Santiago de Chile.   Mar 04-11-2025
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Campeón con firma de autor

El DT penquista, ajeno a las tendencias que indican que tener la pelota es lo más importante, asumió que, a pesar de que se corren riesgos como el de perder el balón rápidamente, es mejor opción apostar al juego directo porque así se desarticulan defensas que dejan espacios.
Foto: Photosport
Sergio Gilbert03 de noviembre, 2025
El inédito y brillante título nacional conseguido por Coquimbo Unido tiene muchos elementos que lo hacen distintivo.

En el equipo pirata, que desde el domingo quedará en la historia del fútbol chileno, hubo altos rendimientos individuales, compromiso colectivo, inteligencia para manejar los momentos de partido y, a ratos, hasta épica. Sin embargo, hay algo que lo distingue más: el compromiso total con una idea de juego.

Es evidente que el campeón 2025 tiene un sello. Y bien definido. Coquimbo Unido es una escuadra que, en la dicotomía que protagonizan hoy los adoradores de la posesión y los enamorados del juego directo, está en este último grupo. Como se dice hoy en la academia, es un equipo vertical, de transiciones rápidas. Que juega de contraataque, como se decía antes con más sencillez y menos vocabulario tecnicista.

Que tenga esa característica, sin duda, es fruto de la visión particular de su entrenador Esteban González.

El DT penquista, ajeno a las tendencias que indican que tener la pelota es lo más importante (“si la tenemos nosotros, no la tiene el rival y así es más alta la probabilidad de ganar”, decía Johan Cruyff), asume que, a pesar de que se corren riesgos como el de perder el balón rápidamente, es mejor opción apostar al juego directo porque así se desarticulan defensas que dejan espacios.

Claro, con la teoría no basta. Se requieren jugadores que sean capaces de cumplir las tareas que lleven a la puesta en práctica de la idea que tan bien cumplía en su momento el Liverpool de Klopp o que realiza semana a semana el Atlético Madrid de Simeone.

Y Coquimbo los tuvo. Los eligió bien el DT González.

Desde el fondo, siempre su arquero (Diego Sánchez) y sus zagueros centrales (Bruno Cabrera, Manuel Fernández o Elvis Hernández) tuvieron como meta sacar largo cuando el rival terminaba su jugada.

En el medio, tuvo siempre un volante central (Sebastián Galani) que hacía transitar la pelota rápida, otro que hacía pausas (Alejandro Camargo o Salvador Cordero) y uno que filtraba, abría o remataba no bien encontrara el espacio (Matías Palavecino).

El ataque, en tanto, pese a tener un solo delantero nominal para cazar pelotazos largos (Cecilio Waterman o Nicolás Johansen), era variado. Tenía como precepto que no era importante la cantidad de pases sino la calidad de ellos en el último tercio de la cancha. De ahí que sus laterales (Felipe Salinas, Juan Cornejo o Sebastián Cabrera) pasaran siempre al ataque en tramos largos para iniciar y terminar jugadas, y que sus aleros (Cristián Zavala, Martín Mundaca, Benjamín Chandía o Alejandro Azócar) resolvieran rápido entre centrar, pasar o rematar.

¿Se puede decir que esta fórmula, este principio estratégico, esta apuesta conceptual es, en rigor, la mejor posible?

Por supuesto que no. Es la que le funcionó, y muy bien, a este Coquimbo Unido versión 2025 que moldeó a su gusto, a su sensación, a su idea, Esteban González.

Fue este un equipo con firma de autor. No fue éste el triunfo final del juego directo por sobre la posesión ni menos, como han tratado ya de atribuirse, la victoria del “entrenador chileno” sobre la “exacerbada y sobrevalorada visión extranjera”.

No señor. Pongamos las cosas en su lugar.

Sergio Gilbert

es periodista titulado en la UC, especializado en fútbol. Profesor universitario y redactor en El Mercurio. En Twitter: @segj66

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