Pellegrini, nuestro “masterclass”
El ingeniero les ha ganado cientos de veces la partida a los que lo tildan de resultadista o, peor aún, de “defensivo”. Los números, en su carrera, por sí solos, desmienten tal falacia
Que cada cierto tiempo debamos comentar sobre el devenir internacional de Manuel Pellegrini no significa que no tengamos más temas para escribir. Quiere decir que siempre sobran los motivos para referirse al mejor entrenador que ha tenido el fútbol chileno en su historia.
Pellegrini, más allá de los gustos personales y de las distintas valoraciones que se puedan tener sobre su ideario futbolístico, se ha convertido en referencia obligaday debería ser, en el futuro, objeto de estudio en la formación y proyección de los entrenadores nacionales.
No es exagerado.
Porque no sólo se trata sólo de que sea un buen estratega (que sí lo es). Lo que hace la diferencia en el ingeniero es que ha tenido la capacidad de aunar una serie de capacidades que lo convierten en un director técnico de alta gama. Un profesional múltiple del fútbol. Un “masterclass”, como lo ha calificado la prensa española ahora que sigue quebrando marcas en Real Betis, que cumple y potencia diversas funciones por el conocimiento que tiene de cada una de ellas.
Es fácil corroborarlo.
Pellegrini es un DT competitivo, sale a pelear con el objetivo de obtener logros, pero no es esa su única motivación. Junto con ello, le gusta dejar huella, poner primeras piedras en proyectos que, seguramente, no verá consolidados pero que terminarán siendo su legado. Tanto como alzar un trofeo y dar una vuelta olímpica, Pellegrini goza ver que, donde sólo había terreno baldío, años después existe una pradera.
Pero eso no es todo. Manuel Pellegrini tiene la capacidad de respetar y hacerse respetar al mismo tiempo. Según sus dirigidos, no es un DT que tire sus galones a la mesa para imponer autoridad, pero tampoco es de los que olvida su posición jerárquica. Sabe equilibrar la comunicación con sus dirigidos. Es un jefe que sabe escuchar, pero no al punto de llegar a ser permisivo. Eso lo ha hecho tener una sana relación con tipos de la jerarquía de Cristiano Ronaldo y, al mismo tiempo, quiebres con jugadores de la talla de Juan Román Riquelme.
A la hora de las definiciones conceptuales, Pellegrini les ha ganado cientos de veces la partida a los que lo tildan de resultadista o, peor aún, de “defensivo”.
Los números, en su carrera, por sí solos, desmienten tal falacia. Y si quedan dudas aún, es cosa de ver los planteamientos que hace en cada uno de los partidos que afronta: nunca en sus equipos hay renuncia a atacar, aunque a veces pareciera ser más conveniente replegarse y aguantar.
Por último, Pellegrini ha mostrado su talla master al adecuarse a las circunstancias. Por cierto, tiene su filosofía, su ideario. Como buen discípulo de Fernando Riera y seguidor de la escuela francesa, le gusta el buen trato de balón, el tic tac, el tratar la pelota como si fuera una alcancía. Pero no desprecia para nada el ataque directo, la transición rápida, el contraataque, si esa es la forma de ganar.
No hay muchos como Pellegrini hoy en la elite del fútbol.
No ha habido ninguno como él en Chile.
¿Cómo no escribir de él cada cierto tiempo, entonces?

Sergio Gilbert
es periodista titulado en la UC, especializado en fútbol. Profesor universitario y redactor en El Mercurio. En Twitter: @segj66