Una mirada a la utilización de enemigos naturales para el control de plagas en huertos orgánicos
Por estos días se están impulsando diversos proyectos público-privados en el país, cuya finalidad es comprobar la efectividad de distintos insectos en el combate de plagas de alto impacto para la fruticultura nacional, como la Lobesia botrana y el Pulgón del Nogal.
Florencia Polanco
Imagen de un Trioxys parasitando.
Crédito: SAG.
El aumento de las restricciones internacionales en el último tiempo ha llevado a que se intensifique la búsqueda de nuevas estrategias de control de plagas y enfermedades inocuas para el ser humano y el medio ambiente.
Una de las que ha ganado más terreno es el uso de enemigos naturales u organismos vivos, especialmente entre los productores orgánicos, quienes se encuentran impedidos de usar productos químicos.
“Si bien aún no es masivo, sí hay bastante más uso y conocimiento de esta alternativa que hace cinco años”, señala Blas Lavandero, director del Laboratorio de Control Biológico del Instituto de Ciencias Agronómicas de la Universidad de Talca.
“Hoy, muchos consumidores están más conscientes de su alimentación, por lo que exigen productos inocuos. Esto ha hecho que mercados internacionales pongan limitaciones al uso de algunos plaguicidas. Algunos consumidores locales también están prefiriendo productos que sean inocuos y están dispuestos a pagar más”, complementa Gabriela Lankin, académica de la Facultad de Ciencias Agronómicas de la U. de Chile, especialista en control biológico.
Es justamente esta situación la que ha llevado a que por estos días existan en Chile promisorios proyectos público-privados para validar el uso de diferentes métodos de control natural en el combate de plagas como la Lobesia botrana o el pulgón del nogal. Entre ellos destaca la liberación masiva de especies parasitoides o de insectos estériles de la propia plaga; el uso de corredores biológicos (la alternativa más económica) y de confusores sexuales.
A continuación, se analizan cada una de las opciones.
Liberación masiva
Muchos sectores urbanos que colindan con plantaciones agrícolas son foco permanente de Lobesia botrana, uno de los enemigos más importantes de cultivos de exportación como la uva de mesa y el arándano.
“Una parra en el jardín de una casa puede contener la plaga y al no ser controlada el riesgo de que esta emigre hacia los huertos comerciales es alto”, advierte David Castro, jefe del área de entomología cuarentenaria de la Fundación para el Desarrollo Frutícola, institución que impulsa más de un proyecto para enfrentar esta problemática.
Uno de ellos apunta a establecer un control biológico de la Lobesia, a través de la liberación de ejemplares de Trichogramma pretiosum, una micro avispa (denominada así por su tamaño casi microscópico) presente en Chile, que opera como enemigo natural de esta plaga.
“No cabe duda de que es una muy buena alternativa para los huertos orgánicos, ya que es sostenible en el tiempo y amigable con el medio ambiente”, señala Castro.
La iniciativa, que cuenta con el apoyo de Asoex y el SAG y que está siendo financiada por la Fundación para la Innovación Agraria, está basada en la idea de que esta micro avispa pueda parasitar los huevos de Lobesia botrana —ya que son casi del mismo tamaño—, con el fin de que posteriormente emerjan ejemplares adultos de la micro avispa y no larvas de polilla.
Las primeras pruebas se realizaron en 2016 y se prolongarán por al menos dos años. Cabe destacar que a la fecha se han obtenido resultados tremendamente positivos a nivel de laboratorio.
Si bien la estrategia es promisoria, Castro advierte que es una opción más costosa que, por ejemplo, el uso de biopesticidas, lo que a su vez plantea un importante desafío: “Se requiere investigación sobre los métodos de reproducción artificial para hacerlos masivos y así abaratar los costos”, sostiene.
En una línea similar, Castro cuenta que en la Fundación para el Desarrollo Frutícola por estos días están iniciando un nuevo proyecto que será implementado esta temporada y que busca insertar masivamente otra especie de avispa presente en Chile, cuyo nombre es Goniozus legneri y que es capaz de parasitar larvas.
“Es un insecto que incluso busca a la larva que está al interior de la baya. Las larvas se meten dentro de la uva, donde no hay insecticidas que logren alcanzarla”, comenta el investigador.
En el caso de los huertos orgánicos de nogal, estos cuentan con una alternativa similar, desarrollada por el SAG, que busca combatir al pulgón a través de la presencia del insecto Trioxys pallidus.
“Este fue traído desde Irán y multiplicado con muchas dificultades, pues nos encontramos en hemisferios opuestos y cuando allá tienen nogales con hojas, pulgones y parasitoide, acá estamos en pleno receso invernal”, comenta Fernando Torres, jefe de la sección de Vigilancia y Control de Plagas Agrícolas del SAG.
Tras lograr poblaciones suficientes y estables de este insecto, los investigadores decidieron liberarlos en huertos de nogal tradicionales y orgánicos. Es importante tener en cuenta que las hembras de esta pequeña avispa (que sólo “pica” al pulgón del nogal) operan a través de la introducción de un huevo en el cuerpo del pulgón, de donde emerge una larva que se alimenta del pulgón, produciendo su muerte.
“El pulgón cambia de color y queda en un estado de momia. Luego de que el parasitoide completa su desarrollo larvario y pupa, emerge una micro avispa desde el pulgón momificado”, detalla Torres.
Respecto del impacto de introducir masivamente estos tres insectos, el jefe del área de entomología cuarentenaria de la Fundación para el Desarrollo Frutícola dice que “no existe registro negativo sobre el uso de estas técnicas, ya que se trata de insectos que existen en el país”. A esto se agrega el hecho de que los tres se pueden combinar, debido a que son compatibles.
En la empresa Xilema, por su parte, también están trabajando con agentes de control biológicos, más específicamente con algunos parasitoides, como Acerophagus, Thripobius, Metaphycus y Aphytis; y otros depredadores.
“Actúan sobre una especie de plaga. Los parasitoides ponen sus huevos en la plaga, luego la larva del parasitoide se desarrollará alimentándose de esta hasta causar su muerte”, explica Osvaldo Farías, gerente general de Xilema.
En cambio, los depredadores, como Rhizobuis, Chrysoperla, Eriopis, Sympherobius, Cryptolaemus, Tupiocoris y Orius, pueden controlar más especies y se alimentan directamente de ellas, de sus huevos y sus estados móviles.
“Parasitoides y depredadores se pueden utilizar en conjunto o por separado, dependiendo de la plaga y el frutal a tratar”, advierte Osvaldo Farías.
Agentes de control biológico |
Plaga que controla |
Principales frutales |
Acerophagus flavidulus |
Chanchito blanco de la vid (Pseudococcus viburni) |
Manzanos, vides, arándanos |
Cryptolaemus montrouzieri |
Chanchitos blancos |
Manzanos, vides, arándanos, palto, cítricos |
Sympherobius marmoratipennis |
Chanchitos blancos |
Manzanos, vides, arándanos, palto, cítricos |
Rhizobius lophanthae |
Escamas (Hemiberlesia spp, Aspidiotus nerii) |
Palto, cítricos, olivos |
Coccidophilus trasandinus |
Escamas (Hemiberlesia spp, Aspidiotus nerii) |
Palto, cítricos, olivos |
Eriopis chilensis |
Pulgón laniguero (erisoma lanigerum), otros |
Manzano, arándanos, carozos |
Chrysoperla defreitasi |
Pulgones, trips del palto, chanchito blanco de cola larga |
Arándanos, palto, cítricos, manzano |
Thripobius semiluteus |
Trips del palto (Hellothrips haemorrhoidalis) |
Palto |
Anaphes nitens |
Gorgojo del eucaliptus (Gonipterus platensis) |
Eucalipto |
Otra institución que se ha sumado a este camino es la Universidad de Chile, que por estos días se encuentra investigando sobre el uso de nemátodos entomopatógenos para enfrentar la acción de gusanos cortadores y la polilla Noctuidae en hortalizas y cultivos anuales.
Los nemátodos entomopatógenos son gusanos muy pequeños que habitan normalmente en el suelo y parasitan a insectos durante parte de su desarrollo. De hecho, son capaces de detectar al insecto, desplazarse en el suelo hasta encontrarlo y penetrarlo. Una vez dentro, liberan bacterias simbiontes que degradan los tejidos del insecto hospedero, causando su muerte entre 24 y 48 horas después.
“Estamos trabajando con un nemátodo nativo que fue colectado en un bosque en Licán Ray. Esperamos producir un bioinsecticida formulado en base a estos nemátodos”, cuenta Gabriela Lankin, quien desarrolla el proyecto junto a Erwin Aballay.
La académica agrega que una ventaja importante de estas herramientas es que son más efectivas que los insecticidas, los cuales a menudo son muy ineficientes en este sustrato, debido a que muchas veces no entran en contacto con los insectos. Y es que el suelo y las estructuras vegetales subterráneas pueden proteger a esta plaga. Además, los insecticidas también pueden ser lixiviados o secuestrados por la materia orgánica del suelo.
Imagen de Goniozus Legneri Parasitoide de larvas.
Crédito: FDF.
Insectos estériles
Otra de las líneas de trabajo que por estos días está siendo desarrollada por las distintas instituciones, es la de los insectos estériles, técnica que fue tremendamente útil en su momento para la erradicación de la Cydia pomonella o mosca de la fruta en Chile. Por lo mismo, la idea de los expertos es replicar el éxito con la Lobesia. Para ello, es necesario crear un sistema para efectuar liberaciones regulares —una o dos veces por semana— y de manera inundativa.
David Castro comenta que a la fecha se está realizando una crianza artificial de Lobesia botrana, la cual recibe un golpe de 150 gray (Gy) de irradiación que busca dejarla estéril. Así, posteriormente, se liberan diez ejemplares estériles por cada individuo silvestre. La prueba piloto, que continuará este año, comprende cinco casas donde se liberarán unos 2.000 insectos por cada hogar a la semana.
“Con la cruza no habrá huevos fértiles. De esa manera, se baja la población en un plazo de tres a cuatro años. En Sudáfrica este método se utiliza a nivel comercial para combatir la falsa polilla de la manzana y en huertos de cítricos”, detalla Castro.
En términos de efectividad, los resultados obtenidos en las pruebas han mostrado un 68,7% de esterilidad en el cruzamiento de hembras fértiles con machos irradiados, y un 99,7% de esterilidad en el cruzamiento de machos fértiles con hembras irradiadas.
Cabe destacar que Chile es el pionero en utilizar este sistema como método de control de la Lobesia botrana. A la fecha, sólo se han hecho pruebas a nivel de laboratorio en Israel y Siria.
Confusores sexuales
En materia de confusores sexuales, se estima que en la actualidad hay más de un millón de hectáreas en el mundo bajo tratamiento con feromonas. En Chile si bien esta técnica recién está tomado vuelo, poco a poco ha ido ganando adeptos, especialmente entre aquellos productores que buscan controlar la lobesia, la polilla de la manzana y la Sidia modesta, que ataca a los carozos.
Esta técnica consiste en extraer la feromona liberada por las hembras, y que busca atraer a los machos, e insertarla en unos dispensadores que la entregan de forma prolongada durante la temporada.
“La feromona sintética inunda el huerto y el macho de la polilla no es capaz de encontrar a la hembra, porque se confunde. De esta manera no se produce la reproducción de la plaga”, explica Fernando Torres.
Corredores biológicos
Otra alternativa que permite aprovechar los recursos de la propia naturaleza es la construcción de corredores biológicos, los cuales son muy utilizados en los viñedos de Nueva Zelanda.
Estos se construyen cultivando plantas entre las hileras de los huertos, las cuales atraen a diversos tipos de insectos, entre ellos abejas, polinizantes y enemigos naturales. A través de su mantención, es posible conectar a los insectos benéficos de los diferentes sectores del predio, muchos de los cuales corresponden a hospederos de parasitoides y depredadores de plagas.
En Chile existe experiencia al respecto en viñas, aunque no a nivel masivo. Según Blas Lavandero, quien realizó su tesis doctoral en este tema, aún hace falta muchas investigaciones que permitan identificar las plantas más eficientes y compatibles con cada cultivo y variedad. De hecho, en el laboratorio de control biológico que dirige, se está iniciando por estos días un proyecto que busca implementar este sistema en carozos.
A lo largo de su investigación, Lavandero ha analizado en profundidad la efectividad del sistema en Nueva Zelanda, donde ha encontrado varias experiencias positivas con variedades de mostaza, trigo sarraceno y plantas ornamentales, como el alyssum. Por lo mismo, recomienda ocupar plantas que produzcan néctar durante largos períodos de tiempo, con el fin de que atraigan insectos.
“El uso de corredores biológicos no sólo favorece el control de plagas, sino también genera microambientes para aves, estimula la polinización y los procesos biológicos del suelo, evita la pérdida de agua y ayuda a combatir los problemas que aquejan a las abejas productoras de miel”, explica Lavandero.
No obstante, a partir de su uso también se pueden generar efectos negativos, como la extinción de insectos nativos beneficiosos para el campo. Esto en el caso de que los insectos depredadores se alimenten de especies que no son el blanco original. Una forma de evitar esta situación, según el especialista, es realizar estudios sobre el impacto ecológico de la plaga involucrada, con el fin de encontrar agentes que maximicen el control y minimicen los efectos sobre otros organismos nativos.