Un golfista sabía que tenía en sus manos la victoria en el Abierto de Chile y se le escapó. Otro jugó sin expectativas y se enteró de que estaba por ganar cuando terminó de jugar y un amigo se le acercó a contarle que estaba puntero.

Son los contrastes que regala un deporte que a veces es muy cruel.

Mark Tullo arrancaba el último día séptimo, a cuatro golpes de la cima, que ocupaba Agustín Errázuriz.

Rápidamente, el “Escocés” comenzó a colorear su tarjeta, con un águila en el hoyo 3 y birdies en el 4, 6, 9 y 11 para atacar la cima en solitario. Un bogey en el 14 lo retrasó (“pésimo, fueron tres putts, a ningún profesional le gusta hacer eso”, reconoció).

Por su parte, “Chicote” tenía una ronda más “normal” en su recorrido en el Prince of Wales Country Club, bajándose en el 5 y 10, pero subiéndose en el 9.

El desenlace fue para el infarto. Tullo fue el primero de los contendientes en llegar al 18 y ahí firmó un aplaudido birdie que lo hizo quedar con un total de -10. Tras entregar su tarjeta miró el marcador y se enteró de que lideraba.

“Uno no tiene control de nada, a esperar nomás”, dijo. Tras pronunciar esa frase, el tablero se actualizó: Errázuriz hizo birdie en el 17 e igualó el score de -10.

“Me voy a entrenar por si hay playoff”, avisó Tullo.

Pero no hubo necesidad de desempate, porque Errázuriz vivió una pesadilla en el 18. Mandó la bola al agua, tras el golpe de penalidad su siguiente tiro pasó de largo en el green y terminó firmando un doble bogey. Ni siquiera fue segundo: cayó al tercer puesto con -8, empatado con el argentino Diego Prone y detrás de Gustavo Silva (-9).

Tullo celebró un título que sorprendió a todos. Incluso a él mismo, que a los 47 años está radicado en Estados Unidos, da clases de golf y su último torneo profesional fue precisamente el Abierto de Chile de 2024, cuando fue sexto. “Vi que Agustín la tiró al agua, lamentable por él, esas cosas pasan. Me ha tocado a mí también estar en esa posición, esta vez me tocó ganar. El birdie del 18 fue lo que me dio el torneo”, aseguró.

El “Escocés” no ganaba un título profesional desde 2019, en Rocas de Santo Domingo. “En Estados Unidos juego una vez a la semana con amigos, me mantengo en acción, pero no a nivel competitivo. Llegué a Chile un par de días antes del torneo y me voy de vuelta el 1 de enero, porque mi hijo tiene que jugar un torneo de fútbol allá”, comentó el vencedor, que por tercera vez conquistó el Abierto de Chile, después de 2005 y 2006.

Y ahora festejó como local, pues mantiene su condición de socio del Country Club. “Me encanta volver a Chile, especialmente jugar en mi cancha, que estaba muy difícil, pero le pude encontrar la vuelta”, sentenció.