¿Hacia dónde avanza la industria del avellano europeo?
Pese a que en el último tiempo han surgido una infinidad de nuevas variedades, en nuestro país se siguen utilizando principalmente dos: Barcelona y Tonda di Giffoni. Algo similar ocurre con los portainjertos, los cuales en la actualidad son descartados por los productores. ¿Cómo modifican esta realidad los últimos avances científicos sobre avellanos europeos?
Luis Muñoz G.
Pese a la enorme cantidad de variedades de avellano de europeo que existen en el mundo, en Chile se cultivan principalmente dos: Barcelona (60%) y Tonda di Giffoni (TDG) (40%), las cuales se ubican mayoritariamente entre las regiones del Maule y la de Los Lagos.
Árbol de Tonda di Giffoni y su fruto.
Crédito: Miguel Ellena.
Barcelona: La más plantada en Chile
La Barcelona es una variedad de origen desconocido, difundida en Estados Unidos (Oregon), Francia, Chile (en la zona centro sur y sur) y, en menor medida, en otros países productores de avellana.
En nuestro país predomina la “Barcelona chilena”, cuyo material se caracteriza por tener un gran vigor, elevada productividad, floración precoz —masculina y femenina—, dicogamia, proteandria, brotación tardía, 3,2 frutos por grupo y longitud del involucro largo, aunque con un buen desprendimiento de los frutos.
Sus principales polinizadores son Daviana, Butler, Trebizonda y algunos ecotipos locales como Rojo, Azul, Café y Blanco.
En relación a sus frutos, éstos son de forma cónica, poseen un color marrón oscuro, espesor de la cáscara gruesa, peso promedio de 3,5 g, semillas de 1,5 g promedio, rendimientos al descascarado de 39%-42% y pelado o blanching de la semilla de tipo intermedio.
“Barcelona ha presentado en Chile un gran potencial productivo (3.000K/ha), llegando incluso a producir entre 4.500 y 5.000 K/ha en huertos con alta tecnología. De igual forma, ha presentado un amplio rango de adaptación a lo largo del territorio nacional. Es una muy buena variedad para el consumo directo o snack, altamente apetecida en los mercados asiáticos como el chino, especialmente por su gran tamaño”, comenta Miguel Ellena, investigador del INIA Carrillanca.
Árbol de Barcelona y su fruto.
Crédito: Miguel Ellena.
Tonda di Giffoni: La favorita de la industria chocolatera
La segunda variedad más plantada en Chile es Tonda di Giffoni, cuyo origen se ubica en la región de Campania, en Italia.
En relación a las características del árbol, éste presenta un rápido crecimiento, vigor intermedio, precocidad productiva, notable proteandria y autoesterilidad, y floración muy precoz —masculina y femenina—. Las flores masculinas (amentos) se encuentran separadas de las flores femeninas (glomérulos) y presentes en brotes del año. Son visibles a partir del mes de febrero, mientras que las flores femeninas se evidencian a finales de otoño-invierno. La plena floración se alcanza casi completamente alrededor de la mitad de junio, época en que se produce la polinización. La fecundación, en tanto, ocurre al culminar la maduración de los órganos florales femeninos en diciembre-enero, dependiendo de la zona en que se encuentre el cultivo. La brotación y época de cosecha son más precoces que la de Barcelona.
Respecto a los frutos, presentan un promedio de 2,8 núculas por grupo, una longitud del involucro largo, forma globular, color marrón oscuro, índice de redondez de uno, peso promedio de 2,5 g, semillas de 1,16 g promedio, rendimientos al descascarado de 46%-47% y pelado o blanching del perisperma elevado.
“En los últimos años se ha incrementado la plantación de esta variedad debido a la excelente calidad de las avellanas (semillas o pepa), las cuales son sumamente valoradas por la industria de transformación, en particular la industria chocolatera, de helados y confites, entre otros productos. Presenta buenas características industriales o tecnológicas (pelado y rendimiento al descascarado), como también buen sabor y aroma después de ser sometida a tostado”, indica Miguel Ellena.
La variedad, ha presentado un buen comportamiento agronómico a nivel del territorio nacional (Maule-Los Lagos), particularmente en la zona centro sur y parte de la zona sur, donde se han obtenido buenos rendimientos y calidades de fruta.
Otras variedades
Pero eso no es todo. En el mercado también se pueden encontrar otras variedades italianas como Tonda Romana y Tonda Gentile delle Langhe, las cuales hasta ahora no han presentado tan buen comportamiento productivo si se compara con Barcelona chilena y Tonda di Giffoni, lo que ha frenado su desarrollo.
Estudios realizados por la Plataforma Frutícola de INIA-Carillanca han determinado un menor potencial productivo de Tonda Romana y Tonda Gentile delle Langhe bajo las condiciones agroecológicas del sur de Chile. “De estas dos variedades, Tonda Romana ha presentado mejor rendimiento acumulado respecto a Tonda Gentile delle Langhe”, dice Miguel Ellena.
Este panorama se ha repetido con otras variedades de origen español como Negret, Morell, Ginorell, y Grifoll, las cuales según Miguel Ellena tampoco han presentado una buena respuesta productiva bajo las condiciones experimentales en que se llevó a cabo la investigación.
“Hemos evaluado otras variedades de origen turco como Trebizonda y Tombul, las cuales han presentado un potencial menor en relación a Barcelona chilena y Tonda di Giffoni. Estamos en etapa de evaluación de otras variedades como Lewis, Willamette, Clark (de origen americano) y un gran número de selecciones clonales realizadas por la Plataforma Frutícola de INIA-Carillanca. La idea es seleccionar materiales adaptados a diferentes condiciones agroecológicas y buenas características de la fruta tanto para el mercado directo como para proceso industrial con gran rendimiento (> 50%) y buen blanching después del tostado”, explica el especialista del INIA.
En la búsqueda de nuevas variedades
Paralelo a este trabajo, el INIA está desarrollando un programa de mejoramiento mediante el cruzamiento controlado, con el fin de obtener variedades para el mercado directo (cáscara-snack) con gran calibre y para transformación a nivel de la industria con elevado rendimiento industrial y buen pelado del perisperma (cascarilla o película que envuelve la semilla de las avellanas). La idea, dice Miguel Ellena, es buscar una variedad más precoz en la entrada en producción, con cosecha temprana (febrero-marzo) y un buen blanching (para mercado industrial). Para el mercado directo, en tanto, se busca fundamentalmente un gran calibre, con el fin de obtener un sobre precio en mercados asiáticos como China.
Árbol de Yamhill y su fruto.
Crédito: Miguel Ellena.
En relación a las nuevas variedades de origen norteamericano de reciente introducción, entre las cuales se encuentran Jefferson, Yamhill y Tonda Pacifica, el organismo dependiente del Ministerio de Agricultura aún no dispone de datos sobre su comportamiento bajo diferentes condiciones de clima y suelo de la zona productora de avellanas en el país.
Yamhill, por ejemplo, consta de un árbol compacto, con hábito de crecimiento expandido y de menor vigor que Barcelona (variedad referencial, en Oregón). A la fecha, ha presentado buena precocidad en la entrada en producción y buen rendimiento, aunque también un irregular desprendimiento de la película que envuelve a la semilla (factor de calidad para la industria), sabor y aromas inferiores. Adicionalmente, su tamaño se ha mostrado bastante pequeño.
En Chile, la variedad referencial para Yamhill es Tonda di Giffoni, ya que se ha pensado como una variedad industrial.
Respecto a Jefferson, que se presume podría ser una alternativa a la Barcelona chilena, tampoco se cuenta con datos suficientes para ponderar una calificación. Sin embargo, en el INIA afirman que los primeros resultados indican que la fruta es de menor tamaño que los que entrega la Barcelona chilena. Cabe destacar que para los mercados a los cuales llega esta variedad es importante contar con frutos de buen tamaño y características atractivas.
Para Miguel Ellena Chile requiere generar sus propias variedades, las cuales deben estar orientadas a mejorar las características de las que se usan en la actualidad. Por lo mismo, dice, se debe aspirar a contar con plantas más precoces en la entrada en producción, que tengan cosechas más tempranas, con el fin de evitar las lluvias de otoño; árboles más compactos y eficientes desde el punto de vista productivo, y tolerantes y resistentes al estrés de tipo abiótico y biótico.
“Con nuestro programa de mejoramiento del avellano en Chile (INIA-Carillanca), estamos buscando disponer de más alternativas varietales y de superior calidad. Junto a ello, estamos seleccionando por propiedades (funcionales, nutracéuticas) que nos permitan como industria nacional del avellano europeo ser más competitivos, particularmente en el futuro cercano, cuando el escenario sea totalmente distinto al actual, debido al crecimiento de la industria en Canadá, Australia, Georgia y el desarrollo industrial en China. Este último mercado es muy importante también para Chile”, explica el investigador del INIA.
La visión de la industria
Si bien en Agrichile valoran los trabajos que en esta materia se están llevando a cabo en distintas instancias, señalan que por ahora su principal objetivo es fortalecer la posibilidad de realizar un mejoramiento genético de la Tonda di Giffoni, la variedad más requerida por ellos. “Creemos que la mejor posibilidad, por lejos, pasa por mejorar las variedades que existen o agregar otras italianas, como Tonda Romana y Tonda Gentile delle Langhe o mejoramiento de esas”, asegura Gabriel Aguilar, responsable de la coordinación con los productores y de investigación y desarrollo de Agrichile.
De hecho, el profesional indica que, en general, el nuevo material disponible no cuenta con variables que permitan mejorar las características de calibre, forma o sabor que posee la Tonda di Giffoni. “Tampoco cuentan con las aptitudes industriales como el blanching o la capacidad de desprenderse de las cubiertas seminales que han hecho que esta variedad sea top en este segmento”, comenta Gabriel Aguilar.
Una de las posibilidades que ve el personero de Agrichile para estas nuevas variedades —una vez que hayan pasado todas las pruebas de rigor, las cuales pueden durar varios años— es que puedan reemplazar parte de los volúmenes de Barcelona. “Quizás a nivel de precios los cambios no serán tan importante, pero si comparamos la productividad, las nuevas variedades pueden ser una tremenda oportunidad”, asegura Gabriel Aguilar.
En ese contexto, el profesional destaca que una de las variedades interesantes es Lewis, cuyo árbol es más pequeño que el de Barcelona. De hecho, se parece bastante al de Tonda di Giffoni. Sin embargo, dice, los árboles de prueba tienen recién dos años, por lo que aún faltan cuatro o cinco para hacer una evaluación correcta.
Nuevos desafíos
En Agrichile indican que uno de los principales problemas que presenta el material genético disponible en Chile es su condición. Y es que en nuestro país, dicen, lo que se conoce como variedades son realmente poblaciones de plantas. “La Tonda di Giffoni, por ejemplo, cuenta con distintos tipos de plantas al interior de una población”, comenta Gabriel Aguilar.
Por lo mismo, en la empresa se encuentran trabajando en un programa de selección masal, donde se están marcando plantas con características productivas atractivas y que se relacionan con la resistencia a enfermedades, condiciones de cosecha o de concentración de caída de frutos, entre otras cosas.
La idea es que se puedan llegar a tener clones que cuenten con ventajas respecto al resto del material. Posteriormente vendrá el proceso de incrementar el material a través de reproducción in vitro, lo que permitirá ampliar un plantel madre de estos clones y sacar adelante la producción de una selección de Tonda di Giffoni, que es la variedad con la cual se está trabajando en la actualidad. “Todo esto nos podría permitir uniformar las producciones entre plantas y mejorar los rendimientos para mejorar la media productiva del huerto”, explica Gabriel Aguilar.
¿Y los portainjertos?
El uso de portainjerto en avellanos europeos es un tema que se encuentra ampliamente estudiado alrededor del mundo. Si bien se sabe que pueden ser utilizados sin mayores problemas, en Chile no son considerados. De hecho, aquí el avellano europeo opera como un cultivo autoerradicado, es decir, las plantas se propagan por acodo o hijuelos.
Para Gabriel Aguilar esta situación tiene una explicación simple: “El avellano no tiene problemas de juvinilidad extensa que tenga que cubrir, tampoco presenta problemas serios de hongos de raíz, ni problemas graves de densidad que nos lleven a pensar que se requieren huertos de 2x1, ya que las máquinas cosechadoras requieren sí o sí de cinco metros para obrar. En conclusión, en la actualidad para nosotros esto no es un prioridad, ya que el sistema actual nos acomoda”.
No obstante, dice el agrónomo, eso no significa que no se pueda avanzar. De hecho, el desarrollo de portainjertos podría resultar interesante para algunas variedades, las cuales podrían adquirir características relacionadas con la no emisión de sierpes.
En el INIA, en tanto, afirman que avanzar en el desarrollo de portainjertos en Chile es una tarea prioritaria para darle mayor competitividad a la industria nacional. Por lo mismo, cuentan con una selección de portainjertos enanizantes y semi enanizantes, cuyo principal objetivo es bajar la altura de la planta y, por ende, aumentar la densificación, es decir, poner más plantas por unidad de superficie. Esto, a su vez, permitirá aumentar la precocidad en la entrada de producción de las plantas y también la cantidad de fruta por unidad de superficie.
Miguel Ellena explica que los primeros portainjertos enanizantes y semienanizantes están siendo colocados, en la actualidad, en la Unidad Experimental del INIA Carillanca, mientras que para el próximo año se espera poder establecerlos en Gorbea e Imperial. La idea, dice, es poder evaluarlos y ver cuál es su potencial en rendimiento de producción y calidad de fruta. “Por lo mismo, creo que en alrededor de cinco años más podremos poner a disposición de los productores este material”, agrega.
El INIA además se encuentra realizando estudios in vitro con mutaciones, con la finalidad de lograr un portainjerto que no emita hijuelos, característica propia del avellano europeo y que en la práctica genera un aumento en los costos del productor, ya que deben ser controlados todos los años.
Gabriel Aguilar, por su parte, dice que todo lo relacionado con el desarrollo de portainjertos debe ser llevado adelante de forma muy cautelosa, pues existe lo que se llama incompatibilidad diferida del injerto con el portainjerto, lo que en la práctica puede resultar nefasto para un proyecto agrícola. “Por lo mismo, hay que darle tiempo a este tema para probar y después, cuando se tenga claridad, comercializar el producto con total tranquilidad”, asegura.