Violencia en los estadios: nuevos guardias “robocops” costarán hasta el triple a los clubes
Un guardia convencional, que continuará siendo el grueso del contingente, cuesta hoy entre $35 mil y $55 mil. El escuadrón de “guardias protegidos”, más limitado en número y mejor preparados, contará con cascos, escudos y chalecos anticortes. Su precio se empinará al menos hasta cerca de $90 mil cada uno.
Con estadísticas en mano, la subsecretaría del Interior planifica los cambios a las normas, protocolos y leyes para abordar la violencia en los estadios.
Por ejemplo, durante 2022 hubo 48 partidos con fallas graves del club organizador, el 34,5% por deficiente control de acceso (desde ausencia de sistema a la imposibilidad de cargar la base de datos con las prohibiciones de ingreso), el 20,7% por ausencia de cámaras de seguridad o errores graves de ellas, y el 32,8% por falencias en los guardias de seguridad, con ausencia total o importante en efectivos.
Y así como el nuevo estándar tecnológico que el gobierno exigirá a los clubes requiere una relevante inversión —aún por estimar—, los equipos también deberán desembolsar más dinero en la contratación de guardias mejor calificados, versus los efectivos que actualmente disponen que, en no pocos casos, son personas de la tercera edad.
De acuerdo con la información entregada a la Cámara de Diputados, el OS-10 de Carabineros está terminando el nuevo manual —hoy es un borrador— para los llamados “guardias protegidos”, efectivos que, para ser calificados como tales, deberán tener una mayor capacitación —subir de 90 a 150 las horas de formación teórica y práctica— y portar otro estándar de implementos protectores: cascos, escudos, chalecos anticortes y canilleras, entre otros.
La capacitación de este tipo de guardias tomará tres meses y entre sus facultades estará intervenir ante la comisión de un desmán, retener hinchas y entregarlos a Carabineros que estarán, como es usual, fuera del coliseo.
Dicho de otro modo, los “guardias protegidos” serán los nuevos “robocops”, un cuerpo se seguridad privada que debutó a fines de 2019 en pleno estallido social, pero que se esfumó en 2020 con el desembarco de la pandemia.
Según datos del gerente de seguridad de la ANFP, Felipe de Pablo, hoy cada guardia convencional le cuesta a los clubes entre $35 mil y $55 mil + IVA por partido. De acuerdo con las primeras estimaciones, el gasto en estos efectivos mejor preparados se elevará a precios que bordean los $80 mil a $90 mil cada uno.
El propio De Pablo recordó que los “robocops” estrenados en 2019 tenían un precio de $100 mil cada uno. “Costaban eso porque porque hubo una sola empresa que estuvo dispuesta a proveerlos y estaba la desesperación para contratar por el contexto social del estallido, pero los ‘robocops’ no cumplían la norma. Era el mismo guardia, solo que vestido distinto. No había certeza de que fueran personas menores de 50 años de edad o con mejor preparación”, dijo en estas páginas.
Pero hay otra innovación: “Establecer nuevas agravantes específicas respecto del uso o interposición de lactantes, niños, niñas y adolescentes para la ejecución, preparación o realización de infracciones en los espectáculos de fútbol profesional”. En otras palabras, castigar a quienes utilicen a menores de edad para ingresar fuegos artificiales escondidos en pañales, mamaderas, bolsos de guagua o entre las ropas, tal como han reportado varios clubes.
Nada azaroso, en todo caso, porque según las estadísticas consolidadas de 2022 con que trabaja la subsecretaría del Interior, la distribución de delitos y faltas a la ley 19.327 están encabezadas por el porte y uso de fuegos artificiales (30,83%), seguidas por desórdenes (23,7%), porte de armas (17%) y usurpación de identidad (11,7%).
Por ejemplo, durante 2022 hubo 48 partidos con fallas graves del club organizador, el 34,5% por deficiente control de acceso (desde ausencia de sistema a la imposibilidad de cargar la base de datos con las prohibiciones de ingreso), el 20,7% por ausencia de cámaras de seguridad o errores graves de ellas, y el 32,8% por falencias en los guardias de seguridad, con ausencia total o importante en efectivos.
Y así como el nuevo estándar tecnológico que el gobierno exigirá a los clubes requiere una relevante inversión —aún por estimar—, los equipos también deberán desembolsar más dinero en la contratación de guardias mejor calificados, versus los efectivos que actualmente disponen que, en no pocos casos, son personas de la tercera edad.
De acuerdo con la información entregada a la Cámara de Diputados, el OS-10 de Carabineros está terminando el nuevo manual —hoy es un borrador— para los llamados “guardias protegidos”, efectivos que, para ser calificados como tales, deberán tener una mayor capacitación —subir de 90 a 150 las horas de formación teórica y práctica— y portar otro estándar de implementos protectores: cascos, escudos, chalecos anticortes y canilleras, entre otros.
La capacitación de este tipo de guardias tomará tres meses y entre sus facultades estará intervenir ante la comisión de un desmán, retener hinchas y entregarlos a Carabineros que estarán, como es usual, fuera del coliseo.
Dicho de otro modo, los “guardias protegidos” serán los nuevos “robocops”, un cuerpo se seguridad privada que debutó a fines de 2019 en pleno estallido social, pero que se esfumó en 2020 con el desembarco de la pandemia.
Uno de los cuestionamientos más habituales a los guardias actuales es su falta de capacitación para enfrentar situaciones de violencia. Foto: David Velásquez
Según datos del gerente de seguridad de la ANFP, Felipe de Pablo, hoy cada guardia convencional le cuesta a los clubes entre $35 mil y $55 mil + IVA por partido. De acuerdo con las primeras estimaciones, el gasto en estos efectivos mejor preparados se elevará a precios que bordean los $80 mil a $90 mil cada uno.
El propio De Pablo recordó que los “robocops” estrenados en 2019 tenían un precio de $100 mil cada uno. “Costaban eso porque porque hubo una sola empresa que estuvo dispuesta a proveerlos y estaba la desesperación para contratar por el contexto social del estallido, pero los ‘robocops’ no cumplían la norma. Era el mismo guardia, solo que vestido distinto. No había certeza de que fueran personas menores de 50 años de edad o con mejor preparación”, dijo en estas páginas.
Entre 2019 y 2020, los “robocops” operaron en cerca de 40 partidos, incluidos compromisos de la U, Colo Colo, la UC, una final de la Copa Chile entre albos y cruzados en Temuco, liguillas y también de la selección chilena.
El dueño de la empresa, Mario Muñoz, es un ex jefe de seguridad de O’Higgins. “Fuimos bien evaluados, a nuestros guardias les hicimos cursos con FF.EE. también, pero hubo una interpretación de la norma que impidió seguir operando porque Carabineros decía que no teníamos facultades. Teníamos 40 guardias, a veces nos pedían 20, otras más, según el partido. En algunos hubo enfrentamientos con las barras bravas, pero en general logramos controlar coordinados con Carabineros. Pero todo se frenó y me quedé con los implementos de protección en una bodega. Ahora sería más o menos lo mismo, con la diferencia que nuestros guardias usaban bastones y los de ahora entiendo que no”, recuerda.
MENORES DE EDAD
Los nuevos guardias son parte de de las “ideas matrices” que trabaja el Gobierno para la modificación de las ley contra la violencia en los estadios (19.327), junto con el “nuevo estándar en el sistema de control de acceso y acreditación efectivo de identidad” y “agravar sanciones y aumentar las multas a infracciones y delitos contenidos en la ley actual”.
Pero hay otra innovación: “Establecer nuevas agravantes específicas respecto del uso o interposición de lactantes, niños, niñas y adolescentes para la ejecución, preparación o realización de infracciones en los espectáculos de fútbol profesional”. En otras palabras, castigar a quienes utilicen a menores de edad para ingresar fuegos artificiales escondidos en pañales, mamaderas, bolsos de guagua o entre las ropas, tal como han reportado varios clubes.
Nada azaroso, en todo caso, porque según las estadísticas consolidadas de 2022 con que trabaja la subsecretaría del Interior, la distribución de delitos y faltas a la ley 19.327 están encabezadas por el porte y uso de fuegos artificiales (30,83%), seguidas por desórdenes (23,7%), porte de armas (17%) y usurpación de identidad (11,7%).
Antonio Valencia
es redactor de Deportes El Mercurio.
