La direccionalidad
El actual seleccionador se ha pasado todo su “proceso” en la Roja evaluando y construyendo hipótesis, más que generando una relación de autoridad para imponer sus visiones. Gareca, aunque el discurso público siempre diga lo contrario, es cuestionado por sus propios dirigidos. No le creen y por eso se rebelan.
Ricardo Gareca nos enseña, en una entrevista con La Tercera, algo que parece que no sabíamos: que, para rendir bien en alto nivel, los jugadores chilenos necesitan un “direccionamiento”, una “automatización”.
Está bien, puede que el seleccionador de la Roja tenga razón. De hecho, no es el primero que detecta que al futbolista chileno hay que “mecanizarlo”. Por años, incluso, y quizás para darle una identidad que no tenía, se decía que, así como el futbolista peruano era “técnico” y el paraguayo “aguerrido”, el chileno era “táctico”.
Pamplinas. Pura y malsana retórica.
Tal como señaló en su momento Xabier Azkargorta, la verdad es que el jugador nacional simplemente es “obediente”. Decía el DT español de la selección nacional que “si un entrenador logra generar autoridad, el futbolista chileno hará lo que él le pida, sin cuestionamientos”.
Ciertamente, Azkargorta no consiguió ese objetivo. Se quedó en la evaluación, en el diagnóstico, lo que pavimentó su salida de la Roja y su reemplazo por Nelson Acosta, quien sí tenía la virtud de convencer que sus jugadores comieran pasto, si él se los pedía.
Ricardo Gareca, por cierto, es más cercano en eso a Azkargorta, a Pizzi y a Lasarte que a Acosta, Bielsa o Sampaoli.
El actual seleccionador se ha pasado todo su “proceso” en la Roja evaluando y construyendo hipótesis, más que generando una relación de autoridad para imponer sus visiones.
Gareca, aunque el discurso público siempre diga lo contrario, es cuestionado por sus propios dirigidos.
No le creen y por eso se rebelan.
Que no se malentienda. No es que jueguen “para atrás” (algo que sí puede pasar en algún momento y pasa harto en el fútbol) sino que, al no tener confianza en lo que dice su entrenador, tratan de solucionar los conflictos en la cancha de una manera inspiradora individual y no bajo criterios colectivos asentados.
Gareca nunca generó obediencia ni compromiso con sus dirigidos.
Lo mismo se puede decir de Tiago Nunes en Universidad Católica.
En este caso, está muy claro de que a pesar de que con una patudez grandiosa diga en el momento del adiós que “me voy por la puerta grande”, es muy claro que el DT brasileño nunca consiguió que su mensaje inspirara “obediencia”. Nunes fue un deficiente gestor y cuando los jugadores detectan esa falencia en el que se supone es el líder, terminan haciendo lo que se les ocurre…
¿Habrá pasado lo mismo en Unión Española y que catapultó ahora la salida del DT José Luis Sierra?
Puede que sí. El “Coto” hace rato que, con su evidente postura de fastidio, dio señales de que tenía cero conexión con sus dirigidos, razón por la cual todos los que tienen más talento (Pablo Aránguiz y Ariel Uribe) fueron los que en lo últimos partidos decidieron cómo tratar de salvar los muebles del incendio hispano.
Sí, es verdad lo que dice Gareca que a los jugadores hay que “direccionarlos” para que puedan activarse y conseguir objetivos.
Pero sería bueno que él y sus colegas asumieran que hacer eso es precisamente su trabajo.

Sergio Gilbert
es periodista titulado en la UC, especializado en fútbol. Profesor universitario y redactor en El Mercurio. En Twitter: @segj66