Santiago de Chile.   Lun 29-04-2024
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Anote, mire, escuche

Damián Pizarro, porque es joven y la falta la chaucha para ser gran goleador, le pegó con la parte del cráneo con la que no se hacen goles: hueso parietal.
Foto: Photosport
Antonio Martínez13 de abril, 2024
Quizás Brasil ya no es lo que era. Quizás.

Los datos de los que compiten por ir al Mundial 2026 son demoledores e inusuales. En seis encuentros, dos triunfos, un empate y tres derrotas, para siete puntos y un puesto sexto. Un 676 que por poco no es un 666 y el número de la bestia, y magia negra y mala para la selección de Brasil.

En la Copa Sudamericana y en cuatro de los ocho grupos, el D, E, F y G, los punteros son brasileños, en solitario o en compañía: Fortaleza, Paraenense, Corinthians y Cuiabá.

En la Copa Libertadores, en A, F y G, los primeros son brasileños: Fluminense, Palmeiras y Atlético Mineiro. En el C y D, eso sí, colistas son Gremio y Botafogo.

Varios equipos chilenos los enfrentaron durante la semana.

Damián Pizarro, porque es joven y la falta la chaucha para ser gran goleador, le pegó con la parte del cráneo con la que no se hacen goles: hueso parietal. Es cosa que le muestren un cráneo, con el frontal ideal y claro que se puede con el femoral, pero no el parietal. Era el 2 a 2.
Claro que el fútbol tiene un raro equilibrio: le ganaste con un gol en los descuentos a Cerro Porteño, por lo tanto no puedes esperar empatar a los 89 en el partido siguiente. Hay que conformarse, pero estuvo. Estuvo en el gol anulado y en la mano que existió o en el atlético tiro de Arturo Vidal, porque no es que Colo Colo se haya parado de igual a igual, se paró mejor y mereció lo que no tuvo, empatar y no perder. En fin. Hay que recordar lo de Cerro Porteño.

Cobresal cayó por 2 a 0 con Sao Paulo, pero estaba para empate, y el desenlace vino a los 82 y 88. Minutos antes el portero de Sao Paulo tuvo, siempre sobre su palo izquierdo, dos momentos de arrojo e inspiración para detener un cabezazo y un tiro de media distancia. La poca inspiración y las dos pelotas que se le escaparon a Leandro Requena no eran fáciles, pero así fueron los goles.

Flamengo derrotó a Palestino por 2 a 0 y el segundo gol cayó cuando faltaban cinco minutos, pero durante largo tiempo, si la moneda caía bien y con suerte, los chilenos pudieron dar con el empate y encontrarlo, porque no estaba ni lejos ni escondido, y parecía estar a la vuelta de un córner.

El triunfo lo proporcionó Huachipato, que venció por 2 a 0 a Gremio y, es verdad, los brasileños, esa noche, no le marcaban al arco iris ni al Arco de Triunfo de París, pero los chilenos tuvieron lo suyo, acertaron, no decayó el carácter, la convicción de los once contra once y la idea de que eran mejores.

En la nota a pie de página está Cris Martínez, un paraguayo nacionalizado chileno en el que nadie piensa. Está lo que corre y lucha, pero luego su estatura, 1,71 centímetros, por lo que debería hacer un curso sobre la técnica del cabezazo, en su caso, formidable. Un curso de cómo saltar bien, alto y con volumen al que le sobrarían alumnos, y Damián Pizarro, en primera fila, que anote, mire y escuche.
Antonio Martínez

es periodista y crítico de cine; fue editor de Cultura de “La Época”, jefe de redacción de “Hoy” y director editorial de Alfaguara. Fue corresponsal, desde España, de “Estadio”, y columnista de “Don Balón”. Autor de “Soy de Everton, y de Viña del Mar” (2016), y junto a Ascanio Cavallo, de “Cien años claves del Cine” (1995) y “Chile en el cine” (2012).

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