La crisis del tenis femenino: hay solo tres jugadoras con ranking WTA
La número uno de Chile, Fernanda Labraña, está fuera del top 500 del ranking, un escenario brutalmente diferente al que se vivía hace una década, cuando la generación de Daniela Seguel, Cecilia Costa y Fernanda Brito peleaba por meterse entre las 200 mejores. “No tenemos una estructura”, se queja el entrenador Ricardo Urzúa.
Eran otros tiempos. Daniela Seguel, Fernanda Brito, Cecilia Costa y Camila Silva, todas nacidas en 1992, defendían al equipo chileno en Copa Fed y, en el circuito, bregaban por un lugar entre las 200 mejores del mundo.
La “Pantera” llegó a ser 162ª del escalafón en su mejor momento; Costa apareció 216ª; Silva, retirada prematuramente, se instaló 410ª, mientras que Brito, hoy suspendida por no colaborar en una investigación por arreglo de partidos, trepó hasta el 274º casillero.
Hoy, el panorama es terriblemente diferente: hay apenas tres jugadoras con ranking: Fernanda Labraña (589ª, la mejor posición de su carrera), Seguel (778ª) y Jimar Gerald (1.127ª), lo que incluso se traduce en complicaciones para repartir las invitaciones del único WTA que se juega en el país, el 125 de Colina, programado para noviembre próximo.
“La generación de Seguel, Brito, Costa y Silva tenía una gran competencia interna que potenciaba a las chicas, las hizo mejorar, porque una conseguía resultados y las demás trataban de imitarla. Hoy eso no existe, las chicas salen solas a buscar oportunidades, un entrenador o un papá las quiere llevar a Brasil, otros a Europa, no hay un plan común”, desmenuza Ricardo Urzúa, coach de Gerald.
“En el tenis femenino nunca hemos tenido referentes como en varones, con Hans Gildemeister, Pedro Rebolledo o, más adelante, con Fernando González y Nicolás Massú; entonces, se hace más difícil, aunque a veces aparecen camadas potentes”, añade Paulina Sepúlveda, capitana del equipo chileno de Copa Fed.
De todas maneras, hay cierta esperanza en las nuevas generaciones, partiendo por Antonia Vergara (17ª del mundo en juniors) y las recientes campeonas sudamericanas en 16 años.
“Está Martina Pavissich, que va a jugar tenis universitario en Estados Unidos, que es una gran oportunidad de crecimiento, tal como lo hizo Fernanda Labraña. Son cuatro años de competencia dura, de buen nivel, no es que estén paradas”, suma Macarena Miranda, exnúmero uno de Chile y directora del único WTA en el país.
“Uno puede decir que hay un problema de estructura o que faltan torneos, pero también hay que preguntarse qué hago yo al respecto, cómo los entrenadores se actualizan en la forma en la que se maneja el circuito para trabajar”, añade Miranda.
Otro aspecto complicado es la escasez de torneos profesionales en el país, pues aparte del WTA de Colina, no hay torneos pequeños para que las jugadoras adquieran puntos y experiencia sin viajar al extranjero, con la inversión que representa.
“Siempre se necesitan recursos, pero puedes ver que Argentina no los tiene e igual mantiene tres o cuatro jugadoras entre las 100 primeras y hay países con mucha inversión, pero no sacan tenistas. Más sustancial es la falta de torneos, una cantidad mayor de campeonatos chicos, que facilitan que las jugadoras puedan sacar puntos en casa”, asume Sepúlveda.
“Ya no tenemos torneos en Chile, ni siquiera para los varones. En mi época se jugaban 10 o 12 futuros a finales de año, podíamos sacar puntos ATP y salir a competir. Así lo hicieron (Nicolás) Jarry, (Tomás) Barrios, (Christian) Garín, (Gonzalo) Lama. Sin esos campeonatos iniciales en Chile, no habrían tenido tantas facilidades”, concuerda Urzúa.
“No porque no tengamos jugadoras al nivel WTA vamos a terminar con el torneo, todo lo contrario, es una opción para que reciban invitaciones al cuadro principal o a las clasificaciones o, como lo estamos haciendo, intercambiar wild cards con torneos de otros países, lo que duplica las opciones para nuestras jugadoras. Pero sí, necesitamos más torneos de primera línea, de 20 mil dólares”, aporta Miranda.
RELATIVO OPTIMISMO
Según Urzúa, el panorama puede cambiar con la llegada de Guillermo Gómez al cargo de head coach de la Federación, pues las primeras reuniones sostenidas apuntan, asegura, a diseñar precisamente un plan de trabajo estructural.

Antonia Vergara es la gran promesa del tenis femenino. Comenzará a jugar torneos profesionales. Foto: All England Club.
“Con ‘Guille’ se están haciendo mejor las cosas, tiene experiencia y entiende cómo manejar el tema, porque en varones el panorama es similar: después de Tomás Barrios y Matías Soto no hay nada. Falta un orden interno, definir qué giras hacer, qué decisiones tomar y creo que con Guillermo se puede conseguir eso”, admite Urzúa.
La misma confianza rezuma Paulina Sepúlveda, que estuvo cerca de conseguir la clasificación a los playoffs del Grupo Mundial de la Copa Fed con Seguel, Labraña, Gerald y la juvenil Antonia Vergara.
“Es esperanzador, porque ahora viene una camada buena con aquellas jugadoras que fuEran otros tiempos. Daniela Seguel, Fernanda Brito, Cecilia Costa y Camila Silva, todas nacidas en 1992, defendían al equipo chileno en Copa Fed y, en el circuito, bregaban por un lugar entre las 200 mejores del mundo.
La “Pantera” llegó a ser 162ª del escalafón en su mejor momento; Costa apareció 216ª; Silva, retirada prematuramente, se instaló 410ª, mientras que Brito, hoy suspendida por no colaborar en una investigación por arreglo de partidos, trepó hasta el 274º casillero.
Hoy, el panorama es terriblemente diferente: hay apenas tres jugadoras con ranking: Fernanda Labraña (589ª, la mejor posición de su carrera), Seguel (778ª) y Jimar Gerald (1.127ª), lo que incluso se traduce en complicaciones para repartir las invitaciones del único WTA que se juega en el país, el 125 de Colina, programado para noviembre próximo.
“La generación de Seguel, Brito, Costa y Silva tenía una gran competencia interna que potenciaba a las chicas, las hizo mejorar, porque una conseguía resultados y las demás trataban de imitarla. Hoy eso no existe, las chicas salen solas a buscar oportunidades, un entrenador o un papá las quiere llevar a Brasil, otros a Europa, no hay un plan común”, desmenuza Ricardo Urzúa, coach de Gerald.
“En el tenis femenino nunca hemos tenido referentes como en varones, con Hans Gildemeister, Pedro Rebolledo o, más adelante, con Fernando González y Nicolás Massú; entonces, se hace más difícil, aunque a veces aparecen camadas potentes”, añade Paulina Sepúlveda, capitana del equipo chileno de Copa Fed.
De todas maneras, hay cierta esperanza en las nuevas generaciones, partiendo por Antonia Vergara (17ª del mundo en juniors) y las recientes campeonas sudamericanas en 16 años.
“Está Martina Pavissich, que va a jugar tenis universitario en Estados Unidos, que es una gran oportunidad de crecimiento, tal como lo hizo Fernanda Labraña. Son cuatro años de competencia dura, de buen nivel, no es que estén paradas”, suma Macarena Miranda, exnúmero uno de Chile y directora del único WTA en el país.
“Uno puede decir que hay un problema de estructura o que faltan torneos, pero también hay que preguntarse qué hago yo al respecto, cómo los entrenadores se actualizan en la forma en la que se maneja el circuito para trabajar”, añade Miranda.
Otro aspecto complicado es la escasez de torneos profesionales en el país, pues aparte del WTA de Colina, no hay torneos pequeños para que las jugadoras adquieran puntos y experiencia sin viajar al extranjero, con la inversión que representa.
“Siempre se necesitan recursos, pero puedes ver que Argentina no los tiene e igual mantiene tres o cuatro jugadoras entre las 100 primeras y hay países con mucha inversión, pero no sacan tenistas. Más sustancial es la falta de torneos, una cantidad mayor de campeonatos chicos, que facilitan que las jugadoras puedan sacar puntos en casa”, asume Sepúlveda.
“Ya no tenemos torneos en Chile, ni siquiera para los varones. En mi época se jugaban 10 o 12 futuros a finales de año, podíamos sacar puntos ATP y salir a competir. Así lo hicieron (Nicolás) Jarry, (Tomás) Barrios, (Christian) Garín, (Gonzalo) Lama. Sin esos campeonatos iniciales en Chile, no habrían tenido tantas facilidades”, concuerda Urzúa.
“No porque no tengamos jugadoras al nivel WTA vamos a terminar con el torneo, todo lo contrario, es una opción para que reciban invitaciones al cuadro principal o a las clasificaciones o, como lo estamos haciendo, intercambiar wild cards con torneos de otros países, lo que duplica las opciones para nuestras jugadoras. Pero sí, necesitamos más torneos de primera línea, de 20 mil dólares”, aporta Miranda.
RELATIVO OPTIMISMO
Según Urzúa, el panorama puede cambiar con la llegada de Guillermo Gómez al cargo de head coach de la Federación, pues las primeras reuniones sostenidas apuntan, asegura, a diseñar precisamente un plan de trabajo estructural.
“Con ‘Guille’ se están haciendo mejor las cosas, tiene experiencia y entiende cómo manejar el tema, porque en varones el panorama es similar: después de Tomás Barrios y Matías Soto no hay nada. Falta un orden interno, definir qué giras hacer, qué decisiones tomar y creo que con Guillermo se puede conseguir eso”, admite Urzúa.
La misma confianza rezuma Paulina Sepúlveda, que estuvo cerca de conseguir la clasificación a los playoffs del Grupo Mundial de la Copa Fed con Seguel, Labraña, Gerald y la juvenil Antonia Vergara.
“Es esperanzador, porque ahora viene una camada buena con aquellas jugadoras que fueron campeonas sudamericanas en menores de 16 años. Tengo mucha confianza en el head coach, Guillermo Gómez, porque en las reuniones que hemos tenido me asegura que se está pensando en hacer un trabajo con estas chicas para su paso al profesionalismo”, destaca.
“El problema no lo tenemos en menores de 12 años, ahí somos competitivos, desde los 14 en adelante vienen los conflictos, porque no hay trabajo conjunto. Uno ve lo que hace Brasil, Argentina, que trabajan con tres o cuatro jugadoras de la misma generación y aquí cada uno va para su lado”, aporta Urzúa, que también entrena a Camila Rodero, integrante del equipo campeón sudamericano.
ron campeonas sudamericanas en menores de 16 años. Tengo mucha confianza en el head coach, Guillermo Gómez, porque en las reuniones que hemos tenido me asegura que se está pensando en hacer un trabajo con estas chicas para su paso al profesionalismo”, destaca.“El problema no lo tenemos en menores de 12 años, ahí somos competitivos, desde los 14 en adelante vienen los conflictos, porque no hay trabajo conjunto. Uno ve lo que hace Brasil, Argentina, que trabajan con tres o cuatro jugadoras de la misma generación y aquí cada uno va para su lado”, aporta Urzúa, que también entrena a Camila Rodero, integrante del equipo campeón sudamericano.
Héctor Opazo M.
es coordinador de Deportes El Mercurio. Periodista de la Universidad de Chile, participó en la cobertura de los Juegos Panamericanos de Toronto 2015 y en los JJ.OO. de Río 2016, entre otros eventos.







