Resignado y triste, Tiago Nunes dejó avanzar el reloj varios minutos antes de enfilar rumbo al camarín. Cuando lo hizo, recibió insultos y hasta un poco de agua cayó desde la galería norte, donde estaban los hinchas de Universidad Católica.

Al rato, fue el turno de los jugadores. Rostros demacrados y pena a flor de piel completaron la escenografía que acompañó el lento recorrido por el pasto de Santa Laura. Uno, Vicente Bernedo, perdió la paciencia y discutió airadamente con un aficionado.

Después vendría el turno de las explicaciones y las despedidas. El gerente deportivo José María Buljubasich y Felipe Correa, presidente de la Comisión Fútbol, flanquearon al entrenador. “Buenas noches a todos”, dijo Nunes. Y se largó: “Primero, ser lo más claro posible. A partir de este momento hemos decidido no seguir con este proceso. Agradecer a la directiva, a Juan Tagle, el presidente, por la oportunidad de ser entrenador de este gran club; a la gente por el respeto que tuvo hacia mí y mi familia. Agradecer a los empleados para que el proceso pudiera tener los resultados esperados. Y agradecer a los jugadores, porque siempre intentaron entrenar de buena manera, con esfuerzo y dedicación, con buena onda. Tuvimos un ambiente muy sano. Estoy convencido de que entré por la puerta grande y salgo por la misma puerta, con la tranquilidad de querer hacer un trabajo de excelencia, de hacer lo máximo que se puede dentro de las capacidades”.

Luego, Correa destacó el profesionalismo del brasileño y Buljubasich sostuvo que Nunes “nos ayudó mucho en procesos internos que no teníamos. Son cosas valorables que la gente y el periodismo no ven. Mañana (hoy) resolveremos quién va a dirigir el entrenamiento del martes, de forma interina, mientras iniciamos la búsqueda de un nuevo cuerpo técnico que esté lo antes posible”.

Pasadas las 18 horas, el ciclo de Nunes estaba terminado.

En rigor, desde hace un buen tiempo —probablemente cuando fracasó en el intento por clasificar a la Copa Sudamericana ante Palestino— que había muy pocos argumentos futbolísticos que respaldaran el trabajo del entrenador. El equipo jugaba cada día más mal (el 6-0 sobre Everton fue un espejismo) y seguían cayendo las frustraciones, ahora en la Copa Chile: último en su grupo.

Entonces a la tribuna se le fue acabando la paciencia: “¡Tiago ya se va, ya se va, Tiago ya se va!”, cantaban durante el descalabro ante a La Serena. Dirigencia y jugadores también fueron apuntados, porque de este bochorno no se salva nadie.

Nadie.

Enterados del adiós de Nunes, los simpatizantes de la UC ya rezan para que el remedio no sea peor que la enfermedad. Porque si de interinatos se habla, el primer candidato es Rodrigo Valenzuela. Y sucede que aparte de ser responsable del actual momento cruzado, en su condición de ayudante del brasileño, cuando cumplió ese rol después de la salida de Nicolás Núñez le fue bastante mal: derrota con Everton, empates con La Calera y Audax. Dos puntos de nueve y el equipo en la 12ª posición, a tres del descenso.

El equipo del exentrenador de la UC no hizo maravillas, pero se impuso con total justicia.

Muy pronto anotó el 1-0 después que Gonzalo Jara sacara partido de un mal despeje de Gary Medel. Enseguida manejó el trámite, no sufrió defensivamente, y llegó al 2-0 vía Felipe Chamorro, ante la mirada de todo el bloque defensivo de los cruzados. El tercer festejo se gestó en un absurdo penal de Sebastián Arancibia al zurdo volante papayero, que Jeisson Vargas dejó en la red.

El arquero visitante, Fabián Cerda, tuvo una de las jornadas más tranquilas de las que tenga memoria y solo cuando el partido se iba ensució los guantes ante arrestos individuales de Juan Francisco Rossel y Eduard Bello. “Hicimos ver a la UC, le provocamos un golpe duro”, dijo el meta formado, justamente, en los faldeos precordilleranos.

En los descuentos, Fernando Zampedri anotó de penal tras falta a Fernando Zuqui, quien ejecutó mal casi todas las pelotas detenidas.