Parecía un inicio esperanzador. Nicolás Jarry (21º) partió su duelo de primera ronda del Masters 1000 de Montecarlo ante el argentino Tomás Etcheverry (31º) con un ace, ganó su servicio en cero y tuvo dos puntos de quiebre en el saque del trasandino que no pudo aprovechar.

A esas alturas, el chileno hacía sentir su saque y el argentino jugaba bastante atrás de la línea de fondo, buscando compensar la potencia de los profundos envíos del santiaguino.

Pero si hay alguien que conoce bien a Jarry es Walter Grinovero, que lo dirigió durante un par de temporadas y que hoy guía a Etcheverry. El argentino sobrevivió a sus peores momentos y, siguiendo al pie de la letra el manual, con tiros profundos y buscando siempre el revés del chileno, fue tomando el control del juego.

“Cuando un tenista como Nicolás se va haciendo conocido, los ojos de los entrenadores se posan más sobre ellos y saben cuándo se ponen nerviosos, por dónde devuelven peor, etcétera. Y en el caso de ‘Wally’, lo conoce bastante bien y la información que pueda tener, en un deporte donde cada detalle importa, puede ser decisiva”, cree Ricardo Urzúa, extenista y hoy entrenador.

Tal cual. Etcheverry se metió más en la cancha, alargó los rallies e hirió el revés de Jarry, que cometió más errores de los prudentes, incluyendo un par de derechas que le significaron el quiebre en el séptimo juego de la manga inicial, que le allanó el camino al trasandino.

Ya en el segundo set, Jarry pareció recuperar la confianza, pero después de desperdiciar un 0-40 en el cuarto game, sufrió una ruptura en el juego siguiente. Y aunque el “Príncipe” se repuso y quebró de vuelta de inmediato, volvería a sufrir con errores propios en el undécimo capítulo para entregar el partido por 6-4 y 7-5, 125 minutos después de que clavó su primer ace.

“Para mí, es una derrota extraña, porque lo había visto cómodo en lugares lentos y Montecarlo es bastante lento. Pensé que iba a cumplir un buen torneo, pero quizás la presión de responder, de ser ya un tenista consolidado le haya jugado en contra”, piensa Urzúa.

Sobre el final, el chileno se enfrascó en una discusión con el juez Carlos Bernardes, que vive su última temporada en el circuito, reclamándole la tardanza en el último servicio de Etcheverry. “Tú haces tu propia regla”, protestó Jarry.

“Mostró algo de irritabilidad que no suele tener, probablemente está más nervioso, pero la temporada de arcilla siempre le viene bien, estoy seguro de que tendrá mejores resultados”, pronostica el entrenador.

Jarry irá ahora a Barcelona, para jugar el ATP de la Ciudad Condal, desde el próximo lunes, aunque con un ranking inferior, pues no pudo defender 90 puntos que ganó en 2023 en la Costa Azul.

En tanto, a eso de las 9:00 horas de este miércoles, Alejandro Tabilo (45º) enfrentará al noruego Casper Ruud (10º) por la segunda ronda del torneo monegasco.

Se trata del segundo duelo entre ambos —el europeo ganó hace cuatro años en Santiago— y recién de la segunda vez en la que el zurdo desafía a un top ten.

“Va a ser un partido muy duro, porque Ruud es bien sólido, mientras más veces pasa la pelota sobre la red, más cómodo se siente, pero Alejandro ha demostrado que está preparado para duelos importantes, solo le ha faltado un poquito de suerte y ese extra que tienen los consolidados. Creo que si logra plasmar lo que viene haciendo puede dar una sorpresa”, confía Urzúa.

“Yo sería paciente, buscarle el revés, porque Ruud es rápido, sólido, no cede mucho cuando lo mueven, pero sí al tercer o cuarto impacto seguido con el revés, se le ensucia un poco y se hace más vulnerable”, postula.

Un sueño posible.