Recomendaciones técnicas para elegir la mejor zona de plantación
La enorme sensibilidad que presentan las almendras a determinados fenómenos climáticos, como las heladas, ha llevado a que la elección de la zona de plantación sea uno de los desafíos más importantes para los productores.
Luis Muñoz G.
Un clima adverso puede perjudicar la polinización de los almendros. Crédito: IRTA
Cansado de los problemas climáticos, hace algunos años Claudio Matte decidió arrancar las 20 hectáreas de almendros que tenía en su campo de Buin y cambiarlas por nogales. Pese a que esta jugada le generó enormes beneficios económicos, su pasión por las almendras jamás se extinguió. Así, confiando en su instinto, hace algún tiempo decidió volver al negocio de sus amores, aunque tomando ciertas precauciones. Una de ellas fue buscar un lugar que no se viera tan expuesto a las heladas, el que finalmente encontró en la zona de Limache, en la Región de Valparaíso.
“Lo bueno es que la opción que tomé me ha dado muy buenos resultados productivos”, asegura el agricultor.
Una decisión que, a juicio de los expertos, resulta clave para tener éxito en el negocio de las almendras, debido a la enorme sensibilidad que presenta esta especie frutal a determinados fenómenos climáticos, como las heladas.
Es por esta razón que a lo largo del tiempo las zonas de plantación en el país han ido variando. Es así, por ejemplo, como las cientos hectáreas que en un principio se plantaron en diversas zonas de la Región de O’Higgins han ido siendo arrancadas con el tiempo y replantadas con otras especies. De hecho, buena parte de los nuevos proyectos de almendros están ubicados en distintos lugares de la Región Metropolitana como El Monte, María Pinto y Curacaví; y de la Región de Coquimbo como Ovalle.
“Estas son zonas tremendamente interesantes para las variedades tradicionales, siempre y cuando se tenga agua. Sin embargo, me parece que la zona de plantación se puede ampliar bastante si se considera la aparición de nuevas variedades de floración tardía y autofértiles y los efectos del cambio climático”, asegura Sebastián Sáa, académico experto en frutos secos de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso.
Libre de heladas
Pero ¿qué condiciones debe tener el lugar en el que se instalará un proyecto de almendros? De acuerdo a los expertos, más allá de la zona específica en que se encuentre la plantación, lo más importante serán las características climáticas que existan en esa área y la forma en que estas se complementen con los requerimientos de las plantas. En ese contexto, señalan que esta especie, en general, requiere lugares con inviernos suaves, y primaveras y veranos cálidos, aunque lo más importante es que las plantas no queden expuestas a heladas durante la etapa de floración.
Cabe destacar que este frutal, al tener un bajo requerimiento de horas frío, es el primero en florecer a la salida del invierno, lo que en la práctica lo deja expuesto a las heladas, especialmente durante las últimas semanas de agosto y las primeras de septiembre. Por esto es muy probable que si las plantaciones están ubicadas en una zona con riesgos de heladas entre el 20 de agosto y el 30 de septiembre la producción se vea perjudicada.
De hecho, se sabe que el nivel de daño en almendros será mayor en la medida que la temporada esté más avanzada.
“Así, una yema dormante, es decir, que todavía no se hincha ni se abre, es capaz de resistir temperaturas más bajas que aquellas que ya lo hicieron. Asimismo, esa flor puede resistir temperaturas más bajas que los frutitos recién cuajados”, explica Sebastián Sáa.
En cerezos —especie bastante similar al almendro para estos efectos— se estima que cuando la yema se encuentra hinchada, se requieren -11°C para dañar el 10% de las flores. Sin embargo, cuando la planta se encuentra en plena flor y en cuaja, los requerimientos de temperaturas para que se pierda el 90% de la producción disminuyen a -3.9°C y -3.6°C, respectivamente.
Durante las heladas de septiembre de 2013, por ejemplo, los daños en la mayoría de los huertos de almendros fueron tremendamente importantes. Los testigos de ese desastre comentan que en esa oportunidad hubo productores que con suerte cosecharon el 10% de lo que normalmente recolectaban.
Por lo mismo, los expertos dicen que es fundamental que los productores que deseen entrar al negocio busquen el lugar propicio para desarrollar su proyecto, el cual debería estar inserto en sectores precordilleranos —entre Ovalle por el norte y Rengo por el sur—, donde la ocurrencia de heladas, a menudo, es menos frecuente que en los valles. También se recomiendan zonas con condiciones climáticas particulares como aquellas protegidas por cadenas de cerros, cercanas a una fuente de agua, o con influencia de vientos cálidos en primavera.
A juicio de Sebastián Sáa un buen lugar hubiera sido la superficie donde hoy se encuentran los paltos, es decir, algunos sitios específicos de las regiones de Valparaíso y Coquimbo.
El otro factor
Efecto de las heladas durante la floración del almendro. Crédito: INIA
Pero la ocurrencia de heladas no es el único factor climático que afecta a este frutal. Existen otros como las bajas temperaturas que a nivel general se dan en las principales zonas de producción del país —en época de floración promedian 13-15°C—, las cuales pueden influir negativamente en el desarrollo de la planta.
Uno de los mayores daños se puede producir en la membrana de las células, la cual en caso de verse expuesta a temperaturas más bajas de las requeridas puede perder fluidez.
“Cabe destacar que si la membrana se encuentra rígida existirán problemas de actividades enzimáticas, se generarán radicales libres y ocurrirán varios problemas ligados a la foto oxidación. Si tampoco existe capacidad para hacer fotosíntesis, se producirá todo un desacople en el trabajo productivo de la planta, lo que se verá reflejado en mermas productivas”, explica Sebastián Sáa.
Pero eso no es todo: cuando se ve enfrentado a temperaturas más bajas a las requeridas, el almendro suele exhibir problemas de polinización, los cuales se relacionan con la velocidad en que se abre la flor, la viabilidad del polen, la evolución y crecimiento del tubo polínico y el buen funcionamiento del ovario, entre otros.
Es importante tener en cuenta que para que se produzca la polinización, el almendro requiere de agentes que lleven a cabo esta tarea. En este caso las que cumplen esa función son las abejas, insectos que al igual que la planta también requieren de ciertas condiciones climáticas para desarrollar su trabajo de buena forma.
“Las abejas no trabajan bien, es decir, no salen a volar, si hay menos de 12°C. Lo mismo ocurrirá si está lloviendo o si está muy nublado”, indica Sebastián Sáa.
Así, todo lo anterior derivará en que se produzca una menor tasa de cuaja, lo que en la práctica significa que existirá una menor cantidad de fruta disponible para la cosecha en el huerto.
Mejorar el suelo
Otro tema de importancia, aunque no tanto como el factor climático, es el suelo en el que se establecerá el huerto de almendros.
Pese a que la adaptación de esta especie estará muy relacionada con el patrón o portainjerto utilizado —hoy existen varias opciones disponibles—, el almendro tiene una predilección por los suelos livianos (arenosos) y de textura franca, es decir, donde la aireación del mismo sea buena.
Por lo mismo, lo ideal es que el suelo que se utilice para el proyecto no tenga problemas de drenaje, con el fin de evitar la disminución del oxígeno y propiciar el buen desarrollo radicular de la planta. Además, un mal drenaje favorecerá el desarrollo de enfermedades producidas por hongos y bacterias.
Cabe destacar que el patrón almendro es mucho más susceptible que el patrón duraznero a los problemas de mal drenaje. De hecho, en algunos casos sólo bastan tres o cuatro días de deficiencia de oxígeno en el suelo para que en el primero se produzca muerte de raíces.
Respecto a la salinidad del suelo, se sabe que el almendro es susceptible a los altos contenidos de sales, especialmente al sodio y al boro. Así, los problemas provocados por esta razón se manifestarán con mayor intensidad en periodos de sequía.
“Afortunadamente, en la actualidad existen varias máquinas —rippers, tridentes y buldozzers— que ayudan a realizar preparaciones de suelo profundas. Además, tenemos otras herramientas para arreglar en el caso de que el suelo nos salga muy básico, ácido o carente de algún nutriente”, complementa Sebastián Sáa.
Herramientas disponibles
Tal como ha quedado de manifiesto, el clima es uno de los factores que más influye en el resultado pueda lograr un proyecto productivo de almendros. En ese sentido, Sebastián Sáa hace un llamado a los productores a que aprovechen las herramientas que tienen disponibles para tomar las mejores decisiones.
En el caso de las heladas, por ejemplo, comenta que en la actualidad existen estudios de especialistas en climatología que cuentan con mapas que ayudan a determinar las probabilidades de ocurrencia de estos fenómenos en lugares específicos, los cuales se encuentran disponibles para un productor que desee realizar un proyecto agrícola.
Otra alternativa, dice, es hacer un acabado análisis histórico del lugar en que se instalará el huerto respecto a la ocurrencia e intensidad de las heladas durante los meses más conflictivos para el almendro. Esta información se encuentra disponible para todo el público, aunque no de manera muy amigable, en la Red de Estaciones Meteorológicas de Chile.
“Lo importante es que al contar con estos datos el productor podrá hacerse una idea sobre el panorama que enfrenta su huerto en agosto. Pero no sólo eso, pues también podrá analizar lo que ocurre con las temperaturas durante el resto del año, lo que como sabemos también es súper relevante para el almendro”, explica.
En la misma línea, el académico recomienda a los productores incluir en su trabajo las fórmulas que existen para determinar el vuelo efectivo de las abejas, lo que en la práctica les permitirá hacer un trabajo mucho más eficiente y efectivo.
Una mirada a la zona costera
La zona costera se ha transformado, en el último tiempo, en una de las favoritas de los productores para establecer plantaciones de almendros, debido a que casi no se ve expuesta a las heladas. Sin embargo, Sebastián Sáa hace un llamado a tener cuidado, debido a que en la costa, a menudo, existe presencia de neblina, lluvias y alta humedad relativa, todos factores que tienden a perjudicar el desarrollo de esta especie.
“La neblina, por ejemplo, permite que se den condiciones ideales para el surgimiento del Tizón de la Flor, un hongo bastante dañino para las almendras”, indica.