Santiago de Chile.   Vie 26-04-2024
16:59

Los malos ejemplos de Unión y La Calera

Es legítimo que los equipos pretendan recuperar la inversión y obtener pingües ganancias con los jugadores forjados en sus canteras. Porque así funciona la industria y así se mueve el millonario mercado del fútbol profesional en el mundo. Sin embargo, algunos clubes ejercen ese derecho como si vivieran en el medioevo, como amos de un universo sin disenso que se ordena y desordena según los impulsos y los designios de un todopoderoso señor feudal.
Photosport
Felipe Vial14 de abril, 2021
El entrenador de la Unión Española, Jorge Pellicer, explicó que el extremo derecho Benjamín Galdames no jugó el último partido contra Deportes Melipilla —que los hispanos perdieron 2-0— por una decisión ajena a su voluntad: fue desautorizado por la cúpula del cuadro de colonia debido a que el futbolista de 20 años se negó a firmar la renovación de su contrato con el club que lo formó. “Lo tenía considerado como titular, pero el directorio me dio la instrucción de no alinearlo por su problema contractual”, admitió el DT.

Se trata de una práctica extendida entre los clubes: presionar hasta expoliar la dignidad de sus futbolistas, especialmente la de los más jóvenes, para que procedan de acuerdo a los intereses de la “institución” y bajo la amenaza de quitarles la sal y el agua si no hacen lo que el club les pide.

Lo que marca la diferencia en este caso es el reconocimiento de Pellicer, porque es inusual que los técnicos confiesen públicamente las razones cuando marginan pupilos por causas que no tienen que ver con su rendimiento deportivo: la mayoría voltea la mirada, otorga con el silencio o justifica la determinación directiva con su servilismo.

Es legítimo que los equipos pretendan recuperar la inversión y obtener pingües ganancias con los jugadores forjados en sus canteras. Porque así funciona la industria y así se mueve el millonario mercado del fútbol profesional en el mundo. Sin embargo, algunos clubes ejercen ese derecho como si vivieran en el medioevo, como amos de un universo sin disenso que se ordena y desordena según los impulsos y los designios de un todopoderoso señor feudal.

Estamos hablando de la Unión Española, que suma tres lustros conviviendo con las críticas por el vasallaje que dispensa a los amigos, enemigos y ni decir a sus empleados. Faltaría espacio para enumerar el listado de quienes se sintieron agraviados por su trato. Pero basta repasar los primeros meses de 2021 para redescubrir que la tradición no cambia en el feudo hispano. Lo refrendan tres casos: desde luego el de Galdames que motiva la reflexión, la desconcertante salida del técnico Ronald Fuentes 29 días después de renovar su contrato y la confesión en el diario La Tercera del técnico de la Sub 16, José Luis Sánchez, quien expuso el abandono y el drama que viven los entrenadores de las divisiones menores desde que estalló la crisis pandémica.

Si es censurable el ejemplo que regaló Unión Española durante la última semana, ni hablar del rodaje que protagoniza Unión La Calera en el bochornoso capítulo de la suplantación de identidad del portero Martín Arias en cuatro exámenes de PCR realizados en noviembre pasado. Sí: en cuatro exámenes.

La Fiscalía de Valparaíso, que este viernes formalizará al ciudadano argentino Nicolás Ambrosio por usurpación de identidad y peligro a la salud pública, también denunció al arquero calerano y al gerente del club Martín Iribarne (hasta no hace mucho director de la ANFP), quienes son investigados por su eventual actuación concertada con Ambrosio para obtener resultados negativos a la presencia de Covid en las muestras biológicas, lo que aseguraba la participación de Arias en los partidos locales e internacionales que entonces disputaba su equipo.

Descontando la gravedad de los cargos, por lo que los involucrados arriesgan sanciones penales, conviene recordar la cantidad de falsedades que se dijeron cuando estalló el caso a fines del año pasado y la victimización de los responsables asumiendo el delicado problema como una conspiración en su contra. Para qué decir la ANFP, el organismo que supuestamente debe velar porque los clubes cumplan los protocolos sanitarios que mandata la autoridad, declaró que “no era un tema de su competencia”. Y a pesar de que las bases del campeonato establecen castigos para quienes infringen esos protocolos, el tribunal disciplinario tampoco pudo hacer nada porque “la denuncia contra La Calera fue presentada fuera de plazo”.

Una suma cero que agrava las faltas y eleva las sospechas sobre la actuación de todos los protagonistas de esta vergonzosa historia, que amenaza con seguir sonrojando a los caleranos y que reafirma que cuando no existe voluntad política las normas son invisibles e inútiles. Es letra muerta en una página en blanco que no establece precedentes y que termina normalizando los malos ejemplos, las conductas torcidas.

Felipe Vial

es el Editor de Deportes. Fue redactor en los diarios El Mercurio y La Época, en las revistas don Balón y El Gráfico; columnista de T13 Radio y Premio Nacional de Periodismo Deportivo 2014.

Relacionadas
A fondo con...