El potencial de las nuevas tecnologías para la producción de arándanos
Adelantar la cosecha para acceder a precios más altos o proteger la producción de las inclemencias climáticas en momentos determinados de la temporada, son aspectos que por estos días pueden ser manejados por los productores de arándanos, gracias a la utilización de estas herramientas. A continuación, diversos expertos analizan a fondo las características de estas tecnologías y explican por qué los productores deberían al menos evaluar la posibilidad de usarlas.
Luis Muñoz y Ximena Fernández
Túneles de Gabriel Fonzo en Argentina. Crédito: Integrity S.A.
Hoy las tecnologías disponibles para la poscosecha tienen un objetivo común: prolongar la vida útil de la fruta cosechada, manteniendo sus cualidades organolépticas por el mayor tiempo posible, con el fin de ayudar a alcanzar destinos cada vez más lejanos sin perjudicar su condición.
Siguiendo el ejemplo de destacados empresarios a lo largo de la historia, Gabriel Fonzo siempre va contra la corriente en los negocios: “Cuando todos están vendiendo, yo compro”, asegura. La adrenalina del riesgo, dirán algunos. Para otros, una capacidad de ver más allá de sus narices, de apostar al largo plazo. Fue así que, inspirado en esa filosofía, viajó a Argentina en 2002 —cuando ese país vivía una profunda crisis económica— en busca de nuevas oportunidades de negocios. Allí, al borde de un río, en plena provincia de Entre Ríos, encontró un predio de 180 hectáreas que, en teoría, aparecía como el escenario ideal para desarrollar su próximo proyecto agrícola: un huerto de arándanos de alta rentabilidad, capaz de aprovechar la atractiva ventana productiva que se da entre el final de la cosecha de Estados Unidos y el comienzo de la de Chile.
Haciéndole caso a su instinto, decidió que la mejor forma de desarrollar este proyecto era ir paso a paso, de a poco, para lo cual comenzó plantando sólo unas cuantas decenas de hectáreas con variedades nuevas como Emerald, Star, Ventura y San Joaquín, entre otras.
No obstante, a poco andar, el empresario y su equipo se dieron cuenta de que a diferencia de lo que habían pensado en un inicio, el campo presentaba una serie de inconvenientes para el correcto desarrollo del negocio. Las más duras de sobrellevar eran, por lejos, las complicaciones climáticas que se daban en la zona.
“En ese lugar el clima es semi tropical. Se juntan dos nubes y se larga a llover. Si se juntan dos más, seguro que se desata una tormenta”, dice el presidente de Integrity S.A., compañía que además ofrece servicios al mercado exportador frutícola chileno a través de otras dos áreas de negocios: la refrigeración, que cuenta con más de 30 cámaras frigoríficas en Chile y Argentina; y el envasado, cuyo soporte son los envases de plástico PET reciclados.
El día que todo cambió
El 24 de octubre de 2007 es una fecha que Gabriel Fonzo no olvidará tan fácil. Ese día fue testigo de cómo una simple lluvia se transformaba en un diluvio —con truenos, relámpagos y granizos— que terminó por arruinar buena parte de la primera cosecha importante de arándanos que había tenido su huerto.
“Teníamos en el suelo, totalmente inservible, el equivalente a US$ 5 millones en fruta”, recuerda.
Pese al inmenso golpe que significó esta situación para su bolsillo, el empresario no se dio por vencido y se propuso la idea de buscar alternativas que le permitieran proteger su proyecto de arándanos de este tipo de fenómenos climáticos.
Tras meses de búsquedas y consultas con diversos expertos, llegó a la conclusión de que la mejor opción para su huerto era probar los llamados túneles, herramientas que, entre otras cosas, protegen la producción frutícola de distintos eventos climáticos como las lluvias y los granizos.
Así, luego de algunas temporadas de pruebas y experimentos, Gabriel Fonzo finalmente logró dar con la medicina adecuada para curar esta verdadera enfermedad en la que se había transformado el clima. De hecho, en la actualidad alrededor del 78% de su producción de arándanos, que obtiene de 82 hectáreas, se encuentra protegida por estas herramientas.
La realidad en Chile
Si bien en Chile la presencia de túneles en los proyectos de arándanos es bastante limitada, son cada vez más los productores que están evaluando la posibilidad de utilizar este tipo de herramientas en sus explotaciones.
“No existen cifras, pero la aparición de estas herramientas se nota al recorrer los campos. Hoy los productores tienen consciencia respecto de que deben proveer a los mercados de fruta de muy buena calidad”, dice Andrés Armstrong, director ejecutivo del Comité de Arándanos.
De hecho, por estos días uno de los más importantes promotores de la idea de fomentar el uso de túneles entre los productores del berry es el Comité de Arándanos. Para ello incluso se encuentran promoviendo algunos ensayos y pilotos que permitan validar esta tecnología, especialmente en lo que se refiere a enfrentar con mejores armas los efectos que está planteando el cambio climático en el país.
“Las primaveras lluviosas, por ejemplo, se han transformado en una tremenda amenaza para los huertos de arándanos, debido a que si estos no reciben buenos controles fitosanitarios pueden generarse condiciones propicias para hongos como Botrytis. También está el peligro de que estos fenómenos puedan partir la fruta, lo que inevitablemente generará un perjuicio para los productores”, complementa Julia Pinto, gerente técnico del Comité de Arándanos.
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Micro y Macro
Pero, ¿qué son los túneles? En palabras simples, estas herramientas corresponden a estructuras, ya sean de madera, fierro u otro material, cubiertas por un plástico (existen diversos tipos), que se colocan sobre determinados cultivos, tal como si se tratara de un invernadero, con el fin de lograr un efecto determinado en la producción, en este caso de arándanos.
Los efectos que se puedan lograr dependerán, en gran medida, de las características que tenga el túnel, especialmente de su tamaño. De hecho, los expertos diferencian estas herramientas entre micro y macrotúneles.
Los microtúneles, por ejemplo, son utilizados mayoritariamente por los productores de frutillas, aunque en el último tiempo se han ganado su espacio entre los arandaneros. Entre sus características, destaca su escaso tamaño, el cual la mayoría de las veces apenas se empina por sobre el metro de altura, asimilándose a un invernadero en miniatura.
Los macrotúneles, en cambio, son estructuras mucho más grandes, similares a los invernaderos tradicionales. Si bien su tamaño varía entre un modelo y otro, en general permiten que una persona pueda transitar sin problemas al interior de la estructura.
Según Pablo Vial, representante en Chile de la inglesa Haygrove, empresa que desarrolla diversas soluciones para el mundo agrícola, entre ellas los macrotúneles, el mayor tamaño de estas estructuras permite que las plantas que se encuentran al interior del invernadero produzcan alrededor de 35% más de fruta que una que se encuentra en el exterior.
“En este caso, el tamaño del túnel resulta fundamental. Al tener una estructura más grande se puede hacer un mejor control de la temperatura, lo que permite que la planta se desarrolle mejor y crezca más”, afirma.
Ambas herramientas son capaces, en mayor o menor medida, de adelantar la cosecha de arándanos, propiciando así que determinados agricultores ubicados en zonas estratégicas puedan acceder a ventanas de comercialización atractivas, aumentando sus retornos de exportación.
“Esta temporada, por ejemplo, hubo una primavera bastante fría en la zona central que hizo que la cosecha se atrasara bastante. En ese contexto, quienes usaron macrotúneles, no se vieron afectados por esta situación e igualmente adelantaron sus cosechas en al menos 20 días. Así, algunos productores obtuvieron hasta US$ 10 por kilo de arándanos”, indica Pablo Vial.
A juicio de Vial, si bien los microtúneles también permiten adelantar la cosecha, por lo general generan fruta de mala calidad, especialmente en lo que se relaciona con su sabor y condición.
“Al tener un microtúnel, la humedad, producto de su tamaño, se encuentra demasiado concentrada, cerca de la fruta. Así, cuando sale el sol y aumentan las temperaturas, el lugar se transforma en un caldo de cultivo para enfermedades como Botrytis y otras. Por lo mismo, su uso sólo será exitoso siempre y cuando los cuidados se realicen de forma perfecta”, explica.
Para Enrique Libuy, gerente de Plásticos Agrícolas Manto, esa situación es bastante relativa, debido que en el mercado existen diversos tipos de microtúneles. En su empresa, por ejemplo, se comercializan unos más simples, que constan de una pequeña estructura y un plástico con protección UV, y otros más modernos, que además de los instrumentos básicos, cuentan con diversas tecnologías como la antigoteo, que permite evitar que las gotas que se provocan al interior de la estructura caigan sobre la planta.
“Lo que sí es importante destacar es que en el caso de los microtúneles resulta fundamental que los responsables de su manejo estén muy pendientes. No hacerlo puede generar que se produzcan problemas importante en la producción”, comenta.
Fuente protectora
Tanto los micro como los macrotúneles prometen proteger el cultivo de arándanos de distintos fenómenos climáticos como las heladas. En Plásticos Agrícolas Manto comentan que entre los microtúeneles que venden se encuentra uno que cuenta con tecnología térmica, capaz de proteger a la planta de heladas.
“La diferencia de temperatura entre el interior y el exterior es de alrededor de 2°C-3°C, por lo que cuando hay 0°C en el exterior, las plantas de adentro no se queman. En el caso de heladas muy intensas de, por ejemplo, -5°C, lo que ocurrirá será que las plantas bajo el microtúnel se quemarán aunque en un porcentaje mucho menor que las de afuera. Eso, en la práctica, significa que es capaz de minimizar las pérdidas”, explica Enrique Libuy.
En ese sentido, los macrotúneles funcionan de manera bastante similar que su contraparte. De hecho, sólo se requiere llevar a cabo ciertos manejos en las horas previas al evento climático para sortear esta situación con éxito. En 2013, por ejemplo, muchos productores que utilizaban estas herramientas evitaron las heladas y como si fuera poco, recibieron un gran precio por su fruta.
Otro tema importante, tal como ha quedado de manifiesto con la historia de Gabriel Fonzo, es que los túneles son capaces de proteger los arándanos de la caída de lluvias y granizos en momentos críticos de la temporada (cerca de la cosecha), evitando así que se pueda producir micro cracking en la fruta. Por lo mismo, los expertos recomiendan su uso especialmente para la producción de la zona sur, donde este fenómeno se ha hecho más común en los últimos años.
La importancia del plástico
Un aspecto fundamental a la hora de considerar adquirir los distintos tipos de túneles es elegir el plástico correcto para la estructura, ya que usar uno u otro no da lo mismo. De hecho, en el mercado existen diversos tipos y texturas, cuya utilización dependerá, en gran medida, de la estrategia que tenga el productor.
De acuerdo a los expertos, en los valles centrales, por ejemplo, se deberían usar plásticos difusos —característica que permite que estos no se calienten en épocas de mucho calor—, con el fin de evitar las altas temperaturas en septiembre y octubre, que es la época en que se comienzan a cosechar los arándanos. En zonas costeras, como Santo Domingo, Curepto, La Serena, en cambio, se pueden usar plásticos mucho más transparentes, es decir, menos difusos, para juntar más calor.
“En zonas costeras es muchísimo más fácil forzar un cultivo. De hecho, con macrotúeneles se podrían adelantar las cosechas hasta en tres meses. Es más, se puede producir todo el año”, dice Pablo Vial.
En Haygrove destacan la serie BPI (British Polythene Industries), que permite que el plástico sea bastante difuso y no pierda la transmisión de la luz. De hecho, se estima que es capaz de dejar pasar cerca del 89% de ella. Por lo mismo, comentan que entre los productores que lo usan varios han decidido dejarlos durante todo el año, con el fin de evitar el estrés de calor y los problemas que eso conlleva.
Inversión alta pero pagable
Pero quizás el aspecto que más importa a la hora de optar por esta tecnología es la inversión que se debe hacer. En Haygrove, por ejemplo, comentan que los precios para la instalación de macrotúeneles oscilan entre US$ 45 mil y US$ 55 mil por hectárea. Esto dependerá de las características que tenga la herramienta, es decir, de su tamaño, del tipo de material de la estructura (si es de madera o de otro tipo de material más sofisticado) y del nivel de tecnología que contemple (si es rústico o se acerca a lo high tech).
Por lo mismo, se estima que, en promedio, los productores podrían estar recuperando la inversión al tercer año, dependiendo de cómo esté la temporada.
Sin embargo, el representante de Haygrove hace un llamado a no quedarse sólo con las cifras, sino que hacer un análisis más completo de la inversión que se pretende hacer. Así, dice que contar con este tipo de tecnología en el campo le permitirá al productor estabilizar su negocio en el contexto comercial, pues será más confiable ante sus clientes.
“Hoy en el negocio no se puede fallar. Hacerlo significa que los productores pongan en jaque su potencial comercial en el mundo”, indica Pablo Vial.
A tanto llega la necesidad de asegurar las producciones que incluso por estos días hay exportadoras que están dispuestas a financiar este tipo de proyectos.
“Cuando se enfrentan temporadas como las últimas, donde el factor climático pasa a ser fundamental, contar con herramientas de este tipo, aunque sean caras, es muy positivo para el productor, debido a que se trata de una inversión a largo plazo”, indica Julia Pinto.
En el caso de los microtúneles, la inversión estimada es mucho menor que la de instalar un macrotúnel, debido a que el arco de la estructura es de tubos de pvc.
“Respecto al plástico, se debe tener en cuenta que en una hectárea se usan alrededor de 16 rollos de 500 metros, cada uno de los cuales vale del orden de $100.000”, comenta Enrique Libuy.
José Flores: “Un año puedes obtener US$ 1 más por kilo”
José Flores instaló macrotúneles en 10 hectáreas de su campo de Curicó, en junio de 2013, con la idea de adelantar la cosecha de arándanos (variedades tempranas) y así acceder a alguna ventana comercial atractiva.
Para ello invirtió alrededor de US$ 45 mil por hectárea entre materiales e insumos, y US$ 10 mil más en la instalación, cifra que pudo recuperar en 4 o 5 temporadas.
En su caso, logra adelantar la cosecha en alrededor de 12 días, lo que a menudo le permite vender su producción a principios de octubre. Esto, de todas maneras, le alcanza para salir antes con sus productos al mercado, lo que normalmente es premiado con mejores precios.
“Sin embargo, eso es muy variable. Así, un año puedes obtener US$ 1 más por kilo y en otros, como el año pasado, precios similares”, agrega.
Entre las ventajas de utilizar túneles, el productor destaca que la planta tiene un mejor desarrollo, ya que se protege de los daños del medio ambiente, de los rayos UV, y de la deshidratación por viento, entre otras cosas.
“Además, en invierno, los túneles también son favorables, ya que la planta está más abrigada”, comenta.
José Flores agrega que al adelantar la cosecha tiene mayor disponibilidad de mano de obra, ya que no compite con otros cultivos.
Sin embargo, para que todo funcione bien indica que es necesario contemplar algunos riegos, como el asociado al viento. Y es que este puede terminar por dañar las estructuras, generando que los túneles caigan y el plástico se rompa.
De igual forma, comenta que se debe contemplar el costo de mantener durante la primavera una cuadrilla que abra y cierre los túneles, debido a que estos acumulan temperatura muy rápido. De hecho, si este aspecto no es bien manejado se corre el riesgo de que la fruta se queme.
Otro aspecto que, a su juicio, no debe ser pasado por alto por los productores es que las plantas que se encuentran bajo túneles consumen lo mismo o menos agua que las que se encuentran afuera, debido a que están sometidas a un menor estrés, por lo que abren menos sus estomas.
“Esto, en la práctica, genera que tengan una menor tasa de evapotranspiración”, añade.
José Miguel Izquierdo: “Mi experiencia ha sido buena”
“Mi experiencia ha sido buena”. Así de claro es el productor José Miguel Izquierdo cuando se le pregunta cómo le ha resultado su apuesta por los macrotúneles en su campo de Nancagua, en la Región de O´Higgins.
Si bien cuando comenzó, hace cuatro temporadas, tenía ciertas dudas —de hecho, en un inicio sólo implementó esta herramienta en 1 hectárea—, estas se disiparon luego de un tiempo. Es más, en la actualidad, los buenos resultados obtenidos han llevado a este productor a aumentar a 10 sus hectáreas cubiertas con túneles.
“La decisión de instalar los túneles pasó porque teníamos variedades tempranas y queríamos anticiparlas un poco. Lo cierto es que, dependiendo de las variedades y las condiciones de la temporada, la cosecha se puede llegar a adelantar hasta en un mes. De hecho, las que más se adelantan son las variedades tempranas, que tienen bajo requerimiento de frío. Nosotros, por ejemplo, partimos la cosecha en septiembre”, comenta.
José Miguel Izquierdo reconoce que esta no es una inversión barata, aunque vale la pena.
“La planta crece mejor dentro del túnel, debido a que los plásticos tienen filtro UV, lo que potencia el crecimiento vegetativo. Por lo mismo, la calidad de la fruta también es mejor. Además, se puede cosechar cuando está lloviendo”, indica.
Lo mejor, dice, es el precio que puede alcanzar la fruta, aunque todo depender de la semana en que se logre cosechar.
“Pese a comenzar temprano, estas variedades producen durante 10 o 12 semanas y la mayor cantidad de fruta disponible se concentra entre mediados y fines de octubre, cuando se obtienen US$ 8-US$ 9 por kilo. Este resultado varía mucho, ya que no todas las zonas son tempranas ni tienen días despejados”, indica.
Gracias a esto, comenta que la inversión de los túneles, en su caso, se ha podido pagar entre el tercer y cuarto año.
La experiencia de Hortifrut
Hortifrut, empresa líder en producción y comercialización de arándanos, es una de las empresas que por estos días está probando los túneles y otros sistemas de coberturas en diversos lugares del país, con resultados diversos.
Los túneles instalados desde Curicó al norte —los cuales se encuentran sobre una estructura metálica, tipo mecano, con una cobertura de polietileno—, le han permitido a la empresa adelantar la producción y obtener buenos precios. Los que se ubicados hacia el sur, y que cuentan con las mismas características, han posibilitado que se pueda cosechar todos los días, sin importar si lluvia o mañanas con rocío o garúas.
“El beneficio de adelantar la cosecha en la zona sur no aparece como algo tan atractivo, debido a que, en la práctica, no se lograrán precios mucho mejores, producto de que en esa fecha habrá cierto volumen disponible en el mercado. No obstante, de Curicó al norte, esto sí aparece como una opción tremendamente interesante, ya que le permitirá al productor acceder a una ventana donde se logran altos retornos”, asegura Ramiro Soffia, gerente agrícola de Hortifrut.
Respecto a los resultados que han mostrado las distintas variedades en la producción en túneles, en la empresa comentan que estos han sido buenos. Rocío y Corona, por ejemplo, han funcionado muy bien, gracias que son variedades tempranas, con poco requerimiento de horas frío, lo que a su vez les ha permitido adelantarse 15 o 20 días en determinados lugares de la zona central. De hecho, una de las conclusiones que se han sacado de toda esta experiencia es que estas variedades se desarrollan mejor con coberturas que sin ellas.
Pero eso no es todo. Por estos días, además, Hortifrut se encuentra probando otras tecnologías. Una de ellas es una malla monofilamento de origen italiano que cumple dos propósitos: proteger la fruta de los golpes de sol, generados por la radiación solar excesiva, y de los granizos, fenómenos cada vez más frecuentes en el último tiempo. Su principal atractivo es que pueden dejarse instaladas y extendidas durante todo el año, ya que permiten un correcto paso de luz y una buena circulación del aire en su interior.
“Al quedar instaladas no provocan problemas de diferenciación o inducción de yemas florales, producto de la falta de luz o altas temperaturas, algo que sí ocurre si los túneles o mallas rashell se dejan todo el año”, comenta Soffia.
Su uso también genera un ahorro en el costo de mano de obra, ya que no existe la necesidad de abrir y cerrar la cobertura; y propicia una mayor duración de la malla y un menor estrés para la planta, debido a que esta siempre se desarrolla bajo condiciones estables.
A la fecha, las mallas monofilamento han demostrado un muy buen funcionamiento desde Angol hacia el norte, permitiendo una alta efectividad en la protección de variedades más susceptibles a la radiación solar, y resguardando a las plantas en episodios de granizos y en su capacidad de ventilación.
La otra alternativa que en la actualidad se está testeando es una carpa de dos aguas, parecida a los techos que se usan para los cerezos, cuya cubierta es de polietileno fabricado con láminas de rafia.
Respecto a los resultados obtenidos, aún no se puede decir mucho, debido a que las pruebas recién llevan un poco más de una temporada. Sin embargo, Soffia indica que a la fecha se ha visto que esta herramienta es un poco más ventilada que los túneles y que posee una gran resistencia mecánica, por lo que en teoría se podría adaptar bien en zonas más calurosas para proteger a las plantas de la lluvia.
“Hasta ahora estos sistemas (italianos) no han presentado ningún inconveniente y son un poco más baratos que los túneles”, agrega Ramiro Soffia.
Si bien es importante tener en consideración que el desempeño de los modelos italianos debe seguir evaluándose en el territorio nacional, ya se perfilan como otra opción para los productores de arándanos nacionales.