El minuto final del partido fue quizás el único momento en que apareció el desorden. Universidad Católica metió nueve jugadores en el área itálica, incluido el meta Matías Dituro, para sacar provecho de un corner agónico (pateó José Pedro Fuenzalida e Ignacio Saavedra aguardaba el rebote fuera de la zona), pero no hubo caso. Ganó Audax Italiano acercándose a su mejor versión, la única forma de arañarle puntos al equipo franjeado.

Estratégica hasta más no poder la jornada en El Teniente. Audax estudió hasta cómo respiraban los cruzados. Cada detalle, cada movimiento o posibilidad de generación de un mísero espacio tuvo una respuesta aprendida de manual. Fernando Cornejo y Jorge Henríquez se turnaron para caer sobre Saavedra y destruir ese pase inicial, los extremos Fuentes y Montecinos fueron obedientes en el retroceso y siempre hubo una camiseta verde encimando a Luciano Aued. Al monarca se le fueron cerrando las puertas.

Los triángulos por los costados, esa sociedad de lateral, interior y extremo (Rebolledo-Núñez-Lezcano y Parot-Aued-Valencia) que tan bien aceitada tiene la UC esta vez no tuvo fluidez, porque el rival jamás perdió el orden y en los duelos fue imperturbable.

El plan de juego de Audax no tuvo fallas y a la UC se le fue haciendo cada vez más incómodo el desafío. Aún así, Gastón Lezcano quedó de cara al gol en el primer tiempo ante Joaquín Muñoz (robo de Aued y asistencia de Zampedri), pero elevó su remate.

La ganzúa del partido estuvo, era que no, en una pelota detenida. En plena segunda etapa el zaguero Fabián Torres, marca asignada a Valber Huerta, ganó dos veces seguidas en lanzamientos de esquina y en la segunda, después de un envío de Nicolás Fernández, venció a Dituro con un testazo. “La jugada la quedamos practicando ayer (viernes)”, admitió el exCoquimbo.

Hay jornadas en las que la jerarquía individual no alcanza y por ello Poyet entendió que debía revolver el tablero para salir de la congestión. El uruguayo cambió a línea de tres, sumando a Carlos Salomón atrás, y juntó arriba a dos ‘9’ (Zampedri y Valencia), Fuenzalida y el zurdo Leiva por fuera, más Aued y Buonanotte de interiores. Pablo Sánchez, casi por inercia, emuló inmediatamente el diseño, con el ingreso de Manuel Fernández.

Por consiguiente, en una noche donde las amarras tenían nudos, Universidad Católica jamás encontró el camino. Un cabezazo de Valencia y un zurdazo cruzado de Buonanotte fueron señales escuálidas de la remontada que no llegó. No hubo caso. Audax no dio jamás muestras de fatiga ni despistes, bordeando la perfección. Una pequeña gesta para los de “Vitamina”.

“Hay que darle crédito al rival, Audax se impuso en algunos momentos y nos costó encontrar las combinaciones, con el gol en contra hicimos los cambios, y modificar el sistema nos ayudó (…) Hoy aprendí mucho. Lo que pasa es que si el rival te juega mano a mano hay que ganar esos duelos, Audax nos puso problemas y no los supimos resolver. El primero que debe buscar soluciones soy yo”, aseguró Poyet.

“Vitamina” Sánchez contó parte del plan: “Le fuimos encontrando la vuelta en algunas situaciones como la buena pegada del arquero (Dituro), neutralizamos a los del medio de ellos, que juegan bien. Audax se vio ordenado. Ellos manejan bien el balón, pero nunca nos sentimos incómodos y fuimos certeros en una pelota parada. No siempre sale, con La Serena tuvimos diez corners, ocho en el segundo partido, pero no capitalizamos. Fuimos inteligentes, invitamos al rival a jugar con pelotazos frontales, luego les igualamos el sistema. Es un aliciente, le ganamos al tricampeón y eso no es menor, le cortamos la racha a la Católica, ojalá esto nos potencie”.