengan menores requerimiento de frío que las tradicionales; y usando productos químicos que compensen el frío invernal”, asegura Gamalier Lemus.
En la zona norte, por ejemplo, los cerezos experimentan problemas con su flor, la cual es muy delicada y, por ende, muy sensible a los rigores del clima. Así, cuando existen altas temperaturas y baja humedad relativa las flores se resecan demasiado rápido como para que se pueda producir el fenómeno de la polinización y posterior cuaja del fruto.
De igual forma, en el norte el árbol, en primavera y verano, no se encuentra preparado para soportar temperaturas de más de 30°C y humedades relativas de 25%, lo que se evidencia en daños al follaje.
¿Altos costos de producción?
Tomando en cuenta las características que rodean a los proyectos de cerezos en zonas no tradicionales, como Chile Chico y Ovalle, una de las grandes interrogantes que surge es ¿qué tan altos son los costos de producción de estos huertos?
Y es que en la práctica estas zonas presentan diversas desventajas respecto de la zona central. En Chile Chico, por ejemplo, a diferencia de lo que ocurre en otros lugares de plantación del sur como Osorno, la lluvia no es un factor demasiado relevante —en el año caen alrededor de 200 mm, de los cuales 90% lo hace en invierno—, por lo que no se requiere la instalación de techos ni coberturas. De hecho, los dos aspectos que más preocupan a los productores son las heladas y el viento.
Respecto a las heladas, Diego Arribillaga comenta que en la zona a menudo se producen eventos entre mediados de septiembre y los primeros días de diciembre, donde las temperaturas pueden llegar a -5°C por un tiempo de hasta 12 horas. Por lo mismo, resulta vital que, a más tardar al cuarto o quinto año del proyecto, los productores cuenten con un sistema de control de heladas efectivo, que les permita resguardar su producción.
“De lo contrario, los daños producto de este factor podrían llegar al 90% de la producción esperada en una temporada”, asegura.
En cuanto a los vientos, estos se caracterizan por ser tremendamente intensos en la zona, pudiendo superar en determinadas épocas del año fácilmente los 50 km/h, lo que aparece como un tremendo riesgo para las plantas y la fruta. Así, los expertos recomiendan utilizar cualquier herramienta que sirva para mermar su efecto en el huerto. Francisco Galleguillos, por ejemplo, ha apostado por usar cortinas corta viento del tipo monofilamento, las cuales afortunadamente le han funcionado de maravilla hasta ahora.
Gamalier Lemus: "En el último tiempo esta situación (la baja productividad) se ha enfrentado a través del mejoramiento genético, o sea buscando variedades que tengan menores requerimiento de frío que las tradicionales; y usando productos químicos que compensen el frío invernal”.
Otro aspecto que, a menudo, eleva los costos de los productores en lugares como Chile Chico es la poca disponibilidad de mano de obra.
“Este año, por ejemplo, trabajaron más de 300 personas en diferentes labores relacionadas con las cerezas, de las cuales alrededor de 200 eran de la zona central”, comenta Diego Arribillaga.
De igual forma, los productores se quejan de que en la zona no existen empresas de productos químicos, por lo que todo el material debe ser importado desde la zona central, lo que también supone un impacto en los costos de producción.
Hasta hace unos años, uno de los problemas que más comprometía la sustentabilidad de los proyectos en Chile Chico era la carencia de infraestructura para desarrollar el negocio. Ni siquiera existían elementos tan básicos como frío o hidrocooling. Hoy, en cambio, esa situación ha tendido a variar, gracias a la iniciativa de algunas empresas que han construido plantas de procesos —una de ellas es de propiedad de Francisco Galleguillos—, con el fin de exportar de manera directa. Esto, en la práctica, no sólo ha beneficiado a las compañías dueñas de la infraestructura, sino que a todos los productores de la zona, quienes ahora también pueden venderle su fruta a estas empresas exportadoras.
Así, Francisco Galleguillos, quien lleva ligado varios años a este proyecto de cerezas, calcula que los costos de producción de su negocio por estos días se mueven en el rango de US$ 1-US$ 1.5/kg.
En el norte, en cambio, la realidad es muy distinta. Después de todo se trata de una zona con tradición frutícola, que cuenta con una red de infraestructura de frío y procesado, carreteras y puertos disponibles para exportar la fruta a los distintos mercados del mundo.
De hecho, Horacio Guzmán indica que, en su caso, quizás los únicos gastos extra que ha tenido respecto a un huerto ubicado en la zona central es lo que se relaciona con el uso de cianamida, producto usado para revertir los efectos de la escasez de horas-frío en las plantas.
Aunque no tiene claridad de la cifra exacta, el encargado agrícola del huerto de cerezas del Grupo Esparta comenta que el costo de producir una hectárea de esta especie no supera, en ningún caso, la cifra de $ 1.500.000/Ha.
Zonas atractivas
Pese a que muchos auguran que los precios de las cerezas caerán a valores más acotados que los actuales en las próximas temporadas, en ninguno de los dos proyectos mencionados anteriormente existe temor por las consecuencias que esto pueda tener sobre el negocio.
Francisco Galleguillos, por ejemplo, confía en que su posición en el mapa le seguirá permitiendo acceder a una ventana de comercialización tardía casi exclusiva.
“Chile Chico vende cerezas en un momento en que no hay más en el mercado, por lo tanto la demanda por este producto es súper alta y creo que lo seguirá siendo en los próximos años, dice.
“La situación de Chile Chico no se compara con la que vive la zona central. De hecho, en los últimos años nuestra fruta ha ayudado a paliar el déficit de esos lugares. Por lo mismo, creo que aunque bajen los retornos a productor, este negocio seguirá siendo rentable respecto a otros rubros”, complementa Diego Arribillaga.
En la misma línea, Horacio Guzmán se muestra tremendamente seguro del papel que pueden jugar sus primores en los mercados internacionales.
“Si los precios llegaran a bajar y ya no se pagan a US$ 20 por kg, sino a US$ 15, lo único que pasará es que nuestros promedios caerán un poco. Esto en ningún caso es algo grave para un proyecto que produce, en promedio, 10.000 kg/Ha”, asegura.
A tanto llega la confianza del brazo agrícola del Grupo Esparta que comentan que para este año tienen planeado plantar 15 Ha más en la zona, para en 2017 llegar a una superficie total de plantación de 90 Ha. Una meta que hace unos años hubiera parecido un sueño.
Chile Chico v/s Osorno
La particularidad de producir cerezas en Chile Chico es que se puede obtener fruta tardía, la que puede alcanzar altos precios en los mercados internacionales. Sin embargo, en la última temporada se dio una situación que ha abierto el debate entre los expertos. Y es que contra todos los pronósticos la cosecha se adelantó, llegando a una fecha de recolección muy similar a la de Osorno, localidad ubicada a más de 900 km al norte. Así, hay quienes creen que Chile Chico ha perdido competitividad frente a la ciudad de la Región de Los Lagos.
“Si quiero tener fruta tardía prefiero instalarme en Osorno hacia la cordillera, donde saldré igual que en Chile Chico, pero accederé a mayor infraestructura, comercio de insumos y mano de obra”, indica Juan Pablo Subercaseaux.
De hecho, los expertos sostienen que Osorno y sus alrededores —especialmente los huertos ubicados en altura— se han transformado en la mayor competencia para los proyectos cereceros de Chile Chico.
“Es cierto lo de Osorno, aunque no hay que olvidar que en Chile Chico no tenemos enfermedades. Más al norte, en cambio, la situación es otra. En Osorno además hay mayores riesgos de lluvias cerca de la cosecha, lo que en la práctica significará que los huertos se deban techar”, comenta Diego Arribillaga.
Un punto relevante en esta discusión es lo que se refiere al valor de la tierra. Y es que en Chile Chico la Ha de terreno puede llegar a costar $ 12-14 millones, cifra muy superior a la que se maneja en Osorno. De hecho, Diego Arribillaga reconoce que los que están haciendo muy buen negocio en la actualidad son aquellos productores que comenzaron hace años con sus proyectos, cuando compraron la Ha a $ 6 millones o menos.