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El legado de Oksana Chusovitina, la gimnasta más longeva de la historia

Nació en Uzbekistán en 1975, compitió ininterrumpidamente en ocho Juegos Olímpicos bajo tres banderas distintas y consiguió dos medallas. En Tokio puso fin a una carrera que se llenó de esfuerzo y perseverancia.
Foto: France Presse
Felipe Lemunguir Sepúlveda25 de julio, 2021
Oksana Chusovitina apenas había terminado su rutina de salto y todos los asistentes del gimnasio Ariake de Tokio se pusieron de pie para ovacionarla. La uzbeka de 46 años se fundió en un abrazo con su entrenador, se acomodó la chaqueta y subió para agradecer el reconocimiento. Formó un corazón con sus manos y dijo adiós. Esa fue su despedida de los Juegos Olímpicos y el punto final a su carrera.

Su puntuación en los dos intentos no le alcanzó para meterse en la fase final y seguir haciendo historia. Pero poco tenía que reprocharse, porque a lo largo de su extendida carrera escribió muchas páginas doradas: además de ser la más longeva de la historia en una disciplina que culmina a corta edad, Tokio fue su octava participación en una cita olímpica. Y nada menos que con tres banderas distintas. Además de los recuerdos, se lleva dos medallas.

Chusovitina en los Juegos Olímpicos de Beijing 2008, donde consiguió la medalla de plata en salto con la nacionalidad alemana. Foto: Reuters

Chusovitina nació en Bujará en 1975. Uzbekistán entonces era una de las quince repúblicas de la Unión Soviética. Con apenas 13 años ganó el campeonato nacional junior, pero luego no pudo ratificar su nivel en el certamen adulto y no clasificó a los Juegos de Seúl 1988. Su revancha llegó en Barcelona 1992: bajo la bandera de la Comunidad de Estados Independientes se colgó la medalla de oro junto a Svetlana Boguinskaya en la competencia por equipos.

Desde ese momento, asistió ininterrumpidamente a la cita de los cinco anillos. Atlanta, Sidney, Atenas, Beijing (donde se colgó la medalla de plata en salto), Londres, Río de Janeiro y Tokio. En sus vitrinas también lucen otras 11 preseas en mundiales (tres oros, cuatro platas y cuatro bronces), dos en Copas del Mundo (un oro y un bronce), ocho en Juegos Asiáticos, cuatro en Campeonatos Asiáticos y cuatro más en Campeonatos de Europa.

Pero entremedio Chusovitina tiene una historia de dedicación y de mucho esfuerzo.


En Atlanta 1996 recién pudo competir por su bandera, pero en 2004, 2008 y 2012 defendió la de Alemania. ¿Por qué? La uzbeka fue madre en 1999 y Sidney parecía, a todas luces, el adiós de las pistas, porque son muy pocas las gimnastas que siguen compitiendo tras dar a luz y porque estaba cerca de los 25 años. Pero fue precisamente por su hijo Alisher que siguió en el deporte: en 2002 fue diagnosticado de leucemia y Chusovitina vendió todas sus pertenencias, se instaló en Alemania y comenzó una campaña para recaudar dinero. Por ello salió del retiro, sobre todo para visibilizar su historia, y se puso la camiseta germana. Premio doble: gracias a los frutos de su carrera pudo costear el tratamiento de su hijo, quien sanó, y además se colgó la presea de plata.

“Tener medallas o no realmente no importa cuando te dan una noticia así. No se puede comparar una medalla con esa llamada telefónica. Cuando tu hijo está sano, ningún éxito deportivo se puede comparar con eso”, reflexionaba en esa oportunidad.

La uzbeka participó en los JJ.OO. de Río de Janeiro nuevamente con su país de origen. Foto: Reuters

Y motivada por su éxito, siguió compitiendo. Aunque necesitó autorización de la Federación Internacional de Gimnasia en 2013 para volver a cambiar la nacionalidad y competir por Uzbekistán. Ni la irrupción de la estadounidense Simone Biles, ni el aplazamiento de los JJ.OO. de Tokio la forzaron a retirarse. “Pensaba poner fin a mi carrera en los Juegos de Tokio y ahora no voy a cambiar de planes. Otra temporada más en el gimnasio”, fue su mensaje el año pasado.

Ahora se retira, pero no se alejará de la gimnasia, pues su objetivo es abrir una academia en la ciudad de Tashkent, capital de su país, y así difundir la disciplina y ayudar a las nuevas generaciones.

Y aunque la oriunda de Bujará no pudo cumplir su sueño de darle una medalla a Uzkekistán, sí le entregó algo inmaterial: un legado imborrable.
Felipe Lemunguir Sepúlveda

es colaborador de Deportes El Mercurio. Ha cubierto la Copa América Femenina 2018 y el Ironman de Pucón, entre otros eventos.

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