Ganar o ganar.

La UC no tenía más opciones en su desafío ante O’Higgins, en la fría noche capitalina.

Tras la eliminación de la Copa Libertadores y de la Copa Chile, el equipo de Gustavo Poyet debía enfocar todos sus sentidos en la competencia local y el sueño del tetracampeonato.

Para eso debía ganar o ganar.

El asunto es que en el primer tiempo no hizo mucho. Dos centros de Raimundo Rebolledo y otro de José Pedro Fuenzalida, ninguno con secuelas serias, fueron la exclusiva forma de llegar al arco de O’Higgins. Como el visitante tampoco ofreció mucho, se trató de una etapa inicial fome, aburrida y mala.

Sobre todo mala.

El descanso sirvió una enormidad al campeón de Chile. Fue un llamado de atención desde el punto de vista emocional (no podía seguir jugando con semejante apatía) y táctico (buscar a ras de piso era otra fórmula para visitar al meta Nelson Espinoza).

Pasó un minuto y los cruzados ya ofrecían algo distinto. El “Chapa” asistió con milimétrica precisión a Fernando Zampedri, el ‘9’ controló y remató con potencia, pero la pelota dio en el travesaño. Poco después, el gol de Germán Lanaro que significó el 1-0 para la UC y que acabó con una racha de 522 minutos sin convertir goles.

La UC continuó mandando: Felipe Gutiérrez mejoró el nivel y la presión más alta surgió efecto. El “Pipe” tuvo activa participación en el 2-0 (primero en el disparo que dio en el vertical y luego asistiendo a Fuenzalida) y cerró la cuenta mediante un gol olímpico.

Brillante etapa final de los cruzados: un 3-0 rotundo, categórico que la deja, nuevamente, en lo más alto del torneo.

Actor clave en el triunfo de la UC fue el volante zurdo. Generó fútbol, probó de lejos, participó en los goles y cerró la noche con un gol olímpico. “Sentía que estaba con confianza. Vi que no pusieron a nadie en el palo, vi el espacio y le pegué. Lo intenté y afortunadamente se dio. El arquero era muy alto y si quería pegarle por alto tenía que pegarle con mucha fuerza”, detalló tras la goleada de los cruzados.

No solo eso tenía feliz al ‘13’ de los cruzados. “Se suponía que mi vuelta era en agosto y ya llevo más de 15 partidos jugados”, contó.

Gustavo Poyet analizó así el partido: “Veníamos jugando muchas competiciones, no es fácil. Pero sabíamos que en circunstancias normales este equipo tiene mucha calidad. Era un partido clave y los jugadores respondieron… El objetivo número uno es el tetracampeonato, el segundo mejorar la campaña internacional y el tercero la Supercopa. ¿Refuerzos? Se habla constantemente, sobre todo cuando se abre el libro de pases. Se vienen semanas complicas, porque me tengo que enfocar en el jueves, en el partido con Antofagasta, pero sé que después viene la U, en el clásico”.